Monstruos.

¿Ir, o no Ir?

¿Bajar al Inframundo, o quedarse en el cielo sin hacer absolutamente nada con su existencia?

A pesar de todo, su moral la inclinaba a elegir la segunda opción. No obstante, a Luna le ofendía un poco el hecho de no tener nada que hacer, era como si Luxem se hubiese olvidado de su utilidad.

La serafín le preguntó a su colega Lucía qué cosa mantenía tan ocupado a Dios, a lo que ella respondió que estaba enfocado en encontrar a la persona más santa y sin pecado alguno del mundo. Luna se extrañó de aquello, aunque decidió no seguir indagando en algo que seguramente no terminaría de entender.

Antes del Pacto de Paz, las únicas labores de Luna eran referente a la guerra contra los demonios, era entendible que sus labores bajaran un poco luego del pacto, pero no a tal extremo. Sus amigos trabajaban más debido a que sus labores eran cotidianas; como arreglar máquinas, convocar asambleas...

Lo más próximo que tenía a un trabajo era la visita de los ángeles al Inframundo, y eso sería en tres días. Por eso, se encontraba frente al espejo con aquel delicado vestido azul, debatiendo si ir a ver Alister, o quedarse en el cielo sin labores pendientes, lo cual era lo correcto...

—¿A dónde vas, Luna? —Ludovico la detuvo en medio del pasillo mientras se marchaba. —Últimamente sales bastante, ¿Encontraste como divertirte?

—Muy gracioso, Ludo. —Respondió la serafín de mala gana.

—¿Puedo ir contigo? —Preguntó el serafín alzando ambas cejas.

—No, no puedes.

—Aww... —Alardeó decepcionado. —Y yo pensaba que te habías ablandado.

Luna frunció el ceño, observándolo confundida.

—¿Por qué habría de...?

—No lo sé, tu energía es más alegre que antes. —Agregó Ludovico, cortante. —Pensaba que hacías algo divertido con tu tiempo libre, eso es todo. Pero ya veo que no.

Ludovico se marchó, dejando a una Luna perpleja en su lugar. La serafín no pensó que su colega se refería a sus visitas al Inframundo, sino al hecho de que ahora no tenía tantas responsabilidades como antes.

En fin, decidió omitir eso y se encaminó al Inframundo con el vestido azul del día anterior envuelto en sus manos, está vez trataría de no ensuciarse y terminar usando otro vestido ajeno. No obstante, Luna se extrañó cuando llegó a la casa de Alister, no solamente por el hecho de que estaba silenciosa, sino que además la puerta se encontraba abierta.

—¿Hola? —Luna entró con inseguridad.

La casa lucía relativamente normal, la serafín se dirigió a la cocina y de inmediato divisó una nota sobre la mesa, la cual estaba escrita con una caligrafía un poco ilegible, pero entendible, suponía que ese tipo de letra era ley en un doctor.

..."Fui convocado al Palacio por una emergencia. Dejaré a Alison un momento sola hasta que llegues. Trataré de volver lo más pronto posible, y por favor no dejes que Alison se escape, no es seguro para una niña andar sola por el bosque....

...Con amor de Alister, para su amargada palomita."...

Luna no tuvo tiempo para quejarse de aquella carta, comenzó a buscar de manera desesperada a Alison por toda la casa. En cada habitación gritaba su nombre a profundo pulmón, en vano, no había respuesta de la menor. La puerta abierta que la recibió le dió un mal indicio, no quería pensar que Alison había escapado. Sin embargo, era la respuesta más sensata.

Por primera vez en su vida, Luna sintió el temor de perder un ser querido. La serafín salió desesperada al bosque, volando por debajo de las copas de los árboles frondosos y gritando el nombre de la pequeña hasta que su garganta no tuviera fuerzas.

De repente escuchó varios gritos de una niña y Luna no dudó que podía tratarse de Alison. Voló a toda velocidad, siguiendo los gritos que luego fueron acompañados por la risa desagradable de un hombre.

