Capítulo 16; De regreso.

Nathan:

Jamás creí que diría esto, pero extrañaba trabajar en la empresa, el elevador me era cómodamente tranquilo, los vidrios estaban impecables y suaves melodías escapaban de la bocina para ser más ameno el tiempo dentro de aquella caja.

Las puertas se abrieron y el pasillo del último piso quedó delante de mí, instantáneamente el olor a café inundó mi nariz haciéndome suspirar, maldita sea, adoraba ese aroma.

Avancé por el recibidor y una de mis antiguas secretarias ya no estaba, ahora era un chico que me miró ligeramente sorprendido e indignado de verme ahí, ¿qué demonios le ocurría a ese pendejo?

Lo miré de reojo y pasé de largo a mi oficina, algo me revolvió el estómago al detallar que la antigua puerta de cristal ahora era una espantosa puerta de madera negra, el ventanal ya no estaba, también había sido reemplazado con madera que lucía vieja y sucia.

Que porquería.

Me dio asco tocar la perilla, pero aún así lo hice, entré y fue como si fuese otra oficina, una completamente diferente a la que recordaba, el piso de mármol estaba cubierto por una espantosa y desagradable alfombra color pino que daba dolor de estómago verla, las pinturas y recuadros que había en las paredes habían sido sustituidos por una porquería llamada “arte moderno”, incluso había un puto cerdo pintado de mala manera, estaba completamente seguro que Arthur pintaría mejores cosas que la mierda que estaba colgada.

La cereza del pastel de mierda que recién comenzaba a descubrir fue ver y escuchar que Konrad Borkowski junto con su estúpido padre insultaban a mis asistentes, llamándolos incompetentes.

Par de idiotas.

—¿Acaso di permiso de entrar? —bufó Konrad de mala manera y yo utilicé todo mi autocontrol para no partirle la maldita boca.

—Señor Webster. —Martín me miró esperanzado, como si hubiese visto a un salvador o algo por el estilo.

—Hola, ¿qué tal? Gabriela, ¿podrías llamar al diseñador de interiores? Necesito que arregle esta porquería de oficina. —pedí tratando de ignorar a los 2 idiotas.

—S-sí señor Webster. —suspiró aliviada mientras se giraba para ir a la salida.

—¿Le ofrezco algo de tomar? —preguntó Martín enfocándose sólo en mí.

—Café, por cierto, ¿quién es el idiota que ocupa el lugar de Roxana? —me dio lástima dejar mi maletín sobre el rústico y espantoso escritorio de madera.

—Se llama Lincoln, es el nuevo recepcionista/secretario. —se aclaró la garganta mirando de reojo a la basura polaca.

—Despídelo y trae a Roxana, también llama a seguridad, nadie entra a mi oficina sin mi autorización. —sentencié mirando finalmente a los polacos.

—Sí señor. —Martín salió disparado. Jankiel se levantó del sofá y suspiró pesadamente, según él imponiéndose ante mí, acercándose, intentando asecharme e intimidarme.

Konrad vaciló al momento de seguir a su padre, miré la silla, no me sentaría en ella, tendría que cambiar todos los muebles, no tocaría lo mismo que ellos.

—Escucha Nathan. —comenzó Jankiel, hablándome como si fuese Jackson o Santiago.

Saqué el glock de mi espalda baja, lo dejé sobre el maletín y simplemente los miré fijamente, sin parpadear, sin moverme, sólo los miré y me aseguré de que la rabia y repulsión que sentía en ese momento fuese notada por ellos.

Ambos miraron el arma, pero el maldito anciano sonrió tranquilamente.

—No me intimidas.

—No trato de hacerlo, solamente me estoy poniendo cómodo en mi oficina para trabajar, si no les molesta, váyanse a la mierda. —señalé la puerta con una sonrisa falsa.

—Quizá no lo sabes, pero nosotros tenemos derecho de estar aquí.

—¿Según quién? Yo no recuerdo haber dejado a alguien a cargo además de Dan.

—Verás, tú padre nos pidió apoyo y firmamos un contrato…

—Comuníquese con mi abogado para cualquier asunto legal, la empresa es mía. —miré la cantidad de mierda innecesaria que había sobre el escritorio, hojas desordenadas, atrocidades que no podían considerarse ni basura “adornando” patéticamente la mesa.

Martín entró con una taza de café que rápidamente llevé a mis labios para tomar un sorbo.

—Ya tengo listo el historial de la empresa durante su ausencia, podemos revisarlo cuando usted me indique. —añadió esperando que terminara de pasar el café, el cual ni siquiera pude disfrutar plenamente.

El sabor era desagradable, agarroso, era intenso, pero no sabía a café, era como algo quemado, casi como beber ceniza de algo doblemente asqueroso.

