La rutina había tomado sus vidas, los emperadores dormían juntos tres días a la semana, intentando satisfacer el deseo de la emperatriz madre, quien cada semana enviaba cartas exigiendo que se agilizara la situación.
Dalia estaba repleta de trabajo, poco tiempo libre tenía desde su matrimonio, así que pasaba mucho tiempo en su oficina. Sara se encargaba de llevarle sus tres comidas diarias y la obligaba a hacer pequeñas pausas para evitar que se fatigara demasiado.
Su esposo estaba en las mismas, y llegó hasta el punto en que decidió dormir en su despacho para evitar atrasar el trabajo.
— Majestad, ya es hora de regresar a los aposentos, debe estar lista para la noche con su esposo ---- le avisó su dama Sara.
Restregándose los ojos, respondió:— ¿Podemos aplazarlo? Estoy tan cansada que me dormiré antes del acto.
— Si es así, iré de inmediato a informarle a sir Baldo.
— Ve rápido, te esperaré en la habitación, pide que me preparen el baño.
— Sí, majestad.
Sara caminó por el gran salón hasta llegar a la oficina del secretario del emperador. Sir Baldo estaba terminando su último informe cuando escuchó la puerta.
—¡Adelante! —respondió al instante.
— Sir baldo, disculpe la intromisión, es que traigo una petición de su majestad, la emperatriz.
— Tomé asiento.
— Su majestad pide que esta noche sea aplazada por el cansancio, no estará lista para cumplirle a su esposo.
— Tranquila, Lady Sara. Me ahorró el trabajo, el emperador pidió lo mismo, así que puede informarle a su majestad que cambiaremos la fecha.
— Muchas gracias, me retiro.
El resto de las damas preparaban el baño de Dalia, ella esperaba sentada en la cama lista con su bata.
Sara ingresó a la habitación sin anunciarse, sobresaltando a la emperatriz.
—¡¿Por qué entras así?!
— Discúlpeme, majestad, es que me falta el aliento.
— Eso veo, siéntate y trata de respirar.
— Le traigo buenas noticias.
Cuando Dalia iba a responder, guardó silencio al ver la presencia de las dos damas que le había asignado su padre.
— Pueden retirarse, y Sara se encargará del resto.
Ambas se retiraron de inmediato, dejando a las mujeres completamente solas.
— Ya estamos solas, dime.
— Sir Baldo me dijo que el emperador iba a hacer su misma petición. Esta noche podrán descansar.
— Por lo visto pensamos igual eso es un gusto. Vamos antes de que me venza el cansancio.
André había recibido la petición, así que salió del despacho y pidió que le prepararan su baño para poder descansar mejor después de la montaña de trabajo.
Deseo dejar todo atrás y desaparecer unos días de sus obligaciones como emperador de Dragomir.
Ambos habían descansado toda la noche. Dalia se despertó muy temprano y desayunó con sus sirvientes como todas las mañanas. Su esposo no compartía ninguna comida con ella, así que aliviaba su soledad con la compañía de quienes la cuidaban en su lado del palacio.
Retomo su trabajo junto con Sara. El imperio estaba en expansión y los proyectos y peticiones aumentaban y más de los reinos lejanos debido a la reputación del linaje de la emperatriz.
— Si sigue así, nunca tendrán un bebé —soltó Sara sin pensar.
—¡¿Qué?!
— Lo que escucho, trabajan tanto que casi ni se ven. Ayer solo fue el inicio de su soledad y pocos encuentros.
El tiempo apremia, así que le sugiero que se vayan unos días al palacio del lago a tratar de hacer un heredero.
— A veces creo que te doy muchas libertades, Lady Sara.
— No en lo absoluto, solo soy una amiga y súbdita que quiere la felicidad de su monarca.
— Buena chica —la señaló con la pluma. Envía la propuesta al despacho de mi esposo. Esperemos que acepte.
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Comments
Rocio Raymundo
esperemos que pasa
2025-01-12
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