Capítulo 8; Opciones.

Nathan:

Miré varias veces hacía el pasillo que llevaba a la oficina de mi abuelo, mamá llevaba adentro más de 2 horas, después de ayudarle a Kenn a lavar sus nudillos regresé a la sala, Nonna veía una novela o al menos eso parecía, porque tenía su atención en cualquier otra cosa menos en la pantalla, Karl estaba recostado sobre su regazo y ella tocaba su cabello, mi hermano parecía que se iba a dormir en cualquier momento.

Las manos me picaron, el cuerpo me hormigueaba, quería hacer algo, quería… Destruirlo todo, comenzando por la casa que los estúpidos polacos estaban ensuciando en ese momento.

¿Qué carajos estaban planeando?

¿A qué mierda regresaron?

¿Acaso en verdad los alteró la llamada que le hice a Konrad?

Sí es así; bien por ellos, tendrían que cuidarse la espalda a partir de ese momento.

Suspiré profundamente, intentando sobrellevar las ganas de moverme para liberar la tensión, pero la desesperación me hizo mover la pierna y después los dedos sobre el reposabrazos del sofá.

—¿Te sientes bien? —preguntó Nonna sin mirarme, quise reír.

—Sólo me aburrí. —me mantuve quieto, me miró de reojo.

—¿Por qué no sales a caminar un rato al jardín?

—Hace mucho sol.

—Te hace falta más vitamina D.

—No quiero que me duela la cabeza. —negué porque era verdad, había pasado mucho tiempo encerrado y a oscuras, la luz del sol me mareaba y me hacía doler la cabeza, sólo podía soportarla durante cortos periodos de tiempo, pero el verano fue intenso, hubo ondas de calor que sólo empeoraron mi mal humor y desesperación.

Incluso ahora; a pesar de que había unas cuantas nubes en el cielo, los rayos del sol podrían rostizar a cualquiera.

Entonces recordé que había piscinas, tanto exteriores como interiores, la idea de sumergirme en el agua helada me pareció tentadora durante unos segundos, hasta que recordé la última vez que nadé en una, fue en Phi Phi con Pam, todo desapareció tan rápido como llegó.

Miré mis manos, los moretones aún eran notorios, pero ya no dolían, tampoco mi rostro, bueno, a excepción de los ligeros golpes de ayer, pero tenía que admitir que Dan golpeaba más fuerte que Jackson o quizá ni siquiera le di la oportunidad de golpearme tanto, porque para ser sinceros; sólo podía pensar en Karl.

Me froté el rostro, mi mejilla ardió y también mi barbilla, me recargué completamente en el sofá individual, levanté la cabeza hacía el techo, los candelabros flotaban a unos metros de mí, una sensación de incomodidad me erizó la piel, odiaba los candelabros, siempre evitaba sentarme o incluso pararme debajo de uno, sentía que podían caerse en cualquier momento y aplastarme.

Aunque la idea de un candelabro de millones de euros aplastándome sonaba como una muerte elegante.

Sonreí levemente mientras cerraba los ojos, mi cuerpo relajándose a pesar de que estaba justo debajo de una pesada estructura de hierro y cristales… O diamantes, no sabía con exactitud.

—Disculpe señora, el señor Miller quiere hablar con usted y el señor Aytron. —escuché a una mucama, fruncí el ceño, abrí los ojos y bajé la cabeza.

Rafael entró a la sala segundos después, me enderecé al ver que Stef y Axel entraban con él, y finalmente me puse de pie al ver que el castaño usaba un cabestrillo y ligeros golpes comenzaban a notársele en el rostro.

—¿Su esposo está ocupado, señora Webster? —habló Rafael, a kilómetros se le notaba la molestia, detallé a mis amigos, Axel ni siquiera me miraba y Stef movió los labios, articulando algo que lastimosamente entendí perfectamente.

Apreté los puños.

—Señor Miller, que sorpresa tenerlo en casa, ¿a qué se debe su presencia? Incluidos ustedes caballeros. —mi abuelo saludó a los 3.

—Jankiel está en Catanzaro, ¿no es así? —comenzó el francés.

—Así es, sugiero que tengamos está charla en privado. —mi abuelo me miró de reojo, Nonna se levantó y caminaron al dichoso pasillo, avancé un par de pasos y simplemente estiré el brazo para evitar tocar o lastimar a Axel.