Ni siquiera era tostado, no era ni la tercera parte del delicioso sabor del café de Reggio.

—¿De dónde sacaste esto?

—Es el nuevo café. —vaciló.

—Lo tiras y regresas al antiguo, está mierda es asquerosa. —negué regresándole la taza—. Me urge hablar con el diseñador de interiores, no puedo trabajar en esta mierda.

—Sí señor. —volvió a salir.

—¿Siguen aquí? —miré a los polacos.

—Como te decía antes de que me interrumpieras, tenemos el mismo derecho que tú de estar aquí.

—Recuerdo haberme dicho que se comunicara con mi abogado, ¿Acaso tengo que repetirle las cosas? —fruncí el ceño, luchando contra las ganas de lanzarle un puñetazo directo en la nariz.

Tenía que relajarme.

Raptor tenía razón, no podía seguir siendo impulsivo si quería hacer las cosas bien.

Respiré profundamente al ver qué los escoltas subían y detrás de ellos llegaban algunos hombres que formaban parte de Legal, Titán llegó al final y me miró antes de enfocarse en el glock, lo tomé y lo guardé en mi cintura.

Mi mal humor y autocontrol esfumándose más rápido que el puto humo en medio de un huracán.

—¿Podrían acompañar a los caballeros a la salida? —me forcé a mi mismo a escupir las palabras, el estómago se me revolvió y estuve a nada de vomitar.

Mis escoltas se acercaron a los polacos y las otras ratas traidoras los siguieron, se atravesaron frente a ellos.

—Dios… Tengo trabajo que hacer, no estoy para este tipo de estupideces infantiles. —pellizqué el puente de mi nariz—. Me pondré al día con mi empresa y cuando regrese espero que se hayan ido por las buenas. —tomé mi maletín y caminé hacía la salida.

Titán se mantuvo firme al momento en el que pasé por su lado, fijé la vista al frente sin inmutarme, aunque por dentro soñaba con agarrarlo a golpes.

Respiré profundamente, forzándome a mi mismo a calmarme.

Tranquilo…

Caminé a la sala de reuniones y por fortuna Dan estaba ahí, ya hablando con Gabriela, no quería decirle que los polacos estaban en mi oficina, aunque de seguro ya lo sabía.

Me miró de manera discreta, analizando cual era mi estado de ánimo, en realidad ni siquiera yo lo sabía, estaba furioso, podría lanzar humo por la nariz y chispas, rayos o centellas por la boca, lava burbujeante recorría mis venas y estaba a nada de entrar en un ataque de rabia nunca jamás experimentado.

En ese punto ni siquiera sabía cómo podía mantenerme sentado, era como si fuese una bomba a punto de explotar.

La nube roja cargada de rabia que rodeaba mi cerebro comenzó a aclararse, despintándose y encogiéndose poco a poco conforme el recuerdo de Pam abrazando a Balto se iluminaba en mi cabeza.  

Se veía hermosa.

Hubiese querido admirarla por más tiempo, pero el segundo anillo de escoltas de Zachary prácticamente nos estaba interceptado, así que tuvimos que separarnos y escabullirnos para alejarnos del lugar.

¿Habrá reconocido a Balto?

Lo más seguro era que sí.

Incluso ahora que Balto era enorme, Pam parecía querer cargarlo como cuando era un cachorro y eso agrietó mi corazón.

Ella lo amó desde el primer momento en el que lo vio, recuerdo el brillo en sus ojos al despertar y darse cuenta de que el cachorro le lamía el rostro y la seguía para todos lados.

Me aferré a la poca concentración que tenía y me obligué nuevamente a prestar atención a lo que decía Gabriela.

¿De qué mierda hablaba?

Miré de reojo a Dan, quién estaba atento a la explicación digital que Martín le ofrecía.

Fingí leer el documento que tenía frente a mí, pero las palabras escaparon de mi boca antes de que pudiera reaccionar.

—Pam está viva.

Todo se sumió en un silencio repentino, incluso escuché como Dan giraba en su silla.

—¿Qué? —preguntó, me lamí los labios y evité hacer contacto visual con él.

—Pam está viva, la vi. —repetí apenas en un murmullo, mis asistentes se quedaron en shock.

Ellos la conocían y según mamá me dijo, habían llevado flores al supuesto funeral.

—¿Podrían dejarnos solos unos minutos? Por favor. —pidió mi hermano, ambos apenas pudieron reaccionar para abandonar la sala.

Lo miré de reojo, parecía incrédulo y algo molesto.

—¿Eso fue lo que estuviste haciendo durante tantos meses? ¿Verificar por ti mismo si ella seguía con vida? —sonaba más a una afirmación que una pregunta, o más bien, una pregunta cuya respuesta ya conocía y simplemente quería asegurarse de que fuese correcta.

—Sí. —respondí seco.

