Capítulo 7; Solitario

Kennedy.

Puse la pajilla en mis labios y tomé un par de tragos de agua antes de tomar las píldoras y pasármelas con más agua, moví con cuidado el vaso con tapadera, tenía los dedos de las manos tan hinchados que ni siquiera podía doblarlos y ni hablar de mi muñeca derecha, un terrible dolor me despertó en la madrugada, prácticamente me hizo llorar por algunos minutos antes de que pudiera levantarme y tomar los medicamentos que el doctor dejó, el dolor se sentía como pinchazos en mis músculos y huesos que se extendía hasta mi codo, a punto de llegar al hombro.

Pasé saliva antes de concentrarme en el rompecabezas cuyas piezas eran de madera y estaban en 3D, la figura que formaría era una especie de robotime de la noche estrellada, sus ensambles y estructura en general eran bastante impresionantes, especialmente por las canicas brillantes de diferentes tamaños que irían en la cima una vez que estuviese completamente armada.

Me tomaría algo de tiempo, apenas podía tomar las piezas y no podía utilizar tanta fuerza como quisiera porque el dolor aparecía por momentos, traté de aguantarlo, pero en un par de ocasiones tuve que detenerme hasta que el dolor disminuyó o los medicamentos hicieron el efecto deseado.

Suspiré con fuerza y seguí con lo mío.

Karl seguía descansando, no había desayunado por culpa del dolor de estómago que tenía, las imágenes de ayer brillaron en mi cabeza, fruncí el ceño y obligué a mi cerebro a concentrarse en armar el rompecabezas, pero pequeños fragmentos de la pelea de mis hermanos aparecían momentáneamente.

Al principio fue algo divertido, porque Karl pensaba que podía ganarle a Dan, incluso cuando Dan lo mandaba al césped Nat sonrió un poco y yo pude soltar algunas risas, consciente y seguro de que no se lastimaría al “pelear” con él, pero incluso la sonrisa de Nat se esfumó al ver que Jackson llegaba y el ambiente cambió drásticamente para después volverse peor.

Me dieron ganas de vomitar al ver que Jackson abofeteaba a mi hermano, el miedo corrió por mis venas al ver que le sacaba sangre y todo se convirtió en rabia y frustración cuando sofocó a Karl, todo esto sin parpadear, lo miré a los ojos y el pecho me dolió al ver que sus facciones no reflejaban ninguna emoción más que rabia, no se veía arrepentido de lo que hizo.

Eso dolió aún más porque me hizo recordar que hace años nos empujaba o golpeaba cuando no hacíamos lo que él quería, en especial Karl, que incluso a los 6 años me defendía de mi propio hermano, se atravesaba para que no me hiciera nada o incluso lo hacía enojar más para que no se metiera conmigo.

Y yo… Jamás lo había defendido porque era un puto cobarde y miedoso.

Me sentí enfermo cuando algo ácido subió por mi garganta, me incliné un poco y tomé la botella para bajar todo lo que obstruía mi esófago.

—Hola, mira quien está ahí, ¿aceptas regalos de cumpleaños muy muy muy tarde? —sentí que algo se retorcía en mi estómago y que algo helado serpenteaba por mi espalda al reconocer esa voz, levanté la cabeza y vi que Massimo gateaba con mucha energía hacía mí, los ojos cafés grisáceo brillándole de emoción.

Me obligué a mi mismo a forzar una suave sonrisa, él era un bebé que no tenía la culpa de nada, ni siquiera era consciente de lo que ocurría a su alrededor… Pero incluso los más inocentes también pagaban consecuencias y terminaban heridos… O muertos.

—Hola. —murmuré, Massi llegó a la mesa de la sala en donde estaba, se apoyó en ella para sujetar mi brazo y sonreírme, los pequeños dientes blancos le sobresalían de las encías rosadas.

—Dile “feliz cumpleaños tío, te quiero” —Zuzka se acercó cuando un escolta dejó una caja mediana sobre la mesa, miré hacía la puerta cuando más hombres entraron con más cajas, regresé la atención a mi sobrino al sentir que me jalaba la playera y soltaba un montón de balbuceos antes de pronunciar “io”.

—Gracias Massi. —besé su mejilla regordeta, el aroma a loción de bebé me hizo suspirar, lo sujeté para sentarlo en el suelo al ver que las piernitas le temblaban un poco.

—¿Qué te pasó en las manos?

—Un accidente. —le resté importancia, se sentó del otro extremo de la mesita.

—¿Estás bien? —su preocupación me revolvió el estómago.

—Lo estaré. —logré responder aguantándome las ganas de vomitar.

—¿Te ayudo a abrir tus regalos? Esas dos cajas son para Karl. —sonrió un poco, apenas puse asentir, mis músculos y tendones se habían puesto rígidos de repente y comenzaban a dolerme—. En esta caja hay un Kindle cuya cuenta ya está cargada con más de cinco mil euros para que puedas comprar libros, también tenemos un altavoz inalámbrico y un ordenador nuevo para cuando comiences tus clases el próximo año. —comenzó a sacar lo que había en la caja mediana, después abrió la otra un poco más grande y vacío su contenido, un polaroid con distintos lentes de colores, una impresora de pegatinas tamaño bolsillo, un álbum fotográfico y un estuche de lentes de sol Ray Ban que contenía 5 pares de lentes en colores oscuros, casi era parecido al que tenía Nat cuando iba a la universidad.

Massi se pegó a su madre y trato de alcanzar los regalos, pero ella le pasó una hoja y casi sonreí al ver que el bebé se entretenía con eso, aplastándola, arrugándola y sacudiéndola.

