Dos años después, cuando ella tenía catorce y Alexander trece, un nuevo reino se sumó a los planes bélicos de sus padres. Con él, también llegó un nuevo compañero al círculo de juegos... o más bien, una compañera.
El aliado se trataba del rey Fabio Girardot de Idalya, quien realmente no tuvo muchas opciones: o se unía como aliado, o era conquistado. Y como era evidente, prefería evitar la humillación de una derrota.
Así que comenzó a asistir a las reuniones en la isla de Platina, llevando consigo a su hija menor. Aunque su presencia parecía casual, sus intenciones eran otras: asegurarle un matrimonio a su hija con alguno de los príncipes.
Al principio, el rey Kao Altaluna se opuso rotundamente a la presencia de la princesa, pero nada más unas cuantas palabras de Thomas Loretti bastaron para lograr convencerlo y hacerlo ceder.
Era curioso cómo Thomas Loretti lograba lo que nadie más podía: contradecir al rey de Platina sin despertar un tsunami.
Ella y Alexander solían bromear sobre eso, riéndose de cómo el padre de Alexander podía domar la rabia del suyo. Todo lo contrario a ellos, donde el liderazgo recaía casi siempre en ella.
Lo gracioso era que, a pesar de su menor tamaño, era el príncipe quien marcaba el rumbo, tomaba las decisiones y guiaba los juegos.
Cuando la princesa de Idalya llegó, fue ella quien tuvo que arrastrar a Alexander para que la acompañara a darle la bienvenida. El príncipe de Arcelia no mostraba interés en conocer a "una niña", prefería quedarse bajo el árbol de duraznos, absorto en sus libros, mientras Kao practicaba sus maniobras de artes marciales.
En cambio, ella estaba ansiosa. Nunca había conocido a una princesa, y la curiosidad le carcomía el pecho... ¿Cómo sería? ¿Cómo se comportaría alguien que vive rodeada de vestidos, joyas y protocolos?
Y la respuesta no la defraudó.
Era verdaderamente hermosa. Alta, no más que Alexander, pero sí más que ella. Ojos de un tono lima, casi dorados, y rizos largos color caramelo que caían como cascadas sobre sus hombros. Su vestido verde esmeralda brillaba bajo el sol, y por un instante, Kao se sintió hipnotizada. Alexander, por el contrario, ni se inmutó.
—Hola, soy Nicolle. —Se presentó la princesa con una cálida sonrisa.
—¿Y qué te doy, un premio? —Respondió Alexander, despectivo. Kao lo golpeó con un codazo.
—Yo soy Kao, y este es el idiota de Alexander. —Dijo, mientras hacía una reverencia en señal de respeto.
—Jeje, mucho gusto, príncipe Kao. —Contestó Nicolle con simpatía. El "príncipe" rubio de Platina le parecía encantador, de alguna forma. —¿Qué les gusta hacer, chicos? A mí me gusta leer, pasear...
—Seguramente nada que le interese a una niña como tú. —Interrumpió Alexander.
—Pero Alexander... a ti también te gusta leer. —Murmuró ella, desconcertada.
—Vámonos, Kao. Recuerda que es hora de ver la pelea de palomas. —Convidó el príncipe de Arcelia, tomando la mano de su amigo para llevárselo.
—¿Pelea de palomas? —Dudaron ella y Nicolle al unísono, confundidas.
—S—Sí... A nosotros los hombres nos gusta ver peleas de animales. —Dijo lo primero que se le ocurrió. —¿No es cierto, Kao?
—¿Pero eso no es muy cruel? —Cuestionó Nicolle, horrorizada.
—Una niña jamás lo entenderá. —Comentó Alexander, vanidoso. —Vámonos, Kao.
Ella estaba confundida, no entendía por qué su mejor amigo actuaba de esa manera tan cruel. Le dolió ver la expresión triste de la princesa Nicolle, siendo abandonada sin razón. Por lo que a mitad del camino, incapaz de contenerse, se detuvo y lo enfrentó.
—¿Por qué fuiste tan grosero con la princesa? —Reclamó, visiblemente molesta. —¡Las palomas ni siquiera pelean, ni que fueran gallos!
—Porque es una niña, y las niñas son estúpidas. Papá lo dice todo el tiempo. —Recalcó Alexander.
Aquella frase le provocó un vacío inexplicable en el pecho, tal vez porque era la misma que había escuchado tantas veces de los labios de su propio padre.
—¿O acaso te gusta? ¿Eh? ¿Es eso? —Añadió él, burlón.
—¡No! ¡Qué asco, no me gusta! —Exclamó, indignada. —Solo pensé que podía ser nuestra amiga. Le gusta leer, igual que a ti.