Se detuvo y me miró, tenía los ojos oscurecidos, turbios de enojo.

—¿Zoé y Arthur están bien? —pregunté.

—Entraron a mi casa y nos apuntaron con armas, ¿tú que crees? —escupió con rabia, algo apretó mi garganta y apenas pude pasar saliva.

—Nathan…

—Lo siento. —admití.

—Eso no me sirve de nada Nathan. —negó lentamente, alambre de púas se deslizó por mi garganta y esófago hasta llegar a mi estómago en donde siguió apretando, rasgando y dañando aún más.

Siguió caminando y entró a la oficina, Stef me miró de reojo antes de entrar.

Me lamí los labios, me giré para subir a mi alcoba.

—Cariño. —llamó mamá, miré sobre mi hombro.

—Quiero estar solo. —murmuré terminando de subir las escaleras, llegué a mi alcoba y busqué entre los cajones, al no encontrar lo que necesitaba me senté en la cama, la puerta se abrió y Karl entró.

—¿Necesitas algo? —preguntó.

—Sí.

—¿Qué te consigo? —la determinación y seriedad en su voz, contrastaba con el brillo travieso que tenía en los ojos, sonreí un poco.

—Papel y bolígrafos.

—¿Sólo eso? —levantó una ceja.

—¿Aún conservas mi celular?

—Sí.

—También lo necesito.

—Regreso en 5. —guiñó un ojo y salió, solté un suspiro antes de pensar detalladamente en lo que haría y a quien se lo entregaría, no podía poner en riesgo a mis amigos, no cuando Santiago podría herirlos para conseguir información como lo hizo con Axel.

Sabía que Stef estaba a salvo, Jankiel se lo pensaría dos veces antes de atacar a los sicilianos y Marwa no tendría piedad para atacar a la Sacra, pero lamentablemente no eran tantos como para resistir tanto contra los otros.

La puerta volvió a abrirse, Karl entró con un paquete de hojas de máquina y un puño de bolígrafos de distintos colores, pero había 2 o 3 en colores negro y azul, dejó las cosas a mi lado y sacó el celular del bolsillo al igual que el cargador.

—Tiene el 100%, no lo he encendido desde que me lo diste, sólo lo cargué el otro día, ¿te presto mi laptop? —ofreció.

—No, sólo quiero hacer una práctica de mi terapia. —encogí un hombro.

—¿A qué te refieres? —me miró como si fuese un bicho.

—Escribir cartas sobre como me siento y después quemarlas, necesito mi celular para mi playlist.

—Oh… Creí que harías algo… Vi que Axel… ¿Quieres un cenicero y un encendedor? —sacudió la cabeza.

—Tengo uno, gracias. —sonreí un poco.

—Por nada, te dejo para que hagas eso de tú terapia. —frunció el ceño y salió de mi alcoba.

Me moví hasta el escritorio, lo giré para quedar de frente a la puerta y así ver si alguien entraba, me senté, abrí el paquete de hojas y saqué algunas, comencé a enumerarlas con tinta roja.

Una vez que llegué a un número que consideré era decente cambié de color y pensé detalladamente lo que escribiría y como lo haría, primero formé una lista de las cosas que planeaba hacer, conforme escribía lo que mi cerebro me decía, fue más fácil detallar lo demás.

Aclaré que las cosas que quería hacer no deberían de ir concretamente en ese orden, puesto que algunas actividades podrían tomar más tiempo que otras y algunos resultados de unas podrían cambiar el desenlace de las otras, pero que por si las dudas las anotaba para cumplirlas de todos modos.

La alcoba comenzó a oscurecerse cada vez más, encendí una lámpara, me llevaron la cena, pero no me molesté en levantarme del escritorio, tenía miedo de que al levantarme perdiera el hilo de todo lo que quería escribir.

La mano me dolió, pero aún así me obligué a seguir escribiendo, cuando el brazo se me acalambró decidí darme un pequeño descanso, aún repasando mentalmente mis ideas.

Encendí el celular, fui al baño, me lavé las manos, me tomé una botella de agua y volví a sentarme, ignoré todas las notificaciones del aparato y me concentré únicamente en los mensajes de un contacto en especial.

