Capitulo XIX. Investigación

En la frontera, los escuadrones de soldados destacados allí, han visto movimiento extraño de carretas con diferentes tipos mercancía y carga. En una requisa, confiscaron un cargamento de contrabando. Eso genero sospechas en el joven Conde Erick, nuevo regente de las tierras del condado Almagro. Este era el hijo mayor y Heredero del Conde Almagro, el cual se le dió la oportunidad de demostrar que no era igual a su padre, administrando las tierras del condado, y protegiendo parte de las frontera del Reino.

Estaba a cargo de revisar la zona fronteriza. Y de velar por la seguridad de las frontera del Reino y de la gente de su territorio.

Al confiscar el cargamento comenzó a investigar quienes eran los responsables del envío de eso, y porque no lo habían reportado en la aduana de la ciudad, antes de dirigirse a la frontera, como debía hacerse según la norma.

En su investigación descubrió que varios nobles de la capital, estaban involucrados en el envío de contrabando, enriqueciendose a costa del Reino y de sus habitantes. Uno de esos nobles, integraba la corte y encabezaba las fuerzas militares del Reino. Inclusive era el consuegro del Rey Eduardo, y según arrojo la investigación a cargo del joven Conde, este noble se jactaba que era intocable por su relación cercana con la familia real.

Si, este noble era el padre de la Princesa heredera Cassandra, el general de las fuerzas militares de su majestad el Rey Eduardo, el Duque Alexander.

Aún cuando la investigación daba como cierto el nombre del general como uno de los nobles involucrados en actividades ilícitas, y los nombres de otros nobles de la corte, entre ellos el ministro Scott, al no tener pruebas irrefutables de sus delitos, el joven Conde Almagro, no podía hacer nada. Por qué? Por la reputación que él arrastraba debido a las acciones realizadas por su Padre.

Por lo cual debe estar seguro, antes de poder acusar ante el Rey, a su consuegro, general y amigo, el Duque Alexander.

- Qué hará, excelencia? - pregunto su asistente, Sir Leo, al joven Conde Erick Almagro.

- Seguir investigando hasta que tengamos pruebas concretas. - dijo pensativo - pero igual enviaré correspondencia con los hallazgos de nuestra investigación al Príncipe Heredero. Estoy seguro que él nos apoyará. - dijo mirando como sus guardias escoltaban a los dos conductores de dos carretas de carga, y a los hombres que los escoltaban, y que parecían mercenarios, ya que no tenían ningun emblema que los indentificara como parte de la guardia de alguna casa noble. Seguramente eso era para despistar a quien los viera y se le ocurriera preguntar.

- Está seguro que el Príncipe Heredero lo apoyará, excelencia? Recuerde que el general es su suegro, padre de su Alteza, la Princesa Cassandra. - inquirió preocupado su asistente.

- Aún sino me apoya por mis antecedentes familiares, quedará la duda y no tendrá otra cosa que hacer, más que investigar, para limpiar el nombre del padre de su esposa. - explico y aseveró el Conde Erick, mientras seguía viendo cómo abrían la segunda carreta, y que sorpresa se llevaron, tanto los guardias que estaban en la operación como el joven Conde y su asistente, cuando vieron alrededor de una docena de niñas, adolescentes, y mujeres jóvenes, la mayoría abrazadas entre si, las unas a las otras. Algunas con vestidos de calidad, y la mayoría con ropa humilde y desgastadas. Asustadas y llorando.

Cuando los guardias abrieron las puertas y cortinas, varias comenzaron a gritar muy nerviosas, creyendo que les harían daño. Les costó mucho a las dos guardias mujeres que se encontraban allí, y formaban parte de la operación, calmarlas. Ya que las jóvenes no querían que ningún hombre se les acercará.

Estaban muy traumadas. Ninguno podía imaginar por lo que esas niñas y mujeres habían pasado.

- Esto es peor de lo que creí. - dijo sorprendido el Conde Erick. "Que hago ahora?", penso Erick sin saber que hacer.

