Ya ha pasado una semana de la ceremonia de unión entre Lady Alexa y el Ministro Scott. Y la joven está pasando un infierno en la mansión de este. La Condesa Scott la está tratando peor que a la servidumbre, ya que es la única concubina del ministro. Él nunca se había atrevido a meter una concubina a la mansión. Ni siquiera cuando vio que la actual condesa ya no podía tener hijos, y solo le había dado dos hermosas hijas. Inclusive llegaron a un acuerdo que cuando lograrán casar a una de ellas con alguien de su agrado, esa sería la que heredaría el condado, o más bien el esposo de esta.
Pero al ver que el ministro había llevado una concubina a la mansión y sin haber consultado con su esposa, esto hizo que la Condesa enfureciera hasta el punto que trataba a Alexa peor que una sirvienta.
Lo que no sabían ellos era que tenían una bomba de tiempo en sus manos. El padre de Alexa nunca le explicó al ministro que debía tener cuidado en cómo trataba a la joven.
Afortunadamente, le llegó una carta al ministro avisándole del peligro que representaba Alexa para su familia, debido a que no sabía manejar bien su magia, y su falta de control sobre la misma. La carta sugería que hiciera que un maestro de magia especialista sellará el poder de Alexa. Aún cuando ella sería perjudicada desde diferentes puntos de vista, el Conde pensó que lo haría.
Así que unos días después de recibir la carta, un maestro de magia selló la magia de Alexa. La joven en cuanto supo lo que le harían, se opuso a que la hicieran pasar por eso. Al final la obligaron y luego de ser su magia sellada, lo único que sintió diferente fue una debilidad general en su cuerpo.
- Eres un tonto. Pudiste haber tenido hijos varones con magia poderosa, ministro - reclamo Alexa al Conde Scott cuando la llevaron a su cuarto y la dejaron sentada en su cama. Alexa lloraba, su posibilidad de escapar con vida de esa casa se perdió cuando sellaron sus poderes.
El ministro Scott entendió que había cometido un error. Pero no lo dijo en voz alta. Solo la dejo allí, y se fue.
Allí quedó sellado el destino de Lady Alexa.
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Paso el tiempo y la relación entre el Principe Brahim y la Princesa Cassandra, mejoraba cada día. Pero aún el matrimonio no estaba consumado. y el rumor de la posible esterilidad de la princesa la perseguía en todas partes, así como al príncipe.
La corte real no perdía tiempo en cada reunión para recordar al príncipe que debía buscar una concubina y que la corte también seguía en su búsqueda. Y por su lado, la princesa en cada reunión de té a la que asistía, le recordaban sutilmente que debía tener un heredero. Y sino lo había tenido era porque ella era estéril, insinuaban sobre todo las damas mayores.
Habían llegado al punto, en que alguna joven dama no la respetaba y cometía la tontería de decírlo en su cara. Y la Princesa Cassandra obviamente se defendía, y esa joven era penalizada por faltarle el respeto a un miembro de la familia real. No sería invitada a las siguientes actividades realizadas por la princesa durante un tiempo.
Sin embargo, algunas veces, Cassandra había llegado al punto de usar su magia para elevar la temperatura en el salón donde se realizaban las reuniones de té, lo que obviamente finalizaba la reunión, las damas comenzaban a retirarse por el calor en el lugar, mientras la Princesa se reía discretamente junto a su doncella.
- Majestad, no debería hacer eso - miro Sarah a su Princesa aguantando las ganas de reír.
- Hacer qué? - decía Cassandra con una sonrisa traviesa.
Mientras todas las damas salían dando sus excusas por retirarse temprano y haciendo una reverencia hacia la Princesa Heredera.
El Principe Brahim por su parte, intentaba asistir a la menor cantidad de reuniones de la corte posible. Ya que siempre tocaban el mismo tema sobre su posible descendencia, y los ministros si le decían en su cara y sin filtro que la Princesa debía ser estéril para no haber salido embarazada. Se suponía que cuando ellos se casaron, la ley de protección a las mujeres no estaba en vigencia. Así que ellos creían que ese matrimonio estaba consumado.
Esa noche, Cassandra al entrar a los aposentos que compartía con el Príncipe, lo observo de pie mirando el hermoso paisaje nocturno pero parecía más pensativo. Entró y caminó hacia él.
- Qué sucede, Alteza? Por qué tan pensativo? -
Brahim volteo para verla con una sonrisa.
