...
En un parpadeo habían pasado tres semanas. Y Matt ya estaba acostumbrado a su nueva piel, familia y entorno. En términos simples, se podría decir que ya era el auténtico Matt Northman.
Y de alguna manera, no había contactado a ninguno de los protagonistas o villanos de la novela. Su día a día era tranquilo, y en resumen, su vida nunca antes había estado mejor.
Dicha paz era algo que no había experimentado con tanta abundancia, por lo que se permitió disfrutar de ello.
Por cierto, en un principio, creyó que sería la relación laboral de sus padres, y en especial, la amistad de su madre con la tía Nora, lo que le obligaría a interactuar tarde o temprano con su bandera de muerte.
Desde luego que ella lo invitó a “una cena” en su casa varias veces, pero él declinaba o posponía. Por suerte, el villano también era reacio a verlo, por lo que recibió más disculpas de las que pidió. Matt no se quejaba y aceptó posponer la reunión con calma en cada ocasión.
“Siempre podemos contar con la obsesión del villano por el protagonista bottom”, agradecía desde el fondo de su corazón.
Conforme fueron pasando los días —y luego semanas—, sin interacción alguna, comenzó a respirar con tranquilidad. Ser un pequeño extra no parecía algo tan malo después de todo.
Incluso agradeció renacer como un extra de una familia cálida, y había que decirlo, bien acomodada. Los Northman no eran personas millonarias, pero gracias al empleo de ambos padres en la farmacéutica de los Belmont, podían llevar una vida más que agradable.
Claro que Marcus y Miriam no dejaban que sus hijos gozaran de una muy buena vida, pues los instaban a ganarse las cosas por ellos mismos. De ahí que tanto Max como Mabel consiguieran trabajos de medio tiempo para sustentarse algunos extras. Matt se había librado de esa regla —de momento— al ser menor de edad.
Sin embargo, él estaba acostumbrado a valerse por sí mismo desde pequeño, por lo que el concepto de tener unos padres que le respaldaran se le hacía algo extraño todavía, y estaba en busca de un trabajo también.
Y por cierto, en estas semanas Miriam lo había atiborrado de comida abundante en cualquier cosa que se le ocurriera, incluyéndose vitaminas, hierro y demás. Y tal parecía que no era la única, pues sus hermanos mayores también llenaban su plato en cada oportunidad que tenían.
En su afán porque el anterior episodio de descompensación no se volviera a presentar, ya habían provocado que el chico subiera un poco de peso.
Matt no se quejó pues incluso él creía que las mejillas del original eran algo pálidas y delgadas —dado que era la estética que prefería el anterior—, pero ese gusto no era compartido por él. Y ahora, con la nueva dieta, su rostro comenzaba a tornarse suave y rojizo, cosa que le agradaba.
Podría ser un detalle insignificante para los demás; no obstante, para él significaba que tenía a una familia cuidándolo.
Así —como los días anteriores y con el optimismo a flote—, el chico se despidió de su madre y tomó el autobús a la escuela. Los parciales comenzaban ese día, por lo que había decidido llegar más temprano de lo normal, pues había que decirlo, él no era un as en el estudio, ni tenía una memoria fotográfica como los protagonistas. Tan solo era un chico común que debía repasar mucho si quería aprender algo.
Pero su optimismo inicial, y sus ganas de estudiar arduamente decayeron hasta el suelo después de llegar a la escuela, pues justo en un pequeño callejón estaba el protagonista.
No le molestaba verlo, ya que había hecho las pases con el chico y habían quedado bien en esa única vez que hablaron. Sin embargo…Kaleb estaba siendo rodeado por tres alumnos, y no solo eso, dado que también estaba tirado en el suelo, con unos cuantos hilos de sangre escurriendo de sus cejas y labios.
“Vamos…tan solo soy un pequeño extra”, se quejó desde el fondo de su corazón. “¿El mundo no puede ser más considerado conmigo?”, dijo el chico de mejillas rebosantes. “¿Y por qué luce tan guapo aún en ese estado? ¡Es tan injusto!”
—Maldit0 blanco, ¿te crees mejor solo por lucir tan raro? —gritó el líder de los tres, un chico alto y gordo. Matt no podía ver su rostro pero la ferocidad en su voz no se podía ocultar. —¿Crees qué mereces rechazar a Linda? ¡Ella te estaba haciendo un favor al confesarse!
—No me interesa —respondió Kaleb, negándose a ceder, aún cuando seguía en el suelo. Tampoco olvidó escupir un poco de sangre a los pies del líder.
“¡Vamos! ¿Dónde están los profesores cuando se les necesita?”, se preguntó el pelinegro viendo de un lado a otro. No obstante, el pasillo…y al parecer ese piso, estaban tan vacíos que se podían apreciar las motas de polvo en el aire.
—No puede ser… —lloró por sí mismo. Y desde luego, no olvidó ocultarse de la mirada del grupo. No lo juzgues, su cuerpo diminuto y sus brazos delgados no podrían hacer nada en contra de esos tres. Kaleb no estaría mejor si él apareciera creyéndose un héroe, y en su lugar, sólo lograría que los golpearan a los dos juntos.
—¡Vamos, Perry! No te acobardes. —Se burló uno de los acompañantes. —Si lo vas a hacer, es ahora. ¡No hay nadie cerca!
—¡Hazlo Perry! —instó el segundo. —¡No te delataremos!
Matt se estremeció al escuchar las inoportunas sugerencias. No comprendía de que iba todo, pero sabía que no podía ser nada bueno.
Conteniendo la respiración, decidió asomarse y echar un vistazo. Sintió sus piernas temblar tan pronto como vio la navaja en la mano del líder.