“Lamento mucho por lo que estás pasando, si necesitas hablar con alguien sabes que cuentas conmigo”

“Sé que no es el momento adecuado, sólo quiero que sepas que cambié el testamento al viejo que habías hecho antes”

El último mensaje lo había enviado hace 3 días, apreté los labios y regresé mi atención a las hojas frente a mí.

Estuve toda la noche despierto y cuando el sol salió había terminado con todo, el vacío dentro de mi pecho se llenó y eso me hizo sentir un poco mejor, de repente se sentía como si volviese a ser yo, no me faltaba nada, me sentía lastimado, herido y a punto de morir, pero no vacío.

Sonreí mientras me levantaba y acomodaba las hojas ocupadas dentro del paquete, separando los 2 grupos de hojas por más hojas dobladas para evitar mezclarlas.

Entré al baño, me duché con agua helada, me afeité y después de mucho tiempo me vestí con mis típicos trajes oscuros, me miré al espejo, estaba acabado, había perdido bastante peso y los tatuajes en mi piel se veían grisáceos, verdaderamente ni siquiera quería detallar mi rostro más de lo que había hecho mientras me afeitaba, sabía que me veía fatal.  

Tuve que utilizar un cinturón y añadirle otra perforación para que sujetara mi pantalón, era una mierda, no quería comprar más ropa, al menos el saco disimulaba un poco la tela holgada en mi cadera.

Me apliqué desodorante y me rocié loción, casi había olvidado a lo que olían, el aroma entró a mi nariz, mi cerebro moviéndose por sí solo y llevándome a rastras a uno de los tantos recuerdos que arañaban mi corazón.

“Me gustan mucho tus lociones, siempre hueles bien”

Me permití sonreír levemente, a pesar de lo mucho que seguía doliendo, pero tal vez era el momento de comenzar a superarlo… El dolor no desaparecía de la nada, así que tenía que aprender a vivir con el y aceptar a que mi cerebro recordaría frecuentemente los momentos más felices que viví con ella.

Tomé el paquete de hojas, mi celular y bajé al comedor.

Todos estaban ahí, incluso Karl, que recién comía algo sólido.

—Wow… —me miró con el ceño fruncido.

—No quiero empujarte el ego, pero te ves bien. —dijo Dan.

—No puedes empujar algo que ni siquiera alcanzas. —levanté una ceja, soltó un bufido.

—¿El viejo Nathan volvió? —sonrió Kenn.

—Nunca volverá, sólo me acostumbro al nuevo. —respondí antes de besar la mejilla de mamá, tomó mi saco y me regresó el beso.

—Hueles bien. —sonrió un poco.

—Lo sé, buenos días, por cierto. —pasé a mi abuela y besé ambas mejillas, ella las mías. 

—Buenos días cariño, ¿desayunas?

—En realidad voy de salida. —toqué el hombro de mi abuelo.

—¿A dónde? Sí se puede saber. —me miró, sus facciones mezcladas entre la alegría y la duda.

—A cortarme el cabello, de pasada iré a casa de Ángelo, tengo que firmar unas cosas. —respondí.

—Te acompaño. —Dan se quitó la servilleta del regazo.

—Quiero ir solo. —negué.

—No irás solo hijo. —negó mi abuelo, alguien entró al comedor, suspiré profundamente.

—Creí que al dejar de ser Capo me libraría de ti. —ladeé la cabeza.

—Para tú mala suerte, no. —fingió una sonrisa, estuve a punto de imitarlo y terminé por negar otra vez.

—Vamos a Centuries. —pedí pasando por su lado, salimos de la casa para entrar a la camioneta, el chófer y un escolta adelante, yo atrás con Raptor.

—¿Cómo te sientes? —preguntó segundos después de que salimos de la propiedad.

—Sólo duele. —me limité a responder.

—Es normal, lo seguirá haciendo por mucho tiempo.

—Lo sé, ¿sabes lo que hizo Santiago? —murmuré.

—Algo escuché. —vaciló.

—¿Puedes hablarme de ello?

—Preferiría no hacerlo.

—Sí no me lo dices tú, buscaré quien me lo diga. —encogí un hombro.