- Qué me aconsejas, Sir Leo? - pregunto Daniel a su asistente. Este se quedó observando, mientras miraba cómo bajaban a las niñas y mujeres del carruaje en que las llevaban, y eran guiadas al lugar donde estaba la médico que las atendería. Tenían también un sanador mágico por si hacia falta.

- Es urgente informar a su Alteza, el Principe heredero. Y se debe seguir con la investigación, así como reforzar la seguridad en las fronteras aquí. Y con respecto a estas personas, se les debe alojar en la mansión, y que nadie delate su presencia. El equipo medico les atenderá de las lesiones físicas que presenten, pero también su parte mental. Si usted está de acuerdo, comenzaremos con esta tarea, excelencia. - sugirió de forma humilde sir Leo al Conde Erick.

El Conde lo pensó un momento. En realidad eso haría él, por eso se llevaba bien con su asistente. Pensaban de manera similar.

- Estoy de acuerdo. Envia un mensajero de confianza con la información y que solo la entreguen en las manos del Principe heredero. Avísame cuando esté listo. - indica el Conde y se retira, mientras sir Leo hace una reverencia y termina de supervisar, lo que se había convertido en una operación de rescate.

**********

Mientras tanto, Cassandra se había distraído de sus deberes como Princesa Heredera, y estando en su pequeño despacho, se quedó mirando por la ventana. Solo pensaba como estará su madre.

El día anterior había intentado verla por enésima vez, y el general se negó a que ella visitará la mansión del ducado.

Recuerdo.

- Padre, por favor, déjame ver a mi madre. Ha pasado mucho tiempo. Demasiado tiempo. necesito verla. - pidió casi suplicando Cassandra. Algo que no era digno de la Princesa Heredera del Reino.

- He dicho que no - trono el general - ella está bien, conformate con saber eso - afirmo molesto su padre, bajando el tono de su voz.

- Aún no entiendo porque la tienes encerrada. Ya lo sé todo. Y no tiene caso que la tengas encerrada. Por lo menos déjame verla aunque sea de lejos, padre - volvió a pedir Cassandra con los ojos llenos de lágrimas.

El general sabía que no podía volver a gritarle. Cassandra era miembro de la familia real y aunque era su hija, podían meterlo a los calabozos, si la llegaban a insultar o lo que él dijera se entendía de esa manera.

Así que con expresión molesta, hizo una reverencia ante su hija, y dijo,

- Lo siento, Alteza. - y se retiró del salón del palacio del Principe Heredero.

Cassandra solo vio alejarse a su padre, y luego que cerro la puerta, ella se dejó caer en el sofá y comenzaron a salir libremente las lágrimas, corriendo por sus mejillas.

- No entiendo. Por qué no deja que la vea,? Qué pasa? Hay algo más que no sé? - susurro para si misma Cassandra, mirando la puerta cerrada.

Fin del recuerdo.

Cassandra estaba decidida a investigar que sucedia en la mansión de sus padres. Su madre al menos le escribia y mandaba las cartas con su doncella, pero habían pasado meses desde que le habían entregado la última carta.

También sospechaba que algo raro había con los negocios de su padre. Durante su trabajo, había visto documentos que indicaban que estaba recibiendo más dinero del que debía por los negocios y sociedades que tenía en el reino. Es decir, las cuentas no coincidían.

Así que lo comentaría con su esposo, el Príncipe Brahim. Entre las tareas que se le habían asignado estaba esa parte del trabajo en el palacio. Aún cuando es su padre, no podía permitir que se enriqueciera a costa del Reino y su gente.

**********

Lo que no sabía nadie era que la Duquesa Rebecca había escapado del ducado hacia unas semanas. Y el general había escondido este hecho hasta de sus sirvientes.

Cómo había escapado? Con su magia había logrado conseguir la forma de romper el hechizo de atadura que le tenía el general. Y una noche reunió algunas cosas y se fue de la mansión sin ser vista.