—¿Qué haces aquí? ¿Tú padre volvió a cagarla y vienen por otro integrante de la familia para sacrificarlo? No somos su matadero personal. —la voz de Nathan estaba cargada de molestia y repulsión, Zuz se lamió los labios y se levantó lentamente.

—Sólo vine a traerle unos regalos a los gemelos por sus cumpleaños. —cargó a Massi.

—Casi 4 meses tarde, puedes llevarte tus mierdas, no lo necesitan. —Nat se acercó y se plantó frente a ella haciéndola retroceder.

—Nathan escucha…

—No Zuzka, escucha tú y lárgate. —señaló la puerta.

—¿Quién te crees que eres para hablarle de esa manera a mi hija? —Jankiel entró a la sala seguido de sus otros 2 hijos, me levanté, mi saliva se volvió ligera y salada, las náuseas revolviendo mi estómago y amenazando con desechar mi almuerzo en cualquier momento.

—No puede ser. —bufó Nat, vi que apretó los puños, sus brazos y cuerpo en general tensándose, aniquilando al anciano con los ojos cargados de rabia.

—Kenn, Nathan, suban ahora. —ordenó mamá desde las escaleras, la miré de reojo, cuando regresé los ojos a los polacos, papá y Jackson estaban con ellos, apreté los labios al ver que papá miraba a mamá fijamente.

Nathan vaciló.

—Nathan Aytron Roy Webster Jaziri. —habló con firmeza, que pronunciara su nombre completo, incluyendo nuestro segundo apellido indicaba una cosa; hablaba en serio y pobre de él que no la obedeciera.

Nat apretó los labios y se giró, milagrosamente sin hacer ningún espectáculo, retuve un suspiro, lo seguí.

—Hagan una maleta para unos días, nos iremos de aquí. —ordenó ella cuando pasamos por su lado en la escalera, asentimos y cada uno se fue a su alcoba.

Apenas entré una mucama me siguió y comenzó a guardar la ropa mientras yo me sentaba en la cama.

—La señora me dijo que irían a Reggio di Calabria por unos días, no tendrán eventos importantes, pero ¿gusta que añada algunos trajes por si surge algo? —preguntó empacando en distintas bolsas organizadoras.

—Como gustes. —murmuré mirando por el ventanal, el otoño comenzaría pronto, estábamos a inicios de septiembre y ni siquiera me había dado cuenta de que el cumpleaños de Nathan era la próxima semana.

27 años…

—¿Empaco algo extra? —preguntó la mujer, los ojos me picaron y negué, pero después me levanté para al menos hacer mi maleta de higiene personal y ponerla en una maleta de mano, la mucama cerró el cierre de la maleta mediana.

—Gracias. —respondí sentándome otra vez en la cama.

—Por nada joven, si necesita algo más; avíseme. —sonrió suavemente y salió.

El aire se me atascó en los pulmones al recordar como estaba Nat el año pasado, decidiendo aún sí festejaba su cumpleaños como acostumbraba o simplemente lo dejaría pasar, Karl le aconsejó que hiciera una fiesta e invitara a Pam, porque su antigua relación había sido desastrosa y era momento de presentar a su nueva novia frente al extenso círculo social que tenía para demostrar que todo le valía mierda y que nada podía afectarlo.

El plan de Karl era lógico para él, si Nat lleva a Pam, que era sólo 1 mes mayor que nosotros, eso significaba que nosotros también podíamos ir a la fiesta destructiva, obviamente fracasó, porque sí la llevó a ella, pero mamá ni nos dejó salir de casa, tampoco pudimos escaparnos, así que mi gemelo pasó toda la noche espiando las redes sociales de la gran mayoría de los amigos de Nat que fueron a la fiesta.

Pero este año…

—¿Listo? —unos golpes en la puerta me hicieron saltar del susto.

—Sí… —susurré, mamá me miró con una ligera sonrisa, tratando de ocultar su molestia o tristeza.

—Te llamé un par de veces, pero no me hiciste caso, ¿en que piensas? —entró y caminó hasta sentarse a mi lado.

—La próxima semana es el cumpleaños de Nat, el sábado —respondí con un pequeño suspiro para después añadir— pensaba en su fiesta de cumpleaños pasada, se veía muy feliz… El Nathan de hoy no es ni la cuarta parte de lo que era en aquel entonces.

—Sí, lo recuerdo. —frotó mi espalda.

—Iremos a Reggio porque Jankiel se quedará aquí, ¿verdad?

—Necesitamos un respiro, nos quedaremos con tus abuelos unos días, iremos a Reggio por un tiempo. —peinó mi cabello.

—De acuerdo, estoy listo. —apreté los labios, besó mi mejilla y se levantó.

—Le diré a un escolta que venga por tus maletas. —avisó saliendo de la alcoba.

Me puse unos tenis como pude, el dolor acalambrando y punzando en mis dedos, apreté los dientes para evitar soltar una maldición.

—¿A dónde irán? —preguntaron y prácticamente todo el cuerpo se me congeló del miedo, levanté los ojos al detallar unos zapatos a menos de 1 metro de mí, subí la vista por el pantalón de vestir negro hasta mirarlo por completo, levantó una ceja— Vamos Kennedy, no eres estúpido como para preguntarte las cosas dos veces.

Pasé saliva y simplemente lo miré, mi garganta apretándose dolorosamente.

—¿Qué te pasó en las manos? —señaló con un asentimiento.

—M-me lastimé los nudillos. —apenas pude hablar, tenía la boca seca y mi lengua se sentía pastosa.

