Capítulo 6; Ofensa.

Daniel:

Levanté mi mano derecha para acariciar su espalda, mis dedos recorrieron su suave y brillante piel, subí un poco más, alcancé su cuello y con mi pulgar acaricié debajo de su nuca, su voz falló un poco, se aclaró la garganta antes de retomar la llamada que había interrumpido nuestro momento.

Sonreí un poco, bajé la mano y apreté su cadera, se irguió un poco para después estirarse a la mesita de noche, vi que tomaba una libreta y un bolígrafo, regresó a mi lado.

Me senté lentamente, besé su hombro y pude ver como su piel se erizaba, quería reír, pero me aguanté, me encantaba que reaccionara de esa manera apenas con mi toque, casi enterré mi nariz en su precioso y alborotado cabello castaño oscuro con algunos mechones claros que resaltaban aún más su hermoso tono de piel trigueña, inhalé el suave perfume frutal que aún persistía en su piel y cabello, el olor a almizcle predominaba en ambos.

—… Sí, está bien, yo me comunico con usted la próxima semana… —pasó saliva, volví a besarla, decidido a jugar un poco con ella, deslicé mi lengua desde su hombro hasta su omóplato izquierdo, su espalda curvándose sutilmente, como si quisiera apartarse de mí, pero no lo hacía, sonreí y volví a acostarme, me peiné el cabello hacía atrás—… Estoy de vacaciones este momento, la próxima semana le llamo, que tenga buena tarde. —dijo y colgó, miró sobre su hombro—. Eres una distracción andante, Daniel. —me reclamó dejando todas las cosas en la mesita de noche, se giró hacía mí—. Era una llamada del trabajo.

—Creí que no era importante, como no te levantaste de la cama… —encogí un hombro, se acercó hacía mí, los ojos brillándole al igual que la sonrisa.

—No creí que fueses a distraerme así, la próxima vez me encerraré en el baño.

—No cariño, la próxima vez no te dejaré ni tomar el celular. —sujeté su cintura y giramos en un rápido movimiento que la hizo reír.

—¿Ah no? —sus hermosos ojos color hazel me miraron fijamente. El corazón se me aceleró.

—Es una promesa. —tracé su mandíbula con pequeños besos antes de bajar a su cuello, su piel dulce y cálida tenía un sabor exquisito, sus uñas acariciaron mi espalda, la piel se me erizó y eso la hizo reír.

—¿Eres muy sensible a las cosquillas? —su mano izquierda bajó a mis costillas, pero levanté su brazo sobre mi hombro rápidamente—. ¡Dan! —se sorprendió.

—¿Te lastimé? —me levanté un poco.

—No, simplemente me tomaste por sorpresa. —tocó mi cabello.

—Lo siento nena, pero odio las cosquillas. —besé sus labios, no es como si las hubiese recibido tan seguido, no las odiaba, pero tampoco las disfrutaba, al contrario, me causaban un pequeño ataque de pánico que me dejaba sin aire… En realidad, sí las odiaba con locura.

—Perdón, no sabía. —me abrazó.

—Tranquila. —negué y regresamos a lo nuestro durante unos minutos más, hasta que su celular volvió a vibrar, esta vez con mensajes de su hermano Tau, con quien había venido de vacaciones a Italia, al parecer le costó mucho convencerlo de viajar a Catanzaro, así que se separaron por unos días, ella quedándose aquí mientras él iba a Roma.

Nos duchamos y vestimos, la acompañaría a la cafetería en donde la esperaba su hermano, estaba a un par de calles del hotel, cerca de ahí estacioné mi camioneta, así que de igual manera me quedaba de paso y aunque no fuese así, de todos modos, la llevaría a la cafetería.

Salimos del hotel y caminamos tomados de la mano hasta llegar a la cafetería, había mesas afuera, tenían sombrillas marrones que creaban una agradable sombra fresca en el exterior, nos detuvimos a un lado de unas plantas medianas.

—Ni siquiera ha llegado. —sacó su celular y soltó un bufido.

—Esperaremos, ¿te quieres sentar?

—Sí, ¿podrías buscar una mesa aquí afuera? Tengo que hacer una llamada importante. —advirtió mirándome fijamente.

—Sí señora. —sonreí, me imitó y se separó un poco para tener privacidad, yo suspiré y pasé la mirada por las mesas.

