Presentaciones.

—¿Comenzamos el recorrido? —Convidó Lucía. —Podemos presentarnos en el camino.

Luna de inmediato se apartó del demonio, incómoda de que sus amigos la hayan visto actuando de esa forma. Estos decidieron no darle vueltas al asunto y comenzar el recorrido mientras se presentaban los cuatro demonios.

Honestamente, a Luna no le importó la identidad de ningún otro demonio que no fuese la de aquel demonio, de la cual estaba intrigada por saber.

..."Alister"...

Pronunciaron su nombre, y este le sonrió con picardía. "Es el médico curandero de los demonios, el mejor que hay".

Ahora Luna entendía porque el demonio sabía su nombre, de seguro también estuvo presente el día del pacto, pero ella solo observaba al séquito de demonios para discriminarlos y quejarse.

El resto del recorrido la que tomó la palabra fue Lumina, quien hablaba hasta por los codos como bien sabía. Al contrario de sus amigos ángeles que no la soportaban, los demonios se mostraban interesados en sus habladurías, mientras se les enseñaban los lugares del templo, desde salas públicas hasta privadas.

Lucía casi siempre hablaba con un demonio sobre cuentas o finanzas, y Ludovico participaba cuando hacían alguna cuestión sobre mecanismos. La única que se negó a involucrarse fue Luna y por decisión propia, básicamente desconectó su mente de la realidad en todo el recorrido.

Se preguntaba porque ahora le daban esas crisis emocionales cada vez que observaba a Lucero...

Se detuvieron a descansar en el jardín, donde siguieron hablando entre ellos. Luna seguía en su mundo hasta que recordó su obligación de conocer al segundo demonio al mando. Descartó a Alister, ya que este era el médico, por lo que analizó a los tres demonios restantes, y la verdad era difícil deducir cuál de ellos era el más poderoso. A su percepción, eran igual de desastrosos.

—¿Quién de ustedes es el segundo al mando? —Habló Luna por primera vez en aquella reunión. —¿Hay un segundo al mando, no?

—Parece que la serafín no prestó atención a las presentaciones. —Se burló uno de los demonios, de nombre Karmelo. —Pero puedo asumir que preguntas por Ezra.

Todos voltearon a ver a la mano derecha de la Diablesa, quien era uno de los pocos que no participaba en la charla al estar admirando las características del reino celestial. Ezra se enfocó firmemente en todos al sentir el peso de sus miradas, sobre todo la de Luna.

—Ese mismo soy yo. —Pronunció Ezra con voz grave. —¿Sucede algo?

—Por ahora no, solo quería saber con quien quejarme en caso de que rompan algo. —Contestó Luna malhumorada, causando risas entre los presentes que se tomaron el comentario como una broma.

—Te aseguro que así será. —Afirmó el demonio, finalizando la interacción.

—Bueno, ya que la angelita no escuchó las presentaciones, aquí van nuevamente. —Habló Karmelo. —Ezra es el segundo al mando, digamos que es el puto favorito de Zero, aquí Axis es el que ingenia y construye artimañas locas, Alister se encarga de curarnos cuando nos partimos el culo, y yo me encargo de lo más importante...

—Joder. —Dijo Alister entre dientes.

—No, ese es el papel de Axis. —Corrigió Karmelo altanero. —Yo soy el economista.

—No se ilusionen, es el contador. —Aclaró Ezra, bajando al demonio de su nube de soberbia. —Pero no de dinero, sino de demonios.

—Y todo porque Zero detesta contar, sino no tendría trabajo. —Rió Axis en burla, con tal de molestar a Karmelo.

—¿Quién es Zero? —Cuestionó Luke, confundido.

—Es el nuevo nombre de la Diablesa. —Explicó Lucía seriamente.

—Si, ella aborrece que la llamen por su antiguo nombre. —Comentó Alister, fijando su mirada en Luna. —Una vez hubo un demonio que la llamó así, y le sacó las entrañas con sus dientes... Fe imposible salvar al pobre.

Luna presintió que aquello no era una anécdota, sino una advertencia para si misma. La Lucero con la que se crió no sería capaz de tal sadismo, pero después de lo que pasó desconocía su nueva forma de ser.

La serafín alzó la mirada al cielo para distraer sus pensamientos entre las nubes, a su vez, divisó la torre que daba hacia el despacho de Dios... ¿De qué hablarían esos dos?

