El Juicio Final.

..."El Señor ha reservado la eterna prisión, en el fondo de las tinieblas, el juicio del gran día, a los ángeles que no conservaron su dignidad, sino que perdieron su propia mansión."...

...(Judas 1:6)...

Hace tiempo, cuando la arcángel Luna era una niña ingenua, solía hacerse una recurrente pregunta que terminó callando con el tiempo. Pero ahora, que estaba sola observando su Cristal Protector después del incidente con Lucero, se la hizo nuevamente.

Si un ángel podía volverse un demonio... ¿Por qué un demonio no puede volverse un ángel?

La duda ahora inundaba su mente, tal vez era la culpa que la carcomía por acusar a su amiga Lucero. Antes no lo sintió así, creyó que era lo correcto. No obstante, al verla caer en la desgracia y el dolor sintió cierto... arrepentimiento.

La verdad es que su enemistad era una ley, un estilo de vida, ángeles contra demonios... ¿Qué clase de guerra sería capaz de superarla? Ninguna, porque ellos eran la viva representación de la luz y las tinieblas, el bien y el mal...

Obedecías a Dios, o estabas en su contra. No hay punto medio, no existe un estado neutral, o un color gris. No.

El ángel que se revele ante Dios será castigado, y Luna pensaba que perfectos eran todos los ángeles creados por Dios desde el día en que nacieron, hasta que se encuentra la maldad en ellos.

"—Leí una vez que ángeles han sido absorbidos por el pecado a pesar de poseer un Cristal, ¿Entonces que sentido tienen?"

Recordó lo que dijo Lucero al recibir sus cristales. Descubrió que era cierto, nadie se salvaba del pecado así estuviese bendecido.

La culpable de que la maldad creciera en Lucero era la soberbia.

O la envidia...

—¿En verdad viste a Lucero hacer eso, Luna? —Le preguntó su amigo Ludovico, uno de esos días en que Luna se reunió con sus amigos.

—¿Te atreves a dudar de mi? ¿Quién te crees que soy para mentir con tal cosa? —Cuestionó Luna ofendida.

—Todos sabemos que estabas celosa de Lucero. —Admitió Lucía con seriedad. —No sería raro que lo hicieras para ascender.

Luna frunció el ceño molesta por la acusación. Aunque por dentro, su corazón se quebró porque muy en el interior, sabía que lo que decían podía ser cierto...

—Lucero era mi amiga. —Asintió la arcángel. —Pero no puedo ponerla a ella antes que a los designios de mi Dios. Nuestro señor es más grande que lo alguna vez tuvimos, y hay que aceptarlo.

Lo único que Luna quería era servirle fielmente a su creador, era su forma de agradecerle, para eso había sido creada. La razón de su existir, era servir.

Tal vez si lo seguía haciendo el Dios dejaría de tener ese mal genio que tenía desde que descubrió la traición de Lucero, y que ahora descargaba sin piedad sobre los demás seres vivos a su alrededor.

Hoy se sabría la decisión final sobre Lucero, será la última oportunidad que tendría para arrepentirse de sus pecados y Dios definiría que tan grande era su arrepentimiento. El nivel de perdón iba a determinar su condena, la situación más simple sería la expulsión del Coro de Ángeles. El más grave, la muerte.

Cuando Lucero entró encadenada al gran salón quedó bajo la vista de todos los testigos, quienes se estremecieron al verla en estado deplorable. La ropa desgarrada y donde antes había unas hermosas alas de plumaje blanco ahora solo quedó un vacío en su espalda que le imposibilitaba caminar correctamente. Luna notó que lo único intacto en ella era su Cristal Protector.

Ante la juzgada apareció el altísimo creador con un semblante firme y calculador que hizo sentir a todos como pequeñas hormigas.

—¡Ángel Lucero, hoy será tu juicio final! —Exclamó Luisana, la serafín de más alto rango. —Se te ha acusado de traicionar la moral y de deshonrar a nuestro creador.

A su lado, otro serafín escribía cada palabra dicha en el juicio para que quedase registrada. La serafín Luisana dijo con detalle los pecados de los que se le acusaban, entre ellos ser profanada con un ser de su mismo género, y además de eso que ese ser se tratara de un demonio del mar. Luna dio su veredicto de los hechos. Siendo ella la única testigo de la situación, se le daría la oportunidad a Lucero de defenderse.