Desafortunadamente todas se encontraban ocupadas, al parecer, estaba a punto de llamar a una mesera cuando de repente me topé con una… Dos cabelleras casi color dorado, Kenn era discreto para mirar, pero Karl tenía la mirada pesada y ambos me miraban.

Fruncí levemente el ceño al ver que sus pequeños ojos fisgones pasaban a la mujer de pantalón blanco holgado, top negro, tacones y cabello húmedo que me miraba de reojo.

Me giré hacía ella, colgó y me miró curiosa.

—¿Conoces a esos chicos? Te miran mucho. —tomó mi mano.

—Ah… —vacilé.

—Preguntaré si hay mesas. —caminó y justamente se acercó a la mesera que atendía a los gemelos en ese momento—. Buenas tardes, disculpa, ¿tienes mesas disponibles afuera?

—Buenas tardes, no por el momento, sólo tenemos en el segundo piso. —la mesera respondió con una pequeña sonrisa.

—Puede sentarse aquí, ya pedimos la cuenta, sólo esperamos algo para llevar. —habló Karl ofreciendo una silla—. ¿Te sientas, Dan? —señaló la otra silla.

—¿Los conoces? —me miró curiosa.

—Eh… Sí, son mis… Hermanos. —me peiné el cabello.

—¿Y por qué no lo dijiste antes? Mucho gusto, mi nombre es Alika Aster. —sonrió hermosamente mientras estrechaba las manos de ambos.

—El gusto es nuestro, yo soy Kennedy, puedes decirme Kenn, él es mi gemelo mayor; Karl. —los presentó mientras se levantaba, dándole un poco más de formalidad al encuentro, su gemelo permaneció sentado.

—Ahora que lo veo, se parecen un poco entre ustedes. —nos señaló a los 3, recorrí la silla para que se sentara, Kenn me cedió su lugar para sentarme a su lado.

Nos trajeron las cartas.

—Y eso que no has conocido a mis otros 2 hermanos, nos parecemos entre todos, menos Nathan, él tiene cabello negro y ojos más azules. —sonrió Karl.

—Nathan, ¿es el hermano que enfermó? —Alika me miró, pasé saliva y asentí—. ¿Cómo está él?

—Mucho mejor, gracias por preguntar. —respondí.

—Yyyyy ¿ustedes salen o algo así? —Karl jugó con la pajilla de su café helado.

—Algo así —soltó un suspiro— tratamos de formalizarlo aún, él conoce a mis hermanos y yo recién conozco a la mitad de los suyos.

—Es que Dan no presenta a nadie a la familia a menos que ya tengan más de 2 meses saliendo.

—Entonces ya va siendo tiempo de hacerlo oficial, después de 4 meses, ¿no? —volvió a mirarme, escuché un ligero jadeo.

—Claro, quizá en tus próximas vacaciones. —asentí.

—Mira quien llegó. —sonrió apartando la mirada, su hermano llegó a la mesa, saludé a Tau Aster, quien es 2 años mayor que Alika, él conoció a mis hermanos y ambos se fueron después de despedirse de los gemelos, volví a sentarme.

—¿Qué hacen aquí? —pregunté al ver que Karl me miraba con los ojos entrecerrados.

—Salimos a respirar.

—¿Y el chófer?

—Pedimos Uber. —respondió Kenn—. Como que no querías que conociéramos a tu novia, ¿verdad?

—¿De qué hablas? ¿De dónde sacas eso?

—No lo sé, tal vez por la manera en que vacilabas al decir que somos tus hermanos. —me miró indignado.

—Claro que no, simplemente me sorprendió verlos aquí, quería presentarle a toda la familia al mismo tiempo.

—Sí claro. —bufó Karl.

—Es la verdad, son mis hermanos y saben que los quiero.

—Vaya manera de querer.

—Aquí tienen su pedido y aquí está la cuenta —la mesera dejó la bolsa en la mesa— ¿quiere ordenar algo? —me miró.

—No gracias, pagaré la cuenta. —saqué mi cartera y le pasé mi tarjeta.

—Tenemos dinero. —negó Karl. La mesera dudó.

—Por favor, cobre. —pedí, la chica lo hizo y firmé el recibo, nos levantamos, Kenn tomó la bolsa—. Los llevo a casa.

—Pediremos un Uber.

—Vamos Kenn. —lo llamé, el pobre se debatía en seguir a su gemelo o esperarme, me miró.

—¿Por qué vacilaste al momento de decir que somos tus hermanos? —preguntó.