—Suerte con ello. —asintió, miré por la ventana, disfrutando del paisaje, rápidamente llegamos a la barbería que frecuentaba, me cortaron el cabello como siempre y verdaderamente se sintió como si me quitaran una tonelada de encima.

Pagué con la aplicación de la tarjeta y salimos, caminamos por algunos puestos para subir a la camioneta que se encontraba estacionada a menos de 1 cuadra, recordé los dichosos batidos que ella amaba.

—¿Tienes efectivo? —me detuve. El escolta me miró.

—¿Cuánto necesita señor?

—Tal vez 10 euros, 20 por si las dudas. —respondí, asintió, sacó su cartera después de meter el paquete de hojas bajo su brazo, desde que bajamos le pedí que lo cuidara con su vida, literalmente se lo tomó en serio, porque mientras me cortaban el cabello, él no soltó el paquete. Me pasó el dinero, lo tomé y entré al local, algunas personas me miraron o tal vez miraban al escolta que tenía pegado a la espalda.

Me formé en la corta fila de 3 personas y miré al menú de bebidas que estaba en una de las pantallas.

—¿Quieres algo? —ofrecí, el escolta me seguía mirando como si no supiera que hacer o decir—. Hace calor. —insistí.

—Un café helado mediano por favor. —pidió segundos después, asentí.

Se sentía extraño volver a hacer estas cosas y por un momento me pregunté porque le estaba pidiendo algo al escolta, debería de ser al revés, ¿no?

Entonces recordé todas las veces que Pam les compartía a los escoltas que estaban en casa cada vez que ella hacía alguna receta y una de las mucamas le ayudaba.

Pedí el café del escolta y el batido de mango con mora azul que a ella le encantaba tomar, recordaba perfectamente como lo pedía; con 2 cucharas de azúcar, leche normal y leche de coco, afortunadamente aceptaban pagos sin tarjeta, así que le regresé el dinero al escolta y le di el café, seguí caminando como si nada.

El sabor afrutado y helado refrescó mi garganta.

Llegamos a la camioneta, Raptor miró al escolta fijamente, como si quisiera acuchillarlo con los ojos, el hombre bajó los ojos y siguió tomando café, me aguanté la risa porque simplemente me pareció algo absurdo y divertido.

—¿Quieres uno? Alla los compré. —señalé detrás de mí.

—Súbete ya. —abrió la puerta, lo obedecí, subió conmigo y seguí bebiendo el batido.

—¿De regreso a casa, señor? —preguntó el chófer.

—Iremos a la casa de mi abogado. —respondí, encendió el motor y arrancó.

—¿Qué llevas en ese paquete? —preguntó Raptor.

—Mi testamento.

—¿Tienes un testamento? —soltó una risita.

—Sí, no te preocupes, estás en el, si algo me pasa te harás cargo de Balto. —prometí, Dan llevó al cachorro a una guardería desde que viajamos a Reggio, pronto iríamos por el.

—Odio a los animales.

—Pues tendrás que adorar a Balto. —encogí un hombro. Suspiró pesadamente.

Llegamos a la casa y deseché casi la mitad del batido, el estómago comenzaba a dolerme. Entré al despacho cuando el escolta me entregó el paquete.

—Nathan, ¿cómo estás? —Angelo me miró y se acercó a mí.

—Supongo que vivo, antes de entrar en cualquier otro detalle, toma esto. —saqué las hojas y las puse en su escritorio, se colocó sus anteojos y se detuvo a mi lado.

—¿Qué es?

—Jankiel está en Catanzaro, Santiago entró a la casa de Axel junto con su nueva organización, lo lastimaron y asustaron mucho a su esposa e hijo. —comencé, frunció el ceño.

—¿Tú abuelo lo sabe?

—Rafael, Stef y Axel hablaron con mis abuelos ayer en la tarde, nadie dice nada, así que no tengo los detalles, pero tengo esto y sólo tú lo sabrás. —sentencié.

—De acuerdo, adelante. —señaló la silla mientras se movía a la suya frente a mí.

Dividí las hojas.

—Las leerás, las estudiarás y de preferencia las borrarás, que no quede huella de esto. —pedí.

—Nathan… —advirtió, sus facciones se pintaron de preocupación y seriedad.