—¿Por qué? ¿Es por eso que Raptor ha estado tras de ti desde hace meses? Se supone que ya no eres Capo. —susurró lo último.

—No voy a dejar que ellos se salgan con la suya. —negué sintiendo como la bruma de ira volvía a rodear mi cerebro, calentándome los pensamientos de mala manera y haciendo elevar la temperatura dentro de mí.

—Por dios Nathan, no es un asunto de ver quien gana o no, esto es serio, ya has perdido muchas cosas, milagrosamente ella sigue viva y merece llevar una vida tranquila, sana y salva que lamentablemente no puedes darle.

—¿Y tú si le puedes dar ese estilo de vida a Alika? —entrecerré los ojos.

—Yo no soy Capo y a mi no me importa la mierda de cosas que hacen o no. —asintió, muy convencido de si mismo.

—Bien por ti. —fingí una sonrisa mientras me levantaba.

A la mierda todo.

—Aún no terminamos y no dejaré que me dejes con toda la mierda encima. —advirtió.

—Les voy a llamar para que sigamos trabajando. —caminé a la puerta, afortunadamente estaban cerca, así que entraron y retomamos el trabajo.

Horas más tarde me encontraba lo suficientemente agotado, estresado, malhumorado y hambriento que podría dormir en donde fuese, golpear a quien fuese, humillar a quien se me atraviese y comer cualquier cosa.

No sería exigente en esa ocasión.

El sol se había ocultado por completo, hablé con diseñador de interiores horas antes y le pedí que cambiara la oficina tal y como estaba cuando la remodeló después del secuestro de la Sacra, ya había pasado poco más de 1 año desde entonces.

Subí a mi auto, le di play a la lista musical de Pam y conduje al azar tratando de cambiar mi ánimo antes de decidir que comería… O cenaría.

Un pequeño local llamó mi atención, era lindo, había poca gente y el establecimiento se veía agradable, me estacioné una cuadra después, bajé y caminé al lugar, disfrutando de la suave brisa aún invernal, la temperatura era un sube y baja, a veces el tiempo era bueno y a veces era un maldito congelador, en ese momento hacía frío, pero era soportable y agradable a mi parecer.

Entré al local, me acerqué a la barra a ver el menú e inmediatamente pensé que a Pam le encantaría el lugar, era cálido y acogedor, algo al estilo rústico, pero no tosco, sino casual, no tan elegante, era perfecto.

Pedí mi comida para llevar, deseaba quitarme el traje, hace tiempo que no usaba corbata y esta comenzaba a incomodarme al igual que la playera y saco. Pagué y me dirigí a mi departamento, apenas llegué me di cuenta de la vibración de mi celular, era una llamada de Kenn.

Ya había pasado una semana de que llevé a Balto con Pam, los gemelos se habían puesto tristes porque les dije que se lo había dado a alguien más, no podía decirles aún que Pam estaba viva, aunque para ese punto ya sentía que lo sabían o al menos lo sospechaban y eso esperaban, pero no valía la pena decirles; “Pam está viva, sufrió un golpe en la cabeza que le causó un tipo de amnesia muy complicada y no nos recuerda a nadie”, así que evidentemente preferí callar y mentir.

Últimamente lo hacía muy bien.

Los gemelos expresaron su indignación y algo de odio hacía mí al momento de saber que “regalé” a Balto, incluso aún me enviaban mensajes de resentimiento y “memes” sobre el abandono de mascotas.

Ellos también se habían encariñado mucho con el, pero era mejor que estuviese con Pam.

Respondí la llamada antes de que terminara de timbrar.

—¿Sí?

—¿Estás ocupado? —reconocí la voz de Karl, pero fruncí el ceño al distinguir la ligera desesperación y molestia que emanaba de ella.

—¿Qué ocurre? ¿Por qué me llamaste del celular de Kenn? —dejé la bolsa sobre la isla.

—No tengo mi celular a la mano, los Borkowski entraron a la casa y Jankiel le gritó a mamá, amenazó con golpearla, Kenn le llamó a papá, pero no respondió y mamá parece que va a sufrir un colapso de rabia, no deja de gritar y Kenn se encerró en el baño, no puedo sacarlo. —conforme explicaba la situación yo comencé a salir del departamento, llegué al elevador.

—Llegaré pronto, posiblemente los escoltas lleguen primero. —el elevador descendió lentamente, torturándome y desesperándome.

 —Los escoltas de Jankiel no dejan que pasen, Titán está afuera. —escuché que pujaba y golpeaba algo—. ¡Maldita sea Kenn, abre la puerta! —gritó alejado de la bocina.

—¿El abuelo lo sabe? —traté de respirar para calmar la rabia que sentía, pero era prácticamente imposible, mis pulmones estaban tensos y se reusaban a trabajar.

