Como un presagio al final del cuarto mes de casados, la emperatriz había confirmado su embarazo, la noticia la había sorprendido en su cama después de despertar por un desmayo repentino durante una de las reuniones con algunos nobles partidarios de los pensamientos de su padre.
André solo escuchaba al médico en total silencio, tratando de organizar las palabras para evitar cualquier malentendido, ahora que por fin se despegaba de la obligación de seguir al lado de su joven esposa.
—¡André!— llamo Dalia con dulzura.
—¡Dalia!. Lo siento estaba perdido asimilando la noticia.
De inmediato la noticia se esparció por todo el imperio, llegando inclusive a los oídos de su tío abuelo el rey Diome II de Dalca.
Sus padres después de cuatro meses la visitaron llevándole obsequios para el primogénito del imperio de Dragomir.
Dalia seguía en las nubes por la noticia. Sus padres habían sido muy amables con ella hasta el punto de enviar pequeños obsequios para que estuviera a gusto durante el embarazo. La reina madre la visitó después de tres días en compañía de su esposo Julios, el cual al verla rio alegremente.
— Tanto pedirle a los dioses, ellos han cumplido en darme la alegría de poder conocer a mi primer nieto.
— Para mí es un honor, mi señor.
— ¿Dónde está mi hijo?
— Sigue en su despacho, el trabajo nunca se acaba.
—Quería verlo, y más ahora que ya no puedo caminar. La vida se me está yendo, mi pequeña, así que debes cuidarte mucho para que pueda cargar a mi nieto.
— Sí, señor.
Sus suegros compartieron muy poco con ella. Por recomendación de su suegra, no se le permitió regresar a sus labores. Por ende, alguien más se encargaría de sus funciones para que ella pudiera descansar hasta que no fuera peligroso para el bebé.
Su rutina se convirtió en un calvario, solo se le permitía caminar dentro del palacio, pero no demasiado. Lady Sara se había tomado tan en serio las indicaciones del médico imperial que comenzó a cansarla. La semana se alegró cuando llegó la visita de su tío Isaac, el cual fue enviado por su tío abuelo Diome para que le entregara obsequios por su embarazo.
Su abuela Carlota había traído al mundo tres varones, de los cuales solo dos vivían. Su hijo mayor, Isaac, quien decidió vivir bajo la protección de su hermano, su segundo hijo, Leo, murió a los diecisiete años cuando navegaba. Su padre nació seis años después de su difunto hermano, así que su hermano Marco y ella jamás lo conocieron.
Dalia bajó despacio las escaleras, encontrándose por primera vez en una semana con su esposo, quien la esperaba al lado de su tío Isaac.
— Tío. ¿Qué gusto verte?
— Lo mismo digo, majestad.
Él hizo una reverencia y tomo una de sus manos y la beso.
— Caminemos hasta el comedor, tenemos mucho que hablar.
— Así es, majestad.
Su tío le brindó su brazo para caminar a su lado hasta el recinto, mientras que André caminaba detrás.
Al llegar, se sentaron alrededor de la enorme mesa para degustar platos típicos del imperio.
— Emperador Andre. Mi rey le manda saludes y bendiciones.
— Se lo agradezco.
— Esta es una buena noticia que consolida nuestro lazo, así como lo hizo mi madre.
— Eso es un honor, señor Isaac.
— Tío, ¿cómo está, abuelo?
— Sigue igual de firme a pesar que pronto cumplirá sesenta.
— ¡Cierto! Lástima que este año no podre viajar para estar en su cumpleaños.
—No se preocupe, el próximo año, podrá asistir al lado de su primogénito.
— Tiene mucha razón, por favor, coma. Todo es muy delicioso.
André seguía en silencio, sabía que la visita de la mano derecha de su aliado no solo venía por la noticia, sino a vigilar sus intereses debido a los rumores de división en el parlamento por culpa de algunos nobles que aún no estaban convencidos de su mandato.
Isaac a pesar de sus cuarenta y siete años se veía completamente joven su cabello Castaño llegaba hasta sus hombros su piel bronceada y sus ojos miel dorados lo hacían lucir intimidante al igual que su enorme estatura que sobrepasaba hasta al joven emperador, se había casado después de los veinte años con una noble del reino de Dalca la cual fue escogida por su tío para unificar el poder político.
Sus acciones siempre tenían un propósito uno de ellos era verificar de primera mano la gestión de los recursos dados por su nación desde su pacto de unión con el matrimonio de su madre debía proteger a su sobrina y más ahora por el hecho de cargar el primogénito que formaría nuevas alianzas entre ellos y sus vecinos.
—¿Cuánto tiempo planeas quedarte?
—Cuatro días, iré a visitar a tu padre e iré a unas reuniones con algunos socios del reino.
— Tan ocupado estará, señor Isaac.
— Así es majestad. Pero no se preocupe ya, organice una reunión con usted para mañana temprano para discutir algunos imprevistos que han llegado a nuestros oídos.
— Lo espero con ansias, hay mucho que aclarar.
Dalia no le había tomado importancia a la conversación, estaba atontada con la comida, pues Sara la tenía a base de caldos, sin sabor y mucha fruta.
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Comments
maiy medina
como que apenas va a empezar la trama, por lo visto el solo lo hacia por obligación
2025-02-02
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Rocio Raymundo
ojalá que tenga un buen embarazo ☺️
2025-01-12
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