Capitulo VII. Dia de la Boda Real.

Ya había llegado el día de la boda. Casandra había vuelto a discutir con su padre minutos antes de que las jóvenes que este había contratado comenzaran a prepararla, maquillandola y peinandola para la ocasión. Ahora estaba vestida con un hermoso traje de novia blanco y con detalles dorados y rojos en la cinta que adornaba la falda y en su cintura llevaba un gran lazo rojo.

Se quedó mirando la forma en que caían los rizos alrededor de su rostro. Le habían dejado el cabello suelto en rizos y este le llegaba hasta la cintura. Las zapatillas que llevaba puestas eran blancas con detalles en dorado y llevaba unos guantes blancos hasta el codo.

El maquillaje era algo llamativo para su gusto pero así lo había indicado su padre. El Duque probablemente lo ordeno así, para hacerla parecer de mayor edad a lo que ella era. Luego de mirarse un rato al espejo, y de pensar que le hubiera gustado que el Duque dejara que su madre la acompañará en ese momento, su hermano llegó, tocando su puerta, para llevarla al palacio donde se realizaria la boda.

El viaje en carruaje fue corto. O al menos así le pareció a Cassandra. En un carruaje iba ella y su hermano junto a su doncella personal, y en el otro iba el Duque. Este no le permitió a la Duquesa asistir al matrimonio. Esto tenía triste a Cassandra.

Al llegar al palacio, fue su hermano Ciro quien la ayudó a bajar del carruaje, para luego llevarla al jardín real, donde habían colocado una especie de capilla para realizar la boda al aire libre. Y luego, acompañarla hasta el altar pues ya el príncipe la esperaba. Su padre, El Duque, se había adelantado y ya se había ubicado junto a la corte real, a un lado del altar, donde ya estaba de pie, esperandola, el Príncipe Brahim.

Luego, de que los declararán formalmente unidos en matrimonio. Se procedió a proclamar a Cassandra como Princesa heredera, y la Reina Isabella le coloco la tiara que indicaba esto.

Luego ambos, Brahim y Cassandra, bajaron tomados de la mano, saludando y caminando. Mientras tanto, Cassie mantenía la sonrisa en su rostro, y solo pensaba en como lograr lo que no pudo hacer bajo la tutela de su padre.

Casandra tenía pensado luego de casarse, pedirle al Príncipe que le pusiera un maestro de magia para aprender a manejar su poder. También intentaría convencerlo de que la dejara realizar algún entrenamiento físico. Le hubiera encantado aprender a manejar la espada, esperaba poder hacerlo con la ayuda de su ahora esposo. Esperaba que el Príncipe tuviera la mente abierta y la ayudará, cosa que no logró con su padre.

Sin darse cuenta, ya ambos estaban en fiesta organizada por la Reina, celebrando su unión. Cassandra solo quería que terminara aquello. Pero a la vez sabía, que al terminar tendría que enfrentarse con el principe, en la habitación que les asignarán para su noche de bodas.

Cómo en nubes, Cassandra bailo, el primer baile con su esposo, abriendo este. Luego, bailaron con el Rey y la Reina, y luego se fueron incorporando otros nobles al baile.

A medida de que avanzo lo suficiente la fiesta, fue Brahim quien dijo,

- Esposa, es hora de retirarnos. - le dijo en voz baja, mientras besaba el dorso de su mano. Ella se había quitado los guantes. - Nos iremos en silencio. - le indico Brahim, sin dejar de mirarla.

Ella asintió sin apartar la mirada. Cassandra no podía descifrar la mirada de Brahim.

Se levantaron de sus asientos designados, y bailaron una pieza. Cassandra se puso algo nerviosa, ya que Brahim paso su mano por su cintura pegando el cuerpo de la chica al suyo. Aún cuando tenía cantidad de telas en su vestido que la cubrían, sentía el calor que desprendía el cuerpo de su esposo. Eso la hizo estremecer.

- Tienes frío? - le preguntó el Príncipe, dándose cuenta que temblaba y pensando que era por frío.

Cassandra lo miró.

- Si, un poco, Alteza. - respondió Cassandra.

En respuesta, el Principe la acercó más a él. Terminaron la pieza, y Brahim tomandola de la mano, se alejo, para luego dar la orden que la llevarán a su aposento. Cassandra fue con la señora que él había indicado.

Y mientras tanto, Brahim la observo un momento. Su esposa era hermosa. Suspiro al recordar su edad, se dió la vuelta y se fue en dirección contraria a la habitación ajena, y José, su asistente, lo acompaño. Allí, el mayordomo lo ayudó a prepararse para su noche de bodas.