—No, te llamé a ti primero. —su desesperación me taladró en los oídos.

—Cuelga y llámalo, llegaré pronto. —repetí cuando las puertas se abrieron, escuché apenas un jadeo de afirmación y bajé el celular.

Casi corrí a mi auto y subí como rayo antes de arrancar por las calles, debía de tener cuidado, aún era temprano, había algo de movimiento tanto de autos como de personas y lo que menos quería en ese momento era provocar un accidente.

La rabia se construyó en mi pecho conforme llegaba a casa y todo se distorsionó al ver que un par de camionetas entraban a la propiedad antes que yo, apenas distinguí a otras camionetas llegar detrás de mí, me adelanté y me detuve de frente a las primeras camionetas, interceptando su salida habitual de mi casa.

Bajé desenfundando el glock, importándome una hectárea de mierda que los escoltas de los ratas polacos se vinieran casi sobre mí, le apunté de frente a Titán, quien había visto mi movimiento, pero curiosamente no hizo nada por apartarse, le clavé el cañón en la frente.

El muy idiota permanecía en la entrada de mi casa, vigilando el muy imbécil.

—Muévete. —articulé en un susurro apenas audible para ambos, la mandíbula y dientes me dolieron al ser consciente de que los estaba apretando con demasiada fuerza.

—Baja el arma. —levantó las manos en señal de paz mientras miraba detrás de mí.

—¿Qué hacen aquí? —reconocí la voz de mi abuelo a mi espalda.

—Le responderé cuando dejen de apuntarme. —regresó la mirada a mí.

—Dudo que puedas responder con una bala en la frente porque de otra manera, no bajaré el arma hasta que jale el gatillo. —advertí sin titubear, manteniéndome firme y jodidamente preparado para dispararle.

—Nathan, por favor. —pidió mi abuelo, no me moví.

—Deja que se aparte para poder entrar. —habló Raptor y mi brazo cedió, bajándose lentamente, aún con el dedo en el gatillo. Titán miró a Raptor y medio sonrió.

—¿Quién lo diría? ¿El Capo es obediente con sus soldados? —se burló.

—¿Celoso porque a él si lo considero y tú siempre me valiste mierda? —imité su tonito estúpido que le borró la sonrisa por completo.

Abrió la boca dispuesto a replicar, pero justo en ese momento se escuchó un grito desde adentro, mi cuerpo reaccionó por instinto, me lancé contra él, tacleándolo y llevándolo contra la puerta que cedió y terminó por abrirse, lo lancé contra el mármol, pasé por encima de él y corrí a la sala.

No había nadie y ruido se escuchaba desde arriba, subí como rayo las escaleras, apenas consciente de los gritos y llamados de mi abuelo y Raptor detrás de mí. Llegué al segundo piso, vi a Konrad asomarse desde la puerta de mi alcoba, automáticamente levanté el brazo y solté dos tiros que astillaron la madera de arriba de su cabeza, se tiró al suelo regresando a la alcoba. Los disparos hicieron eco en el pasillo y retumbaron en mi cabeza.

Fallé.

Entré a la alcoba, estaba desordenada, Jankiel sujetaba a mamá del cabello mientras que Erek parecía forcejear con Karl, mi hermano estaba tirado en el piso, apretando algo contra su pecho.

Le apunté a Jankiel.

—Te voy a cortar la puta mano. —advertí y desconocí el tono de voz gélido que salía de mi garganta, era ronco, cargado de enfado y chispeante de fuego.

—Lárguense. —ordenó mi abuelo con aquel tono suyo autoritario y cargado de rabia, aquel tono que usaba cuando se dirigía a los integrantes del clan.

Jankiel fue soltando a mamá poco a poco, ella se terminó de alejar y le dio una bofetada que resonó con bravura.

—Vuelves a tocar a alguno de mis hijos y te voy a cortar las bolas, ¿entendiste? —advirtió colérica, Erek se separó de Karl, quien se levantó con la respiración agitada y mejillas rojas producto de algún esfuerzo.

Los 3 salieron lentamente, bajé el arma, caminé a la puerta del baño y toqué la manija, la puerta cedió, Kenn se asomó del otro lado y respiró profundamente al ver que era yo, creí que había tenido un ataque de rabia como anteriormente los tuvo, pero se veía normal, preocupado y ligeramente asustado, pero estaba bien.

—Dijiste que estaba encerrado. —miré a Karl, se acercó a mí.

—Eso creí, pero mamá fue quien lo metió al baño.

—¿Por qué? —miré a mamá, ella caminó hacía Kenn y parecía revisarlo, asegurándose de que no tuviese ningún rasguño.

