Los padres de la emperatriz esperaban su turno para ver a su hija. Marco se había encargado de avisarles y de enviar una carta con la noticia al reino de Dalca. Todos en el palacio lloraban la prematura muerte del primogénito.
Dalia se negaba a alejarse de su pequeño cuerpo que ya comenzaba a descomponerse. Lady Sara, por orden de ella, lo vistió con las prendas que había hecho con tanta ilusión.
Los murmullos aumentaron cuando André hizo acto de presencia. Este no podía disimular su descontento con respecto a la situación. Al subir las escaleras, se encontró con el rostro enojado de su cuñado y de la mirada acusadora de la dama principal de su esposa. Esta le abrió la puerta para que pudiera ver a la emperatriz y su difunto hijo.
Este entró con temor al ver la poca luz que había en el lugar. Dalia sostenía el cuerpo de su bebé mientras estaba sentada frente a la chimenea.
—llegas tarde — le dijo con voz seria.
Este al escucharla sintió un escalofrío por toda su espalda.
— Yo... yo estaba ocupado con mis hombres.
— Me lo imaginaba, la muerte de nuestro hijo no era importante.— le dijo sin verlo.
— No comprendo.
— Ya no es necesario que lo hagas mejor, debiste quedarte con tus pecados nocturnos, esposo.
—¿De qué hablas?
— ¿Sabes de qué hablo? Este castillo, no este imperio, tiene ojos y oídos por todas partes. Mi hijo será enterrado en los terrenos de mi familia junto a mi abuela.
Ya puedes retirarte.
— ¡Me quedaré!
— ¡Largo!—grito con fuerza.
—¡Dalia!
— ¡Te di una orden!
André salió más que enojado de la habitación de su esposa, bajando rápidamente, sin mirar a sus padres.
Sir Baldo terminaba de organizar el funeral del bebé, el cual, por orden directa de su majestad, se llevaría a cabo en los terrenos de su familia. Cuando se disponía a salir, André ingresó al despacho con gran estruendo. Él ni siquiera se inmutó al término de recoger los documentos, hizo una reverencia y salió del lugar.
— Ahora yo soy el malo —se decía a sí mismo el emperador.
Volvió un caos el lugar, desahogando su enojo al ser humillado y señalado por casi todo el palacio.
Lady Sara se encargó de limpiar el cuerpo de su señora para prepararla para el funeral de su hijo, que se llevaría a cabo esa misma tarde. Pidió que su carruaje fuera detrás del féretro, además de exigir solo la compañía de su familia y de sus damas.
La noticia corrió rápidamente por todo el imperio, la joven emperatriz perdía a su primogénito unas semanas antes de su parto oficial.
Las calles se llenaron del pueblo, quienes arrojaban rosas blancas por dónde pasaba el féretro. Dalia ni siquiera los miraba, iba sumergida en su mente, mirando fijamente a la nada. Sus padres esperaban en el mausoleo familiar para darle la bienvenida a su nieto.
Marco cabalgaba al lado del carruaje de su hermana para protegerla ante la ausencia de su majestad; este seguía encerrado en su despacho, bebiendo por enojo y no por dolor de la muerte de su pequeño.
Al llegar a los terrenos del duque, los caballeros ayudaron a bajar el féretro para llevarlo hacia su última morada. Dalia bajaba del carruaje con la ayuda de Lady Sara y su hermano; estos la llevaban hasta la entrada del lugar en donde descansaría su pequeño.
Los minutos siguientes fueron los peores, la emperatriz no podía dejar de llorar mientras sellaban la tumba de su pequeño. Marco ayudó a poner la enorme tapa de mármol en donde estaba escrito el nombre que usaría su sobrino.
"El primer amor de una madre, Damián"
Dalia fue llevada en los brazos de su hermano hasta su viejo cuarto, en dónde durmió gracias al té preparado por su médico.
En la sala de la mansión, su padre discutía con su suegro, el ex emperador Julios, quien se veía de mejor semblante desde su retirada del trono.
— Su hijo es el culpable, él nunca se ocupó del estado de mi hija, en cambio, pasaba las noches acostándose con cualquier prostituta que se le atravesará.
— Duque, le pido mesura, está hablando de su emperador, así que deje de afirmar cosas sin pruebas.
— Hay pruebas suficientes, todo el imperio sabe de ello. Aunque su madre trató de limpiarlo, ya estaba hasta el cuello de estiércol.
—Su hija también tiene culpa— hablo fuerte la emperatriz madre.
—¿Qué?
— Ella no cumplió los cuidados recomendados por el médico imperial, le di la orden de que cuidara de su cuerpo, pero, en cambio, de eso se ocupó de cosas banales. Todos sabemos que los hombres jóvenes se divierten con cosas como esas. No es la primera ni última que ha sufrido por las calenturas de su esposo.
— Este imperio tiene prohibido en concubinato.— alego Marco.
Usted está más preocupada por arrojarle todo a mi hermana en vez de pensar en el estado que la dejó esta tragedia. El emperador nunca se presentó ni siquiera mostró compasión por su propio hijo, así que quien tiene mayor culpa es él.
—¿Cómo te atreves?— le gritó la emperatriz madre.
—¡Basta!— intervino Julios.
Esto se está saliendo de control, yo mismo hablaré con mi hijo, así que cuiden a Dalia, el imperio tendrá tres días de luto. Así que me encargaré personalmente de todo antes de que ella regrese.
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Comments
Rocio Raymundo
me parte el corazón era su nene 😭😭😭😭😭 es un dolor que nadie se merece perder a su bebé 😭😭😭😭
2025-01-12
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Rocio Raymundo
que 😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭 dolor más grande realmente 😭😭😭😭😭
2025-01-12
0
Vicky Ortega
es como un chico malcriado
2024-11-11
0