...
Los chicos no esperaban ser cuestionados, pero Fania fue la primera en reaccionar, y no se rindió: —¡Vamos! Excepto por seguirte durante el almuerzo, no hemos hecho nada malo en tu contra. —Se defendió la rubia. —¡Somos buenas personas! ¿Verdad, Aldo? —Al moreno no le quedó más que asentir.
—Seríamos buenos amigos —expresó entre murmullos.
—¿Por qué preguntarían sobre eso, si ustedes nunca…se han acercado a nadie más? —Matt replanteó su pregunta.
—Bueno, no es que no lo hayamos intentado, pero nadie nos ha aceptado como amigos —parloteó ella sin la menor tristeza. —Además, sabemos que los otros chicos del salón suelen hablar sobre nosotros, cosas como “esas gafas son del siglo pasado”, “el corte de Aldo no es agradable”, “su ropa es anticuada”. Tampoco queremos ser amigos de personas así.
—¿Y entonces por qué yo? Nunca los he defendido.
—Cierto, pero no has dicho nada en nuestra contra. Y encima, no sé si lo has notado, pero ahora mismo Henry y tú también son renegados, ¡justo como nosotros! Ay, seremos un grupo increíble —concluyó con una enorme sonrisa.
—¿Lo somos? —Se cuestionó Matt seriamente. —¿Renegados?
—Lo son —aseguró Fania, y Aldo la secundó. —¿No crees qué es raro que nadie se acercara a preguntarte por qué no habían venido ustedes dos a clase, con lo chismosos que son?
El pelinegro realmente no se había puesto a pensar en el motivo detrás de su absoluta tranquilidad, pero ahora veía que las cosas parecían ser así. No es que sus compañeros de clase fueran considerados o un tanto cobardes, sino que más bien lo estaban excluyendo.
—Oh…es así. —Él ni siquiera lo había notado.
—¡Lo es! Todos escucharon los rumores de lo que pasó en la fiesta universitaria. Ahora mismo su imagen está un poco distorsionada. Y nadie quiere acercase a ti por miedo a que los relacionen con omegas que solo piensan en pasarlo bien.
—¿Y ustedes no tienen miedo de las habladurías al acercarse a mí? —Ambos se miraron el uno al otro, sin decir nada por algún tiempo.
—En realidad, no.
—Después de todo, siempre hablan mal de nosotros —dijo Aldo.
—¿Qué es la segunda cosa que mencionaste antes? —inquirió, para cambiar de tema, porque se sintió un poco mal por ellos.
—No esperaba menos de mi amigo. Eres muy inteligente —asintió Fania con aprobación. Y Matt se preguntó cuándo había aceptado ser su amigo. —Lo segundo…Aldo y yo queríamos preguntarte una cosa pequeñita.
—Solo dilo —pidió él. Presentía que ese era su verdadero motivo para actuar como lo hicieron. Y ya comenzaba a sospechar a dónde iba todo aquello.
Fania miró a Aldo, y él captó el mensaje.
—Oh…Matt… —comenzó el chico con una sonrisa nerviosa en los labios, luego de ser instado por ella. Aldo miraba a todos lados, menos a él.
—¿Sí?
—¿Es cierto qué…?
—¿Qué cosa?
—¿Es cierto qué Henry y tú ya tuvieron el celo? ¿No son solo chismes de los demás? —intervino Fania con rudeza en ese momento. Se había hartado de la vacilación de Aldo.
El pelinegro se sorprendió un poco por su forma tan directa de hablar, pero al mismo tiempo lo agradeció. Alargar el tema era más incómodo.
Matt los vio con detenimiento por primera vez. Solían ser agradables y no se metían con nadie. Eran como Henry y él; por ello fue que le sorprendió que resultaran ser los primeros en acercarse. Pero tal parecía que la curiosidad de los adolescentes tenía un límite para ser contenida, aunque no dejaba de sorprenderle que fueran estos dos quienes se acercaran primero.
—¿Por qué lo preguntas? —En realidad, no le molestaba responder. Sin embargo, no dejaba de ser un tema demasiado privado cómo para indagar en ello, y mucho menos ir a cuestionar a un compañero de clase con el que rara vez hablabas.
—¡Oh! Tengo tanta curiosidad. Dime, ¿es doloroso? ¿Es cierto qué solo quieres…ya sabes…un alfa? —La chica no tuvo reparos en ser intrusiva, e indagó. —¿Dirías qué pudiste mantener la cordura durante ese tiempo, para evitar hacer algo de lo que te arrepentirías después?