—Bien, ahora que ya comprobamos que no eres estúpido, responde lo que pregunté. —cruzó los brazos sobre el pecho, irguiéndose, estirándose de una manera imponente que sólo me hizo sentir más miserable sentado sobre la cama.

—R-r… Reggio.

—¿Ahora eres tartamudo? No puede ser. —soltó el aire y una sonrisita mordaz me rasgó el pecho, los ojos me picaron y la nariz me ardió.

—Permiso señor, la señora me envió por las maletas. —avisó el escolta interrumpiendo.

—Rápido. —se movió para que el hombre tomará las cosas y se marchara lo antes posible—. Así que Reggio, ¿te dijo por cuánto tiempo? —plantó la mirada sobre mí, el azul echando raíces y apretando mi cuerpo, casi exprimiéndome o sofocándome hasta obtener todo lo que quisiera saber, el cuello me dolió cuando negué un par de veces—. ¿Irán solos o también irán tus abuelos?

—N-no… L-lo sé… —las orejas y mejillas se me calentaron al ver la diversión en sus facciones.

—Maldita sea Kenn, ¿en verdad eres tartamudo? —se burló, retuve el temblor de mis labios y barbilla, las lágrimas picando mis ojos a punto de salir.

—¿Acaso te importa un carajo? Vamos. —sentí que me levantaban de un brazo y me sacaban de la alcoba tan rápido que la cabeza me dio vueltas, pero Nat no se detuvo, bajamos las escaleras casi corriendo y mis piernas temblorosas amenazaban con doblarse y hacerme caer.

Milagrosamente llegamos a la sala en donde planté los pies, Nat se detuvo, me solté para tomar mi rompecabezas, estuve a punto de arrepentirme al ver que Konrad jugueteaba con las piezas distraídamente.

—¿M-me lo das? P-por favor. —odié que mi lengua se trabara delante de ellos, jamás había tartamudeado tanto como en ese momento, normalmente era mejor que mis hermanos y madre para decir “trabalenguas”, pero en esa ocasión el miedo o la rabia me entorpecían.

—C-claro. —sonrió burlonamente dejando las piezas en la caja, la tomé al ver que no faltaba ninguna, al menos no que notara a simple vista.

—Kon. —Zuzka lo manoteó ligeramente, los escoltas se movieron y vi que Titán caminaba hacía mi espalda.

—Te dije que tú no me tocaras. —Nat lo empujó cuando 3 escoltas trataban de detenerlo.

—¿Qué pasa? —entró mamá.

—Ese imbécil se está burlando de Kenn, te voy a borrar la sonrisa y a tirar los dientes de un puñetazo, maldito marica. —advirtió moviéndose, buscando la manera de cruzar el casi anillo que formaban los escoltas que protegían a los polacos.

—Ven aquí, no escuches a las personas estúpidas. —extendió la mano, caminé hacía ella, la vergüenza calentándome y llenándome de algo aún más cálido, como si fuese lava dentro de un volcán a punto de explotar—. No vale la pena Nathan, vámonos.

—Se burló de Kenn.

—Los resentidos infelices no valen la pena.

—¿Disculpa?

—¿Acaso eres estúpido para tener que repetirte las cosas? —fruncí el ceño, mi garganta y pecho ardiendo por la manera en la que escupí las palabras.

Konrad me miró sorprendido y divertido al mismo tiempo, la rabia se le notaba en las facciones, Nat se burló y caminó hacía mí, pero la sonrisa se le borró tan rápido como llegó, el volcán dentro de mí se convirtió en iceberg que cayó de golpe en mi estómago al ver el enorme arreglo floral hecho de tulipanes de distintos colores que formaban una cruz en 3 niveles.

Dicho arreglo sobrepasaba fácilmente el metro de alto y se necesitaban de 3 hombres para cargarlo.

—El que ríe al último, ríe mejor.

Vi que le temblaron los labios a mamá, Nat apretó la mandíbula y la soltó en repetidas ocasiones, yo luché contra las lágrimas que amenazaban con salir por segunda vez.

—¿En dónde lo dejamos, señor?

—Ahí en la entrada está bien, más tarde lo llevaremos a una capilla muy especial. —respondió Jankiel con burla.

—Llama a la floristería y pide que hagan otros 3… Mejor 5 arreglos más como ese, los necesitaré a más tardar el fin de semana. —pidió Nathan, el escolta se le quedó mirando y después asintió.

Salimos de casa, Karl nos esperaba dentro de la camioneta.

—¿Para quién es el adorno? —preguntó cuando me senté a su lado.

—Simple basura. —murmuró Nathan, Karl me miró y negué, suspiró y se acomodó en el asiento cuando la camioneta comenzó a moverse.

Luché con todas mis fuerzas contra el picor en mis ojos, incluso traté de mover los dedos para desviar mi atención, cuando el dolor ardió en mis nudillos me arrepentí de hacerlo.

No lo vale…

No lo vale…

No lo vale…

Repetí mentalmente durante todo el camino a casa de mis abuelos, en donde Nonna nos recibió con roles de canela y pasas, en cualquier otro momento me hubiese sentado a llenarme la boca de pan, pero en ese momento sólo tenía ganas de vomitar, Karl también rechazó el postre y Nat sólo picoteó un poco para no hacer sentir mal a Nonna.

—¿Ya puedes comer más cosas?

—Eso intento, pero no te lo tomes personal si después lo desecho. —advirtió.

—Nathan. —le regañó, mi hermano lamió el glaseado del rol y encogió un hombro.

—A veces sucede, ayer me trajeron tarta de mora azul y comí un poco sin vomitarlo después, quizá lo dulce me hace sentir mejor. —se tomó un vaso de agua.

