Ardiente. (+18)

...⚠️ATENCIÓN⚠️...

...ESTE CAPÍTULO CONTIENE CONTENIDO SENSIBLE PARA ALGUNAS PERSONAS. SI TE INCOMODAN LAS DESCRIPCIONES EXPLICITAS DE ABUSO SEXUAL, VIOLENCIA Y TORTURA, NO HAY PROBLEMA EN PASAR AL SIGUIENTE CAPÍTULO....

...Gracias....

Las gotas de agua cayendo debido a la humedad y los chillidos de las ratas era lo único que se escuchaba en esa habitación oscura en la que la habían encerrado. Lucero llevaba días sin ver la luz o probar algún bocado de comida, pero eso era lo menos que le preocupada.

Su pobre sirenita debía estar preocupada, esperándola cada atardecer a que apareciera. La imaginaba sola y con el corazón roto. Lucero se preguntaba si volvería a oír su voz, a veces sentía que la escuchaba en ilusiones o en sueños cuando lograba acomodarse, aunque no era fácil al tener las dos manos encadenadas en grilletes.

Pero ese día fue diferente, sería el que lo cambiaría todo.

La puerta de su celda se abrió, dejando pasar la luz que la encandiló hasta irritarle los ojos. Se alivió cuando se cerró y en su lugar se iluminó la cálida luz de un velón que reflejaba el rostro del Dios.

—Lucero. —Saboreó el Dios caminando hacia la prisionera. —Lucero, Lucero... ¿Cómo fue que un ángel tan puro y hermoso terminó así?

Luxem miraba de forma desafiante aquel cuerpo débil y lleno de mugre, debido a que le sorprendió ver a Lucero en esas condiciones deplorables y siguiese sin mostrar una clase de arrepentimiento.

—No estarías aquí si te hubieses fijado en mi, o si te hubiesen importado los regalos que te mandaba, al igual que las señales. —Reveló el Dios despechado, lo que sorprendió a la ángel. —No estarías aquí pudriéndote en este calabozo.

—¿E-Eras tu? —Murmuró Lucero impactada.

—Y aun así, preferiste traicionarnos y revolcarte con un monstruo marino... Jeje, quien lo diría, de por sí no tiene sentido revolcarte con alguien de tu mismo género ¿Qué vas a esperar de un pez? —Denigraba Luxem con cinismo. —Al menos yo si te amaba, y podía demostrártelo de mejor manera.

—Lo tuyo no es amor. —Expresó Lucero. —Las cosas que me decías eran enfermizas... Repulsivas.

—¿Repulsivo yo? No, no, no... yo no soy el "lesbiado" en esta historia. —Luxem dejó el velón en el suelo para poder acariciar el rostro de la ángel que lo miraba con miedo. —Tranquila... creo que si te doy de probar a un hombre de verdad, se te quitará ese mal gusto.

Ante aquella amenaza Lucero se apartó asustada, se arrastró hasta que chocó con la pared de la que salían sus cadenas. El Dios le dedicó una sonrisa que a pesar de no verla adecuadamente por el déficit de luz, percibió lo peor.

Sin esfuerzo, Luxem la sujetó de los tobillos y la atrajó hacia él. Lucero forcejeaba para que la soltaran, el choque de las cadenas eran acompañados por los gritos y súplicas de la ángel.

—¿¡Qué está haciendo!? ¡Suélteme! —Gritaba ella, sintiendo como era despojada de su ropa. —¡¡Suélteme, no quiero!! ¡Deténgase, por favor!

En medio del desespero Lucero le escupió en la cara, lo que sirvió para quitarse al Dios de encima. Lucero trato de alejarse al ver la expresión de molestia que tenía Luxem mientras se quitaba la saliva del rostro, la ropa que cubría su parte posterior fue arrancada, por lo que comenzó a sentir más frío que intentó cubrir con sus alas.

—No entiendo porque me tratas así, Lucero. —Comentó Luxem indignado. —Apuesto que de todos los ángeles existentes, tu eres a la que amo sin condiciones.

—Estás enfermo, tu no amas... ¡Solo tienes una maldita obsesión conmigo! —Gritó la ángel, espantada.