“¿Qué mierd4 creen que hacen sacando eso en una escuela?”, pensó con pánico. “¡Kaleb, con un carajo! ¡Levántate y corre!”
Y entonces, Matt recordó un capítulo de la novela gracias a ese vistazo.
En la historia no se mencionaba el incidente como tal, pero cuando los protagonistas se acostaban por primera vez, Oriel veía una horrible cicatriz en el abdomen de Kaleb.
Al hablar sobre ello, el alfa dijo que había sido un chico idiota quién lo había atacado en la preparatoria. Él no le dio importancia al asunto, diciendo que no fue nada grave en su momento; pero viendo el tamaño de esa navaja, Matt no creyó que cualquier herida hecha por esa cosa resultara en una herida superficial.
“Este idiota… si era tan superficial, ¿por qué perdiste el control en la fiesta?”, maldijo con frustración desde su esquina.
Así es. Esa herida era la responsable de que Kaleb y Oriel comenzaran su historia de amor en la fiesta —aunque esto solo se aclararía luego de acostarse—.
Ya había quedado claro que el alfa no estaba tomando las mejores decisiones durante estos meses, por lo que lleno de rebeldía se coló en una fiesta universitaria… ¡convaleciente aún!
Un ser humano común lo pensaría antes de correr a una fiesta con una herida en el costado, pero tal parecía que Kaleb carecía de eso llamado “sentido común” e “instinto de supervivencia”.
Los dos protagonistas se veían en la fiesta por primera vez, y el alfa —quien por cierto, tenía una fuerte fiebre por no haber tomado a tiempo el medicamento— perdía el control de sus feromonas, envolviendo por completo a Oriel, provocando así su diferenciación tardía.
Y no olvidemos que Kaleb era un alfa dominante…ante semejante cantidad y exposición, ¿quién no cambiaría de género?
“Maldita sea, ¿quién va a una put4 fiesta cuando lo acaban de apuñalar?”, maldijo el pelinegro. “¡No, no es eso! ¿Quién apuñala a un compañero en plena escuela para empezar?”
Matt estaba entre la espada y la pared. Él no quería intervenir en la trama por temor a las posibles repercusiones, pero tampoco podía permitir que un chico fuera atacado en sus narices.
“¡Demonios! ¿Intervengo o no?”, se dijo. “¡Solo soy un jodid0 extra! ¡No estoy para tomar estas decisiones!”
En ese momento, realmente lloró por sí mismo. “¿Y si provoco qué la trama colapse por accidente?”
Miró al albino en el suelo. El alfa no se inmutó, y solo vio la navaja con una profunda alienación.
“Espera…”, el omega se quedó anclado en su lugar. Una idea comenzaba a tener forma en su mente. “¿Es realmente algo malo que la trama donde YO muero, colapse?”
Este revolucionario pensamiento nunca —en tres semanas—, se le había ocurrido. A decir verdad, hasta el momento había sido bastante pasivo esperando que su estatus de extra sirviera para alejarlo de la trama sin problemas, pero ¿por qué no podía ser más proactivo al librarse del peligro?
Evitar una cena con el villano y su madre no era una solución permanente. Entonces, bien podría buscar otras opciones.
La esperanza, el entusiasmo y la emoción por la revolución estalló en su lindo rostro, y sus mejillas se sonrojaron. El brillo tampoco se pudo ocultar de sus ojos bicolor; ni la sonrisa en sus labios se redujo.
—¿Ahora te crees tan valiente? —dijo Kaleb con cinismo, ajeno al despertar espiritual del omega. Y Matt, al escucharlo, sintió la necesidad de golpearlo él mismo.
“¡Uno no va y le dice algo así a alguien que sostiene una navaja contra ti, idiota!”
Las palabras rebeldes del albino desde luego que no pusieron contento a esos tres, y el líder caminó hacia él sin vacilar más. Matt sintió que se desmayaría ahí mismo tan pronto como lo vio avanzar.
“No, no, no. ¡Eso no puede pasar en una preparatoria! ¡Te juró Kaleb que si sobrevives te educaré con un buen y jodid0 sentido común!”, rugió en su corazón.
Sin lograr pensar en ninguna otra opción, llenó sus pulmones con todo el oxígeno que pudo reunir, y luego gritó: —¡Tengo el video, se lo daré a dirección!
Con las piernas a punto de dejarlo caer al suelo, Matt salió de su escondite —con el celular en alto, por cierto—. El flash estaba encendido, dando a entender que seguía grabando.
Los cuatro lo miraron desconcertados, pero esos tres acosadores más tardaron en verlo que en comprender sus palabras.
—¿Qué mierd4 haces? —gritó el tipo más bajo de los tres.
Sus expresiones no fueron lindas, por suerte ninguno se acercó a comprobar al primer segundo. La duda estaba escrita en sus rostros.
—Perry, ¿qué hacemos?
Al ver que esos tres no se iban, y para darle mayor peso a su mentira, el omega volvió a gritar mientras veía a un lado: —¡Aquí profesores! ¡Están golpeando a un alumno! ¡Y creo que tienen una navaja!
Los chicos no se quedaron para comprobar si lo que decía era mentira o verdad, tan solo el líder le dirigió un pequeño discurso a Kaleb y salió corriendo junto a los demás.
No tardaron en desaparecer y Matt colapsó ahí mismo. ¡Eso había sido más terrorífico de lo que había pensado!
“No lo vuelvo a hacer. ¡Juro que no lo vuelvo a hacer!”
...
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Updated 106 Episodes
Comments
Francis Rodriguez
PERRY EL MALANDRO?
2025-03-05
0
Gygy Simone
Perry el ornitorrinco!?
2025-01-28
1
Ale
Firmaste tu sentencia ahí mismo jaja
2025-01-07
3