—Porque no quiero que nadie se entere de lo nuestro, es demasiado bueno para ser verdad y tengo miedo de hacerlo oficial porque siento que lo voy a joder. —confesé.

—Hace meses Nathan nos dijo que posiblemente tenías una chica, ¿es ella?

Maldita sea…

—Sí. —asentí cuando mi voz apenas salió en un pequeño susurro.

—Tranquilo, no le diremos a nadie si tanto te preocupa, no vaya a ser que jodas tus noviazgos. —soltó Karl con acidez.

—¿Y a ti qué te pasa? ¿Por qué últimamente estás tan hostil? —fruncí el ceño.

—Porqué prácticamente nos siguen tratando como bebés, nos ocultan todo y después tenemos que hacer milagros por ayudar a mamá, ¿sabes lo que se siente tener qué cuidar a tus dos hermanos mayores que casi se matan a golpes por algo que no tienes ni la menor idea de qué ocurrió? —avanzó hacía mí, curiosamente manteniendo el tono de voz discreto, pero se le notaba la rabia en el cuerpo y en el rostro— nos afecta, nos jodidamente afecta y mucho, pero claro, nadie ve más allá de Nathan enfermo y tú “apoyándolo”, ¿qué hay de Kenn y de mí? ¿Quiénes se quedaron en vela por Nathan cuando tú te desaparecías por días? No te juzgo, quería escapar de todo esto y yo también deseé hacerlo, pero no lo hice…

—¿A dónde quieres llegar con esto? —quise tocar su hombro, se apartó.

—No eres el único que quiere tapar toda la mierda familiar con un dedo, papá regresó y posiblemente Jackson lo haga pronto, ¿qué pasará? ¿volveremos a lo mismo de antes? ¿olvidaremos que Pam murió por culpa del padre y hermano de Zuzka?

—¿De dónde sacas eso? —me desconcertó que lo supiera, pero lamentablemente no me sorprendió como debía, simplemente… Me confundió que lo dijera de esa manera.

—¿De dónde sacas eso? Tengo oídos, pienso y sé lo que ocurre en casa porque también vivo ahí… —se acercó aún más, curiosamente había crecido bastante en el último año, después de todo cumplió 17 años y el cumpleaños de ambos pasó lo más desapercibido posible de no ser porque Nonna les hizo un pastel que ni siquiera pudieron disfrutar por estar cuidando a Nat.

—Basta ya, la gente nos mira. —Kenn se le atravesó.

—Me importa una mierda que nos miren, jodida gente entrometida. —levantó la voz, Kenn lo jaló del brazo.

—Ya… Le seguirás reclamando en el camino de regreso a casa, te dejaré ir a su lado.

—Ni mierda que me voy con él. —sacudió la cabeza.

—Karl. —advertí.

—Toma esto. —me pasó la bolsa, la tomé de mala gana y caminé a mi nueva camioneta, una Ford Bronco de color azul metálico, mirando de reojo si los gemelos me seguían, Karl casi se reusaba a caminar, pero Kenn parecía regañarlo o amenazarlo, una vez que abrí las puertas, Kenn subió a mi lado y Karl atrás… Literalmente atrás en la cajuela, apenas su gemelo cerró la puerta de los asientos traseros, el otro saltó hacía atrás.

Kenn se abrochó el cinturón y dejó la bolsa en su regazo.

Suspiré suavemente, la tensión volviendo a mi cuerpo lentamente, quisiera que el encuentro con Alika me relajara aún más, pero prácticamente el hechizo se rompió cuando salimos del hotel. Creí que los gemelos me saturarían con preguntas sobre ella, pero milagrosamente se mantuvieron callados, Kenn apenas respondió con un “sí quieres” cuando le pregunté si quería escuchar música, preferí no encender el estéreo por si quería decir algo más adelante, pero no lo hizo, ninguno.

Apenas me detuve en el jardín de la casa de mis padres, la cajuela se abrió y se cerró de golpe, literalmente el interior vibró, apreté los labios mientras salía.

—¿Qué demonios Karl? —fruncí el ceño.

—¿Qué? ¿Te molestó? —caminó hacía su gemelo y casi tomó impulso para cerrar la puerta que sacudió la camioneta, Kenn lo empujó para apartarlo, caminé hacía él.

—¿Así te desquitas? Que jodidamente maduro eres. —fruncí el ceño.