—Tú cuerpo necesita carbohidratos, así que por eso no has vomitado tanto como antes. —llegó mi abuelo.

—Estoy segura de que hay más y mejores carbohidratos, más saludables que comer pan… Me preocupa que lo coma. —mamá se frotó el rostro.

—Estoy bien, no soy un niño, puedo masticar. —rodó levemente los ojos, los golpes de ayer le dejaron roja la piel del rostro.

—Deberías dejar de pelear, no han sanado tus heridas cuando ya tienes otras, te ves más apuesto sin tantos moretones. —Nonna le tocó la mejilla.

—No me interesa verme apuesto.

—Entonces no lo hagas por ti, sino por nosotros.

Nat le dio una enorme mordida al rol, apenas podía cerrar los labios, comenzó a masticar.

—Sí vomitas te voy a golpear. —Karl hizo una mueca y sujetó su estómago.

—Ya basta, nadie va a golpear a nadie otra vez. —suspiró mamá, el agotamiento y desgaste era notorio en ella, Nonna se quedó con nosotros mientras mamá y el abuelo entraban a su oficina, sabía lo que le diría.

—¿Ya terminaste de armar tu rompecabezas? El otro día me llegaron más por paquete, tengo un barco, un dirigible, un reloj búho, tú elige. —me sonrió suavemente.

—Aún no termino el rompecabezas que llevaste ayer. —recordé que había dejado la caja en la sala.

—¿Te ayudo?

—Gracias Nonna, pero quiero estar solo un rato. —me levanté, me acerqué a ella para besar su mejilla.

—¿Todo está bien corazón?

—Dígamelo usted, ¿todo está bien? —la miré, frunció suavemente el ceño, sus hermosos ojos cafés con destellos verdes me miraron con tristeza.

—Lo estará pronto.

—Llevo escuchando eso desde hace medio año, permítame dudar de eso. —negué y salí del comedor para ir a la sala y armar mi rompecabezas.

Batallé un poco, me obligué a mi mismo a terminarlo, escapando momentáneamente de mi realidad, ensamblando las piezas y asegurándome de que quedaran perfectas, mi cerebro se concentró completamente en el rompecabezas, olvidándose de todo, una vez que terminé de encajar la última pieza y admiré mi trabajo terminado; todo fluyó otra vez.

El dolor detonó como una bomba, mis oídos pitaron con fuerza y me sentí mareado, miré mis manos, el miedo y la confusión revolviéndose en mi pecho cuando fui consciente de los manchones de sangre que habían teñido las vendas de los nudillos.

¿Cuándo comenzaron a sangrar?

—Kenn, creí que tenías los audífonos puestos, no me escuchas. —llegó Karl a mi lado, levanté los ojos hacía él, pero su mirada se desvió a mis manos—. Oh carajo, ¿qué te hiciste? —se agachó y tomó mis muñecas, pero la derecha dolió tanto que me quejé y me aparté de él.

—Me lastimé con el rompecabezas, me iré a lavar. —me levanté y casi corrí al baño, encontré el botiquín y comencé a limpiarme como pude, tragándome y enviando al fondo todo lo que agitaba mi pecho, se sentía como un animal rabioso destrozando mi interior sin piedad.

Debía de aplacarlo…

O encerrarlo.

No podía hacer ninguna de las dos opciones, así que opté por ignorarlo hasta que pude calmarme y controlarme, tardé mucho tiempo dentro del baño, el suficiente como para preocupar a todos, pero respondía constantemente sus llamados y no estaba perdiendo el control, sólo tomaba lentas y profundas respiraciones para calmarme.

Hasta que lo hice.

Y sólo se sintió jodidamente peor…

Axel Hamilton:

Abrí el organizador en rollo de mis herramientas para plomería, pasé la vista por dichas herramientas y cuando no encontré lo que buscaba decidí abrir la caja, la cual era un jodido desastre, fruncí el ceño al encontrar herramientas de plástico en el interior de los organizadores.

—¿Y sí mejor llamamos al plomero? —preguntó mi esposa desde el otro lado de la barra.

—Puedo hacerlo, simplemente tengo que cambiar un tubo y un empaque, sólo necesito una llave que no veo por aquí. —saqué el desarmador de juguete, sonrió.

—Cariño, ven aquí. —soltó una risita.

—¿Ya vamos a trabajar? —nuestro hijo entró a la cocina, usando su casco de “construcción”, sus botas de montaña, mis lentes de seguridad, mis guantes y mi cinturón porta herramientas.

—Casi, sólo estoy buscando una llave, ven aquí. —me acuclillé, se acercó y le di un par de vueltas, jugueteando con él y haciéndolo reír mientras buscaba la llave en los compartimientos, cuando la encontré la saqué—. Listo, ve por la bolsa de la ferretería. —pedí, asintió y fue a la sala en donde la había dejado.

—Insisto, no puedo negar que eres un genio para muchas otras cosas, pero definitivamente la plomería no es tú fuerte.

—En cuanto ese fregadero funcione otra vez te vas a tragar tus palabras y voy a exigir mi premio por arreglarlo, nuestro premio, mejor dicho. —señalé a Arthur que regresaba con la bolsa, Zoé nos miró a ambos, los ojos brillándole y una enorme sonrisa en el rostro.

—Sí mami, te vamos a sorprender, somos hombres y sabemos trabajar. —le dijo con seguridad, haciendo que ella sonriera aún más, el orgullo invadió mi pecho al escucharlo.