—Espero que el tiempo en cuarentena te haya hecho reflexionar. —Pronunció Luxem ocasionando que la acusada temblara. —¿Algo de lo que ha dicho la arcángel Luna, ha sido falso?

Lucero había perdido la voz, el peso de su cuerpo sin el equilibrio de sus alas y su alma encadenada la tenía desorientada por completo. Tantos traumas, tanto dolor solo era consolado con el recuerdo de la melodiosa voz de su sirenita con hebras de plata. Quería que todo terminara para volver a reencontrarse con ella.

—¿Por qué sigues luchando? —Preguntó el Dios un poco histérico al no obtener respuesta. —Bueno, ya que te resistes... me gustaría mostrarte algo.

El público se intrigó con aquel anuncio. Luxem silvó hacia un grupo de ángeles que traían algo grande que era cubierto por una tela blanca. También capturó la curiosidad de Lucero, y en eso no esperaron cuando la tela fue quitada.

Lucero sintió como el corazón se le salía por la boca al ver a su sirenita encerrada en esa pecera de vidrio. Las manos de Thaira estaban atadas, su boca cubierta por una mordaza y su cola de colores era inmovilizada por una serie de cuerdas que impedían su nado libre.

Ambas cruzaron sus miradas, las cuales detonaban el dolor y el sufrimiento que se encontraban pasando. Fue fácil capturar a Thaira, luego de que ella se quedara esperando a la ángel cada día con esperanza.

Luxem ordenó que sacaran a la sirena de la caja de cristal, y ahí fue que Lucero estalló de la angustia. Los ángeles no rechistaron en obedecer, abrieron la pecera y permitieron que toda el agua saliera.

—¡NO! ¡Por favor, déjenla ir! ¡Ella es inocente, no la involucren en esto! —Lucero gritaba mientras trataba de auxiliar a su amada, pero los ángeles a su lado la sujetaban de las cadenas para que no se moviera.

Thaira luchaba por contener la respiración, su mirada estaba fija en su enamorada que buscaba desesperadamente como evitar que muriera. Una sonrisa cínica escapó de los labios de Luxem al ver aquel acto de tortura. Los demás seguían anonadados de presenciar a la criatura marina estremeciéndose por su vida.

 Lucero se lanzó al suelo mientras seguía gritando por piedad. Sin embargo, nadie hizo nada, solo esperaban a que Dios dijera algo. Y este, no apartaba la mirada de Lucero, quien a su vez no abandonó los ojos de su amada sirena, los cuales observó hasta que estos dejaron de irradiar vida.

Lucero se derrumbó en el suelo. Thaira había muerto por su culpa, la que menos debía pagar por sus errores era ella. Lo peor de todo, es que Lucero era la única que sentía el vacío de la pérdida. Para los demás ángeles, la vida de un demonio del mar no tenía valor alguno.

—Ahora no hay razón para luchar. —Pronunció Luxem, sobresaltando a la gente que seguía impactada. —Será la última vez que te haré esta pregunta Lucero... ¿Tú, te arrepientes?

Todos se enfocaron en Lucero, quien aún desmoronada en el suelo tenía sus manos temblando. Pero no por temor, o miedo, ni siquiera impotencia... temblaban por la floreciente ira y rencor que pronto se mostraría en los ojos del ángel al encarar al Dios.

—¡No! ¡No me arrepiento y jamás lo haré! —Exclamó Lucero motivaba por el odio. —¡Nunca me arrepentiré de amar! Cosa que usted, no hace...

Continuará...

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Comments

Julia Monta88lvan

Julia Monta88lvan

estaba viendo videos cuando en eso sale un notificacion de noveltoon y me reemocione cuando lei
"nuevo capitulo de Angel + Demon"
........
este capitulo me destrozo, en mil
ojala Luxem tenga su merecido y no me referiero solo a la muerte rapido, q sufra y tu Luna tambien
dejo todl esto en manos del karma,...
....o bueno de la escritora😅

2024-02-19

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