Capítulo II. EL COMIENZO.

Todo comenzó hace mucho tiempo. Quince años antes para ser precisos. Cuando el padre de Cassandra, llevado por su ambición, llegó a un acuerdo con el Rey, y comprometio a su hija recién nacida con el principe heredero, el cual para ese entonces tenía diez años.

El principe supo del trato que había hecho el Rey con el General de su ejército. Pero no entendía la razón del trato, y sus consecuencias, tanto para él como príncipe, como para la pequeña recién nacida, así como para el reino.

En su inocencia de niño, solo quería seguir los pasos de su padre, ser un gran Rey, y por supuesto un gran guerrero. Así que desde muy pequeño no le costó adaptarse a las actividades que le imponía su padre, que le ayudarían a convertirse en uno de los mejores gobernantes de su reino. No solo estudiaba defensa y combate, manejo de armas, entre otras. Sino que estudiaba con maestros particulares las diferentes asignaturas básicas como historia, geografía, así como finanzas. Así que aprendía como manejar el reino.

Mientras tanto, Cassandra crecía, bajo el amor y el cuidado de su familia. Su hermano mayor Ciro, que tenía la misma edad del principe, la cuidaba con mucho cariño y amor. Al pasar los años, le enseñaba las travesuras propias de su edad, como lanzar piedras al lago, y ver las ondas que se marcaban en la superficie del agua.

También su madre comenzó a prepararla para que cumpliera su papel de princesa heredera y fuera la futura Reina del imperio. Así que se la pasaba entré clases y maestros particulares. Aún cuando, Ciro, lograba sacarla de sus clases para irse a los jardines del palacio a jugar.

La vida de ambos, los futuros príncipes herederos era perfecta. O casi...?

**********

Brahim, tendría su fiesta para su cumpleaños número 20. Ya había manifestado su deseo de que no quería una fiesta, que era mejor que le entregaran el dinero con que iban a realizar la fiesta a la gente menos favorecida. Su padre le dijo que ya eso lo hacía la corona, que se quedará tranquilo y aceptará la fiesta, ya que como un digno gobernante, debía aceptar que el pueblo celebrará con el.

- Padre, cuál pueblo? A esta fiesta asistirán los nobles y sus familias. - le respondió el principe Brahim a su padre, muy serio. - Crees que porque tengo 20 años no conozco como se maneja la política? La conozco. Me enseñaste a interpretar las acciones de la gente de la nobleza. - le dijo con el ceño fruncido el muchacho al Rey.

El Rey Eduardo lo miró muy serio.

- Me respetas, muchacho. Primero que todo soy tu rey, y luego soy tu padre. Me vuelves a responder de esta manera y te voy a mandar a los calabozos sin comida ni agua por un tiempo. Me entiendes? - le advirtió el Rey a su hijo.

- Entiendo, Mi Rey. - respondió Brahim con una inclinación, comprendiendo que había cometido un error expresando sus pensamientos abiertamente. - No volverá a suceder, Padre.

El Rey lo miró y asintio con la cabeza, y ya no se habló más del asunto.

El principe Brahim, hizo una nueva inclinación y salió del despacho de su padre. El admiraba a su padre. Por eso un día, decidió ser como él. Pero a veces no estaba de acuerdo en sus decisiones, aún cuando se había demostrado siempre lo acertada de las decisiones que el Rey tomaba.

A la fiesta fue invitada la niña de cabello oscuro y rizado, con su piel de color almendrado, y ojos grises verdosos, junto a su familia, y su padre, el general Alexander. La niña de ahora diez años, aparentaba más edad, aún cuando llevaba un vestido con falda amplia acampanado, con mangas abombadas, en color rosa, blanco y dorado. Con detalles dorados en su largo cabello rizado que le llegaba hasta la cintura. Llevaba guantes de satén blancos hasta los codos, y sandalias bajas doradas. Se veía muy hermosa, y emanaba un aire de superioridad pero sin llegar a ser prepotente.