—Mi abuelo me nombró Capo por una razón, sabía que el poder descontrolaría a Santiago y es lo que está ocurriendo, otra vez, pero en esta ocasión; la Sacra lo apoya… O apoya a Jankiel, algo así, pero siempre y cuando estén unidos los dos habrá problemas, lo sabemos todos, en especial mi abuelo y tú, así que aquí hay de 2 opciones; nos movemos sigilosamente o atacamos de golpe. —indiqué ambos montones de hojas.

—Legal ya no existe Nathan, incluso si tú abuelo quisiera detenerlo no podría, la ‘Ndrangheta ha esperado mucho tiempo por derrocar a tú familia, si se llegan a enterar de lo que está haciendo Santiago; no podrán ganar en esta ocasión.

—Es por eso que hice esto, estoy seguro y confío en ello. —empujé los montones.

—Resúmelo.

—La manera sigilosa es que me encierren en un hospital psiquiátrico, ya sabes, para desviar la atención de Santiago mientras mi abuelo y tú buscan refuerzos, hace semanas llamé y amenacé a Konrad con ayuda de un cazafortunas polaco, Jankiel enfureció, Santiago llegó a Reggio antes de los 3 meses que tendría que pasar en Cracovia, Valerio Lorza se corona como el nuevo Capo de la Sacra y quiero aniquilarlos a todos. —expliqué brevemente—. El ataque de golpe es reunir gente lo más rápido que podamos y atacar directamente a Lorza. —indiqué.

Me miró en silencio durante algunos segundos que se sintieron eternos, apretó los labios y tiempo después suspiró pesadamente, con lentitud, tan paciente y tranquilo que me alteró, moví las piernas y estuve a punto de también mover los dedos.

—Angelo… —advertí buscando paciencia en donde claramente no tenía, se me había agotado hace meses.

—Ay rumores de muchas cosas, yo preferí ignorarlos. —se levantó.

—¿Sobre qué?

—Valerio se precipitó a la cima, acabó con gran parte del Clan de Toledo, destruyó algunos grupos y ofreció recompensas por algunos cabecillas, 3 de 5 han caído, admiro y me río de sus movimientos descuidados, vio una oportunidad y la aprovechó, bien por él, pero ya sabes lo que dice tú abuelo; no pases la página del libro hasta que hayas comprendido todo lo que leíste. —abrió un cajón de una de sus tantas gavetas, se acercó a mí y dejó una carpeta en medio de los 2 montones de hojas.

—¿Qué es? —sentí la boca seca, las manos me temblaron cuando abrí dicha carpeta.

—Fue complicado, casi imposible obtener las muestras de ADN de los cadáveres encontrados en el buque, la mayoría de cuerpos reconocidos fue por que todos tenían al menos una placa metálica en los huesos, algún tornillo o dentaduras de plata u oro. —esparció las fotografías de los restos calcinados.

Algo ácido subió por mi garganta, nuevamente mi cerebro llevándome a rastras a los recuerdos del pasado, casi pude escuchar la voz de Axel diciéndome que ella… Aparté la mirada y pasé saliva, aplacando las ganas de vomitar que me invadieron en ese momento.

Los ojos me picaron y ni siquiera me molesté en retener las lágrimas que se acumularon en mis parpados, simplemente me froté los ojos.

—¿A dónde quieres llegar con eso? —me aclaré la garganta un par de veces, odiando que mi voz temblara aún así.

—Investigué y Toledo tiene múltiples placas de metal, tornillos en la cadera y dientes de oro, ningún cuerpo coincidió con sus características, se creía que había 17 personas dentro del buque, pero en realidad eran 20, identificaron a todos los cuerpos y encontraron un bote medio quemado a unos kilómetros del último reporte de ubicación del Averno, después unos pescadores rescataron a 2 hombres del mar y los llevaron a la tierra en donde les perdieron el rastro.

—No… —murmuré.

—Toledo y su mano derecha; Rels están vivos, escaparon del incendio. —me mostró una última fotografía en donde se veían claramente el rostro de ambos hombres.

—¿En dónde?

—En Vlorë, Albania, hace más de 4 meses, después de eso no hay nada.

—D-dijiste 20 personas, tenían 17 cuerpos y los identificaron a todos, saben que dos sobrevivieron, falta uno. —quise pasar saliva, tenía la lengua pastosa y la boca tan seca como un desierto que la garganta comenzó a picarme.

