El Príncipe Brahim se sentía presionado por la corte de ministros, y a veces por su padre, el Rey Eduardo, también le recordaba, que ya habían pasado casi dos años de su matrimonio y aún cuando el matrimonio fue consumado, según la servidumbre del palacio, la Princesa Cassandra no había logrado un embarazo. Si era cierto que convivían como pareja en el mismo palacio, y en los mismos aposentos, ya que los sirvientes del Príncipe y de la Princesa daban fé de ello, entonces porque no había un heredero.
- Padre, aún no entiendo porque me presionan para tener un heredero. Tu aún eres Rey. Aún falta mucho para que me heredes la corona. -
- No falta tanto, Brahim. Y es necesario, primero porque debemos garantizar que la siguiente generación de la realeza sea portadora de magia de los cuatro elementos y que sean fuertes. Y para eso debes unirte a tu esposa, la Princesa Cassandra, y tener hijos. Con ella es seguro que tú descendencia tendrá magia de fuego, y muy probablemente de los otros elementos. - explico el Rey Eduardo con seriedad.
- Segundo, si algo te pasa debes tener un descendiente que tome tu lugar por el bien del Reino. Muy pronto te daré la corona, y me retiraré junto a tu madre. Y debes tener un descendiente. - explico el Rey - sino tienes un heredero y mueres en batalla, debido a las leyes del Reino, tu esposa tendrá que salir del palacio siendo catalogada como infértil, y el concejo se verá obligado a llamar al siguiente en la línea de sucesión para ser el heredero al trono. - explico con seriedad su padre. - Al escuchar eso, Brahim supo que su padre no quería que su descendencia fuera quitada de la línea de sucesión. Lo que ocurriría si ambos, el Rey y el Principe heredero morían, sin dejar descendencia.
- Los ministros dicen que encontrarán una candidata aceptable para que sea mi concubina. Pero yo no quiero aceptar una. - dijo Brahim mirando con seriedad a su padre. - puede, por favor, derogar la ley de concubinato, padre? - solicitó con una reverencia el Príncipe heredero al Rey.
- No puedo cambiar la ley solo para complacerte hijo. Deberás hacerle frente al concejo y exponer el por qué no quieres aceptar una concubina. Igual que lo hice yo en su momento. - explicó el rey al príncipe poniendo de ejemplo su situación. El se casó con la Reina Isabella, y como el concejo sabía que la joven tenía magia de agua, intentaron traer una concubina para el joven Rey Eduardo en aquel momento. Pero él se negó, y luego de varios meses, logro que el concejo de ministros lo dejará tranquilo. Sin embargo, eso lo logro cuando en la corte se enteraron del embarazo de la joven Reina Isabella, en aquel momento.
Así que el Príncipe Brahim tendría que convencer al concejo de darle más tiempo, bajo algún pretexto.
Dándose cuenta su padre poco lo ayudaría, tendría que resolver la situación el mismo.
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En el reino Fireland, existía la magia de fuego entre sus habitantes, pero muy pocos tenían magia de fuego pura. Solo algunos descendientes de la familia real nacían con ella, como la madre de Cassandra, la tercera Princesa Rebecca, y no era que no existiera tal magia sino que algunos elegidos presentaban esa magia pura, y de estos muy pocos en realidad lograban dominarla por completo. En el caso de la duquesa, madre de la princesa heredera, logro dominar y manejar a su antojo, su don de fuego.
Lo que se quería con la unión del Príncipe Heredero Brahim y la Princesa Cassandra, era que la siguiente generación de descendientes de la familia real del Reino Rubí, tengan magia de los cuatro elementos, como era antes de la maldic**n del ente demoniaco. Y para eso faltaba que estuviera presente un elemento en sus matrimonios, que en este caso era el fuego. Es la magia más rara de encontrar en su forma pura. Aún en su reino de procedencia, Fireland, ya que se encontraba pero no era pura.
De los descendientes de la familia real del Reino Fireland, una de las integrantes con magia de fuego pura, era la madre de Cassandra, la Duquesa Rebecca. Y este don fue heredado a su hija, en combinación con otras habilidades, que le daban el brillo rosado a sus ojos al momento de usar su don.
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Poco después del secuestro de la Princesa Casandra, su relación con el Príncipe Heredero Brahim mejoró mucho. Ahora el Príncipe hizo espacio en su apretada agenda para entrenar junto a su esposa tanto en espada como en magia. Aún cuando ella seguía requiriendo un maestro de magia especialista en su elemento para su entrenamiento.
