Nathan:
La brisa nocturna agitó mi cabello con violencia, mis mechones golpeando mi rostro como si fuesen ligeros latigazos, inhalé con fuerza el agua marina de las olas que se agitaban, incluso si prestaba atención; minúsculas partículas de agua parecían caer sobre mí, la marea estaba un poco alta, había cubierto la arena hace unas horas, por lo que las olas se golpeaban constantemente en las rocas del acantilado, el ruido fuerte al principio me hizo doler la cabeza, pero ahora me agradaba.
Era mejor que no escuchar nada y dejarme consumir por mis pensamientos… Y vaya que podía hundirme… Ahogarme en ellos después de todo lo que había pasado.
No quise aferrarme a la diminuta partícula de esperanza que Ángelo plantó en mí, pero al mismo tiempo fue inevitable no hacerlo.
No obtuve respuesta suya, hace unas horas llegamos a Reggio y por un momento creí que le había dicho a mi abuelo sobre mis 2 opciones, sorprendentemente no se lo dijo, aún, o de lo contrario mi abuelo me diría algo al respecto, he estado a solas con él varias veces y jamás mencionó nada, en realidad; sólo se limitó a hacerme compañía cada vez que me acercaba a la orilla del acantilado para mirar el mar, la barra de seguridad era alta, con 3 líneas de hierro firme, pero cómoda al momento de recargarme en ella si lo necesitaba.
Después de que todos se fueron a dormir me salí de mi alcoba, mi balcón conectaba con una serie de pequeñas bardas repletas de macetas que literalmente funcionaron como escaleras, caminé tranquilamente hasta el acantilado y me senté en el césped, me pegué a la orilla, recargándome en una de las barras bajas, mis muslos sobre la piedra que bajaba por el acantilado y mis pies colgando.
Con Balto pegado a mí, mantenía la cadena de la correa atada a mi muñeca y su pechera completamente ajustada para evitar cualquier accidente, era un cachorro adolescente muy curioso y en cuanto me senté en la orilla quiso acercarse de igual manera, obviamente lo mantuve casi atrás de mí, hasta que se acostó cerca de mi pierna derecha.
El mar se veía jodidamente oscuro, completamente negro, ni siquiera la luz de la luna se reflejaba en el agua, no es como si hubiese mucha luz alrededor, unas espesas nubes cubrían parcialmente el cielo estrellado, moviéndose agitadamente a causa del viento fuerte que sacudía la mayoría de las plantas y enormes palmeras, las cortinas de los comedores exteriores se movían violentamente, azotadas por la corriente.
Crucé los brazos en la barra de metal y dejé caer mi barbilla sobre mis muñecas suspiré con fuerza otra vez, llenando mis pulmones con aire salado, sentí que Balto se levantaba un poco.
—¿No puedes dormir? —sonó una voz a mi espalda, ni siquiera reaccioné a ella.
—Tú tampoco. —me enderecé al sentir y escuchar que se deslizaba a mi lado, pasó las piernas debajo de la barra de seguridad, lo miré de reojo, pero no estaba sentado, sino acostado sobre el césped.
—Pocas veces hace tanto aire como hoy, debía de aprovechar. —pasó los brazos debajo de su cabeza—. Hola amigo. —sonrió levemente cuando Balto se acercó a él para olfatearlo y después regresar a mi lado.
—Es agradable. —coincidí.
—¿Qué motivo tienes tú? —suspiró.
—El silencio. —respondí volviendo a recargarme sobre mis brazos.
—Oh, ¿quieres estar solo?
—Me refiero a que el silencio me sofocaba, las olas son ruidosas y en este momento acepto cualquier cosa que me impida hundirme en mis pensamientos. —respondí, las olas chocaron contra las rocas y el sonido era como una especie de relámpago ahogado, literalmente húmedo, después el agua escurriendo era como una suave llovizna.
—¿Quieres un trago?
