CAPÍTULO 20

¿Qué deseaba saber? Adivinaba que no tendría tanta libertad como él para conseguir información. La simple idea de que respondiera abiertamente a todas mis preguntas era ridícula.

—Supongo que hay cosas que no podrás decirme.

Su expresión se mantuvo relajada, pero noté sus dedos apretando la botella sutilmente. Él también era consciente de la ventaja que tenía sobre mí.

—Seré tan honesto como pueda serlo —cedió.

Alcé una ceja, era momento de descubrir el alcance de esa honestidad.

—¿De dónde eres?

Su agarre se relajó, como si mi pregunta fuese algo seguro de contestar.

—Sicilia —admitió —nacido y criado.

Asentí, bebiendo un sorbo de mi refresco, las burbujas molestando mi garganta.

—¿Cuánto tiempo llevas en América?

Se encogió de hombros, todavía en la zona segura.

—Unos tres años. Aunque antes estuve yendo y viniendo.

—¿Negocios o placer?

Su expresión se endureció sutilmente, entonces bebió un trago de su cerveza hasta relajarse nuevamente.

—Deber —dijo llanamente.

Asentí como si comprendiera, así que lo que sea que estuviera haciendo aquí estaba fuera de lo que deseaba compartir, no es que fuera difícil de creer teniendo en cuenta que lo había visto asesinar a un hombre.

—¿Por qué no tienes novio?

La pregunta me tomó por sorpresa, desafortunadamente mi reacción fue demasiado sincera y él lo notó. El miedo. Relajé mi rostro rápidamente pero ya era tarde. Me había visto.

Sus ojos se iluminaron con sospecha.

—No...no hay una razón específica detrás.

Mentira. Todo mi cuerpo estaba tenso, delatándome.

Elia lo notó.

—¿Por qué no hacemos un trato? —dijo al cabo de unos minutos de tenso silencio —responde mi pregunta con honestidad y yo responderé a tu pregunta sin escapar.

Sabía lo que estaba haciendo, tentándome con algo que en verdad deseaba, esperando a que hiciera el movimiento.

—Tuve...una mala experiencia —comencé —en mi último año. Estaba enamorada de este chico...un amigo, pero no fue correspondido. Las cosas se complicaron entre nosotros y simplemente perdí el interés en volver a intentar algo con alguien más.

No había mentido, aunque había omitido algunos detalles morbosos. Las imágenes pasaron por mi mente; las burlas por los pasillos, los gestos de los chicos cuando me veían pasar, las miradas superiores de las chicas. Los murmullos.

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Me estremecí, bebiendo otro trago de refresco, dejando que la burbujeante sensación molesta borrara los recuerdos.

—¿Te hizo...daño?

Me sorprendí ante la ferocidad de su expresión, casi podía asegurar que parecía...protector. Lo que era una estupidez teniendo en cuenta que era de él de quién necesitaba protección.

—No —respondí, y no era una mentira.

Él no me había hecho daño, no más del que yo misma me había causado —. Tu turno.

Me observó un momento más, entonces asintió antes de comenzar a hablar.

—Estoy aquí por deber —repitió, respondiendo a mi anterior pregunta —. Tengo el deber de vengar la muerte de mi hermano.

Mi respiración se detuvo, sus ojos se encontraron con los míos. Las llamas brillando en su mirada leonada.

—Estoy aquí para matar a su asesino.

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