—¿Y tú si eres maduro? Aún se te notan los moretones de la golpiza que te diste con Nat. —me señaló.

—Ya cállate Karl. —le dijo su gemelo.

—Tú no te metas, vete. —lo señaló con rabia.

—¿Qué? ¿Vas a pelear con Dan? No seas idiota, ve como dejó a Nathan.

Karl me encaró, de no ser porque Kenn se atravesó, yo me quedé quieto, una cosa era pelear con Nat y algo totalmente opuesto era pelear con Karl, obviamente no lo golpearía, tal vez lo empujaría, pero jamás le haría daño, a ninguno de los gemelos.

—¿Sabes qué? Váyanse a la mierda los dos. —Kenn recogió la bolsa del suelo y vi que caminaba a la entrada, Nat nos miraba con el ceño fruncido, recargado en el barandal de cemento de las escaleras.

Su ceño fruncido se convirtió en sorpresa al ver que Karl me empujaba, como me tomó desprevenido me hizo retroceder un par de pasos.

—¿Es en serio, Karl? —me quejé levantando los brazos al ver que volvía a empujarme, está vez puse un poco de resistencia, sorprendentemente logró moverme un poco.

—Eres un idiota. —gruñó molesto, quiso volver a empujarme, busqué paciencia y simplemente lo desvié hacía la camioneta, chocó contra ella.

Vi que Nat sacaba algo de la bolsa y comenzaba a comerlo, Kenn se había sentado en un escalón, la sangre me hirvió al ver que Nat se sentaba a su lado y ambos comenzaron a hablar como si nada.

Mientras que yo esquivaba los empujones y golpes que Karl, quien parecía ser un maldito toro rabioso.

—Carajo Nat, dile algo. —me fastidié, Nat tenía algo así como cierta autoridad sobre los gemelos, casi siempre lo escuchaban y obedecían.

—Déjalo que se canse. —respondió sin dejar de comer, solté un bufido.

Karl quiso taclearme, pero casi sentí que sólo se lastimó así mismo, su hombro topó contra mi codo cuando bajé el brazo para cubrirme las costillas, se quejó y logró darme un puñetazo en mi lado izquierdo, justo en la zona que Nat llenó de moretones, el dolor me explotó en el cuerpo.

—¡Maldita sea, Karl! —gruñí sujetándolo, retrocedí unos pasos hasta que el césped quedó debajo de mí, sinceramente no medí la fuerza, simplemente lo lancé, cayó y rodó mientras lanzaba un quejido.

Kenn se levantó, todo rastro de preocupación abandonó su rostro al ver que Karl se levantaba y volvía hacía mí, logré sujetar su nuca y lo mandé al suelo otra vez, volvió a levantarse y repetí la acción otras 2 veces más hasta que gritó de rabia o desesperación.

—Ya contrólate, estoy hablando en serio. —advertí molesto, se levantó, escuché un auto acercarse, pero prefería no apartar la vista de él.

—¡Perfecto, lo que faltaba! ¡Otro idiota apareciendo! —gritó colérico.

—Cuida tu boca imbécil. —reconocí la voz de Jackson, está vez Karl corrió hacía él, empujándolo y estampándolo contra el auto—. ¡¿Qué mierda haces, estúpido?! —le gritó furioso regresándole el empujón.

A diferencia de mí o Nathan, Jackson si llegó a golpear a los gemelos y lo hizo esa vez, de repente la sangre se me congeló y se me calentó casi al mismo tiempo, mis músculos volviéndose tensos y la molestia creciendo en mi pecho al ver que Jackson abofeteaba a Karl con tanta fuerza que el golpe caló en mis oídos, Karl cayó al suelo y no fue ningún intento para crear drama, en verdad el golpe lo tiró.

Caminé hacía él, mi corazón latiendo tan fuerte que me dolió la cabeza, un sabor amargo subiendo por mi garganta.

No lo creí capaz de hacerlo, pero lo hizo y odié verlo con mis propios ojos, porque en ocasiones anteriores lo escuché de Karl y vi los moretones, pero jamás lo había visto golpear a ninguno de ellos.

—¿Qué carajos haces? —apreté los dientes, Karl se levantó con los ojos llorosos, apenas alcancé a apartarlo cuando Nathan llegó como relámpago, estrellándole el puño a Jackson en el pómulo derecho, ambos cayeron al suelo debido al impulso y la fuerza— ¡Maldita sea, Nathan! —grité tratando de apartarlo, pero Jackson sujetó su cabeza y la estrelló contra la puerta del auto, logré jalarlo.