Matt tuvo que admirarla por su franqueza. Aunque había que decir, pese a su tono audaz, se contuvo lo suficiente para que solo ellos tres estuvieran al tanto de la conversación.
Y Fania, ajena a sus pensamientos, se sentó frente a él, colocando ambas manos sobre sus mejillas. Esperaba ansiosa su respuesta, y parecía haber olvidado su propio almuerzo a medio comer. —He leído muchos libros que lo describen de diversas maneras. Supongo que es porque cada cuerpo es diferente, y todo eso, blah, blah.
—Si ya sabes eso, ¿por qué preguntarlo de todos modos? —inquirió, sin dejar de comer su hamburguesa con queso extra.
—Yo… Mira, las cosas son así —expuso con solemnidad, inclinándose al mismo tiempo hacia él. —En mi familia, omega suele tener celos precoces, a partir de los dieciséis es muy común que comience todo…y yo…nosotros estamos en esa edad, ¿sabes?
—Ok…
—Y no queremos enfrentarnos a dicho momento sin ningún testimonio cercano. De una persona real…no solo de un libro o una página de internet.
—¿No tienen parientes omega qué puedan responderles?
—Oh, somos los hermanos menores en nuestra familia. Y luego de nosotros, ya no hay más primas, nietas, ¡nada! —Se lamentó. —Eso significa que todas o todos los omega a nuestro alrededor son mayores. Les he preguntado a mis hermanas cómo se siente, y siempre me ignoran…ni que decir de mis primas. ¡Son tan puritanas! —siguió quejándose Fania, sin importarle que Aldo pareciera rogarle que cerrara el pico.
—¿Por qué debería responder si tus hermanas no lo han hecho? —rebatió Matt, al cabo de unos segundos bajo la intensa mirada de la chica.
—¡Vamos!
—Tus hermanas…
—¡No! Escucha, escucha —pidió ella. —Mi familia es muy…conservadora, en un sentido ligeramente extremo. Si por ellos fuera, ahora mismo Aldo y yo ni siquiera sabríamos cómo se hacen los bebés. Gracias al universo por internet y los libros de texto que nos educaron en el tema. Y también al sistema que otorga por ley a omega el derecho a la educación, lo que le prohibe a nuestro padre encerrarnos en casa.
—Entonces…
—¡Pero como ya dije…! —insistió con una mirada lamentable. —No queremos enfrentarnos a dicho momento sin algún consejo de una persona real. Es aterrador… ¿no es así?
Dicha pregunta hizo que Matt recordara esas veinticuatro horas.
A decir verdad, inconscientemente evitó el tema, pero ahora que lo pensaba se dio cuenta de lo escalofriante que había sido enfrentar aquello con su cuerpo inmaduro. Aquel calor nublaba su juicio, y cada célula de su cuerpo se sentía explotar. Ni mencionar esas alucinaciones borrosas…
El solo imaginar que por casi dos años tendría que soportar ese infierno cada mes…era bastante desalentador.
Miró a los ojos de esa chica intrusiva, y luego al chico que casi no pronunciaba ni una palabra, y no se sintió molesto por las preguntas. Por el contrario, si lo que decía Fania era verdad, un infierno les esperaba a la vuelta de la esquina.
Aún así no pensaba revelar nada, dado que lo que ella dijo era cierto, cada cuerpo reaccionaba diferente al celo. No servía de mucho contarles su experiencia.
Se limitó a darles un golpe rápido en el hombro a ambos, y dijo: —Sean valientes. Sobrevivirán.
Sin más palabras de aliento, tomó su bandeja y se fue.
—¿Solo dirás eso? —Se quejó ella, siguiéndole de cerca. Aldo también caminó tras ellos.
—Si.
—¿En serio?
—Si.
—Bueno, no importa. Sabíamos que no sería fácil obtener una respuesta; o bien, que podríamos fracasar. Aún así, ahora somos amigos —declaró sin miedo al rechazo.
—¿Amigos? —Matt se preguntó como funcionaba el cerebro de la chica. Él nunca había aceptado.
—¡Desde luego! —respondió, sin dejar de sonreír.
—Solo un amigo consuela así a otro amigo —afirmó Aldo, siguiéndoles el paso.
Matt los miró de soslayo, y no pudo librarse de la sonrisa que se formó en sus labios. Estos chicos eran extraños, pero no dejaban de ser agradables. Al menos, no se aburriría estando a su lado.