La dulce niña llegó junto a sus padres, se acercaron a los reyes, ya que debían saludar primero antes de continuar, hicieron una reverencia y saludaron a ambos, Rey y Reina, cortésmente. Luego, tanto el padre como la madre, se colocaron a un lado y dejaron a la niña delante de los reyes para que los saludara mostrando los modales aprendidos, en parte por la educación particular recibida de los mejores maestros, algunos de ellos eran los mismos que enseñaban al príncipe. Ella hizo una elegante reverencia que fue correspondida por los reyes asintiendo con la cabeza. De ese modo indicaban que ellos aceptaban la cortesía otorgada sinceramente de parte de la chica hacia ellos, los reyes, sus futuros suegros.

Cassandra sonrió dulcemente. Y sin decir una palabra luego de la reverencia, miró a los reyes.

- Que bella estás, Laidy Cassandra. - la elogio la reina con una sonrisa.

- Muchas gracias, majestad. - dijo en voz baja la chica, bajando levemente la cabeza, y haciendo una mini reverencia. Al bajar la cabeza los rizos taparon un poco su rostro, y luego al volver a levantarla, la reina vio en sus ojos un brillo rosado, pero desapareció tan rápido que pensó que lo había imaginado.

- Ve con tu familia. - le dijo en voz baja. El Rey solo la miraba.

- Gracias, majestad. - se inclino en dirección a la Reina - Majestad - repitió en dirección al Rey. Y se retiró, caminando con elegancia hacia dónde sus padres y su hermano estaban esperando.

- Te diste cuenta Eduardo? - preguntó la Reina en voz baja al Rey, inclinándose levemente hacia él. El la miró, y se inclino levemente,

- A qué te refieres Isabella? - le preguntó el Rey de vuelta, de igual manera en voz baja, y con mirada interrogante.

La Reina lo miró con una pequeña sonrisa.

- El brillo rosado en los ojos de Cassandra. - susurró la Reina.

El Rey abrió los ojos muy grandes por la sorpresa.

- En serio? No me di cuenta. - dijo pensativo.

- Creo que hicimos una excelente elección al escoger a la hija del General como futura esposa para nuestro hijo. - dijo la Reina.

El Rey se quedó pensativo.

**********

La fiesta transcurrió con normalidad. Cassandra se aburría, había mucha gente, nobles, pero nadie de su edad, y no podía comer a gusto, ya que debía comportarse como le dijo su madre y como le habían enseñado. Así que decidió salir al jardín del palacio y disfrutar de la brisa, el cielo estrellado y las hermosas flores de diversos colores. Vio pequeñas y hermosas mariposas multicolores sobre las flores, que brillaban con las luces artificiales del palacio.

La niña sonrió y decidió sentarse sobre el césped verde del jardín imperial. El contraste entre los colores de su hermoso y largo cabello rizado, de su vestido, el color verde del césped y los colores de las flores, a la luz de luna, dejaban embelesado a cualquiera.

Desde el balcón del palacio, en el salón de bailes dónde se llevaba a cabo la fiesta de cumpleaños del principe Brahim, este veía a la hermosa niña sentada sobre el césped entre las flores del jardín imperial.

El principe tenía varios años sin ver a Cassandra, así que no sabía que a la niña que estaba viendo era a ella. La belleza de la chica, lo dejo boquiabierto. Y permaneció embelesado mirando fijamente los gestos, expresiones, y las sonrisas que expresaban el rostro de la pequeña.

De repente, Cassandraa sintió que alguien la observaba, y levantó la vista, dándose cuenta que el principe la miraba. Ella tampoco sabía que ese hombre que la miraba con admiración era el principe. En su inocencia de niña, ella le saco la lengua al hombre, se levantó y alzando un poco la falda de su vestido, salió corriendo del jardín. Volviendo al salón de fiestas a buscar a su hermano mayor. Logrando encontrarlo rápido.

