Canción de Cuna.

—¡No! ¡No me arrepiento y jamás lo haré! —Exclamó Lucero motivada por el odio. —¡Nunca me arrepentiré de amar! Cosa que usted, no hace...

Los ángeles presentes se impactaron por la osadía en las palabras de la acusada, incluso el serafín que escribía el juicio quedó estático al no esperar esa respuesta. Luxem se mostró ofendido por obvias razones, no había nadie más grande y respetado que él, ni había nadie a su altura como para hablarle así.

—Te equivocas Lucero, yo amo mucho a mis creaciones. —Mencionó el Dios imponente. —Pero no permito que sobrepasen su posición por debajo de mi, ni que el pecado los termine consumiendo...

—No piense que por ser un Dios eso lo deja libre de cualquier pecado. —Soltó Lucero. —¡Tan grande es tu arrogancia que no te importaría sacrificar a todo tu cielo por simple diversión!

Aquellas palabras solo reflejaban como el corazón de Lucero se corrompió, se envenenó y que ahora no sentía pudor por nada. Después de todo, su vida no tenía sentido sin Thaira. Sus palabras sembraron dudas entre los ángeles, y esto empezaba a preocupar a Luxem.

—¡Arrogancia la tuya, que te crees capaz de pasar sobre mi! —Objetó el Dios desatando su ira, a su vez quería intimidar de alguna forma a la ángel.

—¡Prefiero morir antes de ser pisoteada por ti una vez más, maldito! —Recalcó Lucero mientras escupía con desdén a los pies del Dios.

Esa acción alborotó más el gallinero, no sabían que hacer ante el nuevo rumbo que tomó el juicio. Lucero continuó escupiendo palabras llenas de veneno y rencor hacia Dios, y el serafín que argumentaba todo lo que pasaba decidió omitir sus palabras y escribir lo siguiente:

"Lucero, a pesar de haber sido un ángel exaltado y muy amado por Dios, comenzó a desear para sí misma el poder y el honor que solo le correspondía al Creador tener."

—¡Y si para eso, tengo que bajarte de tu maldito trono sobre las nubes, entonces lo haré...! —Pronunció Lucero al dejar salir un aura oscura que ni las cadenas podían someter. —¡Juró que iré a destruirte, tomaré tu lugar y luego arruinaré lo más bello que hayas creado! ¡Todos estarán bajo mi dominio, la gente me alabará a mi y los enviaré a todos al infierno para que sufran por tu culpa...!

Las palabras quedaron en la boca de Lucero sin ser expulsadas al sentir repentinamente el filo de una espada que le atravesó el pecho. Los ángeles se exaltaron sorprendidos, incluyendo a Luxem que quedó boquiabierto, algunos incluso se desmayaron al no poder aguantar la potencia de aquella escena.

Lucero no supo como procesar la situación, la sangre comenzaba a correr de la herida letal y su energía se iba desvaneciendo. Con las últimas fuerzas que le quedaban giró la cabeza para encontrarse con su hermana, con su amiga Luna empuñando la espada con lágrimas en sus ojos.

Luna nunca pensó que tendría las manos manchadas de sangre.

Ese día lloró como nunca lo había hecho en su vida, aún seguía sin reconocer de dónde nació ese impulso en apuñalar por la espalda a su hermana después de que dijo todas esas amenazas.

Aun así, la felicitaron y le insistieron en que era lo mejor. Ya Lucero no tenía salvación.

Y como si eso no fuese suficiente, ella fue la encomendada para deshacerse del cuerpo de la ángel junto al de la sirena. Lumina debía acompañarla, pero la pobre quedó muy traumada con el juicio, por eso Luna se ofreció a llevar los cuerpos sola.

Eso le dio la libertad a Luna de sepultarla como quiso, lavó el cuerpo de Lucero además de la herida, y la vistió con un hermoso vestido que combinaba con su Cristal Protector. Lastimosamente, su pelo rubio se tiñó de rojo por su constante contacto con la sangre, y aunque intentó lavarlo el color permaneció en sus hebras.

Luna la colocó delicadamente en una tela que se dispuso a cubrir con flores que rodearan su cuerpo y una corona dorada en su cabeza. La sirena estaba en una tela diferente, ambas cerca de un acantilado el cual caía hacia las temibles y profundas aguas del Inframundo, donde eran sepultadas las almas en pena.

Luna las miraba a ambas y pensaba que tal vez ese era su destino, el único en que las enamoradas podían estar juntas.

Este incidente marcaría un antes y un después en el Reino Celestial. Luxem regiría a los ángeles con mano dura y tendría poca tolerancia a la traición, no iba a permitir que otro ángel se le revelara como lo hizo Lucero. Ella podía estar muerta, pero sin duda había representado una burla a la autoridad de Luxem, y el evitaría que vuelva a ocurrir.

Luna quiso admirarla una última vez antes de besar su frente y luego empujarla al vacío antes de arrepentirse. La arcángel con lágrimas en los ojos vió como caía su más leal amiga, aquella que sin duda siempre recordaría...

..."¡Cómo caíste del cielo! ¡Oh, Lucero! Hija de la mañana..."...

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Comments

Julia Monta88lvan

Julia Monta88lvan

Luna , como tu haz dicho
Haz traicionado a tu mas leal amiga,hermana.
sus "traumas",.... vio como el "bueno", "misericordioso" dios le arranco sus alas, junto a ellas su vida , su amada , lo q tu tuvistes es envidia y fuistes traicionera ,y no me vengas con el "perfeccionismo",
Pobre de Lucero

2024-02-20

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