—Querían entrar a tu oficina, Kenn entró por la puerta del patio y sacó algunos documentos que Angelo dejó en este maletín mencionando algo sobre la empresa, le pedí que los escondiera y terminé por encerrarlo al ver que Erek lo había visto correr con el maletín. —suspiró pesadamente—. Todo ocurrió tan rápido, ni siquiera supe como entraron, se supone que había escoltas. —se frotó la frente.

—No te preocupes, no volverá a ocurrir. —me giré para salir de la alcoba, pero mi abuelo se atravesó.

—Tenemos que hablar. —ordenó gélidamente mientras tomaba el maletín.

—¿También me vas a quitar la empresa ahora? —mi voz pastosa lo hizo mirarme fijamente, el azul intenso en sus viejos ojos arrugados y cansados se tiñeron de molestia e indignación, como si lo hubiese ofendido.

—Tal vez debería de hacerlo.

—Entonces comunícate con mi abogado. —fingí una sonrisa, no di ni 2 pasos cuando sentí que sujetaba mi brazo.

—¡Basta ya de esa actitud tuya! ¡Mírame cuando te hablo! —su añeja voz retumbó en el pasillo, mi corazón se agitó y mi pecho se revolvió, mezclando y moviendo toda la mierda turbia que tenía dentro—. Tal vez el viaje a Escocia te armó de valor al verla, ¿no es así? —una daga con espigas atravesó mi corazón y se retorció con rabia, rasgándome, hundiéndome, jodiéndome.

Apenas pude mirarlo de reojo, adoptó la misma posición estúpida de Santiago cada vez que se quiere ver superior, hasta ahora notaba de donde la había sacado.

—Es una perfecta oportunidad para dejar atrás al pasado y superarlo, pero te aferras tanto a ello que en este momento dudo seriamente de tus capacidades, dime cual es el puto motivo que te une a ella. —exigió amargamente.

¿Cuál era?

El que fuese, no tenía ningún puto derecho de exigirme explicaciones.

—No te importa. —escupí ácidamente, sintiendo como mis intestinos se retorcían y agitaban mi estómago.

—Yo otorgo y yo quito sí me apetece. —advirtió en un murmullo ronco.

—Ya nos quedó bastante claro con Santiago. —asentí, se irguió, firme, autoritario, ofendido.

—Firma los documentos. —me aniquiló con los ojos, tomé de regreso el maletín, lo dejé en el mueble de mi alcoba y saqué las hojas.

—Nathan, no tienes que precipitarte. —me dijo mamá.

—Sólo obedezco. —solté una sonrisa amarga, destapé el bolígrafo y plasmé mi firma, hoja tras hoja, la mano me tembló y la duda creció en mi pecho al igual que la decepción.

Mi esfuerzo.

Obviamente valía menos que los demás.

—¿Pam está viva? —la voz ahogada de Kenn fue como un segundo dardo a mi corazón aniquilado.

—Sí, pero eso no importa ahora, lo importante es establecer lazos amigables con los polacos que la entregaron a la Sacra. —regresé todo al maletín.

—¿Qué vas a hacer? —Karl apenas pudo hablar.

—Embriagarme, ya no tengo trabajo y tengo mucho tiempo libre, vendré después. —me armé de fuerza para sonreírle a mamá de manera despreocupada, vi que sus ojos caían, la decepción y el dolor tiñéndole los ojos y volviéndoselos opacos.

Pasé por el lado de todos los escoltas, me solté el cinturón del glock que Raptor me entregó en mi cumpleaños.

—Te dije que fue estúpido formar un clan con integrantes de la familia. —le dije al hombre cuyo rostro parecía una máscara impenetrable de acero, pero los ojos le brillaban de rabia.

—Y yo te pedí que fueses más discreto. —tomó el cinturón el glock cuando lo extendí delante de él.

—Gracias de todos modos, Raptor. —asentí y terminé por salir de mi propia casa.

El vacío se instalaba cada vez más profundo dentro de mí, arrastrándome, sumiéndome y al mismo tiempo apagándome.

Si pudiese regresar al pasado, verdaderamente mandaría al infierno a Santiago y a sus estúpidos chantajes sobre conocer a una familia inversionista.

Rechazaría la invitación a la cena con la familia Giles.

Me encerraría en mi alcoba o me escaparía para evitar conocer a dicha familia, no bajaría las putas escaleras y así podría haberme evitado toda esta mierda.

La imagen de aquel recuerdo inundó mi cabeza, de repente me encontraba bajando las escaleras perezosamente, dudando con cada escalón que bajaba, sintiéndome estúpidamente manipulado y asquerosamente utilizado, hasta que algo llamó mi atención de reojo, una chica cuyo vestido espantoso no era capaz de apagar su belleza, su cabello castaño oscuro estaba perfectamente peinado, su maquillaje era casi invisible y sus enormes ojos esmeralda me miraban como si fuese lo más impresionante que haya visto en su vida.

Quizá al principio me atraía la manera en como me miraba.