—¿Lo ves? Somos un gran equipo. —sonreí, habíamos movido el comedor para tener más espacio, el fregadero se había tapado ayer en la mañana y apenas tuve tiempo de ir a comprar algo de material hoy, sólo rogaba internamente que la obstrucción fuese en un tubo exterior y no en la cañería dentro de la pared, odiaría tener que arrepentirme y llamar a un plomero.

Aproveché la situación porque desde hace días también había una gotera y asumía que se debía al tapón que no dejaba pasar el agua, anoche que lo revisé se notaba que tenía algo en el tubo que bajaba de la tarja.

Me quité la sudadera, casi rezando para que todo fuese fácil y sencillo.

Abrí las puertas del mueble debajo del fregadero y saqué los productos de limpieza, Arthur los movió casi a la barra en donde seguía Zoé mirándonos, sonriendo para ocultar la ligera preocupación que seguramente florecía dentro de ella conforme comenzábamos a “trabajar”.

Mi hijo sostuvo la lámpara como le había indicado, comencé a aflojar los tubos y estuve a punto de sonreír al ver que el agua goteaba, rápidamente metí una cubeta para que todo cayera en ella, terminé de aflojar el tubo y lo jalé hacía abajo, inmediatamente el fregadero comenzó a vaciarse, el agua cayó dentro de la tina impregnando el aire con un olor desagradable, hice una mueca cuando retiré por completo el tubo y sentí el material pesado.

—Eww… Huele feo. —Arthur arrugó la nariz, miré sobre mi hombro, Zoé estaba abriendo las ventanas de la cocina y la sala.

—¿En serio se tapó? Le pongo destapacaños en las noches. —se quejó arrugando la nariz, gesto que nuestro hijo había heredado de ella porque lo hacía exactamente igual.

—Sea lo que sea es más fuerte que el destapacaños, pésalo. —moví el tubo.

—No, que asco. —sacudió la cabeza, sonreí un poco.

—Papi, se tira. —avisó Arthur, el agua desbordó la tina.

—Carajo. —gruñí.

—No digas groserías. —me dijeron ambos, Arthur corrió por otra tina y Zoé fue por el trapeador, dejé el tubo a un lado y tomé la lámpara para revisar la tubería, suspiré de alivio al ver que el problema solo era el tubo que había quitado.

—Está bien, no necesitamos otra cubeta, dejó de caer agua. —avisé, pero el agua ya había mojado el mueble y se había extendido ligeramente por el suelo.

Me levanté para tomar un trapo y secarme las manos.

—¿Cómo puedes soportar el olor? Huele hasta acá. —me dijo Zoé saliendo del cuarto de lavado en donde guardábamos todo para la limpieza… O casi todo.

—Creo que he olido cosas peores. —encogí un hombro, vi que llenó una tina con agua y vertía algunos productos para limpiar.

La sangre o los cuerpos en descomposición olían mil veces peor que el agua estancada del fregadero.

Arthur sacó un tapete para seguir trabajando y estaba a la mitad de la sala cuando literalmente el ventanal explotó, el vidrio cayendo sobre los sofás más cercanos y extendiéndose por el piso, afortunadamente no alcanzaron a Arthur, corrí a la barra en donde deslicé un panel y saqué un glock al ver que hombres entraban por el ventanal, apenas lo levanté hacía ellos cuando la puerta también voló.

—¡Arthur! —gritó Zoé intentando correr, pero un hombre la mandó al suelo, solté el primer disparo, atinándole al pecho del hombre, obviamente usaba chaleco antibalas, Arthur se pegó a mí y lo mandé a mi espalda cuando más sujetos entraron y me apuntaron con enormes armas.

Uniformes negros con gris… Como los hombres de la Sacra, aunque también reconocía el uniforme de Legal, cuyas modificaciones sólo eran los balaclavas y los chalecos con diferente estructura, las hombreras eran más grandes y el material les llegaba hasta los codos.

La adrenalina se precipitó por mi cuerpo, corriendo por mis venas tan rápidamente que me sentí mareado, mi corazón se agitó al igual que mis pulmones, no dejé de apuntarle a los hombres que rodeaban a Zoé, tenía uno a cada lado, la habían levantado bruscamente y la acercaron a la altura de la puerta, a pocos metros de mí, lo único que se interponía entre nosotros era la barra.

—Suéltenla. —ordené con la mandíbula apretada.

—Baja el arma Axel, sólo quiero charlar contigo. —la adrenalina se convirtió en rabia cuando vi que Santiago entraba a mi departamento.

—Entonces deja que se vayan y habla sólo conmigo. —apenas lo miré.

—Lamentablemente no puedo hacer eso, necesito que tengas un poco de motivación. —lo escuché suspirar y estuve a punto de jalar el gatillo, pero apuntándole a él, apenas moví el arma los hombres se acercaron más a mí, el cañón de las ametralladoras a pocos centímetros.

Arthur comenzó a llorar y eso me hizo enfurecer aún más, se sentía como una grieta en mi corazón.

—Sólo baja el arma. —susurró mi esposa a punto de romperse, una segunda grieta apareció.

—Tú esposa es inteligente, dicen que detrás de todo hombre existe una gran mujer, tienen toda la razón, escúchala y obedece. —se movió hasta llegar a ella, lo seguí sin dejar de apuntar, mis nudillos volviéndose blancos debido a la fuerza que utilizaba, mi brazo tenso comenzó a arder, con mi otra mano trataba de sostener la cabeza de Arthur pegada a mi espalda para evitar que mirara, quité el dedo del gatillo—. Bien hecho. —sonrió y palmeó la mejilla de mi esposa, estuve a punto de volver a mover el dedo cuando uno de los hombres me arrancó el glock de la mano antes de darme un codazo en la boca, el golpe me hizo retroceder.