—Se supone que no debo beber.
—Déjame corregir; necesitas un trago. —comenzó a levantarse.
—La última vez que tomé whisky terminé vomitándolo.
—Entonces tomaremos tequila o vodka. —escuché su suave risa, lo miré sobre mi hombro. Kiran estiró la mano en mi dirección, miré por última vez al mar antes de sujetarlo y levantarme.
Caminamos tranquilamente a uno de los tantos minibares que había en la extensa propiedad, las gruesas cortinas que simulaban paredes estaban abiertas, atadas a los 2 pilares, el techo sólo eran vigas de madera, un árbol de buganvilias parecía recargarse en dichas vigas, creciendo y extendiéndose, casi cubriendo por completo el techo, las flores púrpuras adornaban el piso y la superficie de una extensa y larga mesa.
El techo de la barra estaba cubierto, la pared del fondo también estaba cerrada, las botellas de licor se encontraban resguardadas en una enorme vitrina de cristal cubierta por una protección de madera.
Kiran quitó la protección después de encender las luces que sólo iluminaron la barra, me senté en el banquillo, recargándome en la madera, el cachorro se pegó a mis pies. Desde que Dan lo trajo de la supuesta guardería no se ha despegado de mí.
—¿Sabes? Siempre quise ser bartender. —sonrió levemente mientras sacaba un delantal de cintura negro y se lo abrochaba rápidamente.
—¿Ah sí?
—Sí, siento que estoy en mi elemento. —se movió ágilmente por el bar, sacando vasos, copas, botellas y muchas cosas más.
—Creí que sólo tomaríamos un trago. —levanté una ceja.
—Ya te dije que tú necesitas un trago, pero no uno simple; sino uno especial. —comenzó a mezclar los licores.
—Sólo no me hagas vomitar. —rogué, a punto de arrepentirme de haber accedido.
—Tranquilo, tú sólo mira y diviértete. —encendió una tableta y suave música sonó a través de los parlantes, el sonido era bajo y casi relajante.
Por un momento pensé que simplemente prepararía un trago muy elaborado, pero sinceramente me sorprendió al ver que llenaba un termo de casi 1 litro con hielos, vertió distintas leches y después vació el contenido del shaker.
—Es mi versión de un Apocalypse Now, originalmente se sirve en un caballito o shot, pero… —dejó las palabras al aire mientras deslizaba el vaso a mis manos.
—Lo necesito. Gracias. —lo tomé y asentí.
—Considéralo un regalo adelantado de cumpleaños. —cortó varias rodajas de limón y sacó 2 vasitos, más grandes que el tamaño de un caballito normal, los llenó de un tequila reposado y me ofreció uno.
—Gracias. —repetí tomando el vasito.
—Felices 27. —lo levantó en mi dirección.
—Bienvenidos 27. —apenas logré responder, llevé el vasito a mis labios y lo vacié en mi boca, tragando tan rápido como pude, mi garganta ardió y mi lengua se prendió fuego, el tequila quemó mi esófago y se sintió como una bola de fuego en mi estómago.
Tosí un par de veces, él hizo una mueca de asco, se metió una rodaja a la boca y lo imité, la ácides del limón mermó un poco el fuego dentro de mi boca, mastiqué lentamente, mis mejillas hormigueando y mis ojos cerrándose cuando el cítrico hizo de las suyas.
—¿Otro? —preguntó cuando pudo hablar, escupí los restos del limón sobre una servilleta.
—Estoy bien así. —negué frotándome los ojos.
Mi estómago ardió un poco por el tequila, milagrosamente no lo deseché… Aún, me acerqué la pajilla de plástico a los labios y tomé un pequeño sorbo del trago que preparó, el ligero dulzor y la cremosidad terminaron por aplacar el desastre que dejó el tequila, asentí.
—Me gusta. —admití, él siguió preparando otro trago.
—Es bueno saberlo.