—No es una obsesión, yo te amo Lucero. —El Dios tomó entre sus manos el velón que iluminaba la habitación y se fue acercando de forma amenazante hacia la ángel. —Y te lo demostraré hasta que lo entiendas.

Lucero lo observaba tan aterrada que no se lo esperó cuando Luxem inclinó el velón sobre ella, dejando caer un chorro de cera sobre su espalda. Al sentir el líquido ardiente sin previo aviso la ángel no pudo evitar soltar un grito de dolor. La cera se deslizaba por su piel, dejandola roja para después convertirse en una corteza que Lucero no podía sobar al estar encadenada.

La pobre comenzó a llorar cuando volvieron a derramar la cera, pero está vez en sus hombros. Lucero comenzó a gemir de dolor por la horrible sensación en su piel.

—¿Te gusta, Lucero? —Le cuestionó el Dios con firmeza.

Soltó el velón cuando este se quedó sin cera, luego tomó bruscamente el mentón de la ángel que temblaba y la acercó a su rostro para forzarla a un beso doloroso.

—Eres tan hermosa... —Susurró Luxem encantado. —No te resistas, no se puede resistir el placer... después de todo ya eres impura.

Claro, lo que sentía era placer. No ella, sino él. El sentía placer al ver cómo la ángel sufría con aquel castigo. La pobre quería mirar para otro lado, en vez de al hombre que la hacía sufrir con la esperanza de que todo acabará rápido.

—Mírame, Lucero. —Demandó Luxem. —Mírame con esos hermosos ojos azules...

La ángel se resistió y cerró los ojos con fuerza, no quería verlo ni saber que era lo que venía. El Dios notablemente se molestó.

—Bien, si no miras supongo que tendré que descargarme con esa tonta sirena. —Amenazó.

Thaira...

No, su hermosa sirena no podía salir lastimada con su culpa. Ese era su castigo, sabía que algo así podía suceder... no le quedaba de otra que afrontar las consecuencias.

Lucero abrió los ojos, movió su cabeza lentamente hasta mirar al responsable de su dolor, sus ojos volvieron a ponerse cristalinos con las lágrimas al borde de salir.

—Buena niña...—Pronunció satisfecho, para acercarse a la ángel e la intentar quitarle la prenda que rodeaba su cintura.

La ángel comenzó a forcejear como pudo, negando con la cabeza e intentado hablar, en vano gracias a un nudo en la garganta. Se tensó al escuchar el sonido de un cierre bajarse y de ropa cayendo al suelo.

No quería que la tocara. Le dolía, la incomodaba, le daba asco...

Con fuerza Luxem la tomó de la cintura quitándole la prenda y dejando a la chica indefensa sin nada que la cubriera, mostrando las cicatrices y las quemaduras recientes.

—Eres mía. —Determinó el Dios. —Tu cuerpo tiene mis marcas, las marcas de la luz, eres de mi propiedad...

Lucero quería gritar, quería golpearlo. Pero no podía, solo observaba como su cuerpo era profanado de manera asquerosa.

Temblaba en lo que Luxem tomó los muslos y abrió sus piernas con fuerza, haciendo que la espalda de la ángel se pegara contra el suelo, ocasionando su dolor. La ángel sintió como su cuerpo era abusado. Era tan brusco. Su cuerpo sudado chocando con el suyo hacía un ruido asqueroso, se sentía sucia e impura.

Lucero cerró los ojos mientras mordía sus labios intensamente hasta el punto de hacerlos sangrar.

—¡Mírame!

La ángel abrió los ojos nuevamente, aunque está vez no pudo resistir las lágrimas. Miraba con terror al hombre que nunca pensó que maltrataría su cuerpo, nunca pensó llegar a esto. Pero al parecer Dios tiene sus propios designios.

Por alguna razón, para Luxem se veía aún más atractiva así, sufriendo bajo su merced. Lucero trataba de alejarse, pero el la sostenía fuerte y clavaba las uñas en su cintura dejando marcas. Y a lo poco de terminar el acto, le susurró la palabra que sería su condena...

—Ahora dime... ¿Te arrepientes?

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Comments

Alison 📚

Alison 📚

Lucero no se merecía eso ojalá obtenga venganza 😢😡

2024-03-26

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