Otro apartó a Arthur antes de que un tercero me golpeara con la culata de la ametralladora, caí al suelo, la cabeza me dio vueltas durante largos segundos en donde escuché a lo lejos el llanto de mi hijo y la voz de Zoé.

Me levantaron bruscamente, parpadeé un par de veces antes de levantar el puño y estrellarlo directamente contra la nariz de uno de los hombres, sentí y escuché que el cartílago se rompía, retrocedió, la sangre escurriéndole del balaclava, un rodillazo en el abdomen me sacó el aire de golpe, casi sentía que mi estómago subía por mi garganta, me sujetaron y me estrellaron contra la barra, aplicándome una llave en el brazo derecho que me dolió como el infierno.

Traté de levantarme, pero era prácticamente imposible, tenía a 3 hombres sobre mí, Zoé envolvió a Arthur en sus brazos y se tiró al suelo, cubriéndolo con su cuerpo cuando más hombres se acercaron a ella, intentaron levantarla, uno de ellos rasgó su blusa y la sangre se me calentó al escucharla gritar.

—¡Basta, ya déjenla! —apenas pude gritar, mis pulmones ardiendo y tratando de funcionar, el dolor bajó hasta mi vientre y se extendió por mis costillas.

Tosí, escupí y traté de respirar, luchando contra el ligero mareo.

—Nathan está haciendo algo, no sé lo que sea, pero tú sabes. —Santiago se acercó a mí.

—¿De qué habla? Apenas puede levantarse. —fruncí el ceño.

—Dime que planea. —insistió.

—No sé de qué mierda habla, la última vez que lo visité no podía ni moverse de la cama. —apreté los dientes.

—¿Qué hay de el otro idiota? ¿Él te ha dicho algo?

—No. —respondí furioso, doblaron más mi brazo y el dolor acalambró mi hombro, retuve el quejido.

—Nathan llamó a Konrad hace unas semanas, explicó con detalle la mansión en donde estaban en Cracovia, ¿quién fue? —sujetó mi cabello y aplastó mi cabeza contra la superficie de la barra, dejó un glock cerca de mi rostro.

—No tengo ni la menor idea, le llamo a Dan semanalmente para saber el estado de Nat, eso es todo, no ha dicho nada, no sé nada. —me atraganté cuando apretaron aún más la llave.

—Fuiste su mano derecha mientras era Capo, conoces todos sus movimientos y sabes rastrear como ningún otro, ¿el celular de la muerta esa sigue funcionando?

—Sí… Seguía siendo rastreable hasta hace unas semanas. —confesé, el estómago se me revolvió al escuchar el desprecio en su voz.

—¿Sabías la dirección de Cracovia?

—Sí, pero no se lo dije a nadie, simplemente lo ignoré y cuando quise apagarlo el celular había sido destruido.

—¿Cómo lo sabes?

—Porqué tenía un dispositivo dentro que se dañó, la única manera de dañarlo es destrozando el celular. —respondí cerrando los ojos con fuerza.

—¿Puedes rastrear una llamada? —una segunda voz hizo eco, no respondí, Santiago levantó mi cabeza y la estrelló nuevamente contra la barra, el dolor se extendió por todo el lado izquierdo de mi rostro.

—No sí ya fue realizada o si fue hecha desde un celular desechable. —solté el aire.

—Necesito que interceptes el celular de una persona. —habló esa segunda voz, más vieja y ronca que la de Santiago.

—No.

—Necesito de tus servicios y te pagaré por ellos. —se burló, Santiago me soltó y levanté el rostro hacía aquella voz, no me costó mucho reconocer a Jankiel.

—Entonces búsquese a alguien más. —respondí, golpearon mi costado izquierdo, solté un quejido cuando mis músculos ardieron por el golpe.

—Te pagaré bien.

—No trabajaré para usted, para ninguno en realidad. —miré a Santiago.

—Nathan hizo una transferencia del fondo bancario del Capo a tú nombre, me enteré de la enfermedad de tú esposa, los estudios y análisis son muy costosos.

—Le regreso el dinero, quédese con el. —bufé, mi cuerpo tenso y adolorido rogándome por algo de liberación.

—No, quédate con el, te hace mucha falta, literalmente vives en el desagüe Hamilton, igual que tú padre y toda tú familia muerta, deseas terminar igual que ellos ¿verdad? Hundiéndose en la mierda. —se jactó.

—Tú lo mataste… ¡Los mataste a todos! —saqué fuerzas de no sé donde y logré levantarme un poco, obviamente me sometieron rápidamente, un fuerte golpe en mi nuca me nubló la vista durante unos segundos.

—Toda tú familia era una peste, lograste escapar, pero no lo harás dos veces, tampoco tú estúpido hijo llorón. —susurró cerca de mi oído, encendiéndome y enfureciéndome en microsegundos.

—Cierra la boca hijo de… ¡Mierda! —grité al sentir que apretaban más la llave y añadían un golpe con el arma, lo que terminó por dislocarme el hombro, sentí que todo el brazo se me entumecía y un extraño hormigueo subía por mi clavícula hasta situarse en mi cuello.

Caí al suelo, sobre mi brazo que parecía ser de trapo, no podía moverlo, al dolor que ya me torturaba el hombro se sumó el ardor en mis costillas y piernas gracias a las patadas y golpes que brindaban los hijos de puta que no dejaban de burlarse.

Me aguanté los gritos y quejidos que rasguñaban mi garganta, de repente pararon y se fueron, segundos después escuché a Arthur llamarme, logré moverme para sacar mi brazo debajo de mi cuerpo.