—Entonces… ¿Trabajas de bartender o algo así? —pregunté, ligeramente incómodo por entablar una conservación con mi propio primo, era entendible a mi parecer, hace casi 2 años que no lo veía y jamás hemos sido tan cercanos con el resto de nuestra familia.
Como que todos prefirieron distanciarse de la familia que pertenece a la mafia.
—Quisiera.
—¿Tú padre no te dejó? —bebí otro trago.
—Al contrario, él me inscribió a una academia de mixología en Madrid, estudié durante 1 año y trabajé otros 2 en distintos bares, en Barcelona, Lisboa, Irlanda es una joya —soltó una risita— estuve en Londres, París, después pasé un tiempo en Roma antes de regresar a casa.
—¿Qué te hizo volver?
—Mi abuelo, el cáncer rebrotó con agresividad, papá se puso muy triste cuando falleció y verdaderamente creí que también lo perdería, pero no fue así, mamá nunca lo dejó sólo y supongo que decidió salir adelante por nosotros, principalmente Ezra y yo —su mirada cayó, como si recordara algo triste— así que heme aquí; siendo el agente de bienes raíces más exitoso de Reggio, dueño y copropietario de algunas cadenas de restaurantes y empresas de remodelación hogareña y próximamente fundador de una constructora. —su sonrisa se ensanchó.
—Sí, mi abuelo también la pasó mal. —murmuré recordando como hace un par de años había mermado mi vida alocada para pasar el luto con mi abuelo, fueron días o semanas largas de verlo desanimado, completamente triste después de haber perdido a un hermano mayor.
—Él me apoyaba en mi “descabellada” idea, incluso hizo un fondo de ahorro a mi nombre para que abriera un bar, terminé usando el dinero para invertir en un restaurante, quizá el próximo año logré abrir mi propio bar. —se sirvió su trago.
—Cuenta conmigo.
—Trato. —estiró la mano y la estreché.
Tomamos nuestras bebidas y regresamos al acantilado, mi sangre absorbió el alcohol lentamente, mis extremidades se relajaron y mi cabeza dejó de sentirse pesada hace unas horas.
Hablar con Kiran era realmente agradable, sus anécdotas e historias eran impresionantes, justo lo que necesitaba para relajarme un poco.
En cuanto los tragos elaborados se terminaron, decidimos volver al inicio; tequila y rodajas de limón.
Ya no sentía la lengua y apenas podía hablar, no me sentía ebrio, simplemente relajado, incluso jugueteaba un poco con Balto, lanzándole una rama que iba a buscar y regresaba moviendo la cola.
—¿Qué hay de ti? —preguntó escupiendo la cáscara.
—No mucho en realidad. —seguí jugueteando con la rodaja dentro de mi boca.
—Vamos, de seguro tienes muchas más anécdotas e historias que yo.
—Lo dudo.
—Tan sólo el hecho de ser Capo el año pasado te pone en un nivel superior. —sonrió—. Literalmente todos se volvieron locos al saber que te harías cargo de Legal, causaste ira, confusión y sorpresa en la familia cuando te desempeñaste ágilmente en el puesto, fue como si estuvieses hecho para eso, aunque tuviste ventaja, tenías a tú padrino de bautismo junto a ti, ¿cómo es su apodo? ¿Raptor? —se empinó la botella.
El alcohol se esfumó de mi sistema, las sensaciones y emociones resurgieron con rabia, miré el mar, mis músculos tensándose y aflojándose paulatinamente.
—Y-yo no quiero hablar sobre eso. —pasé saliva, el alcohol parecía burbujear dentro de mi estómago, calentándose y ardiendo en mi cuerpo.
—Lamento mucho lo que ocurrió con la chica.
—¿La chica? —mi piel se erizó y ardió, como si mis poros se abrieran, listos para liberar miles de púas cargadas de veneno.
—Sí, todos sabemos lo que ocurrió con la chica. —su notable voz ebria sólo me hizo sentir más sofocado.