Tan pronto como apenas lo aparté un poco, Jackson se sentó y Karl se le subió encima golpeándolo también.

No supe en que momento Jackson golpeó a Karl, pero la sangre le escurría de la nariz y Nat se volvió loco, pronto todo se descontroló, los escoltas nos separaron, Karl pateó a Jackson y él alcanzó a darle un puñetazo en el estómago que casi lo hizo vomitar, yo le regresé el golpe y Nat le dio otro puñetazo que le abrió el labio.

—¡¿Es enserio?! ¡Otra vez! —gritó mamá cuando los escoltas nos tuvieron lo suficientemente separados el uno del otro, 3 hombres sujetaban a Nathan que parecía un animal rabioso, un cuarto se unió a ellos al ver que otro escolta caía al suelo debido al cabezazo que mi hermano le dio, Jackson se resistía a los 2 hombres, mientras que otro y Kenn revisaban a Karl, quien estaba de rodillas luchando por respirar o evitando vomitar.

Me relajé más rápido que los demás. El escolta me miró indeciso, asentí y aflojó el agarre, caminé hacía Karl.

—¿Qué están haciendo? —llegó papá, nos miró a todos con su típica mirada de desaprobación o repudio, casi encajándole los ojos a Nathan como si fuesen una daga.

—No puedo, hazte cargo. —negó mamá y regresó a la casa, al parecer; la habíamos llevado al límite.

Karl se quejó, escupió saliva mezclada con sangre, el líquido carmín aún le escurría por la nariz, vi que apretó su estómago, me acuclillé a su lado.

—¿Puedes levantarte? —me limpié la nariz, vi que plantaba una mano en el cemento y negaba.

—¡Ya basta Nathan! —bramó papá, miré sobre mi hombro sólo para ver como abofeteaba a mi hermano, Kenn parecía que iba a vomitar, todo se detuvo durante unos segundos cuando Nat también levantó la mano, dispuesto a regresar el golpe, pero simplemente permaneció en el aire, inmóvil, con los ojos cargados de odio y la respiración tan agitada que incluso bufaba y temblaba— ¿Por qué no regresas a tú mierda y te sigues hundiendo en ella? Déjame trabajar.

Titán apareció y quiso apartar a Nat, pero tan pronto como él se dio cuenta de quien era también lo empujó.

—No me toques, asquerosa rata traicionera. —le dijo enardecido, el hombre respiró hondo, posiblemente buscando paciencia.

—Arriba. —le dije a Karl sujetando su brazo, se levantó con las piernas temblando— ¿Puedes caminar? —murmuré, apenas asintió, Kenn le cubrió la nariz con un montón de papel que no sé de dónde sacó, Karl caminó lentamente, quise que se apoyara en mí, pero él prefería sujetar su estómago.

—Kennedy, ven aquí. —habló papá, Kenn casi me miró con espanto, antes de que pudiera decir o hacer algo, Nathan llegó y básicamente lo jaló hasta la casa, mi hermano menor no puso resistencia, al contrario, podría decirse que corrió hacía el interior.

Sentí la mirada de Jackson sobre nosotros.

—Lo cruzaste. —le dije entrecerrando los ojos.

—Él comenzó. —se limpió la sangre de la boca.

—No seas idiota, ¿cómo se te ocurre golpearlo? —le pedí al escolta que llevara a Karl adentro.

—Que tú te dejes golpear por él no significa que yo también deba de dejarme.

—¿Acaso existe comparación de fuerzas? No tiene ni 20 años. —fruncí el ceño.

—Cállate y entra. —me dijo papá.

—Golpeó a uno de tus hijos, lo sofocó y le sacó la sangre de la nariz, ¿no le dirás nada? —busqué paciencia y respiré profundamente al ver que Titán me vigilaba.

—Eso no te incumbe, lárgate. —miró a la casa. Solté una risita incrédula.

—Ya veo porque realmente sólo tienes 1 hijo.

—Casi deseo tener sólo un hijo si eso me evita situaciones vergonzosas como esta.

Me aguanté la risa, o el grito de desesperación que trepó por mi garganta, me mordí el labio inferior y negué girándome, subí las escaleras con la respiración agitada y los ojos picándome.