- Que logre concebir al heredero está noche, Alteza. - le deseo de buena manera José, haciendo una reverencia. El Principe Brahim lo miró serio.

- No seas tonto. Sabes que no haré nada de eso con esa niña. - replicó el Principe molesto.

- Y que piensa hacer, Alteza. Sabe que si la Princesa Cassandra no llega a embarazarse durante este año, los ministros de la corte real, comenzaran a pedir que la degrade a concubina, o en su defecto le buscaran una concubina que cumpla los requisitos para que le de herederos al reino. -

- Lo se. Es más ya deben estar buscando en este momento. - dijo el Príncipe con un suspiro. - Esperemos a ver que plan tienen. Por lo pronto, no obligará a Cassandra a nada. - respondió el Príncipe, saliendo de su habitación y dirigiéndose a los aposentos de la ahora Princesa heredera.

**********

- Cassandra, no estés nerviosa. No voy a tocarte hoy. Solo dormiremos. Se vería muy mal que yo no estuviera en la misma habitación que tú en nuestra noche de bodas. Así que dormiré contigo. - le dijo el Principe en voz baja, mirándola a los ojos.

Ella se sorprendió ante estás palabras.

- Esperaré a que crezcas un poco más, para que estemos juntos, y así puedas darme un heredero. Así que no tienes de que preocuparte. - le explicó él acariciando su mejilla.

Ella lo miró un poco preocupada.

- Que le diré a mi padre cuando pregunte por la consumación de nuestro matrimonio, Alteza?

- Que yo estoy complacido contigo. Solo eso. Luego de eso no debería preguntarte nada más, porque eres la Princesa heredera, mi esposa, y solo debes hablar conmigo de esos temas, con nadie más. Entendido? -

Cassandra asintió. El volvió a acariciar su mejilla, deslizando suavemente sus dedos por su piel hasta su cuello. Y de ahí por su brazo, tomando su mano de nuevo y besando su dorso y su palma.

- Ve a vestirte para dormir. Debes estar cansada.

**********

Brahim fue el primero en despertar. Aún tenía entre sus brazos a Cassandra. De alguna manera, ella estaba sobre su pecho plácidamente dormida. El podía observar su rostro. Era muy hermoso, su piel muy suave. Los rizos de su cabello brillante y oscuro caían descuidadamente sobre su rostro y sobre el pecho ajeno.

Le parecía increíble que fuera la misma niña que vio hace años en una de sus fiestas de cumpleaños. Y aún cuando se habían visto hace unos días, ella solo miraba hacia el piso, mientras apretaba la mano de su madre, haciendo que el cabello tapara un poco su rostro y no se viera bien. Y además, el estaba molesto en ese momento y tampoco observo bien el rostro de la joven frente a el, en ese momento. Era la misma chica, a la cual le enviaba notas, observaba, y prácticamente molestaba cada vez que podía. La chica le había gustado desde el primer momento en que la vió. Esperaba ganarse su corazón. Que todas las cosas tontas que el le hizo, no la hayan hecho odiarlo, al menos no tanto.

Brahim miraba su rostro, mientras acariciaba su mejilla. Ahora Cassandra era su esposa. Sin querer se había casado con la chica que siempre había deseado. Le dió un suave beso en la frente, provocando que Cassandra comenzará a despertar. Ella se estiró sobre el cuerpo de su esposo, produciendo una respuesta involuntaria en el cuerpo ajeno. Brahim se sorprendió. Nunca le había sucedido que una mujer con un roce tan casual le pudiera provocar esas sensaciones en su cuerpo.

Cuando Cassandra abrió los ojos y se vio sobre el cuerpo del Principe, se sorprendió y enseguida se apartó.

- Disculpe, Alteza. No fue mi intención invadir su espacio. - dijo ella. aún sabiendo que era tonto lo que decía. El principe invadió su espacio la noche anterior, cuando la abrazo para dormir.

- Eres mi esposa. Está bien. No pasa nada. - respondió el mientras acariciaba su mejilla.

Cassandra tembló. Aún cuando no era indiferente a su toque, en realidad no quería que la tocará. Se apartó un poco, y se incorporo.

- Disculpe, Alteza. - dijo en voz baja para ir al baño. Al levantarse se dió cuenta que el Príncipe tenía una gran problema más abajo de su cintura. Cassandra se sorprendió y tapándose la boca, casi corrió y se encerró en el baño. Lo que escucho fue la risa del Principe. Ella nunca había visto a un hombre así, aún tapado con la sábana, menos d*snud*. De modo que le dió mucha vergüenza verlo. Al mirarse en el espejo estaba muy sonrojada, casi como un tomate.