—¿Qué saben? —desconocí por un momento mi voz, era grave, cargada de resentimiento e incluso odio.
—La Sacra logró llevársela después de provocar un accidente automovilístico… El alemán resultó muy herido, no pudieron hacer mucho, varios clanes los tenían casi inmovilizados, ¿no? —suspiró pesadamente, se frotó la frente—. Lo siento. —repitió y sus palabras fueron como una chispa que hizo combustión dentro de mí.
—¿Eso les dijeron?
—Fue lo que pudimos conseguir, Aytron no dijo nada al respecto.
—Porqué no le conviene que ustedes sepan lo que en verdad ocurrió. —mi estómago se agitó y conocía tan bien esa sensación que preferí ignorarla.
—¿Qué fue lo que ocurrió?
—Santiago lo hizo, el suegro de Jackson tiene conexiones con la Sacra y para tener el respaldo o conseguir la paz entre ambos bandos tuvieron que recurrir a la ley “protezione della famiglia”, la entregaron a Toledo, fueron ellos. —negué y los músculos de mi cuello se sintieron ridículamente tensos, como si mi cabeza pesara toneladas y apenas pudieran sostenerla.
—A veces es necesario recurrir a viejas leyes para prevalecer la seguridad de la familia. —se llevó el vaso a los labios.
—Lo tenía todo controlado, no había necesidad de recurrir a eso, menos con ella. —las manos me temblaban, los ojos me picaron y un ardor estalló en mi nariz, la ácides estomacal que sentía en la garganta se mezcló con el agua salada que subía precipitadamente hacía mis ojos.
Ni una mierda lloraría otra vez.
Estaba harto de ello, era como si todo el llanto que acumulé a lo largo de mi vida saliera precipitadamente en cada oportunidad que tenía, era eso o simplemente aún dolía demasiado y la única manera de desahogarme era llorando…
—Aytron dijo que Legal se había debilitado por la llegada de Impera, se rumoró que se unieron con la Mocro Maffia, así que era mucha responsabilidad para ti, fue comprensible que algo así se te escapara de las manos.
—¿Eso dijo mi abuelo? ¿Entonces no les dijo que Santiago se encargó de desintegrar a Legal desde adentro? Compró a la mayoría de los integrantes, obtuve apoyo de los sicilianos, de Marwa y él planeó ponerlos en mi contra, Aytron se encargó de finalizar todo, me quitó el puesto porque sabía que haría algo en contra de Santiago, por eso lo hizo. —mis pulmones apretados trabajaban forzosamente.
—¿C-cómo? —me miró extrañado, su cerebro parecía hacer corto circuito gracias a la mezcla de alcohol e información que estaba recibiendo.
—Sabía que haría cualquier cosa por resolver toda la mierda que había hecho su hijo, otra vez; ya había estabilizado la empresa, limé asperezas con Zachary Köster y tenía a Legal por buen camino hasta que Santiago se metió en todo para hacer lo único que sabe hacer, joder a la gente. —me levanté de la silla, una leve parte de mi cerebro se sorprendió bastante al ver que no me tambaleaba, no me sentía atontado por el alcohol, me sentía rabioso e iracundo.
—E-eso no lo… —parpadeó sorprendido, seguía mirándome como si fuese una especie de bicho jamás antes visto.
—Aytron prefiere mentir para salvar a su hijo, como siempre. Gracias por esto Kiran, lo necesitaba. —sonreí y caminé a mi alcoba, el viento se había calmado súbitamente, la noche era tan silenciosa que resultaba sofocante.
El alcohol hizo de las suyas minutos más tarde cuando estuve en mi alcoba, no podía acostarme en la cama porque sentía que flotaba, no podía sentarme o sentía que me caería y tampoco podía moverme por la alcoba porque tropezaba con algo, la cabeza me dio vueltas, pasé la mayor parte de la noche vomitando el alcohol para que su efecto fuese más corto.