Y como temía, la pequeña Alison estaba siendo violentada por un demonio que sentía placer de golpear a la niña y de destrozarle la ropa. La pequeña demonio se mostraba asustada, como podía forcejeaba los agarres bruscos del desconocido y recibía golpes en el proceso.

Luna no lo pensó dos veces, tomó un potente impulso con sus alas y de una patada voladora apartó al demonio de la niña. El hombre a pesar de desestabilizarse logró mantenerse de pie, y Luna pudo ver fijamente sus tenebrosos ojos rojos junto a sus dientes colmilludos.

—Vaya, vaya... más cena para mi. —Rió el demonio de forma cínica. —Tengo ganas de saber el sabor de tus alas.

Afortunadamente, la serafín nunca se desamparó de cargar una daga que mantenía oculta bajo su ropa, su paranoia le sirvió esta vez. El demonio tenía sólo un arma para enfrentarla; sus dientes. Pero no lo subestimen, el desgraciado era muy ágil y veloz, esquivaba los ataques de la ángel y la burlaba seguido.

Luna se concentró, debía hacerlo si quería rescatar a una niña inocente que estaba siendo agredida... ¿Qué había hecho esa niña para merecer tal desgracia? Absolutamente nada, y los demonios podridos como ese tenían que morir a toda costa.

Esa pasión por defenderla consiguió que Luna aumentará en fuerza y reflejos, lo que al final le permitió acabar con la vida del demonio con una sorpresiva estocada que le clavó en el cráneo, todo aquello ante los ojos de la niña.

Apenas la serafín confirmó que el demonio cayó sin vida al suelo, corrió en dirección a Alison para revisar su estado.

—¿Estás bien? ¿Te hizo algo? —Cuestionaba Luna preocupada.

—M-Me agarró muy fuerte... —Sollozó la pequeña con su ropa hecha añicos. —Lastimó a señor conejito...

La niña sacó su juguete de peluche, el cual tenía un solo ojo mientras que el otro fue arrancado de una mordida, dejando ver el relleno de su interior.

Por fortuna, Alison lloraba por algo que tenía reparación como un peluche, y no por el trauma que podía causarle una violación a su tan corta edad.

Luna no se sintió aliviada hasta que llegó con Alison a casa, siempre cargada de brazos. Le quitó los arapos desgarrados, la bañó con esmero y después le hizo una trenza en su melena oscura. Con retazos de tela viejos y un botón abandonado, Luna consiguió arreglar como pudo al conejito de peluche delante los ojos llorosos de Alison.

—¿Por qué...? —Habló la pequeña en un hilo de voz. —¿Ese hombre hizo eso?

Luna nunca pensó ver a Alison en un estado tan vulnerable, ayer era una completa diablilla y de manera cotidiana lo era. Pero ahora, tanto miedo se percibía en sus ojos que le causaba tristeza a la ángel, no podías pensar que ella era un ser maligno.

—Porque es un demonio. —Soltó Luna en voz alta. —Bueno, supongo... me han dicho que esa es su naturaleza desde siempre.

Alison quedó pensativa por esas palabras, Luna pensó que tal vez no tenía demasiada relevancia hablar sobre eso, así que siguió cosiendo al señor conejo hasta que lo terminó lo mejor que pudo. Se veía choreto, aunque igual de simpático.

—Los demonios son monstruos. —Murmuró la pequeña Alison abrazando a su amigo de peluche mientras se rescostaba en el regazo de la ángel. —Odio a los demonios, los odio...

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Comments

Julia Monta88lvan

Julia Monta88lvan

No Luna q acabas de hacer!
ojala y eso se arregle.
Sigue asi esta novela es rehermosa
Me encanta y parece q no solo ami🤗

2024-03-11

1

Julia Monta88lvan

Julia Monta88lvan

Mana nooo!!!!
q me digan eso me desmayo jaja q lindo

2024-03-11

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