El resto del día, el emperador no hizo acto de presencia en los eventos organizados para los invitados, así que la emperatriz usó sus encantos e improvisó lo más que pudo para evitar malos entendidos por la ausencia de su esposo.
El rey Darío se hizo de la vista gorda debido a que sabía que era difícil que un emperador tradicionalista lo aceptara a la primera, pero eso lo compensaba con la amabilidad y confianza generada por su intermediario y la emperatriz. El resto de acuerdos se firmaron y dos días después la comitiva fue despedida por Dalia y varios miembros del Parlamento, quienes llenaron de regalos uno de sus barcos como símbolo de hermandad.
En cuanto a André seguía con su juego con la peli roja que ahora estaba reposando su cuerpo a su lado en aquella pequeña cabaña cerca al lago, sonreía al recordar que su capricho estaba siendo custodiado por sus más leales caballeros, así se evitarían filtraciones que llegarán a oídos de sus padres.
Abigaíl aprovechó su segundo encuentro para tratar de pedir algo a su nuevo patrocinador.
— Mi señor, ¿puedo hablar con libertad?
— Claro, hermosa.
Ella se apoyó en el pecho de su majestad y sacudió sus largas pestañas tratando de mostrar timidez ante él.
Andre le quitó los mechones de su rostro y paso sus dedos por sus labios carnosos.
— Dilo, por favor
— Mi señor, es que quiero pedirle algo.
— Claro, vestidos, joyas. Le diré a mi jefe de guardia que se encargue de eso.
— ¡No! Eso tan banal, no lo quiero mi señor. Lo que quiero es poner en práctica mis habilidades con las finanzas. Al enterarme de que usted no tiene un secretario, quería que ese puesto me lo diera.
— Ja, ja, ja, eres ambiciosa, linda peli roja. No es una mala idea, la verdad; además, la mayoría de los nobles solicitados son unos idiotas. Hagamos una cosa, estarás en prueba una semana. Depende de cómo te defiendas, te dejaré en el cargo, así que esfuérzate por qué eso sería beneficioso para mí. Ser mi secretaria hará que pueda devorarte cada vez que quiera.
— ¡Mi señor, usted tan pervertido!
Dalia seguía sumergida en sus obligaciones después de despedir a su nuevo aliado. Ya había enviado su solicitud a su abuelo con respecto al puesto de Sir Baldo, así que solo tocaba esperar su respuesta. Pero lo que comenzaba a molestarle era el hecho de no tener contacto con su perfecto esposo, quien demostró ser un completo sinvergüenza, y lo peor es que Lady Sara no había encontrado absolutamente nada con respecto a la salida nocturna de su emperador.
Lady Sara decidió caminar cerca del despacho de su majestad para poder tratar de averiguar algo contundente que pudiera servir para llevar la delantera de su señora. Cuando se acercaba a la puerta, sus ojos se abrieron al ver la extraña peli roja que salía del lugar acompañada de su majestad, quienes no escondían su alegre conversación como si se conocieran desde hace mucho. Ella trató de caminar más rápido para poder ver el rostro completo de la joven, pero fue detenida por el jefe de la guardia del emperador, quien con fuerza e insistencia no le permitió su avance con la excusa de que su emperador tenía asuntos pendientes y ella no debería interrumpirlo.
— ¿No me vas a dejar pasar?
— Ya se lo aclare, por favor regrese a su lugar.
— Capitán Oslo parece que tratará de tapar algo.
— Eso no es de su incumbencia, así que retírese y deje de seguir a su majestad. Es mi última advertencia.
— ¡Qué arrogante!
Lady Sara no tuvo más remedio que regresar a la oficina de su señora, pero sin antes dar la orden a una de las sirvientas de averiguar la identidad de la mujer desconocida.
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Comments
Rocio Raymundo
ojalá lo descubran y lo deje por estúpido
2025-01-12
0
Vicky Ortega
ijole se está poniendo interesante
2024-11-11
0