—No mires, es vergonzoso. —me quejé alejando al cachorro del retrete, a veces lo sentía lamer mis brazos o frotar su cabeza contra mi espalda, como mi me estuviese consolando.
Odiaba vomitar, pero en ese momento odié aún más causarme el vómito para reponerme más rápido.
De repente una astilla minúscula picó en mi cerebro, haciéndome reaccionar y tomar consciencia de lo que había hecho.
Mierda…
¿Cuánto de lo que le dije a Kiran podrá recordar más tarde?
Espero que no mucho.
Cuando el sol comenzó a salir decidí ducharme, más bien; plantarme debajo del chorro de agua helada que aliviaba milagrosamente el asqueroso dolor de cabeza que tenía gracias a la estúpida resaca que se sentían a lo equivalente de beber durante 5 días seguidos.
La última vez que me sentí así fue en el cumpleaños de Stef hace 2 años, aquel día no me podía ni levantar y en este momento apenas me podía mover.
Tendría que fingir o sino me ganaría un tremendo regaño de parte de mamá y ya no quería causarle más molestias de las que ya tenía.
Las ganas de vomitar me hicieron salir de la ducha, cuando bajé la cadena tuve que lavarme los dientes 3 veces, incluso utilicé bastante enjuague, me puse el desodorante y loción para tratar de ocultar al menos el aroma que estaba casi seguro que aún estaba en mi piel.
Me vestí y salí después de tomar mi celular y ponerme unos lentes de sol, nuevamente le acomodé la correa a Balto, el pasillo estaba vacío y la casa se sentía sospechosamente silenciosa, bajé las escaleras con el cachorro en brazos y caminé al comedor, mirando de reojo hacía los ventanales, normalmente habría alguien en el patio o se escucharía ruido, todos desayunaban a esa hora.
Apenas crucé la puerta del comedor me hice para atrás por reflejo cuando algo chocó y sonó contra mi barbilla.
—¡Feliz cumpleaños! —gritaron los gemelos desencadenando un alboroto con más espantasuegras que soplaban los niños más pequeños, corrieron hacía mí y me rodearon en su escándalo, acelerando a Balto y elevando un nivel más mi dolor de cabeza, oculté el dolor, forcé mis labios en una ligera sonrisa al ver que encendían unas cuantas velas sobre el pastel que estaba en el comedor, rodeado de algunas cajas de papel marrón e incluso algunas flores, Kenn tomó al cachorro.
Todos estaban ahí, sonriendo, felices… Mis ojos recorrieron a las personas, con la esperanza de localizar unos lindos ojos esmeraldas, la decepción atravesó mi corazón como una estaca al detallar que los únicos ojos medianamente verdes que estaban ahí, pertenecían a mi Nonna, ella sonreía levemente.
—Deja eso. —quise manotear a Karl, quien seguía soplando el espantasuegras casi en mi oído.
—No. —volvió a soplar un par de veces hasta que él mismo se separó cuando los padres de los niños los calmaron.
—No tenían que hacer esto, gracias. —me forcé a hablar, mi voz derrochó incomodidad, varias sonrisas vacilaron.
—Un cumpleaños Webster no pasa desapercibido. —opinó Markel, hijo de Luka.
—En verdad gracias, no se lo tomen a mal, pero no quiero abrazos ni nada de eso… —la sensación abrumadora me recorrió el cuerpo, el ambiente se cargó de una tensión incomoda bastante notoria.
—No todos los días se cumplen 27 años, casi alcanzas los 30. —bromeó Brody y preferí seguir el hilo de dicha broma, asentí caminando al comedor.
—Sí, no estoy listo para responsabilizarme por grandes cosas. —miré el pastel, tenía el número 27 hecho de fondant en la cima, se veía bastante apetitoso, si tan sólo tuviese apetito no dudaría en comérmelo, el bizcocho era de chocolate, el relleno se veía porque no tenía cobertura, estaba repleto de frutas y crema batida, al lado había una charola de brownies.
