...
Cuando la campana sonó —anunciando el inicio del receso—, los alumnos parecieron volver a la vida, y salieron desbocados del salón de clases. Muy pocos se quedaron para almorzar ahí.
Matt, como el resto, tenía hambre, y se dispuso a ir a la cafetería. Sin embargo, a medio camino se dio cuenta de que dos compañeros le seguían de cerca, un chico y una chica.
Los reconoció, se trataba de Aldo y Fania, ambos omega.
Él era alto, de piel morena y algo regordete; con el cabello en un anticuado corte militar. A primera vista era un chico imponente, y que poco concordaba con la imagen esperada de su género secundario. Pero según sus recuerdos, Aldo era bastante tímido y rara vez se mezclaba con alguien que no fuera Fania, tanto dentro como fuera del salón de clases.
Y ella, por otro lado, era pequeña y delgada; de piel aceitunada. Su cabello rubio era demasiado largo, llegándole a la altura de la cintura. Y sus ojos castaños, aunque eran de un lindo color, estaban detrás de unas aún más anticuadas gafas de fondo de botella, que ocultaban los detalles de su rostro, otorgándola de una apariencia bastante cómica.
Siempre andaban juntos, y había chistes sobre ellos en el chat grupal —dado que no tenían celular, y por lo tanto, tampoco acceso a esa información—, haciendo referencia a que estaban atrapados en el siglo pasado. Y sobre todo, la mayoría de los chicos se burlaban y suponían sobre su relación consanguínea, puesto que su apellido era el mismo…pero sus rasgos no podían ser más distintos. Apenas contaban como hermanos, y nadie pensaba que fueran gemelos o mellizos.
Las teorías eran bastante variadas.
A Matt le sorprendió que fueran precisamente ellos quienes tomaran la iniciativa de seguirlo. Incluso se preguntó si estaba siendo paranoico, dado que rara vez se involucraban en problemas; pero cuando giró por tercera vez en una muy innecesaria intersección —y ese par seguía detrás de él—, comprendió que no había perdido la razón.
Aldo y Fania realmente lo estaban siguiendo. Parecían no tener intenciones maliciosas, pero no dejaba de ser extraño.
Sin pensar en confrontarlos y ver hasta donde llegaban, compró el almuerzo como si no se percatara de su presencia. Y los chicos, ajenos a que habían sido descubiertos, fueron diez pasos detrás de él por toda la cafetería.
De esta manera tan peculiar pasó el día…y luego al día siguiente, sucedió una escena similar.
No obstante, en esta ocasión Matt no lo dejó pasar y los acorraló en una esquina.
—¿Qué sucede? ¿Por qué están siguiéndome desde ayer? —preguntó directamente.
Aldo, a pesar de ser el más alto de los tres, era el que más temblaba; incluso, sus dientes castañeaban debido al miedo. Fania lo miró con un toque de resentimiento por ser tan cobarde.
—¿Y bien? —volvió a preguntar mientras cruzaba los brazos.
—No lo hacíamos… —susurró el chico. Fania vio que el pobre Aldo estaba a punto de ensuciar sus pantalones, por lo que dio un paso al frente.
—La verdad es que si te seguíamos, pero no tenemos malas intenciones —declaró ella. Y Matt agradeció que al menos fuera sincera.
—¿Qué quieren?
—Sabemos que no somos cercanos, por lo que preguntar esto de la nada…podría ser algo raro… —divagó.
—¡Lo lamentamos! —gritó Aldo, interrumpiéndola.
—¿Eh? ¡Déjame hablar —regañó Fania. Sin embargo, el chico se limitó a tomar su mano y huir en ese instante.
Matt se vio obligado a sorprenderse cuando vio que a pesar de su gran tamaño, Aldo era bastante rápido. De seguirle, no estaba seguro de alcanzarlo.
La diminuta Fania a su lado, tuvo una curiosa similitud con una hoja arrastrada por el feroz viento. La escena se pudo considerar graciosa, y él, aunque algo contrariado, no fue capaz de resistir su sonrisa.
—¿Acaso están locos? —Se burló. —¿Para qué acercarse, si iban a huir de esa manera? Si un tercero lo hubiera visto, pensaría que yo soy el villano.
“Vamos…no doy tanto miedo. Solo me crucé de brazos.”
No le quedó más que suspirar, y dejarlo pasar de nuevo. Si volvían a acercarse, bastaba con acorralarlos nuevamente.
Dio media vuelta, reanudando su camino, y se quedó estupefacto ahí mismo, pues se percató del porqué en realidad Aldo había huido arrastrando consigo a Fania.
—¿Desde cuándo…? —preguntó luego de vacilar un poco. Se sintió un poco nervioso al encontrarse de manera tan repentina con el protagonista.
Lo había visto por última vez la noche del sábado, y la situación había sido más incómoda de lo previsto. Emociones extrañas se habían removido dentro de él, y no estaba seguro de si aquello era bueno o malo; o si quería averiguarlo en primer lugar.
—Siempre estuve aquí. Eras tú el que no me había visto —respondió Kaleb con un tono tranquilo.
—Es así. Bueno, debería irme ahora.
Sin decir más, pasó de largo al alfa. Pero este alcanzó su mano cuando estaba por dejarlo atrás. El tacto de esos dedos, que ahora se percataba, eran más largos de lo que habría imaginado, le tomaron desprevenido, convirtiéndolo casi en una pequeña ardilla asustadiza.