Agua salada inundó mis ojos, pero me tragué todo lo que sentía, el pecho se me encogió al ver a Karl recostado en un sofá, una mucama trajo una bolsa de hielo y otra trataba de limpiarle las heridas a Nat, que parecía no sé qué sentado en otro sofá, retorciéndose en el asiento, aun temblando de rabia.

—¿Y Kenn? —pregunté, no hubo necesidad de responder, escuché que el menor perdía el control, su desesperación haciendo eco en el pasillo que llevaba al baño.

Nuevamente me tragué todo lo que amenazaba con derribarme, apenas pude respirar mientras caminaba al baño, su llanto cargado, los gritos y jadeos me revolvieron el estómago cuando escuché sus arcadas.

Me sentí enfermo, me recargué en la pared, debatiéndome entre entrar y tratar de consolarlo o entrar y vomitar con él, o simplemente dejarlo solo.

Me quedé plantado ahí, mi cuerpo rehusándose a reaccionar, mi cerebro estaba en blanco, no podía pensar nada coherente, el ataque de Kenn mantenía atiborrada mi cabeza, como un sonido estridente que interrumpía todos mis pensamientos, la desesperación burbujeó en mi sistema y mis rodillas temblaron, amenazando con ceder.

Algo se rompió adentro y el sonido se repitió un par de veces, haciendo que me moviera a la puerta, levanté el pie y de una patada la cerradura cedió, entré, el lavamanos de cristal estaba hecho añicos al igual que el espejo, o parte de él, vi varios círculos rojizos fragmentando el cristal, Kenn lloraba o bufaba, la sangre le escurría de los nudillos, las manos le temblaban y logré reaccionar al ver que volvía a levantar el puño para estrellarlo contra el espejo.

—Ya basta, está bien. —lo rodeé con los brazos, negó intentando zafarse.

—¡NO… NO ESTÁ BIEN! —gritó tan fuerte que estuvo a punto de vomitar— ¡NADA ESTÁ BIEN, ESTO ES UNA PUTA MIERDA! ¡ESTOY HARTO! —se removió, casi olvidaba por completo que tenían la edad suficiente para poner resistencia o al menos algo de ella, pero al igual que Karl, me sorprendió de lo fuerte que era, estiré una mano para alcanzar una toalla y envolver sus manos, retrocedí y lo llevé conmigo.

—A veces la vida es una puta mierda, pero te acostumbras. —murmuré tratando de calmarlo.

—Sólo quiero que vuelva a ser como antes… Extraño a mis hermanos, extraño a Pam y lo feliz que se veía Nat. —sollozó con fuerza, nos deslicé al piso, él entre mis piernas, lo abracé con más fuerza al sentir que intentaba levantarse.

—Las cosas mejorarán en algún momento, te lo prometo. —envolví su mano y tembló del dolor, la sangre manchó rápidamente la tela.

—No… Lo quiero ahora, ¡lo necesito ya! —volvió a llorar, Nat entró al baño, los golpes aún no eran visibles, pero el zafiro en sus ojos estaba completamente oscurecido, turbio de rabia y dolor.

—Vamos a lavarte. —mostró el botiquín que había en sus manos.

—No, no quiero. —negó Kenn.

—Sí quieres, tú odias las costras y tendrás unas muy feas si no te dejar lavar. —asintió, lo ayudó a levantarse, hice lo mismo y caminé con ellos a la bañera, Kenn poniendo resistencia y sollozando de vez en cuando.

—¿Y Karl? —preguntó afónico de tanto gritar.

—En la sala, llegaron nuestros abuelos. —respondió Nat quitándole la toalla, abrió la llave y movió la manguera de mano, el agua cayó sobre las manos de mi hermano, se quejó e intentó apartarlas, pero las sostuve dentro de la bañera, los 3 fuera de ella y simplemente inclinados hacía adentro, como cuando nos ensuciábamos por jugar lodo y nos lavábamos en la bañera.

Me pasó la manguera y la sostuve para que se lavara las manos con el jabón líquido que había dentro del botiquín, cuando terminó, hizo espuma para después lavar los nudillos de Kenn, sentí que se pegó a mi lado, lo abracé, como si eso pudiera aliviar el dolor que tenía en ese momento.

Las manos le temblaron.