—Después de los 25 ya no hay vuelta atrás. —siguió Markel.
—Al menos pide un deseo y sopla la vela. —pidió mamá, sus facciones se suavizaron un poco—. Pero primero; déjame darte un abrazo. —añadió, no me pude resistir, la abracé con fuerza, inevitablemente.
Sus brazos se sentían cálidos… Protectores… Maternales y jodidamente especiales, llenos de amor, pero no el amor que desesperadamente comenzaba a necesitar.
—Te amo mucho cariño, feliz cumpleaños. —susurró antes de besar mi mejilla.
—Yo a ti. —apenas pude articular. Se separó y siguió mirándome a través de los lentes de sol que aún usaba y me reusaba a quitarme.
—Yo también tengo que darle un abrazo a mi piccolo koala. —Nonna me envolvió en sus brazos antes de que pudiera reaccionar, el apodo se sintió como una daga fileteando mis pulmones, respiré entrecortadamente.
—Son los únicos dos abrazos que voy aceptar. —advertí al sentir las intenciones de Dan.
—Amargado. —rodó los ojos. Nonna me soltó para besarme ambas mejillas.
—¿Sólo los únicos dos? —preguntó mi abuelo, la ácides me burbujeó.
—Sí. —respondí inclinándome para simplemente soplar las velas, algunos aplaudieron.
—¿Pediste un deseo? —preguntó Karl.
—Sí claro, comer ahora. —asentí, tomé un brownie—. ¿Son normales?
—Lamentablemente sí, sí quieres más tarde te consigo especiales. —sonrió Brody.
—Por favor. —pedí mordiendo el postre.
—Ni lo pienses. —le advirtió su madre y solté una sonrisita.
Nos sentamos a desayunar, casi obligué a mi estómago a recibir comida, todo era normal, pero faltaban Kiran y su padre, los nervios me estrujaron las tripas y me sentí enfermo de repente al ver que ambos finalmente llegaban cuando sirvieron el postre que era el pastel o brownies y helado.
Ver a Elio serio me agitó el estómago, Kiran se veía mal, la resaca era notable a varios kilómetros.
—¿Saliste anoche? —le preguntó su madre.
—No. —suspiró tocando su cabeza.
—Se bebió casi una botella de tequila del minibar, lo encontré hace rato en el balcón de su alcoba. —suspiró Elio, rápidamente le sirvieron algunos medicamentos al chico.
Sentí algunas miradas sobre mí, pero fingí demencia, o al menos eso intenté, no podía distraerme comiendo o sino vomitaría delante de todos, picoteé mi brownie medio mordido.
—¿Por qué no te has quitado los lentes de sol? —preguntó Karl.
—Porque es mi cumpleaños.
—Es de mala educación estar en la mesa con esos lentes.
—Pregúntame si me importa. —susurré.
—Pregúntame sí te quiero preguntar. —atacó levantando una ceja.
—Touché. —sonreí un poco, en cambio, él sonrió triunfante, me acomodé los lentes y eso le borró la sonrisa.
—Han sido unos meses complicados, ¿no es así Nathan? —habló Elio y preferí inclinarme el vaso de agua para evitar responder rápidamente.
—Han existido peores. —me aclaré la garganta.
—¿Por qué Santiago y Jackson no nos acompañan? —miró a mi madre.
—Cuestiones de trabajo. —respondió con simpleza, sin inmutarse.
—¿El mismo trabajo que los mantuvo en Cracovia por 3 meses? —levantó una ceja, sentí y vi como mi abuelo se tensaba.
—¿Qué insinúas Elio? —preguntó mi abuelo.
—No insinúo tío, simplemente asumo y compruebo los rumores que se han estado esparciendo después del incendio del buque de uno de los Capos de la Sacra, las especulaciones vuelan y también las sospechas. —negó.