- Hermano, quiero irme. Me siento incómoda. creo que hay un hombre observandome. - dijo ella mirando de su hermano hacia los alrededores de la fiesta.

Ciro cambio su expresión a sería, y miro a su alrededor.

- Estás segura? Aún no podemos irnos. Debes reunirte, junto a nuestros padres, con los reyes y el principe.

- No quiero. Cambiaré algo si me reúno o no con ellos? - preguntó Cassandra con expresión molesta.

Ciro pensó que no cambiaría nada en realidad. El compromiso seguiría, aún si ella no estuviera de acuerdo. La opinión que importaba era la de su padre, el general, y eso era todo.

- Está bien. - expreso Ciro con un suspiro resignado. - Dejame hablar con padre y nos iremos a casa.

Le explicó su hermano.

- Espérame aquí, Cassie. No te muevas por favor. - le recalcó Ciro con el ceño fruncido, sabiendo como era su hermana.

La chica asintió. Vio a su hermano alejarse hacia donde estaba su padre. Traspasar la puerta y perderse de vista. Luego miro a su alrededor, sintiendo que la observaban. Así que comenzó a asustarse. En eso, alguien se acercó.

- Disculpe, mi Laidy. Me permite un baile. - Ella giró para mirar al hombre que la invitaba a bailar. Ella supuso que casi tenía la edad de su padre, es decir, le llevaba demasiados años a ella.

Cassandra hizo una reverencia, y con una sonrisa declinó.

- No puedo, My lord. Mi padre debería aprobar que baile con usted.

- Cuántos años tienes? - preguntó el Conde sorprendido.

En ese momento llego Ciro.

- Conde Almagro, mi pequeña hermana aún no es presentada en sociedad. Aún cuando usted la vea en esta fiesta tiene chaperona. - le respondió el joven seria pero cortezmente. Había escuchado la pregunta que le hizo el conde a su hermanita. - en realidad, mi hermana está prometida al Príncipe. así que aunque quisiera no podría bailar con usted. - termino explicando el Joven duque.

- Lo siento mucho. No lo sabía. Mis disculpas mi Laidy. Felicidades por su próximo compromiso. - el conde hizo una reverencia hacia Cassandra y luego hacia Ciro, y se retiró dejandolos solos.

Pero en la mirada del conde se vio una sombra extraña, y se sonrió apenas. Casi nadie se dió cuenta de eso. Nadie lo alejaría de encontrar su objetivo, y ese objetivo estaba frente suyo, pensó con malicia.

**********

- El Conde me dió mucho miedo hermano - manifestó Cassandra, abrazandose.

- por qué? Crees que es el hombre que te observaba? - preguntó Ciro.

- No. el que me miraba, se sentía diferente, no se explicarlo. El conde me hizo sentir sucia con su mirada. No sé por qué? - respondió ella con sinceridad, sintiendo un escalofrío. Siempre había hablado con su hermano con la verdad.

- Tranquila. No sé volverá a acercar a ti, sabiendo que eres la prometida del principe. No te preocupes hermanita. Dejame eso a mi. Te protegeré. - le dijo abrazandola y besando su frente.

Ella se sintió protegida en los brazos de su hermano, y del cansancio se quedó dormida, antes de llegar a la mansión de sus padres.

**********

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Comments

Irene Salas

Irene Salas

Qué barbaridad ese conde mañoso, cómo se atreve a acercarse a una niña de 10 años, por muy grande que se vea no creo que la confunda con una chica de unos 17 años, viejo 🐖😡

2025-03-21

1

Topy71 🇦🇷

Topy71 🇦🇷

😱🤭🤣

2024-09-06

1

Tina Ixchiel Puthod

Tina Ixchiel Puthod

siempre hay rabosverdes!!!z

2024-08-08

1

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