- Te esperaba - la tomo de la mano y se sentaron a la orilla de la gran cama. - antes, cuéntame cómo te fue hoy con las damas? -
- Si logré conseguir el apoyo de algunas damas mayores, pero al final sigue siendo poco. Y tuve que terminar sutilmente la reunión. - le explicó con una sonrisa triste. No le importaba que dijeran que era estéril, pero ya se estaba cansando. Sobre todo porque pensaban que podían meter otras jóvenes como concubinas, y tal vez quitarle el puesto de Princesa heredera a ella.
- Entiendo. Mi padre me contó que también le dijeron lo mismo a él en la corte real. Yo no asisti. No era necesaria mi presencia hoy. - él miro a Cassandra, y llevo sus manos a sus labios y las besó.
Se acercó más a Cassandra y la besó en la frente y luego en los labios. Ella no se apartó y correspondió, lo que alegro al Príncipe. En realidad desde aquel encuentro donde él le dió plac*r a la Princesa, no había intentado nada más. Pero ahora era el momento de avanzar más en su relación de pareja.
La abrazo sin dejar de besarla intensamente, y ella acepto y correspondió a su abrazo. El principe comenzó a desatar las cintas de su vestido, y bajo el vestido hasta su cintura. Por un momento dejaron de besarse para respirar, y se miraron intensamente a los ojos. Cassandra se levantó y dejo caer el vestido a sus pies, quedando en una delgada y casi transparente bata, la cuál también dejo caer, quedando en ropa interior. Llevaba puesto unas bragas y un sostén tipo top, ambos no muy propios de la época, ya que eran más pequeños pero no tanto. El Principe la miro de arriba abajo, haciendo sonrojar a Cassandra. Los ojos de la joven, tenían un leve tono rosado.
Brahim se levantó, acercandose a ella y la abrazo acariciando su piel con suavidad. Tomo sus manos y las coloco en su camisa, indicando que se la quitará. Así que Cassandra le quitó la camisa al príncipe, para luego pasar sus manos por la piel de su pecho y abdomen, deleitandose en las sensaciones que sentía su cuerpo y que provocaba en el cuerpo ajeno.
Se abrazaron y besaron nuevamente, Brahim la cargo estilo princesa y la acostó en la cama, dónde ambos quedaron sin pieza alguna de ropa. Y el Principe besaba cada parte del cuerpo de la Princesa, deteniéndose en su parte baja, dandole su atención allí y haciendola suspirar, cuando estaba a punto de llegar a su momento cumbre, Brahim se colocó entre sus piernas y empujó suavemente para entrar en ella, sintiendo algo de resistencia pero esa barrera cedió, dandole acceso a su cuerpo. Cassandra sintió algo de dolor pero luego fueron oleada tras oleada de plac*r a medida que su esposo se movió en un vaivén armonioso dentro de ella.
Cassandra se sostenía de las sábanas, mientras las sensaciones en su interior aumentaban, hasta que llegó al punto en que explotó en una multitud de sensaciones y éxtasis en su interior. Mientras Brahim en su propio mundo de sensaciones, sintió la explosión de Cassandra y aún así él siguió un poco más, embelesado con el cuerpo de su esposa, y como enredaba las piernas alrededor de su cintura para sentirlo más profundo, hasta que él también obtuvo su climax dejando su semilla en su interior.
Quedaron abrazados y exhaustos por la intensidad del acto y de sus emociones.
- Cómo te sientes? - pregunto en un susurro en su oído el Príncipe a la Princesa. Ella lo abrazo con fuerza. Nunca imagino sentirse tan bien luego de tener este momento tan íntimo y apasionado con Brahim, no después de como comenzó su relación de pareja.
- Me siento bien, esposo mío - le dijo Cassandra en un susurro igual, con una sonrisa.
- Entonces, continuemos. - respondió Brahim besándola de nuevo en la boca e iniciando una nueva sesión de besos y caricias.
Cassandra se dejó llevar por el momento. Solo existían ellos dos y nadie más. Y correspondió a los besos y abrazos de su Príncipe.
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A la mañana siguiente, ambos despertaron uno en brazos del otro. Cassandra dormía en el pecho del Principe, y él dormía, abrazándola con cariño. La noche anterior, lo habían hecho dos veces más, y se habían dormido exhaustos.
Así que Sara, la doncella de la Princesa, y José, el asistente del Principe, al ver que ninguno de los dos se habían levantadova cumplir con sus actividades diarias, fueron a los aposentos que compartían, y tocaron la puerta. E insistieron cuando no respondieron.
Ambos tenían actividades desde temprano y lamentablemente no podían demorarse más, ya habían perdido las primera hora. Pronto el Príncipe tenía una reunión con el Rey y los ministros a la cuál no podía faltar. Así que ya debían levantarse.
- Alteza, recuerde su reunión con el Rey y la corte, por favor. - recordó José en voz alta para que se escuchará a través de la puerta.