—¿Es necesario tratar ese tema en frente de todos? —su voz cargada de molestia hizo que las madres sacaran a los más jóvenes del comedor.
—Me parece un momento oportuno, puesto que esto implica a Impera, simplemente quiero cerciorarme de que las cosas no vayan a explotar como hace años —miró de reojo a mamá antes de concentrarse en mi abuelo otra vez—. ¿Por qué la Mocro Maffia atacaría al buque? ¿Por qué alguien era tan especial como para hacer eso? —esta vez centró toda su atención en mí, mientras se levantaba y arrojaba unas fotografías a la mesa, me levanté tan rápido como pude, incluso la silla se cayó.
Me quité los lentes de sol para analizar las fotografías, el vídeo que Ángelo me mostró tenía más sentido ahora.
Sami y Taher caminando por los pasillos del buque, las llamas consumiéndolo todo, mi cerebro y todos mis órganos comenzaron a palpitar con violencia al ver las siguientes fotografías.
Sami llevaba a alguien en brazos, pero la imagen no fue clara hasta la siguiente fotografía que estaba debajo de una lista de nombres.
—Todos los cuerpos se reconocieron, ¿conoces algún nombre? —preguntó.
—Basta Elio. —advirtió mi abuelo, sentí que me jalaban suavemente del brazo, pero tenía las manos ancladas en la mesa, mis pulmones se cargaron de oxígeno al leer los nombres.
—No. —susurré mirando la siguiente fotografía, era tomada desde un puerto, la imagen clara de una chica en los brazos de Taher se sintió como una patada en el estómago. Reconocería en donde fuese aquella melena castaña/pelirroja.
—Sólo necesito saber si repetiremos la historia de hace años. —Elio se inclinó, quedamos frente a frente, sus facciones destilaban rabia.
—No preguntes lo que es obvio. —mis labios se movieron lentamente hasta formar una ligera sonrisa.
—Te aconsejo que no lo hagas.
—Y yo te aconsejo que no te entrometas. —advertí.
—Casi te puedo asegurar que no vale la pena…
—¿Ah sí? ¿Cómo puedes decir eso si ni la conoces? Cómo se nota que a ti no te ha costado el amor, tú familia no odió a Carla, ni la menospreció, ni les reprocharon en cara un sinfín de normas y reglas cuando se casaron “ilegalmente”, ni mucho menos tú propio padre la entregó a la mafia enemiga… —negué lentamente.
—¡Nathan! —exclamó mi abuelo.
—¿Entonces es verdad? Existen rumores que afirman ver a Santiago en el puerto junto con Valerio Lorza, esperando a Toledo. —habló Gian.
—Supongo que hay partes de la historia que no concuerdan, ¿no es así, tío? —Elio miró fijamente a mi abuelo.
—No tengo porque darles más explicaciones. —negó relajando los hombros.
—No se las estamos pidiendo a usted, sino a Nathan.
—No les voy a decir nada hasta saber que beneficio obtengo de ello. —fruncí el ceño.
—De tal Don, tal pequeño Capo. —Gian bufó con sorna.
—No tengo tiempo para estas tonterías. —arrastré la fotografía de la mesa y me separé.
—¿Qué harás? ¿Enfrentarás a Impera tú solo?
—No es Impera, es la Mocro Maffia y Grosser ya los redujo a nada. —respondí palmeando suavemente mi muslo, Balto caminó hacía mí, soltándosele de las manos a Kenn.
—¿De dónde sacaste eso? —preguntó mi abuelo.
—Tal vez ya no soy Capo, pero sigo teniendo contactos y fuentes confiables, si me permiten; tengo cosas que hacer. —me giré levantando la cadena del cachorro y caminando a la salida de la casa.
—Nathan, espera. —me llamó mamá, pero quien me alcanzó fue Dan.