—Los arranques de rabia no son tan divertidos como parecen, ¿verdad? —preguntó Nat mientras enjuagaba sus manos, moví la manguera sobre las manos de Kenn, el agua aclaró el jabón— En especial si golpeas espejos, tienes astillas en los nudillos y esto dolerá como el infierno. —vi que sacó unas pincitas de una bolsita cerrada, Kenn cerró los ojos y se agitó un poco mientras Nat sacaba los pequeños cristales de su piel.

Solté la manguera para sujetar los brazos de mi hermano menor al ver que los movía mucho, soltó otro sollozo.

Preferí cerrar los ojos y pegar la frente en la cabeza de Kenn, no lo solté hasta que Nat aseguró que había terminado, miré su trabajo, vendas cubrían perfectamente los nudillos de Kenn y el vendaje en una mano se extendió hasta la muñeca.

—Por precaución, parece que la tienes dañada, pero más tarde la revisarán. —guardó las cosas en el botiquín.

Cuando te lastimas tanto eres experto en curar heridas.

Kenn apenas asintió, tenía la mirada perdida, Nat y yo estuvimos con él, ninguno se movía, sólo respirábamos y esperábamos cualquier reacción suya, los minutos se extendieron y el vacío en mi pecho se formó al ver que las lágrimas volvían a inundar sus ojos y rodaban libremente por sus mejillas.

En silencio.

Tan cruel y silenciosamente que la piel se me puso de gallina.

—Disculpe, ¿necesitan algo? —una mucama habló suavemente desde la puerta.

—¿Ya llegó el médico? —preguntó Nat recién reaccionando.

—Sí señor, ya revisó al joven Karl, ¿quiere que lo llame?

—No, iremos en seguida. —respondió.

—Permiso. —apenas la escuché, Kenn sorbió por la nariz.

—¿Ella odiaba cuándo te lastimabas? —susurró tan bajo que apenas le entendí.

—Lo hacía, no toleraba verme lastimado y en más de una ocasión lloró al ver los moretones de las prácticas con Raptor. —respondió luego de unos segundos, sus ojos oscureciéndose y vaciándose aún más.

—Lloraba mucho por ti. —indicó.

—Lo hacía y yo odiaba que lo hiciera.

—Te amaba mucho.

—Lo hacía y odiaba que lo hiciera. —asintió, Kenn lo miró, las lágrimas escurriéndole por las mejillas.

—¿Por qué?

—Porqué dolería cuando ya no lo hiciera o cuando ya… No estuviera. —la voz le tembló, vi que pasó saliva.

—¿Sabías que ella no estaría contigo en algún momento?

—Lo presentía.

—¿Cómo?

—Porqué era Capo y todo se jodía.

—Ya no eres Capo.

—Pero tampoco la tengo a ella y ya nada vale la pena si no es con ella. —me miró, apreté los labios.

—Dan sale con una chica.

—Lo sé.

—Dudó al momento de presentarnos con ella como sus hermanos.

—Es que Dan es un idiota. —una ligera sonrisa apareció en su rostro.

—Sigo aquí, enano. —suspiré.

—Lo sé, por eso lo dije.

—¿Por qué?

—Porque Nat no dudó ni un minuto en presentarnos a Pam como su novia, antes de viajar de regreso a casa nos dijo; en unos días llevaré a mi novia a vivir conmigo, así que tienen que portarse bien con ella, no le creímos, pero tiempo después nos dimos cuenta de que hablaba en serio, así que comenzamos a llamarla hermana. —reclamó mirándome ofendido.

—Lo siento, soy un idiota. —me froté el rostro, siguió mirándome fijamente, sorbió por la nariz.

—Déjame limpiarte. —vi que se levantó por papel.

—Puedo hacerlo yo. —negó, lo intentó por unos minutos y medianamente lo logró, pero eso se debía a que sus nudillos aún estaban frescos de las heridas, estaba seguro de que mañana le dolerían como un maldito infierno.

Salimos del baño cuando el jardinero entró para limpiar los cristales, un doctor revisó a Kenn, casi felicitó a Nat por la curación de nudillos, verificó que no hubiese ninguna esquirla de cristal oculta en la piel y también revisó su muñeca, acertando en el comentario que había dicho Nat, tenía un ligero esguince que le molestaría durante un par de días, así que le colocó un soporte para la muñeca, cuyo vendaje casi cubría sus nudillos y claramente le lastimaría, así que volvió a vendarlo, indicándole que lo lavara diario y que dejara que las heridas se secaran al aire libre durante un rato antes de cubrirlas para evitar lastimarse.