—Bueno, de los 17 aún falta por identificar a uno, quedó bastante mal, tiene la mandíbula fracturada debido a que le arrancaron los dientes, pero estos no se encontraron por ningún lado, terminaron de limpiar todo el buque hace unas semanas, no encontraron nada más que pudieran rescatar. —detalló, me recargué en la silla, de repente sentí frío—. Como sabes, también se puede reconocer un cuerpo por su dentadura, desafortunadamente no la tenemos en este caso.

—Voy a vomitar. —me levanté, el cuerpo me tembló y me sentí igual de débil que hace meses, como cuando intentaba levantarme de la cama y terminaba cayendo al suelo.

—Encontraron una grabación antes del incendio, pero como Valerio no quiso prestarles atención a los detalles; la desecharon, la encontré y la analicé. —se movió a su lugar y tecleó algo en su computadora antes de girar la pantalla en mi dirección.

—Dame unos segundos. —sacudí la cabeza.

—¿Quieres un trago? —ofreció y asentí, me sirvió whisky y me lo tomé de golpe, mi cuerpo no estaba preparado para recibirlo, así que tan rápido como bajó, subió, terminé escupiéndolo en el bote de basura metálico, tuve un par de arcadas que logré controlar, mi estómago vacío no tenía nada que regurgitar, así que todo quedó en dolorosos calambres y asquerosos mareos—. Carajo Nathan. —gruñó.

—Estoy bien. —tosí un poco y me limpié con la manga, volví a sentarme cuando una mucama entró por el bote de basura, me sentí avergonzado, pero afortunadamente no se notó… O al menos eso esperaba.

—No sé si decirte esto, ni siquiera se lo he dicho a tu abuelo y él da autorización para comunicar este tipo de cosas. —vaciló.

—Quiero verlo. —asentí.

Le dio play al vídeo, la cámara tenía una calidad deprimente, no eran más que pixeles borrosos moviéndose de un lado a otro, pero el audio era bueno, sentí que algo serpenteaba por mi espalda al escuchar voces y órdenes en… árabe.

Como cuando entré al palacio de Sami para rescatar a Nasy.

Abrí los labios y en lugar de enfocarme en la pantalla borrosa, quise concentrarme en las voces, no entendía ni una mierda lo que decían, pero segundos después casi pude reconocer una voz.

—“¿Qué mierda haces aquí?”

—“Tienes algo que me pertenece”

—“Nada te pertenece”

—“Es nuestra”

Mi cuerpo se tensó al escuchar las detonaciones y más gritos, prácticamente se sintió como un chispazo en mi cerebro… Fue tan obvio… Estaba justo delante de mí y no logré verlo.

La casa de Pam incendiada…

Sami la quería a ella…

El barco incendiado…

—Está viva. —susurré sintiendo como mi corazón comenzaba a crecer y latir más rápido y fuerte.

—No sabemos si se refiere a ella o si sigue viva aún. —acomodó la pantalla, los labios me temblaron.

—Sí fue la Mocro Maffia entonces sigue viva, Sami la quería…

—Para llegar a ti, ya han pasado meses y aún no ataca, eso nos lleva a otro rumor.

—¿Cuál?

—Grosser atacó otro palacio de Sami y desde entonces no se sabe nada de él, muchos dicen que regresó con la familia Bazzotti y otros dicen que los alemanes lo tienen preso, los más locos afirman lo último. —negó, me sentí mareado, miré las fotografías otra vez y me tragué el asco que sentía.

El dolor no disminuyó, al contrario, se volvió más fuerte, rabioso e intenso.

—Dudo que Sami esté en Alemania, de lo contrario, Impera se hubiese movido para rescatarlo y básicamente Grosser dio el último ataque grande a la Mocro Maffia, los debilitaron bastante, se pensaba que Hanna los mandaría a Catanzaro para atacarlos a ustedes, pero al ver que Legal se desintegró les tuvo piedad, la Sacra espera un ataque de ellos. —añadió.

Mi cabeza comenzó a punzar, mi cerebro literalmente palpitó, suspiré profundamente antes de sacar mi celular.