—Ey, espera, ¿qué planeas hacer? —se plantó frente a mí, lo empujé un poco y seguí caminando—. Con un carajo Nathan.
—Sí Grosser atacó a Sami de seguro tienen a Pam, Zack me mintió. —respondí sintiendo como el calor del enojo recorría mi sistema.
—¿Cómo estás seguro de eso?
—Me lo dijeron, lo aseguraron. —me lamí los labios.
—Nathan… —negó lentamente.
—Puede estar viva, Dan, sí Grosser atacó a Sami fue para rescatarla, eso significa que está en Alemania con Zack. —la desesperación hizo que las manos me temblaran, me sentía errático, tenía la respiración tan agitada que incluso me dolía el pecho.
—¿Qué tal si Grosser no llegó a tiempo? No sabemos para que Sami necesitaría a Pam.
—Para joderme, eso es obvio. —seguí moviéndome, él trataba de frenarme, pero eso sólo me desesperaba aún más, incluso Balto se puso ansioso y comenzó a gruñir.
—¿Para qué haría eso si ya no eres Capo?
—Por venganza, las personas te hacen más mierda cuando estás desprotegido, Legal no está, Santiago se unió a la Sacra, la Mocro Maffia e Impera podrían aniquilarnos así. —chasqueé los dedos.
—Escucha, déjame ayudarte, nos organizaremos, planearemos algo y la buscaremos, te lo prometo.
—No necesito tú ayuda.
—Nathan…
—¡Jodida mierda, que no Dan! ¡Quiero hacer esto sólo!
—¡¿Por qué?! —me regresó el grito, me giré, mis abuelos y madre venían detrás de nosotros.
—Quiero conseguirlo por mi mismo, quiero obtener el poder y así tener la seguridad de que nadie llegará de repente y me lo quitará antes de hacer algo, no tendré las manos atadas y me importará una mierda lo que quieran hacer, proteger o esconder —miré a mi abuelo— lo quiero hacer por ella, le prometí que la protegería con un equipo que ni siquiera era mío, le fallé y se lo debo. —miré a Dan.
—¿A dónde irás?
—Sí te lo digo no será sorpresa. —sonreí vagamente—. Por lo pronto iré a Catanzaro.
—Déjame acompañarte.
—No. —negué y subí a la camioneta que se aparcó en la entrada, de adentro salió un hombre para abrirme la puerta.
—Lo sabías, ¿no es así? —preguntó mi abuelo.
—Lo cuidaré, te lo prometo Maritza. —le habló a mi madre, no esperé respuesta, subí junto con Balto y miré al frente, esperando a que subiera en el acompañante, el chófer arrancó.
—¿De regreso a casa, señor? —preguntó el hombre.
—Sí.
—¿Tienes algún plan? —Raptor me miró por el espejo retrovisor.
—Viajaremos a Alemania por un tiempo.
—Feliz cumpleaños. —deslizó una caja por entre los asientos, la tomé y la abrí—. Nuevo inicio. —escuché su suspiro, detallé el glock que estaba adentro, era negro y en terminación mate, una pequeña y fina palabra estaba grabada en el mango del arma.
“Génesis”.
—Gracias. —murmuré mirando por la ventana, sintiendo un sabor acerbo en mi boca; ¿acaso en todos mis cumpleaños me nombrarían Capo de un clan diferente?, esperaba que este fuese el último.
Necesitaba desperezar mi aturdido y adormilado cerebro para poder planear perfectamente mis movimientos a partir de hoy, estaba completamente seguro de algo; no metería a mis amigos, lo haría completamente sólo, por mi cuenta, para tratar de evitar daños colaterales que me distraigan de mis objetivos.
Porque sólo una cosa estaba anclada en mi mente; tenía que encontrar a Pam y regresar con ella a como diera lugar.
Cuidaría de lo mío y pobre del estúpido que se atreva a interponerse entre ambos…
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