—¿Por qué no hay sirvientes dentro de la casa?
A la hora de hacer la cena Uriel se exaltó ante la repentina presencia de Yara en la cocina, el rey ni siquiera la había notado hasta que hizo la pregunta.
—Porque así lo he querido, ¿Algún problema? —Respondió Uriel, volviendo a centrarse en la comida de la sartén.
—¿O sea que tú haces todo solo?
—No en general. Viene una sirvienta dos veces a la semana a limpiar la mansión.
—¿Tú cocinas toda la comida? —Dudó Yara incrédula.
—Por supuesto, ¿Por qué la sorpresa?
—¿No se supone que los hombres no cocinan?
—Ese es solo un maldito pretexto machista. —Uriel dejó la comida cocinarse para enfocarse en la rubia. —¿Todas las personas comen, no? Entonces todos deberían cocinar, como una ley de vida.
—Eres... extraño, Uriel Soltani.
Luego de aquella extraña conversación y de terminar la cena se fueron a comer. El comedor estaba tenso, y a Yara le sabía extraña la comida ahora que descubrió quien la cocinaba.
En eso, Yara desvió su mirada hacia el cuadro en el que aparecían Uriel acompañado de su padre y hermana, por lo que decidió preguntar por ella.
—¿Dónde está tú hermana...?
—Definitivamente, el día en que no hagas preguntas comenzaré a preocuparme. —Murmuró Uriel a regañadientes. —Ella está cumpliendo su deber, el de toda mujer que nació con sangre real.
El Rey de sorin respondió con simpleza y sin querer dar detalles, más no se acordó de que Yara no tenía una educación normal, sin que en realidad fue bastante manipulada. Por lo tanto, Uriel se lo dijo de forma mejor detallada, aunque obligada.
—Está casada con Marcell LaRossa, príncipe heredero a la corona de Amirah... —Bufó él, disgustado. —Un hijo de puta que mi padre no pudo elegir peor...
—Se escucha como alguien malo. —Dijo Yara, preocupada.
—Malo no, idiota si es. En fin, eso no lo escuchaste de mi. —Evadió el pelinegro, regresando su atención al plato. —Mm... Ya que hablamos de los "deberes maritales" ¿Qué sabes tú de eso?
Como cosa rara, Yara no tuvo nada que contestarle, pues ella sabía poco o nada de lo que hacía una pareja en un matrimonio más que darle herederos a la nación. El cómo se hacían esos niños también lo desconocía, después de todo ni siquiera sabía lo que era una vagina.
Debido a eso, Uriel tuvo que optar por darle una pequeña e improvisada clase de sexualidad, empezando desde la anatomía y la función de los dos órganos reproductores.
—O sea que tu... ¿También tienes una vagina? —Dudó Yara tratando de entender.
—No, yo tengo un pene, ya te lo había dicho. —Respondió Uriel, sonrojado de la vergüenza. —Yo soy hombre, tú eres mujer. Somos distintos.
—¿Por qué? ¿No se supone que todos somos iguales?
—Somos distintos físicamente, es lo que quise decir.
—Dijiste que los testículos son sensibles a los golpes, ¿Eso no hace más débiles a los hombres? —Opinó la rubia, curiosa.
—No, porque nosotros tenemos músculos, nos da más fuerza que a ustedes.
—Yo también tengo músculos.
—Si, me di cuenta... —Refunfuñó el rey del sol.
Ese dato lo hacía sentir humillado, porque además de que vió los pechos de la chica cuando la curó de su herida, tambien notó que ella tenía abdominales más marcados que él. Si no fuese la hija de su enemigo le pediría la rutina de ejercicios.
—¿Cómo pudiste ocultar tantos años la verdad? —Preguntó Uriel por curiosidad.
¿Acaso ella nunca se había enfermado? ¿Nadie la bañaba o se encargaba de vestirla? ¿Cómo había logrado pasar desapercibida de la gente a su alrededor? Mínimo alguien debía saberlo...
—No fue difícil, no convivía con mucha gente. —Respondió Yara alzándose de hombros. — Solo con Alexander y Nicolle, y aún así tenía restricciones.
—¿Y cómo hacías...? —El rey tragó saliva, incómodo. —Emm... ya sabes, cuando estabas en tus días.