Me sentía inalcanzable.

Los ojos le brillaban cada vez que me veía y las mejillas se le ponían rojas cada vez que le sonreía… Incluso, hasta hace unos meses aún se sonrojaba cuando la abrazaba.

Una luz blanca me caló en los ojos, por instinto di un volantazo a la derecha, parpadeé para concentrarme en la carretera, pero apenas tuve tiempo de girar al otro lado y pisar el acelerador en lugar del freno, mi auto apenas alcanzó a pasar por el espacio que trataban de cerrar 2 camionetas negras.

Escuché una serie de cláxones sonar, llantas derrapar por el asfalto y motores ruidosos siguiéndome.

—¿Ahora qué? —gruñí mirando de reojo el espejo retrovisor, sólo para confirmar mi sospecha.

Me estaban siguiendo.

Bufé al ver que 2 motociclistas se acomodaban a mis lados, uno de ellos golpeó la ventana del copiloto con el silenciador de un arma de fuego.

Miré a mi derecha, el otro sujeto hizo la misma señal, le mostré mi dedo medio para después dar un par de volantazos, haciéndolos separarse de mi auto mientras me adentraba a una avenida aún transitada, pero cuyo sistema de seguridad aún seguía enlazado con los escoltas de Rafael, apenas pasaron unos segundos de estar esquivando autos cuando mi celular timbró, la llamada de Stef se iluminó en el tablero de mi auto, respondí.

—¿Sí? —mantuve los ojos en el camino, las motocicletas me seguían de cerca, afortunadamente los conductores no dejaban espacio suficiente para que pasaran.

—¿Qué ocurre?

—Me siguen.

—¿Por qué suenas tan tranquilo? —lo escuché moverse.

—Larga historia, mi abuelo me quitó la empresa. —suspiré profundamente, notando un ligero dolor naciente en mis dedos, entonces me di cuenta de que apretaba el volante con tanta fuerza que mis nudillos establan blancos y tensos.

—Carajo. Gira a la derecha, te enviaré una ruta. —respondió segundos después.

—Está bien.

—Axel está aquí, ¿quieres embriagarte con nosotros cuando llegues?

—Si es que llego. —vi como el tráfico aumentaba a unos metros de la salida que Stef me indicó.

—Llegarás, no seas idiota. —escuchar la voz de Axel sólo aumentó los niveles estratosféricos de culpa que ya sentía.

—Lamento lo que hizo Santiago, yo debí…

—Cierra la boca, no quiero escuchar disculpas por llamada, cuando llegues puedes arrodillarte frente a mí. —suspiró pesadamente, una sirena de una patrulla se activó frente a mí, la torreta hizo que los autos se movieran, creando un espacio para mí, pasé rápidamente.

Una motocicleta me alcanzó antes de que los vehículos volvieran a cerrar la salida.

El sonido de las balas contra mi auto sonaba como ligeros golpes secos, el blindado parecía estúpido hace un tiempo, pero ahora agradecía el que Stef me convenciera de hacerlo.

—El que te recomendó blindar tú auto es un genio, te salvó la vida.

—Mis mejores amigos me salvan el culo mejor que mi familia. —frené de golpe cuando la motocicleta se colocó detrás de mí, no alcanzó a maniobrar, chocó contra una de mis luces traseras, perdió el control y terminó derrapando a varios metros de mí.

El conductor era de hierro, porque el muy hijo de puta se levantó, me apuntó y siguió disparando al parabrisas.

—Nathan… —advirtió Axel.

—Tienes menos de 10 segundos si quieres atropellarlo, la cámara girará en… —comenzó el conteo y yo pisé a fondo, llevándomelo y arrojándolo sobre mi auto—. Sólo capturó la caída.

—Son unos idiotas.

Sonreí, repentinamente aliviado de tenerlos conmigo.

Stef cortó la llamada para seguir revisando las cámaras, yo di algunas vueltas a calles que Axel me envió, unos 20 minutos después me encontraba estacionando el auto en el jardín de la casa de Stef, bajé del auto, mi corazón aún bombeaba y la adrenalina corría por mis venas como miel en invierno, lenta y perezosa, pero constante y abundante.

Las piernas me temblaron al momento de subir las escaleras, la puerta se abrió, Axel se recargó en el umbral y me miró fijamente, por un momento me sentí como su hijo Arthur cuando el niño decía una mala palabra y su padre lo escuchaba para después aniquilarlo con la mirada.

—¿Qué ocurre? —pregunté acercándome a él, que cerrara la puerta a su espalda envió un escalofrío por todo mi cuerpo—. ¿Una charla a solas?

—¿Qué pasó? —se frotó la nariz.