Brahim vio la puerta del baño cerrarse tras Cassandra y rio entre dientes. Ella se asustó cuando vio como las sábanas en su parte baja estaban elevadas como una montaña.

Al ver que Cassandra no saldría pronto del baño, decidió levantarse y colocándose un abrigo largo sobre la pijama se retiró a sus habitaciones. Luego, hablaría nuevamente con su Princesa.

**********

Los días fueron pasando. Tanto al Príncipe como a la Princesa heredera se le asignaron actividades que tenían que ver con el manejo del Reino. Así que pasaban la mayor parte de sus días ocupados, por lo que no se veían tanto como el Principe hubiera querido. A Cassandra no le importaba no ver a Brahim.

El asistente del Principe, le señalo que debía hacer tiempo para estar con la Princesa. Cómo se ganaría su corazón, si casi nunca se veían.

Mientras tanto, como Cassandra le había dicho al Príncipe Brahim, el General le preguntó si había cumplido con su deber de esposa durante la noche de bodas, y que le había dicho el Principe? Y ella respondió con las palabras exactas del Principe.

- El quedó complacido conmigo, padre. - respondió Cassandra en voz baja, y bajando la vista.

- Espero que cumplas con tu deber y le des un heredero rápido, hija. De esa manera, aseguras tu puesto como futura reina, impides que traigan concubinas, y aseguras los beneficios que tiene nuestra familia. - explicó con una sonrisa su padre.

- Si, Padre. - respondió Cassandra. - Puedo ver a mi madre? - le preguntó alzando la vista y mirando al General. Este la miró, pensando en su petición.

 - Aún no. - respondió el General. - Cuando sea posible te lo diré, hija. Veré a su alteza antes de retirarme. - concluyó el padre de Cassandra mientras se encaminaba al gran salón del trono, donde se realizaban las reuniones, con todos los ministros de la corte, el Principe heredero Brahim y por supuesto, El Rey Eduardo.

Cassandra se quedó observando a su padre. No entendía porque su insistencia de no dejarla ver a su madre luego de la boda. Suspiro y siguió su camino.

Cassandra había logrado que el Principe le consiguiera un Maestro de magia con el cual estaba aprendiendo a controlar su poder, y también había aceptado dejarla entrenar algunos días. Entrenaba sola, para evitar que hubieran habladurías de ella y del principe.

Todo esto lo hacía en secreto. Solo el Principe Brahim sabía que ella estaba entrenando y practicando su magia.

**********

Mientras tanto, en el gran salón del trono, el Rey Eduardo y El Principe heredero Brahim, discutían con los ministros de la corte, ya que no querían aprobar una ley que protegía a las mujeres jóvenes que eran tomadas como esposas por los nobles debido a que sus matrimonios eran arreglados desde antes de nacer ellas. En la propuesta de ley decía que se debía esperar hasta que cumplieran la mayoría de edad para que la joven pudiera casarse, aún con permiso de los padres, y en caso contrario, cuando las circunstancias obligaran a la joven a casarse antes de dicha edad, el esposo debía respetarla hasta su mayoría de edad, momento en el cual podría ser consumado el matrimonio.

Obviamente a ningún noble le convenía que aprobaran está ley. Ya que muchos negociaban con sus hijas desde antes de nacer, cómo sucedió con Cassandra, para hacer prosperar sus negocios. Y no les importaba que sucediera con sus hijas.

Así como había un pequeño porcentaje que si estaba de acuerdo con la ley, y que les importaba el bienestar de sus hijas más que sus negocios. Igualmente, había los viejos que se casaban con mujeres jóvenes o niñas solo por el gusto de tener su pureza.

Así que cuando fue anunciado el General Alexander, padre de Cassandra, que iba entrando al salón y escuchó lo que sucedía. Se sorprendió. "Cómo podían estar hablando en serio de aprobar una ley así?" pensó. "Esto sería un inconveniente para todos si lo aprobaban".

- Majestad, no creo que se deba aprobar esta ley en este momento. Recuerde que la Princesa Heredera aún no tiene mayoría de edad. Si la aprueban, ella no podría concebir como es su obligación, al heredero que usted tanto desea para el reino. -

**********

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Comments

Irene Salas

Irene Salas

Tenía que ir a opinar el viejo retrógrada ese, claro como a él no le conviene eso, a como dé lugar quiere el poder sobre su hija, para poder mangonear las leyes a su favor y tener sus negocios sucios sin que nadie pueda tocarlo😡

2025-03-21

1

Eleonor Baker

Eleonor Baker

Ahora eres,la princesa, exígele ver a tu mamá

2025-01-09

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