—¿Qué días?
—Carajo no me hagas esto más difícil. —Maldijo con impotencia. —La llegada de "Madame Becket."
—¿Madame qué? —Dudó la rubia mucho más.
Uriel quería que se lo tragara la tierra. Recordaba que su madre le enseñó a su hermana Elisa el código "La visita de Madame Becket" para referirse a los días de menstruación sin que los demás lo supieran.
—¡El sangrado joder, el puto sangrado mensual! ¿Cómo haces para ocultarlo?
—Espera, ¿tú sabes por qué yo sangro sin razón? —Yara desvió el tema.
Ya se podía ver una vena hinchada en la frente de Uriel.
—Bueno Kao, solo puedo resumir lo siguiente... —Dijo a duras penas. A decir verdad, a estas alturas le resultaba extraño llamarla "Kao". —Empiezas a sangrar cuando tu cuerpo esta listo para... tener bebes.
—¿Y cómo se hacen? Pensaba que salian solos despues del matrimonio.
—Pues no, sucede cuando un hombre y una mujer tienen relaciones sexuales. —Uriel comenzó a respirar profundamente. —Cuando un hombre y una mujer se juntan logran procrear un bebé, es decir, una nueva persona que la mujer incubará en su vientre hasta que el bébe crezca.
—¿Por qué la mujer es la que carga al niño? —Preguntó Yara.
—Porque... Si.
—¿Por qué los hombres no pueden quedar embarazados?
—Porque eso es anormal.
—¿Pero por qué?
—Porque si.
—¡Porque si no es una respuesta!
—¡Cuando se trata de la naturaleza la respuesta es esa! —Estalló el rey golpeando la mesa.
El escándalo llamó la atención de los guardias, que a pesar de que no tenían permitido entrar a la mansión se mantenían alerta por la presencia del enemigo.
—Ya pero no grites... que tus perros guardianes se mueren por morderme. —Comentó Yara entre dientes.
—Tu me haces gritar. —Uriel la culpó.
—Y eso que ni siquiera te he golpeado en los testiculos... —Murmuró.
—¡¿Qué dijiste?!
—Nada.
Uriel gruñó enfadado, más sin embargo no pudo contestarle a la rubia cuando uno de los guardias pidió permiso para pasar. El rey pensó que simplemente quería entrar para chismosear, hasta que al otro lado anunciaron que se trataba de un sirviente el que quería pasar.
Yara se sorprendió de ver al jardinero, Kenji Mango entrar en la mansión con un manojo de cartas en sus manos.
—Su majestad, le he traído cartas por parte del rey Wilson Napoleón. —El sirviente con la cabeza gacha le entregó las cartas al rey. Luego por un acto de inercia cruzó miradas con la chica en la mesa. —¡Joven Kao, que alegría verlo de nuevo!
Uriel alzó la mirada de golpe, observando como el jardinero le sonreía a su protegida.
—¿Se conocen?
—Si, el señor Mango me enseñó la granja. —Respondió Yara serena, aunque podía notar la tensión de Uriel. —¿Qué quiere el viejo de Wilson? ¿Saber si no me mataste?
—De seguro. —Dijo Uriel irónico mientras seguia ojeando las cartas. En eso, tomó dos de ellas y se las extendió. —Supongo que estas son para ti.
—¿Para mí?
—Aunque no te has portado tan bien como esperaba, te lo dejaré pasar. —Comentó el rey. —Después de todo, soy un hombre de palabra.
Yara sujetó las cartas extrañada, al leer la correspondencia sus ojos se iluminaron de emoción y arregocijó las cartas en su pecho para salir corriendo a su habitación.
No sin antes darle un abrazo de agradecimiento a Uriel.
El Rey de Sorin quedó estática ante el contacto, pero la felicidad en el rostro de la chica lo hizo retractar su queja.
Yara subió rápidamente a leer las cartas de parte de Nicolle y Alexander...
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Comments
Gilma Ortega
ja ja Yara vas a volver loco con tanta preguntadera al malumorado del rey Uriel
2024-11-21
1
Taylor Suárez
Ni yo hice estas preguntas /Facepalm/
2024-10-15
2
Taylor Suárez
Quien?
2024-10-15
2