—Perdí —suspiré con fuerza recargándome en la pared de la entrada, solté un segundo suspiro más fuerte que el primero y después hice una mueca— mi abuelo me quitó la empresa, comenzaba a formar un grupo diferente a Legal, lo estaba consiguiendo, pero necesito dinero y la empresa podría sustentar un poco para iniciar con algún negocio.

—¿De qué negocio hablamos? ¿Drogas, armas, planeabas ser un traficante? —se separó del umbral y cruzó los brazos sin dejar de aniquilarme con los ojos.

—No del todo, iniciaría algo y después, cuando nos hayamos establecido…

—No sé si recuerdes, pero toda tu familia de Reggio te vigila, tienen mercenarios rondando a tu abuelo y padre, son discretos, la Sacra se pasea libremente por Catanzaro gracias a la estúpida alianza de tú padre con los polacos…

—Ese no es mi problema, es de él.

—Todo está unido, de no ser porque Rafael sigue aquí no tendríamos a donde ir, Marwa mantiene un poco equilibrado el asunto y están a nada de irse a Sicilia.

—Ya te pedí perdón por el ataque…

—No es sólo el ataque, es tú manera de pensar y creer que tienes todo bajo control, pero no lo tienes, no tienes ni puta idea de lo que haces y es lo que te está llevando a la mierda, suelta y el pasado antes de si quiera intentar planear el futuro, Nathan.

—No puedo. —respiré profundamente, tratando de controlar la rabia que comenzaba a desbordarse dentro de mi pecho, los latidos de mi corazón retumbaban en mis oídos y algo largo con púas se deslizaba por mi espalda, apretando mi torso y comprimiendo mis pulmones.

—¿Por qué?

—Ella está viva y no voy a soltar el pasado hasta que acabe con Valerio Lorza, es una puta promesa. —mi garganta ardió cuando hablé, sentía la lengua pesada y la boca más seca que la arena de un puto desierto.

—¿Qué? —entrecerró los ojos.

—Pam está viva, no sé cómo, sólo sé que está en Escocia con Zachary, su abuela y hermana menor. —me aclaré la garganta luchando por hablar, me ardían los pulmones y apenas podía respirar.

Se quedó en silencio durante algunos segundos, con los ojos clavados en el piso y los hombros caídos, suspiró con fuerza y me miró, sus facciones estaban cargadas de confusión y duda.

—¿Zachary dio con el buque antes que nosotros? —preguntó ausente, como recordando algo.

—La Mocro Maffia se encargó de incendiar el buque y llevarse a Pam, Sami seguía obsesionado con ella, después Grosser la rescató y la llevaron a Alemania, pero Zack sabía que iría en algún momento, según él trató de esconderse en Escocia, no lo logró. —expliqué encogiendo un hombro.

—Eso causó la molestia de tú abuelo, ¿no es así? —se frotó el rostro.

—Demasiado.

—¿Quién más lo sabe?

—Muchos lo sospechaban, pero prácticamente se los confirmé hace poco, viajé a Beauly, la vi… Joder, la vi y simplemente sentí como mi corazón volvía a latir, ¿sabes? Fue como si la hubiese visto por primera vez, se veía tan preciosa, ella… —una gruesa cadena con picos en las orillas se aferró a mi garganta, incluso los ojos me picaron cuando ligeras lágrimas llenaron mis párpados—… Aún la amo, pero no puedo acercarme a ella si la Sacra está frente a mis narices, no la pondré en riesgo otra vez, ¿lo entiendes? No sé hacer las cosas porque Santiago nunca me explicó nada y ahora mi abuelo está furioso porque pasé por encima de su jurisdicción y eso es apuñalar su ego de Don de la mafia. —miré hacía otro lado cuando la vista se me nubló y agua salada se deslizó por mi garganta, me froté los ojos y respiré con fuerza, tratando de aclararme la garganta.

—¿Leah lo sabe?

—Posiblemente. —apenas atiné a responder.

—Rafael sigue tratando de comunicarse con Zack, a veces le responde y a veces no, se ve triste, pero la pequeña zanahoria lo mantiene feliz. —una ligera sonrisa apareció en sus labios.

—Tal vez le pida ayuda a Cian.

—Es la mejor opción, no creo que Rafael te de un cañón que ni siquiera sabes como cargar.

—Podría enseñarme.

—¿Cómo se ve ella?

—Bien, tiene un tipo de amnesia muy extraña.

—¿Por qué? —volvió a fruncir el ceño y me preparé para hablar, estaba a punto de hacerlo, pero preferí hablarlo adentro, con todos, aprovechando que Arthur estaba totalmente concentrado haciendo su tarea y Art estaba tomando su siesta del día.

Incluso les mostré las fotografías que el cazafortunas enviaba a mi correo, les leí a grandes rasgos el expediente médico de Pam y resumí monstruosamente toda la situación.