—Pero de seguro no leerá nada interesante, solo tonterías románticas. Yo leo cosas de verdad: libros de guerra, historia y estrategia. —Exageró, inflando su "masculinidad".
—Tú también lees esas cursilerías en secreto.
Alexander se detuvo de golpe.
—¿Qué? ¡Repite eso!
—¡Te gusta leer como las parejas se besan y hacen el amor! ¡Yo lo vi! —Le recriminó.
—¡Arrepiéntete! —Gritó el joven, rojo como un tomate.
Ella negó con la cabeza y empezó a hacer sonidos exagerados de besos, provocando que Alexander se enfadara aún más y diera inicio a una pelea improvisada, como tantas otras. Por supuesto, ella lo venció. Como siempre.
Pero esta vez era distinto, para Alexander no era juego. Esta vez, él quería ganar.
Al verse derrotado, el príncipe de Arcelia no se reincorporó con una sonrisa ni con la mejor actitud. Simplemente se levantó en silencio, con el orgullo herido, y se marchó sin mirar atrás.
Era la primera vez que Alexander se enojaba con ella.
Al principio se sintió mal, incluso culpable. Sin embargo, pensó que lo mejor era dejar a Alexander solo, tal vez así reflexionaría.
Mientras tanto, decidió buscar a Nicolle, quien paseaba sin rumbo por los jardines del palacio, claramente aburrida.
—Disculpa a Alexander... es un idiota. —Dijo ella desde detrás de la princesa, provocando que la princesa se sobresaltara.
A veces sin quererlo, terminaba siendo una maestra del sigilo.
—¡Oh, me asustaste, Kao! —Exclamó Nicolle con una risa nerviosa. —No te preocupes, estoy bien... ¿Fueron a ver la pelea?
—Las palomas no pelean. —Respondió, rodando los ojos por el invento de su amigo. —Son criaturas pacíficas. Solo lucharían por comida... y, bueno, ¿Quién no lo haría?
—Por algo son símbolo de la paz... —Murmuró Nicolle, bajando la mirada, acomplejada. —Oye, no le digas esto a nadie, sé que no me incumben los asuntos de hombres y que sonará tonto, pero... ¿Nunca has imaginado cómo sería un mundo sin guerras? Sin hambre, sin provocar sufrimiento...
—No es tonto. —Afirmó el príncipe de Platina, con una sinceridad que la sorprendió a sí misma. —Es lo más sensato que he escuchado en mucho tiempo. De hecho vivimos en relativa paz, y aun así buscamos la guerra intencionalmente. Se supone que eso es lo que les gusta a los hombres... y no entiendo por qué.
—¡Jaja! Pero tú eres hombre, deberías tener la respuesta. —Rió Nicolle.
Ella se tensó. Esa frase, dicha con tanta naturalidad, le removió otra vez esa duda punzante: ¿Por qué se sentía tan diferente a los demás hombres? ¿Por qué esa etiqueta la acomplejaba tanto?
Pero lastimosamente, eran pensamientos que no podía permitirse, sentimientos que debía reprimir. Así que solo sonrió, como si nada.
Decidió evadir el tema para evitar seguir pensando en lo que sentía, y propuso un juego. Era uno de búsqueda, sencillo pero entretenido: alguien escondía un objeto, y los demás debían encontrarlo guiados por pistas como "frío", "tibio" o "caliente", según la cercanía.
Ella y Nicolle jugaron durante toda la tarde, entre risas y carreras por los jardines. El juego no era brusco, pero tampoco aburrido. Hasta que en un momento, Alexander apareció a lo lejos, cabizbajo. Había estado observándolas desde la distancia, y no pudo resistir las ganas de participar.
—¿Pu-Puedo jugar con ustedes? —Titubeó Alexander, con el temor de no ser bien recibido.
El príncipe de Platina miró a Nicolle, dejándole la decisión. Esta simplemente liberó una sonrisa y le extendió la mano en gesto de bienvenida.
—¡Por supuesto! —Accedió.
Y así, el círculo de amigos creció. Eran, sin saberlo, el reflejo de la alianza que sus padres habían formado. Solo que ellos no buscaban poder, ni tierras, ni sangre... ellos solo querían jugar.
Mientras los adultos tejían pactos para destruir hogares y arrebatar vidas, ellos construían algo distinto: una amistad que, por ahora, era lo más valioso que conocían.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 86 Episodes
Comments
Rojas Suárez Taylor
Hijo del 😈...😂🤣😂🤣
2024-10-15
2
Rojas Suárez Taylor
Es un niño?
2024-10-15
2
moon 1
jajajaja lo pillaron /Facepalm//Facepalm//Facepalm//Facepalm//Facepalm/
2024-10-06
3