Por eso Cassandra no había recibido más cartas, y tampoco se había visto más a la doncella de la duquesa, ya que se había ido con su señora.

La duquesa estaba intentando llegar al Reino Fireland, donde sabía aún tenía familia en la realeza. Solo esperaba que la ayudarán y apoyarán, para poder escapar por completo del general Alexander. Lo único que quería era el divorcio, pero cuando se lo manifestó a su esposo, este lo negó. Y la sometió a estar con él en la intimidad, encerrada en los aposentos del general, durante varios días, sin ella poder negarse, por el hechizo de atadura.

Y aunque parezca increíble, la duquesa estaba embarazada de nuevo. Esto no lo sabía el general, ni nadie. Solo ella y su doncella. Por esa razón había decidido irse del ducado. Está vez, no dejaría que utilizará a su hija para su beneficio.

Si. La duquesa presentía que este embarazo era una niña, pero no sentía aura mágica en ella. Está era una razón adicional para que protegiera a su bebé por todos los medios posibles. Aunque significara no ver o hablar más, con su hija mayor.

**********

Mientras tanto, el Príncipe Brahim discutía con los miembros de la corte real. Intentaban nuevamente que él aceptará una concubina.

- Les repito nuevamente que no tomaré concubinas. - elevó la voz el Príncipe. Era la tercera vez que lo decía y ya le estaba costando mantener la calma.

El Rey Eduardo solo observaba, en esta oportunidad su Reina Isabella, estaba sentada junto a él, al ver la situación, la Reina miró al Rey, y entonces entendiendo lo que Isabella quería decirle y viendo la reacción de su hijo, intervino,

- Señores ministros, tengan en cuenta que aún no acaba el plazo que se le dió al Príncipe Heredero para tener un hijo con su esposa. Así que respetemos la decisión del Principe Brahim en este momento, y en unos meses volveremos a hablar del asunto. - concluyó el Rey, haciendo que todo el mundo hiciera silencio.

La Reina miró al asistente del Rey haciendo un gesto, y entonces anunciaron que concluía la sesión de hoy, y comenzar a salir todos del salón del trono.

Al quedar solos el Rey Eduardo, la Reina y su hijo el Príncipe, conversaron,

- No te preocupes, hijo. Ya hablé con tu padre y acelerará el proceso para derogar esa ley tan obsoleta. El Rey no debería depender de concubinas para tener un Heredero. Eso debería ser conversado y hablado con su Reina. - explicó la Reina Isabella mirando a su majestad, el Rey.

- Cierto, Eduardo? -

El Rey no le llevaría la contraria a su Reina.

- Cierto, mi Reina. No te preocupes, hijo. En estos meses el proceso estará listo, junto a una nueva ley que reglamente esto, y podrás tranquilo gobernar junto a tu esposa, sin importar si tienen hijos o no. -

- Ustedes han demostrado que pueden llevar las riendas del Reino de forma eficiente. Y tienen nuestra bendición para gobernar cuando sea el momento. - le dijo la Reina a su hijo acercandose a él y dandole un beso en la frente.

De esta manera, los reyes les dieron el apoyo a su hijo, el Príncipe Heredero Brahim, y su esposa la Princesa Cassandra.

**********

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Comments

Irene Salas

Irene Salas

Me da mucho gusto que la mamá de Cassandra se haya podido escapar de ese desgraciado que abusaba de ella, ojalá pronto le saquen sus trapitos al sol y lo sentencien a la horca por sus delitos😡

2025-03-22

1

Eleonor Baker

Eleonor Baker

Y ahí tú también Dices yo no tomé concubinas, no es necesario señores ministros, así que tranquilos

2025-01-09

1

Liliana Barros

Liliana Barros

Que diferencia entre el amor de los padres del príncipe por él y el padre de Casandra. Ojalá la madre de ella logre llegar con su familia

2024-12-09

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