Aproveché para hablarles de todo lo que ocurría con mi familia, el rostro de Rafael lo decía todo, estaba furioso, Leah había comenzado a llorar y Stef se mantenía serio.

Yo sólo anhelaba que por una vez en la vida alguien me apoyara.

—Cuenta conmigo. —asintió Raf.

—Igual.

—Ya lo sabes. —Stef sonrió un poco.

Mis órganos se relajaron y no sabía que mis músculos estaban tensos hasta que solté el aire, todo mi cuerpo relajándose y mis labios curvándose en apenas una sonrisita ligera.

Muy bien… Comenzamos otra vez…

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Comments

celeste barroso

celeste barroso

me encanta 😍 por favor subí otra capitulo pronto 😃.

2024-08-04

2

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Capítulos
1 Sinopsis.
2 Capítulo 1; Soledad.
3 Capítulo 2; Amenaza.
4 Capítulo 3; Dulcemente amargo.
5 Capítulo 4; Liebe.
6 Capítulo 5; Asfixia.
7 Capítulo 6; Ofensa.
8 Capítulo 7; Solitario
9 Capítulo 8; Opciones.
10 Capítulo 9; Mi niña.
11 Capítulo 10; 27.
12 Capítulo 11; Agotamiento.
13 Capítulo 12; Mini rojito.
14 Capítulo 13; Año nuevo, recuerdo nuevo.
15 Capítulo 14; Vacío llenado con whisky.
16 Capítulo 15; Te extraño
17 Capítulo 16; De regreso.
18 Capítulo 17; L.M.U
19 Capítulo 18; La más bella.
20 Capítulo 19; Confesión.
21 Capítulo 20; Sin problemas, no hay guerra.
22 Capítulo 21; My sweet-hurt
23 Capítulo 22; Maldición familiar.
24 Capítulo 23: Sospechoso
25 Capítulo 24; Onda expansiva.
26 Capítulo 25: Él viene por mí.
27 Capítulo 26; My kind of love is painful.
28 Capítulo 27; Otra historia.
29 Capítulo 28; Crisis.
30 Capítulo 29: El primer golpe.
31 Capítulo 30; Mi otra mitad.
32 Capítulo 31; Espía.
33 Capítulo 32; Temporal.
34 Capítulo 33; Maldito.
35 Capítulo 34; Sweet.
36 Capítulo 35; Taaffeíta.
37 Capítulo 36; Tratos.
38 Capítulo 37; Oui
39 Capítulo 38: Desgaste.
40 Capítulo 39; Fragmentado.
41 Capítulo 40: Locura.
42 Capítulo 41; Sfax.
43 Capítulo 42; El diablo.
44 Capítulo 43; Hogar, dulce hogar.
45 Capítulo 44; Ligero como el humo.
46 Capítulo 45; ¿Es real?
Capítulos

Updated 46 Episodes

1
Sinopsis.
2
Capítulo 1; Soledad.
3
Capítulo 2; Amenaza.
4
Capítulo 3; Dulcemente amargo.
5
Capítulo 4; Liebe.
6
Capítulo 5; Asfixia.
7
Capítulo 6; Ofensa.
8
Capítulo 7; Solitario
9
Capítulo 8; Opciones.
10
Capítulo 9; Mi niña.
11
Capítulo 10; 27.
12
Capítulo 11; Agotamiento.
13
Capítulo 12; Mini rojito.
14
Capítulo 13; Año nuevo, recuerdo nuevo.
15
Capítulo 14; Vacío llenado con whisky.
16
Capítulo 15; Te extraño
17
Capítulo 16; De regreso.
18
Capítulo 17; L.M.U
19
Capítulo 18; La más bella.
20
Capítulo 19; Confesión.
21
Capítulo 20; Sin problemas, no hay guerra.
22
Capítulo 21; My sweet-hurt
23
Capítulo 22; Maldición familiar.
24
Capítulo 23: Sospechoso
25
Capítulo 24; Onda expansiva.
26
Capítulo 25: Él viene por mí.
27
Capítulo 26; My kind of love is painful.
28
Capítulo 27; Otra historia.
29
Capítulo 28; Crisis.
30
Capítulo 29: El primer golpe.
31
Capítulo 30; Mi otra mitad.
32
Capítulo 31; Espía.
33
Capítulo 32; Temporal.
34
Capítulo 33; Maldito.
35
Capítulo 34; Sweet.
36
Capítulo 35; Taaffeíta.
37
Capítulo 36; Tratos.
38
Capítulo 37; Oui
39
Capítulo 38: Desgaste.
40
Capítulo 39; Fragmentado.
41
Capítulo 40: Locura.
42
Capítulo 41; Sfax.
43
Capítulo 42; El diablo.
44
Capítulo 43; Hogar, dulce hogar.
45
Capítulo 44; Ligero como el humo.
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Capítulo 45; ¿Es real?

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