Pecado.

Pasaron los años, y Luna ya no era la misma niña risueña que perdía el tiempo en bromas e inmadureces. Era una mujer con metas establecidas.

Apenas se graduó de la preparatoria de ángeles fue aceptada como aprendiz para ingresar en el Coro de Ángeles. Su inteligencia y disciplina eran notables, y su lema era predominar la perfección.

Por otro lado, a duras penas su amiga Lucero fue aceptada como aprendiz, pero lo logró gracias a que algunos candidatos renunciaron a última hora.

Lucero seguía siendo la misma, una ángel ingenua con su mente en las nubes, pero era buena en batalla y estrategia. Luna aseguraba que con una educación y disciplina eficaz, su amiga sería mejor.

En su tiempo de entrenamiento que se llevaba a cabo en el recinto de Dios, conocieron amigos con el mismo propósito y nivel que Luna consideraba apto para que fueses su amigo, sus nombres eran Ludovico, Lucía, Lumina y Luke.

Y el ojo de Luna no fallaba, ya que ellos seis fueron ascendidos ascendidos para ser guiados por los potestades y la jerarquía media del Coro de Ángeles, ellos mantenian contacto directo con Dios, además de los serafines y querubines.

Luna no podía estar más satisfecha, este era el puesto que merecía y por el que había estado trabajando por años.

Estuvo muy feliz cuando recibió su uniforme blanco con dorado, combinaba bien con su cabello rubio y ojos celestes, aunque esos eran rasgos que todos los ángeles debían tener en presencia de Dios. Era como una especie de requisito.

—¿Qué tal me veo? —Consultó Luna mientras le modelaba su armadura de aprendiz a sus amigos.

—Vaya... te ves... wao. —Ludovico la miró boquiabierto.

—¿No pesa? —Preguntó Lucero, alzando una ceja.

—Poquito, pero no es nada. —Disimuló Luna. La verdad si pesaba un poquito.

—¿Siquiera esto es real? —De forma imprudente, Lucero se acercó a Luna y le tocó sus pechos, se veían exageradamente grandes.

—¡Lucero! —Luna la apartó avergonzada.

—¡JAJAJA! ¡Otra vez con relleno! —Lucero se reía a carcajadas.

Sus demás amigos quisieron reírse, pero sé aguantaron al recibir la mirada asesina de Luna.

...🤍...

Conocer a su creador por primera vez en persona sería un evento que Luna recordaría por la eternidad, casi le quita la circulación a la mano a su amiga Lucero de tanto que la apretó.

Luego de un largo protocolo, finalmente apareció:

Sus cabellos eran hilos de oro puro, y sus ojos brillaban como dos doblones dorados. Su Dios era alto, fornido y muy atractivo.

Perfecto.

—Desearía que pudiese abrazarme en medio de esos brazos fuertes... —Suspiró Luna, con actitud de enamorada. —¿No crees lo mismo, Lucero?

Su amiga se alzó de hombros, indiferente.

—Se ve como un hombre común y corriente, no le veo lo interesante.

—¡Por favor Lucero, no seas ridícula! —Contestó Luna indignada de la respuesta. —Me cansa que esa siempre sea tu opinión hasta con los hombres más atractivos.

—¿Qué te puedo decir? Es lo que siento...

—¡Eso no importa! ¡Algún día tendrá que gustarte uno para que puedas casarte! —Le reprendió nuestra protagonista.

—¿Y tu crees que Dios pueda fijarse en ti? —Provocó Lucero con malicia.

Luna quedó perpleja.

—¿D-De qué hablas? ¡Eso es grosero! —Exclamó Luna, fingiendo disgusto. —Es una insinuación muy obscena.

—Tu actitud es obscena. —Remarcó Lucero con astucia. —Mírate, hablas de Dios como si quisieses algo... más sugerente con él.

—¡Pensar de esa manera es pecado! ¡Lujuria! ¿Y en Dios? Él es un hombre recto, puro y santo. Solo quiero alabarlo, que sepa que puede confiar en mi, y nada más.

—Lo que tu digas...

Luna podía estar segura de eso, Dios era majestuoso, elegante y puro. Ella no quería insinuarsele, estaba prohibido, además de que aún no estaba a su altura. Era un simple ángel. Todavía.

Dios era un ser poderoso, querido y respetado por cada criatura viviente. Lo tenía todo, lo creaba todo, él no podía rebajarse y fijarse en un simple ángel.

O al menos no debía.

...Nadie podía pronunciar su nombre, el mismo lo había prohibido....

Él sólo quería que se dirigieron a él en términos formales como “Amo” “Señor” o simplemente “Dios”.

Pero la verdad, Lüxem a pesar de ser un Dios ocupado y estricto, no evitó fijarse en un ángel en aquella ceremonia de bienvenida, era una de las aprendices nuevas que había llegado a su morada.

Algo tenía esa ángel que capturó su atención, su físico era similar al de todos los ángeles, cabello rubio y ojos azules, pero aún así tenía algo que la hacía destacar de las demás.

Debía ser porque el Dios recibía la admiración de todos los ángeles apenas entraba a un lugar, Luxem los tenía bajo sus pies. No obstante, ella era la única que lo miraba con indiferencia.

Después de ese día no dejaba de pensar en ella, quiso verla en el campo de entrenamiento y notó que era una de las mejores en combate, junto a otra ángel más que no le interesaba.

Se obsesionó con el danzar de su cabello rubio al viento, en su piel clara brillando con los rayos del sol y remarcando su figura esbelta.

Ella era perfecta para él.

Aun así, cuando se hizo notar en el campo recibió la atención de todos los ángeles, menos la de ella.

¿Por qué no lo venera como los demás? ¿Cuál era su problema?

Dios tenía un carácter un poco orgulloso, no era para menos, ser superior fue el trato que siempre recibió de sus sirvientes y antepasados, por lo que era raro que no llamara la atención de alguien.

Sin embargo, Lüxem sabía que no era inmortal como todos pensaban que Dios era, debía procrear un heredero con sus poderes que siguiera con el legado, o el mundo sucumbiría al caos.

Nunca le dio importancia a eso hasta que conoció a esa ángel y descubrió que estaba enamorado.

Averiguó que su nombre era Lucero.

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Comments

Dayma Sánchez Pérez

Dayma Sánchez Pérez

una duda quien estaba a la altura de Dios, para casarse y procrear, sería bueno que describieras las jerarquías

2024-02-08

1

Dayma Sánchez Pérez

Dayma Sánchez Pérez

le vendría bien poner los pies en la tierra como dice el dicho 😂😂

2024-02-08

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