El Príncipe Brahim manejaba muy bien su magia de agua, heredada de su madre, pero no era tan fuerte como la magia existente en Cassandra.
Así que la convivencia diaria entre el Príncipe y la Princesa, con los almuerzos y las cenas y el hecho de permanecer juntos en la misma habitación, mejoró mucho su situación como pareja, pero seguían sin tener intimidad. Esto hacía imposible que Cassandra quedara embarazada.
Y no es que Brahim no quisiera que estuvieran juntos. Debia reconocer que se había enamorado de su esposa.
Sin embargo, debía cumplir su promesa, se ganaría el corazón de su esposa, y no la obligaría a nada. No solo para respetar la ley, ya que la ley para la protección a las mujeres fue aprobada debido a que el Rey Eduardo y el Príncipe Heredero Brahim, prácticamente obligaron a los ministros de la corte a aprobarla, imponiendo su autoridad, y su esposa apenas tenía 17 años de edad, sino que también respetaba a Cassandra y su derecho a decidir si quería estar con él de forma íntima o no.
El Principe sabía que su esposa no lo quería, que inicialmente lo odiaba y no lo soportaba. Así que el esperaría. Había prometido esperar para ganarse su corazón con sus atenciones. Y que fuera ella misma quien se entregará a el.
Así que, esperaría.
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Era el día de la fiesta de cumpleaños de la Princesa Cassandra. Había cumplido años unos días antes, pero la fiesta se había fijado en una fecha diferente.
Ese día las doncellas junto a Sara, en el palacio del Principe heredero, despertaban a la Princesa. Sara entro a sus aposentos dejando al resto de las doncellas afuera esperando. Abrió las cortinas dejando pasar la luz del sol, el cual le dió de lleno en la cara.
Cassandra comenzó a moverse, arrugando la frente y apretando los párpados, debido a lo btillante de la luz solar que pasaba a través del cristal de la ventana, lo que hizo que se tapara el rostro con las sábanas automáticamente.
- Alteza, ya es de día. Es el día de su fiesta de cumpleaños. Recuerda? - le pregunto Sara mientras abría la puerta del cuarto ropero y sacaba varios vestidos para que su señorita eligiera cuál se pondría en la mañana. - Recuerde que ese es el regalo de su Alteza para usted. -
Cassandra se quito las sábanas del rostro y miro a Sara.
- De acuerdo. Buenos días, Sara. - dijo levantadose primero. -
- Alteza, le prepare el baño. -
- Gracias, Sara.-
- Quiere que la ayude. Hoy no. Espérame un momento afuera. - pidió Cassandra.
Sara iba a salir, pero hoy igual que todos los días, tuvo una duda, y se acercó a su señorita para preguntar, ya que debía cuidar a la Princesa.
- Puedo hacerle una pregunta, Alteza? - dijo acercandose a la Princesa.
- Si, dime. - respondió Cassandra.
- Siempre le pregunto si necesita el te anticonceptivo. Hoy le pregunto, necesita que llame a un médico para que la revise? -
Cassandra se sorprendió, y enrojeció de pena,
- Primero no necesito ese té, Sara. A lo segundo, porque necesitaría un médico? -
- Disculpe, señorita. Pero no ha salido en embarazo. Pero tampoco toma el té. Sin embargo, yo misma ví que su matrimonio se consumo en su noche de bodas (se refiere a las manchas en las sábanas nupciales), así como las lavanderas de palacio. Temo por usted Alteza, ya que comenzó a circular un rumor sobre usted que dice que no pueda concebir, porque es infértil. Por eso le digo, si quiere un médico para que la revise - explico con tristeza su joven doncella.
Cassandra la miro. Nunca se imaginó en esa situación. Dió un suspiro. Tomando la mano de Sara, dijo,
- No te preocupes. Estoy muy bien. No necesito un médico y tus temores no son así. Tranquila. - explico, y luego levantadose, abrazo a Sara, la cuál se sorprendió - Gracias por estar conmigo y pendiente de mi - le dijo a Sara, para luego volver a sentarse.
Sara la miro aún sorprendida por esa muestra de cariño. Aún cuando la Princesa había dicho que era su única amiga, nunca le había demostrado su cariño de esa manera.
Sara dejó entrar a las doncellas, y algunas ayudaron a la Princesa Cassandra a vestirse. Mientras otra se ocupó del maquillaje y otra del cabello. Por primera vez, estaba decidiendo como sería su maquillaje y peinado.