Deslicé el dedo por la pantalla en busca de un contacto, esperaba que no hubiese cambiado el número, de lo contrario tendría que buscarlo y sinceramente no tenía paciencia para ello.

Sentí que algo me apretaba el cuello, encogiéndome la garganta y acelerando mi respiración.

—¿A quién llamas? —preguntó Ángelo cuando llevé mi celular a mi oreja, esperé unos segundos y mi corazón estuvo a punto de un colapso al escuchar que la llamada entraba.

Abrí la boca para respirar, la ansiedad y el desespero revolcándose en mi estómago y arañando mi pecho.

Atendieron la llamada, esperé escuchar su voz, pero el otro lado era silencioso, despegué el aparato para ver si seguía llamando, así fue, el tiempo seguía corriendo.

—¿Estás ahí, Zachary? —me aclaré la garganta, no escuché respuesta, sólo una ligera y entrecortada respiración —¿Zack? —fruncí el ceño, volví a mirar la pantalla, dudando de haberme equivocado de número, pero su nombre estaba ahí, era su número, lo pegué a mi oreja nuevamente, al fin escuché ligeros susurros que no logré comprender del todo.

—Diga. —escuchar la voz del alemán me hizo sentir un poco mejor.

—Zack, es Nathan. —avisé, un silencio tenso se extendió por varios segundos, casi creí que me colgaría, pero no lo hizo.

—¿Qué quieres? —su voz se volvió gélida y apagada.

—Yo… Sólo quería saber como estás. —pasé saliva, pero mi garganta estaba tan cerrada que se me atascó, tosí un par de veces, el cuerpo entero me dolió.

—¿Cómo esperas que este después de… Todo? —le tembló la voz, cerré los ojos con fuerza.

—Nunca tuve la oportunidad de hablar contigo…

—No hace falta, creí que serías diferente a tú padre, resultaste ser aún peor. No llames, no molestes y simplemente sigue jodiendo a alguien más. —el desprecio terminó por sumirme aún más, empujándome… Tirándome al asqueroso vacío oscuro que lastimosamente ya estaba acostumbrado a habitar.

—Lo siento, perdóname. —los labios me temblaron, me mordí el labio inferior para evitar liberar el pesado sollozo que se atoró en mi garganta.

—Eso no la traerá de regreso, ¿sabes lo irónico de esto? Tú mismo me presentaste a mi hija y tú mismo me la arrebataste, ¿estás feliz ahora, no es así? Tú papi obtuvo el poder que siempre había deseado a costa de los demás, felicidades Nathan, fuiste un gran Capo. —bramó con dolor y cortó la llamada.

Me froté la frente, bajé el celular y clavé la mirada en las fotografías sueltas, dejando que las lágrimas fluyeran libremente, no me molesté en limpiarlas ni mucho menos, simplemente lo dejé salir.

Retenerlo ya no era una opción sana para mí… Pero justamente deseaba aniquilarme internamente, lentamente y dolorosamente.

Así que me limpié los ojos, sorbí por la nariz.

—Te dejo esto. —me levanté y señalé las hojas.

—Ay Nathan. —suspiró y discretamente me pasó un pañuelo, lo tomé.

—Llámame cuando lo hayas leído, vendré tan rápido como pueda, de preferencia antes del fin de semana, nos iremos a Reggio pronto. —avisé y salí del despacho sin esperar respuesta.

Raptor me miró, pero no dijo nada de regreso a la casa de mis abuelos, me sentía los suficientemente agotado y dolido como para fingir ser feliz con mi familia, así que decidí subir directamente a mi alcoba, me cambié de ropa y me tiré a la cama, dejando que el tornado se formara en mi pecho y que comenzara a destruirme nuevamente.

Arrasó con mi estómago, mis intestinos, mi corazón y todo mi torso en general, antes de dividirse y recorrer mis extremidades, juntándose en mi garganta y atacando mi cabeza con violencia.

Se sentía como una puta migraña.

Aún así, me aferré al dolor y me apegué a el lo más que pude, prolongando mi agonía, llenando el vacío que poco a poco me iba pudriendo más y más, pero era la única manera de sobrevivir que tenía en ese momento, así que me dejé llevar, cayendo suavemente en medio de la oscuridad que literalmente me dejó inconsciente porque desperté hasta el día siguiente.