—¿Eh? ¿Qué sucede? —dijo con una voz más aguda de lo esperado.
—Tú… —vaciló el albino, y tuvo que acomodarse los lentes una vez antes de hablar. —¿Estás bien? Escuché que esa noche…el celo…
—Estoy bien —respondió Matt, jalando su mano. Le había sorprendido el acercamiento de Kaleb, y su muñeca ardía. Además, le preocupaba que el olor del sándalo le ocasionara problemas ahora que podía ser más influenciable a las feromonas de alfa, por lo que contuvo la respiración lo más que le permitieron sus pulmones, y se alejó.
Con su corazón latiendo a mil por hora, no se atrevió a mirar atrás. Solo se detuvo hasta que llegó a la cafetería.
Sería mentira decir que no quería quedarse —detalle que le tomó con la guardia baja, y le asustó—, pero tampoco tenía un motivo para seguir frecuentando al protagonista.
Las dudas sobre su posible acercamiento a Oriel lo preocupaban, y aún así no quería respuestas. Lo mejor que se le había ocurrido era huir.
“¿Por qué lo evito? ¡No tengo nada que ocultar!”, se dijo con un regusto de frustración. “Yo… ¿acaso…?”
Matt no era un tonto. Sospechaba el motivo de su nerviosismo y torpeza al actuar. Cosa que le preocupaba al ser solo un pequeño extra.
Pero ante su corazón desbocado, sus mejillas sonrojadas, y su vacilación…no había mentira que valiera.
—¿Yo…fui conquistado por un rostro bonito? —preguntó en su aturdimiento, antes de morder con furia la hamburguesa con queso extra que había pedido.
Él sabía que era débil ante la belleza…por lo que no era descabellado que sintiera un gusto superficial por el protagonista. A decir verdad, sería bastante normal si eso sucediera…puesto que no había persona más atractiva a su alrededor que Kaleb.
Y esa razón era suficiente para explicar el sobresalto incómodo en su pecho.
—Solo es un gusto superficial. —Se repitió. —Superficial.
Dio dos mordidas más, y el queso se derritió en su boca. Luego miró a todos lados, y cayó en cuenta de que los demás alumnos estaban concentrados en sus propias conversaciones y almuerzos. Todo parecía ser efímero, pero para Matt el mundo se redujo a ese momento, debido a la revelación de algo que flotaba hasta la superficie de su mente.
—¿Por qué? —Se vio obligado a cuestionarse. —¿Desde cuándo?
Sin poder negar esa diminuta verdad, Matt hizo memoria sobre sus interacciones con el albino en busca de respuestas. Y solo pudo llegar a una conclusión.
Se podría decir que la primera vez que trató con Kaleb hubo varios altibajos, aunque terminaron en buenos términos luego de una disculpa.
La segunda vez salvó al protagonista de ser apuñalado, por lo que hubo un ligero acercamiento entre los dos.
El resto de los días de esa semana fue escoltado por el chico, así que desde luego comenzaron a tratarse más. Las barreras iniciales se desdibujaron un poco, aunque nada tan trascendental.
Y tal vez, fue mientras era escoltado que comenzó a interesarse por el alfa. Tal vez, fue debido a las efímeras sonrisas que le robaban el aliento, o debido a esos ojos azules que parecían ocultar mil secretos.
No sabía a ciencia cierta cuando inició ese gusto, ni por qué; pero como fuese, Matt sintió la necesidad de golpearse la frente. Claro que al final, todo lo que hizo fue apoyar la frente sobre la dura mesa.
—Lo que me faltaba. Un pequeño extra gustando del protagonista…bueno, debería agradecer que no se trata de ningún enamoramiento profundo —meditó. —Lo prudente ahora es mantener distancia, hasta que esto pase…
Y antes de poder lamentarse aún más, una charola fue colocada frente a él.
Matt alzó la mirada y encontró dos rostros con los que no quería lidiar de momento. Se trataba otra vez de Fania y Aldo.
—¿No habían huido? —rechistó con mal humor.
—¡Que dices! —Se burló Fania, con la sonrisa más falsa que había escuchado en su vida. —¡Esa fue una retirada táctica! ¡Táctica!
—¿Cómo?
—Bueno, ya sabes. Detrás de ti estaba el alfa más guapo y rebelde de la escuela. Aldo tuvo miedo y salió despavorido. ¡Pero olvidemos eso! Mejor hablemos sobre nosotros.
—¿Nosotros?
—¿Ahora hablas en monosílabos?
—Quizás…
—Como sea. Sobre nosotros. Aldo y yo sabemos que seguirte fue un poco raro. En nuestra defensa, no sabíamos como acercarnos sin volver incómoda la escena. Olvidemos el pasado. Solo queremos preguntarte algo.
—Habla.
—En realidad, son dos cosas.
—Habla… —repitió Matt.
—La primera, ¿podemos ser amigos?
—¿Eh? —El pelinegro no esperaba esa pregunta. Miró a ambos chicos. Aldo estaba severamente sonrojado, y Fania le devolvía la mirada con una sonrisa resplandeciente. —¿Por qué?
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Comments
El Bosque sin Nombre
Me da cosita que no se haya dado cuenta de la herida que tenía Kaleb :(
2024-09-21
9
La mente de un Loco
vamos Matt agarra al Gong protagonista y hazlo tuyo (*˘︶˘*).。*♡
2024-06-25
23
chimoltrufia
Aldo me causa ternura, me lo comeria a besos
2024-06-13
17