—Estoy bien. —gruñí, apreté los ojos y me tragué las ganas de maldecir, tenía la respiración agitada y la cabeza comenzó a dolerme.

—Papi, ¿te lastimaron? —lloró tirándose sobre mi lado izquierdo, el ardor me hizo aguantar la respiración, lo rodeé pegándolo más a mí y soportando el dolor.

—No, ¿estás bien? —toqué su cabeza, asintió enterrando el rostro en mi pecho, Zoé se arrodilló a mi derecha, miró mi hombro, las lágrimas le escurrieron por las mejillas, los labios le temblaron—. Lo siento mucho. —pasé saliva, ella negó, se inclinó sobre mí, toqué su mejilla, la que Santiago había palmeado.

—¿Llamo a Stef? —se atragantó con el llanto.

—Lo haré yo, busca algunas cosas y larguémonos de aquí.

Asintió, se llevó a Arthur y yo me levanté lentamente, el dolor apenas me dejaba respirar, tomé el glock, mirando alternadamente entre el ventanal y la puerta, incluso me asomé al pasillo de entrada, todo estaba silencioso, dejé el glock para poder usar el celular y llamarle a Stef.

Apenas respondió la llamada sólo mencioné “rojo en casa”, él contestó un “llego en 5” antes de colgar.

Casi me sentí mejor al ver que no sólo Stef llegaba, sino que los escoltas de Rafael llegaban primero junto con algunos integrantes de Marwa, eso nos dio más tiempo para recoger algunas cosas, lo más indispensable, en cuanto llegó Stef nos subimos a mi camioneta, un escolta conducía porque yo no podía y Zoé estaba lo suficientemente aterrada como para hacerlo.

En cuestión de minutos llegamos a la casa de seguridad en donde vivían Leah y Stef.

—El médico llegará pronto, ¿está roto? —señaló Stef cuando entramos.

—Soy resistente al dolor, pero si estuviese roto no estaría consciente, sólo está dislocado. —respondí agotado.

—¿Quién fue? —sus facciones se endurecieron.

—Te lo diré cuando estén más tranquilos y me hayan acomodado el hombro. —respondí, Leah recibió a Arthur que se echó a llorar diciendo que unos hombres me habían golpeado.

El pecho se me apretó y el dolor de cuerpo se convirtió en una suave caricia a comparación del dolor que me estrujó el corazón al verlo llorar de esa manera.

El médico llegó y me acomodó el hombro, afortunadamente me inyectó un analgésico que hizo efecto más rápido que una píldora, revisó los demás golpes y no eran de gravedad, también atendió a mi esposa e hijo, quienes afortunadamente no tenían ningún golpe que tratar.

Apareció Rafael y les conté lo que había pasado cuando Arthur se quedó dormido gracias al té que Leah le sirvió, Zoé también lo tomó, los ojos se le cerraban, pero sólo me miraba desde el sofá.

—¿Es enserio? —soltó Stef con incredulidad— Nat no pudo hacer eso.

—Santiago está seguro de que sí, Jankiel está aquí, regresaron. —asentí, Rafael se enfureció en segundos.

—No van a regresar a Cracovia, de eso me encargo yo. —apretó los puños.

—Trabajan con la Sacra, después de lo que hizo Santiago, podría decirse que tiene más poder que Aytron, los sicilianos no podrían hacer mucho en realidad. —fruncí el ceño.

—¿Nathan entró al sistema? —Stef me miró.

—Ni siquiera lo sé.

—Lo revisaré, descansa.

—No, esta vez cruzó los límites, si es necesario ir con Aytron lo haré, pero ese maldito hijo de puta pagará lo que hizo. —me levanté del sofá, mis piernas resintieron el esfuerzo.

—Axel…

—Le apuntaron a mi familia Stefan, espantaron a mi hijo y el estúpido de Santiago tiene el maldito descaro de llamarlo “llorón”, es sólo un niño, no ignoraré eso. —caminé a la barra para tomar una botella de agua.

—Lo sé y estoy contigo, sólo te iba a decir que saldremos en 30 minutos, los escoltas siguen en tu departamento, todo está tranquilo, Jankiel se está quedando en la casa de Santiago. —aclaró, fruncí aún más el ceño.

—¿Nathan no vive ahí?

—Salieron hace un rato, Dan me avisó que están con sus abuelos y que se irán a Reggio durante un tiempo.

—¿Cuánto tiempo?

—Lo más seguro es que se quedarán allá hasta que Jankiel regrese a Cracovia. —respondió Raf.

—Está bien, me cambiaré. —suspiré profundamente.

—Sí necesitas ayuda… —dejó las palabras al aire, miré hacía el otro sofá, Zoé se estaba durmiendo.

—¿Tienes una alcoba?

—Preparamos 2. —avisó Leah, asentí, me acerqué a mi hijo y toqué su cabello intentando despertarlo lentamente.

—Lo llevaré. —dijo Stef, se inclinó hacía él cuando Arthur entreabrió los ojos, apenas lo levantó un poco, mi hijo saltó del susto.

—Hey, está bien, te llevarán a la cama. —sonreí un poco, tratando de ocultar la rabia que me recorría el cuerpo al ver que miraba hacía todos lados, desorientado y asustado.

—¿Qué te pasó? —los ojos se le llenaron de lágrimas al ver la venda en mi hombro.

—Sólo se torció un poco, ve a la cama con mamá, ¿sí? —besé su cabeza, Stef terminó por cargarlo y se lo llevó, levanté a Zoé y la llevé a la alcoba—. Regresaré pronto.