...🤍...

—Bien, ahí está todo lo que necesitas. —Mencionó el Dios otorgándole una orden a la Diablesa en un pergamino. —Puedes hablar con mis serafines para que te den los materiales que ampliarán el río de las almas y la construcción del poblado.

—Gracias, me ayudará bastante a controlar la población. —Agradeció la reina satisfecha. —Y hará más entretenida la visita de los ángeles.

El silencio se manifestó entre ambos líderes. Se suponía que aquella reunión era para un intercambio de materiales entre ambos mundos. Zero presentó su pedido, pero extrañamente Dios aún no se había pronunciado...

—Parece que quieres hacerme una pregunta importante. —Comentó el Dios, curioso al notar el rostro inquiriente de ella.

—Me gustaría saber qué es lo que quieres Luxem. —Expresó Zero con detenimiento. —Me sorprendió que aceptarás la propuesta de la paz y que lo lleves bien hasta ahora. Te conozco, y sé que no harías un acto de caridad sin buscar un beneficio a cambio.

—¿No puedo hacer algo bueno por primera vez en mi vida? —Soltó Luxem sin más. —¿Sobre todo cuando está a punto de terminar?

Zero abrió los ojos por la sorpresa que le dio saber aquel detalle.

—Entiendo, resulta que estás viejo... —Suspiró la Diablesa acomodándose en su asiento. —A todos nos llega la hora, supongo.

—Has cambiado, Lucero. —Habló el Dios repentinamente. —Me sorprende que... también aceptaras el tratado de paz, a pesar de lo que te hice...

—En parte te lo agradezco. —Intervino Zero frívola. — Nunca habría conseguido todo lo que tengo si me hubiese quedado a tus servicios. Y en cuanto a lo que me hiciste... aprendí a superarlo, no me afecta en nada ahora.

—Es por eso que necesito un favor tuyo, uno del que podría depender el destino del mundo. —Reflejó el Dios su desespero por la ayuda. —Estoy envejeciendo, mi ciclo de vida está a punto de terminar y cometí el error de confiarme todo este tiempo... una nueva era debe comenzar, pero no tengo quien la lidere, ni un Dios que sea mi sucesor.

—¿No pudiste engendrar un hijo? —Dudó Zero extrañada. —Que raro, pensé que usarías a Luna para eso.

—No me insultes de esa manera, gracias. —Expresó Luxem asqueado por aquella insinuación. —Después de ti... no vi a nadie que fuese digno de cargar a mi hijo.

—¿Y qué quieres que yo haga? —Dudó despectiva.

—Nadie ha hecho las cosas que tu hiciste en estos 50 años, Zero. Los dragones nunca tuvieron jinete, los demonios no tenían gobierno y nadie había logrado engendrar un hijo de la forma en que tú lo lograste. —Argumentó el Dios. —Prevaleciste tu legado de manera extraordinaria, y yo necesito hacerlo igual antes de que sea tarde.

—No es tan sencillo como suena. —Aclaró Zero con seriedad. —Y de todos modos necesitarás una incubadora, así que...

—¿Qué es lo que quieres para poder ayudarme? —Insistió Luxem desesperado. —Necesito que me ayudes a crear un descendiente con tu magia.

La Diablesa rodó los ojos, era obvio que el Dios no aceptaría un No por respuesta. Pero esto le servía para poner su condición.

—Quiero que el tratado de paz se mantenga así, para siempre. —Aclaró ella, erguida. —Que sea irrompible, y que se permanezca vigente de generación tras generación. Es mi única condición para ayudarte a obtener tu heredero.

—Hecho. —Accedió Luxem sin dudarlo. —¿Qué es lo que tengo que hacer?

—Busca una maldita incubadora. —Impuso la Diablesa. —Sea ángel, sea humana... Creo que eso será lo más difícil para ti.

En eso la reina del inframundo tenía razón, Luxem no podía permitir que cualquiera engendrara a su hijo. Tenía que ser una mujer santa, pura y sin pecados en la que pudiese confiar...

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Comments

Julia Monta88lvan

Julia Monta88lvan

me da curiosidad
No creo q sea Luna, ni la Diablesa .Aunque quien soy yo para juzgar.
Ay no, se vienen los problemas,
Se pone cada vez mas bueno😌😌
Siento q esto funciona mas q mi medicamento.

2024-03-03

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