Un Cuento Real.

El cielo de las tierras inframundanas irradiaba el manto anaranjado que anunciaba el atardecer cuando Alister llegó a su casa. Agotado y con las mínimas ganas de darse un baño para acostarse a descansar, eso no era suficiente para no detenerse a admirar el ambiente. Que para su gusto, lucía mejor que durante el día.

Apenas entró a su casa se sorprendió del olor a comida que se coló por sus sentidos. Y en efecto, se encontró a la ángel en la cocina junto a su pequeña hermana que jugaba aislada.

—Buenas noches. —Saludó Alister de buenas, y sin recibir respuesta. —Vaya, sé que soy feo, pero tampoco es razón para ponernos tristes.

Alison jugaba con su conejito a medio coser, con una expresion triste y sin prestarle atención a su hermano recién llegado. Alister se quitó su bata de doctor y luego se agachó a la altura de su hermanita.

—Hey... ¿Qué le pasó al señor conejito?

—¡No me toques! —Exclamó la niña evadiendo el contacto de su hermano. —¡Eres un demonio, y todos los demonios son malos!

—¿Pero qué? —Dudó Alister confundido. Al instante comenzó a sospechar de que la ángel había logrado influir algunos pensamientos erróneas en su hermana.—¿Por qué presiento que tu eres la culpable?

—Yo no hice nada. —Impuso Luna con el ceño fruncido. —Cuando llegué Alison no estaba aquí...

A pesar de no entrar en muchos detalles, Luna le relató al demonio todo lo que pasó durante su ausencia, la primera reacción de Alister fue regañar a la ángel por afrontar la situación de esa forma. Pero al final no tenía caso, Luna ya se sentía lo bastante culpable y lo importante era solucionar el conflicto con Alison.

—Ali, no tienes porque pensar así. —Alister se le acercó con delicadeza. —Tu también eres un demonio, pero eso no significa que seamos malos.

—¿Por eso nunca me dejaste salir, verdad? —Expresó la pequeña molesta. —¡Porque afuera todos quieren lastimar a Alison! Incluso tal vez tu también lastimes a niñas como Alison...

Luna quedó perpleja ante las palabras de la pequeña demonio y en como su pequeña cabeza comenzó a atar cabos.

—Alison, no todas las criaturas son malas. Esa es la ley de la vida. —Justificó el demonio calmado. —y la razón por la que no te dejo salir es porque estás muy pequeña como para la bondad en las personas.

—No digas mentiras, no todas las criaturas son malas. Los ángeles son buenos.

—Mm... No todos los ángeles son buenos. —Reprochó Alister mirando despectivamente a la ángel. —Zero era un ángel, ¿Lo recuerdas? Pero ahora muchos consideran que es mala.

—Pero eso no es cierto, Zero es buena. ¡Alison la conoce! —Aseguró la niña.

—Significa que ellos no la conocen tanto como tú... ¿Lo ves?

—Yo mejor me voy. —Determinó Luna al ver que aquella conversación se tornó demasiado incómoda, y tal vez irse sea lo mejor.

—Ni hablar. —Intervino el médico, fijando seriamente su mirada sobre ella. —Supongo que mi cama puede esperar... No tiene sentido velar por la salud de los demás, si mi propia gente está enferma.

—¿Perdona? —Cuestionó la ángel ofendida.

—¿Desde cuando no das un paseo por el bosque, palomita?

...❤️...

El bosque se cernía como una nube de humo oscura sobre la pequeña Alison, a medida que aumentaba su miedo sujetaba con más fuerza la mano de su hermano mayor, mientras que con su otro bracito se aferraba a su conejo de peluche.

Luna tampoco disfrutaba mucho de la caminata que digamos, cada paso que daba era con precaución ya que el trauma que le dejó el incidente con la trampa no la dejaba tranquila. Tampoco podía volar para evitar el suelo, Alister le exigió estrictamente que debían andar a pie.

Los ojos azules de Luna se abrían para escanear atentamente la densa vegetación que parecía cobrar vida entre las penumbras y las sombras. La brisa de la noche arrastraba consigo susurros invisibles entre los árboles y los arbusto, junto al crujir de las hojas bajo sus pies, parecía acumularse el temor de las chicas hacia lo desconocido.

—¿E-Estás seguro de que deberíamos estar aquí...? —Tartamudeó Luna atemorizada. —E-Estás horas no son adecuadas para un picnic.

Alister simplemente sonrió mientras seguía caminando a paso seguro, el médico además de sostener la mano de su hermana también llevaba consigo una canasta con la cena que Luna había cocinado, planeaba comérselo en un picnic nocturno en medio del bosque con el objetico de sanar los miedos de ambas.

—Mira Ali.

Alister detuvo el paso al señalar un pequeño conejo marrón que mordisqueaba un brotecillo verde cerca de su madriguera. A Alison se le iluminaron los ojos al ver la versión viva de su amigo peluche, no podía creer lo que sus ojos veían.

Con calma y sigilo, Alister trató de aflojar el agarre de su hermana y convencerla de acercarse hacia el conejo. La curiosidad en la niña fue creciendo hasta convencerla de observar al simpático conejo regresar a su madriguera luego de comerse su hierba.

—Por lo usual, los animales viven más asustados de nosotros, que nosotros de ellos. —Comentó Alister mientras se sentaba cómodamente en el suelo. —Lo mismo pasa con las personas... sean ángeles o demonios, pero no todos tienen malas intenciones.

Luna lo miró conmovida, y con algo de inseguridad se sentó junto a él a preparar el picnic. Inspirada por las palabras de su hermano, Alison se atrevió a adentrarse más en aquel lugar al que se resistía por su temor. De repente, entre flores silvestres, notó como mariposas brillantes comenzaron a volar y transformaron el panorama a un ambiente mágico.

—Cada animal, cada criatura tiene su lugar... su propósito de existir, y todos son especiales. —Argumentó Alister, enfocado en Luna. —¿No lo crees?

La ángel se empezaba a incomodar por la mirada del demonio, y antes de poder reclamarle Alister señaló detrás de ella. En ese momento, le dieron vistazo a un pequeño ciervo a lo lejos capturó la atención. Era majestuoso y tranquilo, una cosa tan adorable que rompía con todas las imágenes temibles que había hecho en su mente.

—¡Mira Luna! Es un ciervo, como del cuento que me contaste hoy. —Exclamó Alison encantada.

—¿Ves? El bosque es como un gran libro de cuentos, lleno de historias sucediendo a nuestro alrededor. Sólo tenemos que aprender a leerlo, sin miedos... —Sin previo aviso, Alister tomó la mano de Luna para dirigirla al cervatillo. —Ni prejuicios.

Tomados de la mano, Luna y Alister pudieron acercarse al ciervo sin asustarlo. Con cada paso, ella se sentía más fascinada y menos temerosa, maravillándose ante la idea de que tal belleza esten en ese sitio que ella consideraba podrido.

Alison ya no veía a los demás demonios como amenaza, aunque aprendió a tener preocupación. En cambio Luna, descubrió un lugar de maravillosos misterios que esperaban ser descubiertos.

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Comments

Julia Monta88lvan

Julia Monta88lvan

Espero y ya estes bien querida Autora, es un dolor horrible espero y tengas una rapida y pronta recuperacion.
Tomate tu tiempo, te deseo la mejor de las suertes para q sanes🤗🤗

2024-03-16

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