A diferencia de su boda, ahora le estaban aplicando un maquillaje ligero en tonos rosa suave que más bien acentuaban las hermosas facciones de su rostro y le daba brillo a su delicada piel almendrada. Y se decidió por una coleta alto, que dejaba caer en rizos sus cabellos en su espalda, y algunos rizos enmarcaban su rostro. Y con flores doradas en su cabello. El color en sus labios era un rosa intenso.
Luego, se levantó y colocandose frente al espejo, se observo de pies a cabeza, su apariencia general, detallando el vestido que llevaba puesto. Era de un tono rojo intenso con detalles dorados, con una falda amplia y larga. Y en la parte de arriba llevaba un escote en v, con mangas cortas con vuelo. Y llevaba un chal que cubría su cuello, hombros y espalda. Sus zapatillas eran doradas con cristales.
Las doncellas la observaban y comenzaron a halagarla,
"Alteza, se ve hermosa"
"El color del vestido le sienta muy bien, alteza"
Decían las jóvenes.
Por fin, fue la hora de dirigirse al salón principal y cuando se disponía a salir del cuarto, al abrir la puerta, se encontró con el príncipe Brahim esperando afuera.
Cassandra se sorprendió y se acercó a la puerta y haciendo una reverencia, le pregunto,
- Disculpe, Alteza. Que hacía allí? -
- Esperando para llevarla a su fiesta de cumpleaños, Princesa - respondió el Principe haciendo una reverencia.
El la había mirado de arriba abajo, lentamente, deleitandose en su figura curvilínea. "Su esposa era realmente hermosa" Por un momento sintió celos que alguien la viera vestida así. Pero luego aparto eso de su mente, y le ofreció su brazo para se sostuviera. Ella acepto con una sonrisa. Y murmuró "gracias".
Así salieron y se ubicaron al comienzo de las escaleras del palacio, y entonces los identificaron y bajaron elegantemente las escaleras.
Muchos se preguntaban si la Princesa había obligado al Principe heredero a vestir combinado con ella, ya que el traje que Brahim usaba tenía colores similares a su vestido y además tenía blanco. A ambos le quedaban muy bien, y se veían muy bien juntos.
Lo primero fue acercarse a los tronos del rey y la reina, dónde la felicitaron por su cumpleaños, y al príncipe también por su hermosa esposa.
- Y espero me den nietos este año. - Les dijo en voz baja la Reina Isabella emocionada.
Cassandra no se esperaba eso, y abrió los ojos con sorpresa. Y sin decir nada hizo una reverencia, para retirarse. Sin embargo, Brahim les dijo, en voz baja,
- No podían esperar hasta después. - les dijo serio con reproche. Y procedió a retirarse.
El principe heredero y la Princesa, abrieron el baila. Fue un baile sincronizado perfectamente. Muchos halagaron a los herederos reales, diciendo que eran una gran pareja.
El resto de la fiesta se la pasaron saludando a las personas correctas, y bailando en ocasiones.
En un momento, Cassandra estaba sola, ya que uno de los ministros pidió hablar con el príncipe. Así que la princesa decidió salir al balcón, luego de unos minutos se acercó una joven y al verla, fingió sorpresa.
- Disculpe, alteza. Pensé que este sitio estaba solo. Me presento. Soy Alexa Flame, hija del Conde Flame del Reino Fireland - explico la joven haciendo una reverencia.
"Es del reino de procedencia de mi madre,. Pero que hace aquí?" pensó Cassandra desconcertada. Desde su madre, nadie de ese reino había visitado el reino rubí. Alexa era una joven de cabello rojo, piel blanca y ojos turquesa.
- Y como es que está aquí? Vino acompañando a su padre a hacer algunos negocios? - pregunto con voz suave la Princesa.
La chica sonrió con superioridad.
- Si, vine con mi padre. En realidad, el concejo de ministros del reino rubí llamo a mi padre para que me trajera hoy. - explico la joven - Quieren que yo sea la primera concubina del Principe heredero. - terminó con una sonrisa maliciosa.
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Comments
Irene Salas
Ahí tienes Cassandra por estar tarugueando ya trajeron a una fulana para hacerte la competencia, lo peor de ésto es que ya debe saberlo tú padre y tu mamá corre peligro con él 😳
2025-03-21
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Eleonor Baker
Pero si El no la ha tocado? 😳Que paso
2025-01-09
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