CAPÍTULO 13

Una semana.

Llevaba desaparecida para el resto del mundo una semana entera.

Una parte dañina de mí se preguntaba si incluso alguien lo había notado, que no estaba. Pensé en Hannah, incluso en Jocelyn; quizás alguna había llamado a mi móvil preguntando si me encontraba enferma, o mis jefes incluso, aunque sea una llamada para despedirme.

Una semana con la única compañía de este misterioso, hermoso y aterrador hombre.

Elia, mi secuestrador.

Un asesino.

No lo había olvidado, ningún detalle de aquella noche. Incluso mientras hacemos las cosas más cotidianas como lavar los platos después de la cena; mis ojos se dirigen a sus grandes manos enjabonadas, y recuerdo que están bañadas en sangre.

Recuerdo que me llevó y me ocultó del mundo. En una jaula hermosa, sí. Pero una jaula, al fin y al cabo.

No quiero acostumbrarme a esto, a su buen trato, a recibir su atención. No quiero olvidar que estoy aquí sin mi consentimiento, necesito recordar incluso cuando hacemos cosas que me hacen sentir bien, como mirar una serie que me gusta, saborear su deliciosa comida, echarnos miradas cargadas de interés; sobre todo en esos momentos necesito recordar que nada de esto es real. Que Elia no es mi amigo.

Que no puede convertirse en nada más.

Es mientras estoy tomando un baño, el maldito patito de hule observándome desde donde lo dejé sobre el borde de la bañera, que el plan surge en mi mente.

Necesito seducir a Elia.

Mis alertas se encienden todas al mismo tiempo, el peligro detrás de este movimiento es alto, las posibilidades de que todo empeore son muchas.

Pero parece ser mi única solución.

Si logro seducir a Elia, al punto de lograr que confíe en mí, en que no haré nada para intentar escapar, quizás podría conseguir esa llave. Quizás podría conseguir incluso más.

Lio me observa con su expresión vacía, juzgándome. Arrojó un chorro de agua en su dirección, girándolo hasta que ya no tengo sus pequeños ojos negros sobre mí.

Esto podría funcionar, me repito. Por supuesto que podría funcionar, no era un secreto que Elia se sentía atraído por mí. Sólo tenía que atraparlo un poco más, hasta tenerlo envuelto alrededor de mi dedo.

Hasta que no pudiera despejar sus ojos de mí, sólo así no notaría que con la otra mano estaba buscando mi propio escape. Sólo tenía que pensar bien en cómo abordar el plan sin que lo notara, sin que descubriera mis intenciones hasta ya estar allí.

Observé a Lio, pequeñas gotitas restantes de mi furtivo ataque seguían deslizándose por su superficie, haciendo un lento camino hasta unirse al río bajo él. De pronto, la respuesta vino a mí como una epifanía. Tenía todas las armas necesarias para conseguirlo, sólo me había olvidado de utilizarlas.

Una siniestra sonrisa se formó en los bordes de mi boca. Y por mucho que quisiera negarlo, también había un cosquilleante sentimiento de expectación creciendo en mi pecho.

Esta vez, el que sería tomado con la guardia baja sería Elia.

Por supuesto que lo sería.

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