- Princesa, tiene reunión con la Reina. - igualmente dijo Sara.
Adentro, Brahim despertó primero. En realidad, no le importaba llegar temprano o tarde a esa reunión. Por fin, su princesa, su amada esposa, se había entregado a él en cuerpo y alma. Acaricio su rostro, mientras dormía y beso su frente. Ella comenzó a despertar y a estirarse sobre el cuerpo de su amado príncipe.
- Mi princesa, si te sigues moviendo así, no saldremos temprano de aquí. - le dijo Brahim sonriendo. Cassandra a su vez le sonrió.
- Buenos días, mi principe. -
De repente, Brahim la abrazo y giro, quedando sobre ella. Cassandra se sorprendió.
- Alteza, qué hace? Debemos arreg...- y jad** de sorpresa, al sentirlo dentro de ella. Comenzando ese rico vaiven que la hacía ver las estrellas.
- Te dije que no te movieras así, mi princesa. - dijo Brahim besándo su cuello y sen*s mientras se movía y miraba las hermosas expresiones en el rostro de su amada esposa.
Media hora después, salió el Principe heredero del lugar y fue seguido de su asistente José. Obviamente, tanto José como Sara, se retiraron de la puerta de los aposentos cuando comenzaron a escuchar ruidos, y lograron atrasar un poco las respectivas reuniones de cada uno. Y estaban a una distancia prudente de la puerta cuando se abrió y salió Brahim.
Luego Sara entro para ayudar a su Princesa a vestirse, ya se había bañado y solo faltaba que la ayudará a vestirse. Cuando Sara vio las sábanas alborotadas de la cama matrimonial, vio unas manchas rojas. Primero se sorprendió, supuestamente el matrimonio fue consumado hace más de dos años, y luego entendió porque no había salido en embarazo su señorita. Y porque siempre que preguntaba, ella decía que no necesitaba el té anticonceptivo.
"Pero como explicaría esto a las lavanderas? Ya inventariar algo si algo así, sucedia " pensó Sara.
- Buenos días, Princesa. Cómo amaneció? - pregunto con una sonrisa Sara, abriendo las cortinas de la habitación.
- Excelente. Muy bien. - respondió Cassandra con un sonrisa. Mientras Sara anudaba las cintas del hermoso vestido de falda larga verde con lila, que llevaba puesto. Un vestido sencillo pero elegante. Le acomodo el cabello en medio moño alto y el resto del cabello en rizos sobre sus hombros y su espalda hasta su cintura.
Obviamente ambos esposos, habían perdido su hora de entrenamiento, pero en parte lo habían compensado con la actividad que habían tenido durante la noche.
Al estar lista, Cassandra se disponía a salir de la habitación, y se detuvo un momento pensativa y miró a Sara.
- Qué sucede, Alteza? - pregunto Sara.
- Prepárame el te anticonceptivo, por favor, Sara. Que no se entere nadie. - le pidió la princesa en voz baja.
Sara se sorprendió. Pensó que no lo tomaría, ya que sería mejor si salía embarazada de una vez, y así callar los rumores sobre su posible esterilidad. Pero Cassandra no pensaba hacer eso, solo para callar a los nobles. Cuando ella se sintiera lista para ser madre, entonces no tomaría ese té.
- Está bien, Alteza. Enseguida lo llevo a su despacho. - Sara no pregunto nada, no le correspondía hacerlo. Solo haría lo que su niña le ordenaba. Y fue a la cocina a preparar el té.
Mientras tanto, Cassandra caminaba hacia su despacho, iba feliz por la hermosa noche que acababa de vivir con su príncipe. Y se sentía excelente, muy bien. De repente, observo una chica parada a las puertas del salón del trono, allí había comenzado la reunión que tenía Brahim, con el Rey Eduardo y los ministros. Cassandra se detuvo y observo.
"Oh, no de nuevo" pensó, cuando se imaginó a que vino esa joven, la cuál estaba acompañada por una señora mayor y otra joven que vestía de una manera más modesta. Tal vez eran su madre, y la doncella de ambas. Esperaba que Brahim pudiera manejar la situación.
Ella solo quería disfrutar un tiempo del amor de su esposo, antes de traer un nuevo miembro a la familia real.
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Comments
Irene Salas
Pues a ver cómo solucionan eso de las concuzorras, porque por lo visto los rucos del consejo seguirán insistiendo, aún cuando el templo ni ha revisado a Cassandra para saber si realmente es estéril 😡
2025-03-22
1
Liliana Barros
Admiro la fuerza de carácter de Casandra. Y el amor del príncipe por ella.
2024-12-09
2