No vi que Jackson entrara, papá tampoco lo hizo, Nonna se quedó con nosotros porque nuestro abuelo salió, mamá no bajó de su alcoba el resto del día y sabía perfectamente que era mejor no interrumpirla hasta que ella misma se calmara y bajara, no queríamos alterarla aún más…

 

Capítulos
1 Sinopsis.
2 Capítulo 1; Soledad.
3 Capítulo 2; Amenaza.
4 Capítulo 3; Dulcemente amargo.
5 Capítulo 4; Liebe.
6 Capítulo 5; Asfixia.
7 Capítulo 6; Ofensa.
8 Capítulo 7; Solitario
9 Capítulo 8; Opciones.
10 Capítulo 9; Mi niña.
11 Capítulo 10; 27.
12 Capítulo 11; Agotamiento.
13 Capítulo 12; Mini rojito.
14 Capítulo 13; Año nuevo, recuerdo nuevo.
15 Capítulo 14; Vacío llenado con whisky.
16 Capítulo 15; Te extraño
17 Capítulo 16; De regreso.
18 Capítulo 17; L.M.U
19 Capítulo 18; La más bella.
20 Capítulo 19; Confesión.
21 Capítulo 20; Sin problemas, no hay guerra.
22 Capítulo 21; My sweet-hurt
23 Capítulo 22; Maldición familiar.
24 Capítulo 23: Sospechoso
25 Capítulo 24; Onda expansiva.
26 Capítulo 25: Él viene por mí.
27 Capítulo 26; My kind of love is painful.
28 Capítulo 27; Otra historia.
29 Capítulo 28; Crisis.
30 Capítulo 29: El primer golpe.
31 Capítulo 30; Mi otra mitad.
32 Capítulo 31; Espía.
33 Capítulo 32; Temporal.
34 Capítulo 33; Maldito.
35 Capítulo 34; Sweet.
36 Capítulo 35; Taaffeíta.
37 Capítulo 36; Tratos.
38 Capítulo 37; Oui
39 Capítulo 38: Desgaste.
40 Capítulo 39; Fragmentado.
41 Capítulo 40: Locura.
42 Capítulo 41; Sfax.
43 Capítulo 42; El diablo.
44 Capítulo 43; Hogar, dulce hogar.
45 Capítulo 44; Ligero como el humo.
46 Capítulo 45; ¿Es real?
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1
Sinopsis.
2
Capítulo 1; Soledad.
3
Capítulo 2; Amenaza.
4
Capítulo 3; Dulcemente amargo.
5
Capítulo 4; Liebe.
6
Capítulo 5; Asfixia.
7
Capítulo 6; Ofensa.
8
Capítulo 7; Solitario
9
Capítulo 8; Opciones.
10
Capítulo 9; Mi niña.
11
Capítulo 10; 27.
12
Capítulo 11; Agotamiento.
13
Capítulo 12; Mini rojito.
14
Capítulo 13; Año nuevo, recuerdo nuevo.
15
Capítulo 14; Vacío llenado con whisky.
16
Capítulo 15; Te extraño
17
Capítulo 16; De regreso.
18
Capítulo 17; L.M.U
19
Capítulo 18; La más bella.
20
Capítulo 19; Confesión.
21
Capítulo 20; Sin problemas, no hay guerra.
22
Capítulo 21; My sweet-hurt
23
Capítulo 22; Maldición familiar.
24
Capítulo 23: Sospechoso
25
Capítulo 24; Onda expansiva.
26
Capítulo 25: Él viene por mí.
27
Capítulo 26; My kind of love is painful.
28
Capítulo 27; Otra historia.
29
Capítulo 28; Crisis.
30
Capítulo 29: El primer golpe.
31
Capítulo 30; Mi otra mitad.
32
Capítulo 31; Espía.
33
Capítulo 32; Temporal.
34
Capítulo 33; Maldito.
35
Capítulo 34; Sweet.
36
Capítulo 35; Taaffeíta.
37
Capítulo 36; Tratos.
38
Capítulo 37; Oui
39
Capítulo 38: Desgaste.
40
Capítulo 39; Fragmentado.
41
Capítulo 40: Locura.
42
Capítulo 41; Sfax.
43
Capítulo 42; El diablo.
44
Capítulo 43; Hogar, dulce hogar.
45
Capítulo 44; Ligero como el humo.
46
Capítulo 45; ¿Es real?

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