Con una maldita migraña taladrándome la cabeza, haciéndome sentir más enfermo de lo que ya estaba…

Capítulos
1 Sinopsis.
2 Capítulo 1; Soledad.
3 Capítulo 2; Amenaza.
4 Capítulo 3; Dulcemente amargo.
5 Capítulo 4; Liebe.
6 Capítulo 5; Asfixia.
7 Capítulo 6; Ofensa.
8 Capítulo 7; Solitario
9 Capítulo 8; Opciones.
10 Capítulo 9; Mi niña.
11 Capítulo 10; 27.
12 Capítulo 11; Agotamiento.
13 Capítulo 12; Mini rojito.
14 Capítulo 13; Año nuevo, recuerdo nuevo.
15 Capítulo 14; Vacío llenado con whisky.
16 Capítulo 15; Te extraño
17 Capítulo 16; De regreso.
18 Capítulo 17; L.M.U
19 Capítulo 18; La más bella.
20 Capítulo 19; Confesión.
21 Capítulo 20; Sin problemas, no hay guerra.
22 Capítulo 21; My sweet-hurt
23 Capítulo 22; Maldición familiar.
24 Capítulo 23: Sospechoso
25 Capítulo 24; Onda expansiva.
26 Capítulo 25: Él viene por mí.
27 Capítulo 26; My kind of love is painful.
28 Capítulo 27; Otra historia.
29 Capítulo 28; Crisis.
30 Capítulo 29: El primer golpe.
31 Capítulo 30; Mi otra mitad.
32 Capítulo 31; Espía.
33 Capítulo 32; Temporal.
34 Capítulo 33; Maldito.
35 Capítulo 34; Sweet.
36 Capítulo 35; Taaffeíta.
37 Capítulo 36; Tratos.
38 Capítulo 37; Oui
39 Capítulo 38: Desgaste.
40 Capítulo 39; Fragmentado.
41 Capítulo 40: Locura.
42 Capítulo 41; Sfax.
43 Capítulo 42; El diablo.
44 Capítulo 43; Hogar, dulce hogar.
45 Capítulo 44; Ligero como el humo.
46 Capítulo 45; ¿Es real?
Capítulos

Updated 46 Episodes

1
Sinopsis.
2
Capítulo 1; Soledad.
3
Capítulo 2; Amenaza.
4
Capítulo 3; Dulcemente amargo.
5
Capítulo 4; Liebe.
6
Capítulo 5; Asfixia.
7
Capítulo 6; Ofensa.
8
Capítulo 7; Solitario
9
Capítulo 8; Opciones.
10
Capítulo 9; Mi niña.
11
Capítulo 10; 27.
12
Capítulo 11; Agotamiento.
13
Capítulo 12; Mini rojito.
14
Capítulo 13; Año nuevo, recuerdo nuevo.
15
Capítulo 14; Vacío llenado con whisky.
16
Capítulo 15; Te extraño
17
Capítulo 16; De regreso.
18
Capítulo 17; L.M.U
19
Capítulo 18; La más bella.
20
Capítulo 19; Confesión.
21
Capítulo 20; Sin problemas, no hay guerra.
22
Capítulo 21; My sweet-hurt
23
Capítulo 22; Maldición familiar.
24
Capítulo 23: Sospechoso
25
Capítulo 24; Onda expansiva.
26
Capítulo 25: Él viene por mí.
27
Capítulo 26; My kind of love is painful.
28
Capítulo 27; Otra historia.
29
Capítulo 28; Crisis.
30
Capítulo 29: El primer golpe.
31
Capítulo 30; Mi otra mitad.
32
Capítulo 31; Espía.
33
Capítulo 32; Temporal.
34
Capítulo 33; Maldito.
35
Capítulo 34; Sweet.
36
Capítulo 35; Taaffeíta.
37
Capítulo 36; Tratos.
38
Capítulo 37; Oui
39
Capítulo 38: Desgaste.
40
Capítulo 39; Fragmentado.
41
Capítulo 40: Locura.
42
Capítulo 41; Sfax.
43
Capítulo 42; El diablo.
44
Capítulo 43; Hogar, dulce hogar.
45
Capítulo 44; Ligero como el humo.
46
Capítulo 45; ¿Es real?

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