—¿A dónde vas? —me miró fijamente.

—Con Aytron, prometo no tardar. —abrí una mochila para sacar una camisa limpia.

—Axel. —tomó mi mano y negó.

—Esto no se quedará así, lo siento mucho. —besé su mejilla, jadeó envolviendo mi cintura.

—No quiero que vayas, quédate. —susurró suavemente.

—Tengo que ir, en verdad tengo que hacerlo. —la abracé lo mejor que pude.

—Llámame cuando llegues y cuando salgas.

—Sí señora. —besé sus labios cortamente.

—Te amo.

—También te amo, preciosa. —sonreí un poco, intentó sonreír, pero no pudo, simplemente apretó los labios. Me ayudó a cambiarme, Arthur se volvió a dormir cuando Stef lo dejó en la cama.

—Cuídate.

—Lo haré. —asentí y salí de la alcoba.

Cuando llegué abajo supe que Rafael hablaba en serio, había más escoltas armados que antes, me ajusté el cabestrillo sobre la camisa y salimos de la casa, subimos a las camionetas blindadas y emprendimos marcha hacía la casa de Aytron Webster.

No sabía con exactitud lo que pasaría, pero tenía un ligero presentimiento de que lo peor no había pasado, sino que estaba a punto de ocurrir.

La muerte de Pam fue como un detonante para algo bestial que estaba a punto de desatarse y casi podría estar seguro de que esa bestia sería Nathan…

 

Capítulos
1 Sinopsis.
2 Capítulo 1; Soledad.
3 Capítulo 2; Amenaza.
4 Capítulo 3; Dulcemente amargo.
5 Capítulo 4; Liebe.
6 Capítulo 5; Asfixia.
7 Capítulo 6; Ofensa.
8 Capítulo 7; Solitario
9 Capítulo 8; Opciones.
10 Capítulo 9; Mi niña.
11 Capítulo 10; 27.
12 Capítulo 11; Agotamiento.
13 Capítulo 12; Mini rojito.
14 Capítulo 13; Año nuevo, recuerdo nuevo.
15 Capítulo 14; Vacío llenado con whisky.
16 Capítulo 15; Te extraño
17 Capítulo 16; De regreso.
18 Capítulo 17; L.M.U
19 Capítulo 18; La más bella.
20 Capítulo 19; Confesión.
21 Capítulo 20; Sin problemas, no hay guerra.
22 Capítulo 21; My sweet-hurt
23 Capítulo 22; Maldición familiar.
24 Capítulo 23: Sospechoso
25 Capítulo 24; Onda expansiva.
26 Capítulo 25: Él viene por mí.
27 Capítulo 26; My kind of love is painful.
28 Capítulo 27; Otra historia.
29 Capítulo 28; Crisis.
30 Capítulo 29: El primer golpe.
31 Capítulo 30; Mi otra mitad.
32 Capítulo 31; Espía.
33 Capítulo 32; Temporal.
34 Capítulo 33; Maldito.
35 Capítulo 34; Sweet.
36 Capítulo 35; Taaffeíta.
37 Capítulo 36; Tratos.
38 Capítulo 37; Oui
39 Capítulo 38: Desgaste.
40 Capítulo 39; Fragmentado.
41 Capítulo 40: Locura.
42 Capítulo 41; Sfax.
43 Capítulo 42; El diablo.
44 Capítulo 43; Hogar, dulce hogar.
45 Capítulo 44; Ligero como el humo.
46 Capítulo 45; ¿Es real?
Capítulos

Updated 46 Episodes

1
Sinopsis.
2
Capítulo 1; Soledad.
3
Capítulo 2; Amenaza.
4
Capítulo 3; Dulcemente amargo.
5
Capítulo 4; Liebe.
6
Capítulo 5; Asfixia.
7
Capítulo 6; Ofensa.
8
Capítulo 7; Solitario
9
Capítulo 8; Opciones.
10
Capítulo 9; Mi niña.
11
Capítulo 10; 27.
12
Capítulo 11; Agotamiento.
13
Capítulo 12; Mini rojito.
14
Capítulo 13; Año nuevo, recuerdo nuevo.
15
Capítulo 14; Vacío llenado con whisky.
16
Capítulo 15; Te extraño
17
Capítulo 16; De regreso.
18
Capítulo 17; L.M.U
19
Capítulo 18; La más bella.
20
Capítulo 19; Confesión.
21
Capítulo 20; Sin problemas, no hay guerra.
22
Capítulo 21; My sweet-hurt
23
Capítulo 22; Maldición familiar.
24
Capítulo 23: Sospechoso
25
Capítulo 24; Onda expansiva.
26
Capítulo 25: Él viene por mí.
27
Capítulo 26; My kind of love is painful.
28
Capítulo 27; Otra historia.
29
Capítulo 28; Crisis.
30
Capítulo 29: El primer golpe.
31
Capítulo 30; Mi otra mitad.
32
Capítulo 31; Espía.
33
Capítulo 32; Temporal.
34
Capítulo 33; Maldito.
35
Capítulo 34; Sweet.
36
Capítulo 35; Taaffeíta.
37
Capítulo 36; Tratos.
38
Capítulo 37; Oui
39
Capítulo 38: Desgaste.
40
Capítulo 39; Fragmentado.
41
Capítulo 40: Locura.
42
Capítulo 41; Sfax.
43
Capítulo 42; El diablo.
44
Capítulo 43; Hogar, dulce hogar.
45
Capítulo 44; Ligero como el humo.
46
Capítulo 45; ¿Es real?

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play