“Bien, puedo recoger dos amigos más.”
.
El resto de la semana se escurrió de entre sus dedos, y para cuando se dio cuenta, Matt ya estaba sentado junto a Henry nuevamente la mañana del lunes…y por cierto, aquellos dos no lo habían dejado ni a sol ni a sombra reclamando el título de “amigos”. Inclusive, habían tenido la brillante idea de cambiar asientos con quiénes se sentaban detrás del castaño y él.
Debido a los rumores que había sobre ellos y las fiestas, no tuvieron reparos en el intercambio, y así sus nuevos vecinos se mudaron el viernes pasado.
—¿Por qué nos miran con demasiada complicidad? —susurró el castaño, mientras se acercaba a su oído. Matt no necesitó levantar el rostro para saber a quiénes se refería.
—Déjalo en que serán tus nuevos amigos… —respondió él. Siempre que no preguntaran por el celo “casualmente”, los chicos eran bastante agradables, además de inofensivos.
Comparados con el resto de la clase y sus miradas inquisitivas, Aldo y Fania eran unas peritas en dulce.
—Oh… ¿ahora seremos cuatro? Será agradable.
—¿Así de fácil aceptas?
—Bueno, siempre he creído que sus personalidades son interesantes. Me agradan.
—Si así lo piensas…
—¿No te agradan?
—No es eso… —Matt no tenía motivos para rechazarlos, pero no dejaba de ser curiosa la forma en que había adquirido a estos dos amigos.
—En ese caso, nuestra dupla ahora será un cuarteto —dijo Henry, sonriendo. —Es bueno volver a la escuela, sin contar esas miradas chismosas…pero me alegra saber que no la pasaste solo.
—Por cierto… ¿tú cómo estás?
—Yo… —El castaño se detuvo por un momento, y luego soltó un largo suspiro junto a una sonrisa autocrítica. —Estoy bien. Solo fue un idiota en el camino, y un corazón roto. Lo estoy superando bastante bien, lo que me demuestra que ese gusto no era tan profundo como creía, justo como lo dijo mi madre. Me aterra darle la razón, ¿sabes?
—Es bueno que sea así. Serías más lamentable si te hubieras enamorado realmente de una escoria como esa.
—Es verdad.
—¿Y la demanda…?
—Procedió sin problemas, y con una rapidez aterradora. Creo que fue debido a la presencia del amigo de tu hermano esa noche. El peso de su familia apresuró a las autoridades, y el sábado se dictó sentencia. Fue curioso que tan solo una semana después, todo terminara. Es casi como justicia poética.
—Oh… —Matt se sintió contrariado al escuchar eso. No deseaba la ayuda del villano, se sentía como ir en contra de sus principios el solo considerarlo, pero era innegable que su simple presencia había ayudado en el caso de Henry.
—Claro que las pruebas en su contra también eran demasiadas; y por cierto, yo no fui el único del que intentaron…aprovecharse aquella noche. Había tres omega más involucrados.
—Son tan repugnantes…
—Lo son. Y estarán en prisión por un par de años debido a ello. No obstante, antes de que dictaran sentencia, sus amigos esparcieron rumores sobre nosotros dos. Lamento eso… —Se disculpó.
—Oh, así que por eso se enteraron en la escuela.
—Si. Los idiotas no soportaron perder su libertad debido a un omega menor de edad, por lo que hicieron eso.
—Como sea, no importa. Son simples rumores, y ni siquiera son tan graves. Tan solo nos crearon la imagen de unos chicos que se divierten de más. Podremos sobrevivir a eso, y en un mes nadie lo recordará —intentó alentar a su amigo. —Pero ahora comprendo por qué no estabas sorprendido cuando entraste por la puerta. Sus miradas sí que eran intensas.
—Ya lo esperaba…
En ese momento, el profesor Ricardo, quien impartía la clase de arte, entró al aula y todos guardaron silencio. Hubo más de un sorprendido puesto que no era su turno de dar clases, sino del profesor Bill.
Eso solo significaba una cosa, el tutor de su grupo —el profesor Ricardo— iba a darles un anuncio importante.
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Comments
Madelein 😍
jajaja solo por ser renegados
2024-11-24
4
Roxycrock
La actitud de la chica me recuerda a Alice Cullen. ❤️💙
2024-10-07
6
La mente de un Loco
eh (⑉⊙ȏ⊙) desde cuándo lo son
2024-06-25
16