Cicatriz.

Verdaderamente el trabajo de Alister era requerido en todas partes, de no ser por su amor al dinero hubiese rechazado los trabajos para su descanso, y a su vez para dedicarle mayor tiempo a su hermanita, odiaba tenerla abandonada por mucho rato. No obstante, cada día veía casos más peculiares que otros.

El médico había sido llamado de emergencia al Palacio de las Sombras ya que, por si no lo sabían, además de médico de ángeles y demonios también era lo más cercano a un veterinario, en ese caso dos dragones de la Diablesa se habían enfrentado y ocasionado heridas entre ellos.

En realidad eso era normal de no ser porque una de las dragonas, Sanguinaria, estaba gestando huevos. Y para Zero, esos huevos eran una reliquia que no se podían perder.

La Diablesa al principio tenía bajo su dominio a dos dragones, Sombraoscura y Sanguinaria, el primero era de un color tan fúnebre como su nombre y a través de sus ojos podías ver reflejada tu alma. Por otro lado, la dragona poseía escamas de un fuerte tono escarlata semejante a la sangre, y era más grande en tamaño a comparación de Sombraoscura. Debido a eso, Zero prefería utilizar a Sanguinaria en sus paseos para propagar temor, pero en situaciones de guerra prefería montar a Sombraoscura, y no arriesgar a su única hembra.

Esta era la segunda camada de huevos de dragón, en la primera salieron doce. Sin embargo, sólo dos dragones sobrevivieron y lograron eclosionar. Aquello molestó muchísimo a Zero, por eso esta vez estaba más al pendiente del estado de la dragona.

—Dime algo. —Exigió la Diablesa con su trenzado cabello rojo y semblante serio atenta a la revisión. —Dime al menos que necesita para mandarlo a conseguir de una vez.

—Todo se ve bien, solo heridas superficiales. Nada que un ungüento no arregle. —Contestó Alister, que de no ser por sus rápidos reflejos Sanguinaria casi le clava una mordida. —¡Ahg! Si mis cálculos no fallan, pronto podrá encubar los huevos.

Zero asintió no muy convencida aún, decidió resguardar a los dragones para que no molestaran a Sanguinaria. Sombraoscura se encontraba encadenado desde hace rato como castigo por la pelea, los únicos que estaban sobrevolando el Campo Siniestro eran Crystaliz y Skylar, los únicos sobrevivientes de la primera camada.

Skylar era un dragón con radiantes escamas de plata y un carácter salvaje como el viento. Y Crystaliz era un hermoso dragón de escamas azul eléctrico que tenía la peculiaridad de no escupir fuego como los otros dragones, sino que poseía un aliento congelado igual de mortal que el fuego.

Alister sabía porque a Zero le interesaba tanto tener un ejército de dragones, y esa era la venta. Producir dragones le traería un ingreso abundante al Inframundo, y aunque la mayoría pensó que venderle dragones a cualquier podía ser una mala idea ya Zero había tomado sus preocupaciones.

No habría dragones más grandes y poderosos que los de ella.

—¿Sabes que no te llame sólo para ver a Sanyi, cierto? —Pronunció Zero de manera repentina.

—Lo sospeché. —Respondió Alister mientras terminaba de aplicarle el ungüento a las heridas de la dragona.

—Te llamé porque me han informado de la presencia de un ángel frecuentando tu residencia. —Mencionó la Diablesa, intrigante. —Quería preguntarte de qué se trata tal cosa.

—Los ángeles del Templo me recomendaron una niñera para Alison, hasta ahora ha sido la que más ha durado.

—¿De verdad confías la seguridad de tu hermanita en un ángel?

—¿De eso no se trata el Pacto de Paz? Confiar en que no nos volveremos a matar entre nosotros. —Contrarrestó el médico, silenciando a la Diablesa con aquel argumento.

—Confío en su palabra... Por ahora. —Agregó Zero, inquieta.

—¿Acaso no confías en mí, su alteza? —Cuestionó Alister en tono sarcástico mientras liberaba una sonrisa.

—No confío en nadie, y lo sabes.

Esas duras palabras le quitaron la sonrisa a Alister del rostro, la mujer hablaba en serio. Quizás el Pacto de Paz fue aceptado por el momento, pero conociendo a Luxem, quien sabía cuánto tiempo duraría su buen humor.

—Dios y sus ángeles vendrán aquí en tres días. —Informó Zero. —Ya hablé con Ezra al respecto, pero te lo diré a ti también. Si uno de esos ángeles llega hasta aquí... no dudes en que el segundo en morir serás tú, después del ángel.

Ante aquella amenaza Alister sólo pudo soltar una sonrisa ladina, tal vez la Diablesa aparentaba ser ruda y frívola como todos la percibían. Pero por dentro, esas palabras lo único que ocultaban era su miedo.

—Entiendo que estos animales son tu fuente de poder, no tienes porque recalcármelo...

—No hablo de los dragones. —Aclaró Zero, evadiendo el contacto visual con el médico. —Y por favor, revisa a Karmelo antes de irte, lo necesito en una sola pieza para la reunión... Honestamente no sé que haré con ese idiota.

Con un suspiro agotador la Diablesa se alejó de Alister, él divisando como ella se perdía entre los pasillos de piedra rumbo a su cueva, la cual era una especie de laboratorio y biblioteca en la que Zero podía pasar horas, e incluso días sin salir.

Tal vez Alister no la conoció siendo "Lucero", pero fue el primero en conocerla en su nueva era como demonio. Zero nació gracias a un corazón roto y el venir de la nada misma. En su búsqueda de dominar al mundo, ha logrado curar esas cicatrices del pasado y convertirse en una mejor versión de sí misma.

Pero aún así, esas heridas seguían vigentes. Una de esas cicatrices era el temor a ser traicionada una vez más...

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Comments

Julia Monta88lvan

Julia Monta88lvan

q lindo quedo el capitulo,..
Aunque tiene razon, a quien no le da miedo ser traicionada de nuevo sobre todo cuando vivio una de la maner mas cruel.

2024-03-12

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