Anℎelo.

Luna solo vivía decepción tras decepción desde el día en que le dieron su Cristal Protector.

 Últimamente todo el mundo estaba sobre ella en el mal sentido, se sentía pisoteada cada vez que sus compañeros la vencían en un entrenamiento, o cuando los tutores la mandaban a limpiar, en vez de llevarla a excursiones interesantes.

Pero sin duda, algo con lo que no podía dormir a día de hoy, era con que Lucero fuese ascendida a Arcángel en tan poco tiempo.

Y no era la única, hasta los mismos Querubines o Potestades no podían creerlo. Los Querubines relataban como subir en la jerarquía del Coro de Ángeles les costó muchísimos años, y Lucero en pocos meses fue ascendida.

Tal vez... algo estaba haciendo Luna mal para recibir tanto desprecio.

Antes quiso alejarse de Lucero porque pensaba que ella la atrasaría, pero ahora, viendo el panorama le convenía ser su amiga. Así, quizás tan solo así, Luna creía que podía llegar a ser notada.

—Lucero, ¿De dónde sacas demasiadas flores y chocolates? —Le preguntó Luna al abrir su armario.

—No lo sé, aparecen de repente en mi ventana. —Expresó Lucero sin darle importancia.

Luna y Lucero se encontraban en la habitación de la segunda. Cuando Lucero era aprendiz compartía habitación con Luna, pero el ascenso hizo que tuviese una habitación propia.

Luna anhelaba eso para ella también.

—¡Vaya, definitivamente es un hombre que está loco por ti! —Exclamó Luna fascinada al ver que algunas flores tenían mensajes de amor.

Desde hacía tiempo, Lucero recibía dulces y flores junto a largas cartas románticas que terminaba quemando. Sabía que eran de un hombre que estaba locamente enamorado de ella, y en las cartas se leía la furia que sentía el hombre de que ella no le prestara atención.

Además de que describía todas las cosas que deseaba hacer con ella. Desde las más lindas, hasta las más pervertidas...

Sea quien fuese, Lucero no estaba interesada. Quemaba las cartas y tenía la esperanza de que esos presentes dejarían de llegar algún día.

—Bueno, puedes tomar lo que quieras. Tengo que marcharme. —Avisó Lucero, terminando de arreglarse con su armadura blanca.

—¿Te vas otra vez?

—Si, tengo una misión en el Inframundo, de nuevo. —Bufó Lucero algo agotada. —Tranquila, es solo un patrullaje, estaré aquí antes del anochecer para que podamos estudiar.

—Bien... —Suspiró Luna. —Cuídate, te quiero amiga.

—Yo también te quiero. —Correspondió la arcángel sonriente.

Luna notaba a Lucero extraña últimamente, aunque su amiga negaba tener algo diferente Luna quería averiguar qué era.

No entendía como de repente Lucero terminó siendo la favorita de Dios, le dio misiones impresionantes al poco tiempo que la nombraron, arcángel viajaba a lugares interesantes y tenía permiso de entrar en las habitaciones prohibidas. Luna no comprendía porque Lucero recibía tanto mérito.

¿Por qué Lucero y no ella?

Los demás la consideraban mil veces mejor desde que eram pequeñas, y Luna nunca ha recibido un cumplido a día de hoy. La indiferencia de Lucero ante la situación también era sospechoso, ¿Cómo no le iba a resultar raro ascender de pronto? ¡Aquí había gato encerrado, y Luna quería averiguar qué ocurría!

—¡Tú, Luna!

La ángel salió al campo de entrenamiento cuando una Potestad la llamó. Luna se apresuró a atenderla con la esperanza de que le trajese buenas noticias, y no que la mandara a limpiar el baño otra vez.

—¿Dónde está tu amiga? —Interrogó la ángel de jerarquía media, Ludmila.

—¿Mi amiga? ¿Cuál de todas? —Cuestionó Luna. La mirada de la Potestad la intimidaba un poco.

—Lucero, la Arcángel. Ustedes dos siempre andan juntas. —Contestó la Potestad. Luna se desanimó, ¿Ahora se supone que era la simple amiga de Lucero? —La he buscado por todas partes, Dios la llama y no aparece.

—Que yo sepa Lucero fue a cumplir una misión al inframundo, de esas que habitualmente le ordenan. —Dijo Luna con una mueca de irritación.

Sin embargo, la ángel Ludmila frunció el ceño extrañada.

—Nosotros no hemos mandado a ningún ángel al Inframundo. —Reveló la mayor. —Al menos no desde hace años...

Aquella confesión fue un gran impacto para Luna, y no menos para la Potestad. ¿Eso que significaba? ¿Lucero iba al inframundo y venía por voluntad propia? Esto era gravisímo, Lucero podía ser señalada como una traidora, ¡No podía creerlo!

Su amiga... ¿Le había mentido?

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play