PARTE 2. Alianza

Después de la caída de Lucero, una gran batalla se desencadenó en los cielos.

Aquel evento fue la iniciativa o el arma para que los demonios atacaran con más fuerza, ocasionando que ninguno de los ángeles se atrevieran a bajar del cielo. Los únicos que bajaban era los guerreros de alta jerarquía, quienes iban directo a exterminar los demonios que se encontrarán en su camino.

Todos seguían las órdenes de Luxem sin contradecirlo, el Dios seguía irradiando ira y rencor después de la caída de Lucero. Sus reglas eran estrictas: todo ángel que se cruzara con un demonio y no lo mate o se atreva a forjar una relación con él, será tachado de traidor y caería sobre él la peor condena ejercida por Dios.

No había excepción alguna, fuese un simple ángel, o los de alta jerarquía como querubines o serafines, todos serían juzgados de la misma manera y con la misma crueldad.

Así fue por 50 largos años, demasiado tiempo en que predominó la guerra entre ambos bandos la cual no parecía tener final.

En ese lapso de tiempo Luna se había convertido en serafín, y no solo eso, cumplió su sueño de ser la primera al mando luego de que Luisana fuese asesinada durante una batalla contra los demonios.

Su carácter cambió con su aspecto, sus cabellos ondulados color miel se encargaba de mantenerlos cortos, por encima de los hombros para lucir más seria. Cuando no usaba armadura su ropa siempre era formal, iba acorde a su actitud fría y calculadora.

Si había alguien que acatara las órdenes de Luxem y que no dudaría en acusar alguna falta, era ella. Luna seguía las normas al derecho y al revés, analizaba a todos y a cada uno de los ángeles detalladamente con la mirada, originando tensión al saber que cualquier cosa sospechosa sería acusado con Dios.

Y como Luna era la serafín favorita de Luxem, este no dudaría en creerle.

Su deber era desenvainar su espada ante cualquier demonio y asesinarlo, esa era la ley absoluta que la hizo ganarse sus seis alas sobre la espalda. Luna insistía en que el día en que todos los demonios fuesen exterminados, sería el día en que la perfección abundaría en el mundo.

No obstante, un día Luxem llegó con una noticia que nadie se esperó nunca, jamás, incluso era imposible... muchos ángeles decían que Dios se había vuelto loco. Incluso Luna, que le disgustaba que hablaran mal de su señor, estuvo de acuerdo con eso.

La serafín no lo comprendía, no le entraba en la cabeza como de repente Luxem quiso, de la nada, hacer una alianza de paz con los demonios.

—Me disculpara por esto mi señor, pero es que no lo entiendo. —Habló Luna en el despacho de la Deidad, minutos después de comunicar el veredicto. —¿Por qué quiere hacer una alianza con los demonios?

Luxem simplemente suspiró y se alzó de hombros. El Dios también había cambiado con los años, lucía más viejo y cansado, aunque aún tenía ese semblante de autoridad combinada con la elegancia.

—Solo me aburrí. —Dijo como si nada. —Ya no le veo sentido a seguir en esta guerrilla.

¿Se supone que esto era una broma? ¿Qué tenía que reírse? Era de muy mal gusto para la serafín. Luna apretó los puños con impotencia, no podía permitir que esos asquerosos demonios arruinaran la perfección con su presencia en los cielos, ¡Tantos años de guerra y sangre no podían acabarse por el mero capricho de Luxem!

—¿Y qué le asegura que ellos cumplirán con el tratado? ¿Qué le asegura que no nos atacarán a penas les demos la espalda? —Luna trató que el Dios cayera en razón. —Los demonios son engañosos, traicioneros, son MALOS. Por algo se están pudriendo en ese oscuro infierno, si les damos el mínimo chance de acercarse a nosotros podrían...

—¡¡Cállate!! —Le gritó Luxem, haciendo temblar el despacho. —¡Cierra la boca, maldita sea! ¡Yo soy Dios y yo decido lo que es mejor para mi mundo! ¡No tú! ¡Y si no te parece lárgate y pondré a Ludovico como el primero al mando!

Luna quedó perpleja en su sitio, el Dios suspiró agotado y después le dio la espalda. La serafín apretó los dientes a causa de la amenaza, solo esperaba que fuese una especie de estrategia de Luxem para emboscar a esos desgraciados pecadores. Tal vez hacer algo así sería tramposo, pero Luna sabía que Luxem era capaz de hacer cosas peores.

...🤍...

El gran día llegó, el día en que ángeles y demonios se reunirían en el Reino Celestial para pactar la paz. Los ángeles de rango bajo miraban expectantes a lo lejos a Dios acompañado de sus serafines más confiables, Luna no bajaba la guardia en ningún momento.

Menos cuando llegaron los primeros demonios.

A la hora acordada, un grupo de cuatro demonios llegaron al lugar de reunión. Ninguno de ellos lucía asustado, pero tampoco con intenciones defensivas, solamente hablaban y reían entre ellos. Luna hizo una mueca de disgusto, ¿Se suponía que estos eran los demonios más serios y diplomáticos que había en el inframundo?

—¿Dónde está su Diablo? —Cuestionó Luxem.

—Viene en camino. —Comentó uno de los demonios, el mejor vestido de los tres.

—¿Acaso no vinieron juntos? —Preguntó Luna frunciendo el ceño.

Ese mismo demonio la miró con diversión.

—No. —Canturreó sonriente aquel hombre.

A Luna le incomodaba su mirada, así que decidió evadirlo. Esperaron unos minutos más hasta que de repente sintieron el suelo temblar, la serafín se asustó por eso y mucho más al ver que los demonios permanecían como si nada. Era obra de ellos, lo sabía.

Sin embargo, antes de poder quejarse de algo una enorme sombra opacó la luz del sol y un fuerte rugido estremeció la piel de los ángeles presentes. Luna no podía dar crédito a lo que veía, era una enorme bestia alada de color rojo escarlata que sobrevolaba el cielo. Lo más impresionante fue ver que sobre el lomo de la bestia la jinete se le hizo bastante familiar.

Era ella...

Imposible, se supone que se encontraba muerta... Luna la tiró al río de las almas sin una pizca de vida, ¿Cómo era que Lucero estaba ahí ante ella, y montando una bestia?

Pensaba que era un sueño, una alucinación o un fantasma del pasado que vino a molestarla...

Pero no, eran sus mismos ojos azules de Lucero que observaban todo pero nada a la vez. Su cabello actualmente era rojo sangre y ondulado, iluminado por la luz del sol relucía cuál fuego. Las facciones de su rostro eran iguales, y así permanecieron ante la presencia de la serafín y el Dios.

El corazón de Luna se aceleraba con cada paso que daba hacía ella, sus manos nunca habían sudado de esa forma antes.

Cuando finalmente estuvieron frente a frente, un silencio se extendió en todo el ambiente, los cuatro demonios eran los únicos indiferentes por la situación. El silencio permaneció hasta que Dios decidió hablar.

—Bienvenida a casa, Lucero...

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Comments

Sakura

Sakura

ya va me perdí ella no estaba muerta no entiendo alguien que me explique

2024-02-29

0

Julia Monta88lvan

Julia Monta88lvan

a ver aver aver ..., mana ya no entendi nada , se q el contexto estara mas adelante pero q desespero😖😖😖
Lucero , mi Lucero a por tu venganza., ella es tipo,:
acepto ser la.villana de tu cuento pero cuentales el capitulo donde me creastes.

2024-02-24

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