Capítulo 14

...

Pasó cerca de media hora.

Matt se había retirado al rincón más alejado del villano. Y mientras esperaba, el calor comenzó a estar más presente en su cuerpo. Por el momento no corría peligro, pues sabía que tenía un par de horas antes de terminar en el mismo estado que Henry. Pero desde luego, no dejaba de ser incómodo ese calor que nacía de la parte trasera de su cuello.

A decir verdad, lo carcomía el deseo de quitar el parche que presionaba su glándula; no obstante, debía ignorar el impulso, o solo se pondría en riesgo.

“Debería irme ahora al auto…”, pensó. Y estaba por levantarse del suelo, cuando Daryl se le acercó. Al darse cuenta de que los pasos iban hacia él, se puso en guardia.

—Tengo curiosidad —dijo el villano. —¿No deberías despreciar a tu hermano por morder a tu amigo? Es mayor que yo.

—Él es digno de confianza —respondió. —Y solo es mayor que tú por un año.

—¿Eh? ¿No es eso doble moral?

Matt sabía que así era, pero no le daría la razón a Daryl jamás.

—Me iré al auto —dijo en su lugar. No para informar precisamente al alfa, sino para que le pasara el mensaje a su hermano, cuando saliera.

Sin esperar una respuesta, dio media vuelta, y se alejó.

Estaba un poco nervioso por volver al mismo sitio en donde había visto a Kaleb por última vez. En ese momento se había alejado sin voltear a verlo. Y ahora comenzaba a preguntarse el por qué había actuado de esa manera.

Su conclusión fue que estaba demasiado preocupado por Henry, cómo para pensar en despedirse del protagonista.

“¿Ya habrá conocido a Oriel?”, no pudo evitar cuestionarse, aunque en realidad no quería saber la respuesta. Solo le quedó suspirar.

Y el omega si quiera se percató de su propio lamento.

Llegó al cabo de unos segundos al mismo lugar, y no le sorprendió no encontrar al albino ahí. Aunque una parte de él se sintió decepcionada, y eso le sorprendió.

“¿Qué esperabas Matt?”

Negó de un lado a otro, y bajó las escaleras.

“Era obvio que se iría. No venimos juntos, ni somos amigos tan cercanos…a decir verdad, apenas contamos como amigos. No hay ninguna razón para que me esperara sentado ahí.”

Mientras bajaba, Matt tuvo que evitar a los universitarios ebrios que seguían apostados en las escaleras. E incluso, comenzó a creer que el número había aumentado significativamente, por lo que ahora tuvo que ser aún más cuidadoso con sus pasos, que cuando subió.

“No te caigas…no te caigas…”, imploró. “¿Quién rayos se acuesta en unas escaleras?

Ya estaba a punto de llegar al primer piso, cuando una mano detuvo su andar, haciéndolo casi tropezar. Él alcanzó a aferrarse al borde de las escaleras y soltó un grito. Claro que con todo el ruido pasó desapercibido.

Bajó la cabeza para ver quién lo estaba deteniendo, y no reconoció al chico. Ahora bien, era evidente que no estaba en sus cinco sentidos. La mirada repulsiva en esos ojos no podría ser de alguien sobrio, o así lo quería pensar Matt.

Sin mediar palabras, forcejeó intentando liberarse, pero ese desconocido aferró su agarre.

—¡Suéltame! —ordenó, sintiéndose incómodo por ser sostenido de dicha manera.

“¿Es qué acaso no puedo subir o bajar unas benditas escaleras sin que algo me pase?”

—Hueles bien… —Fue todo lo que pudo escuchar Matt, antes de ver cómo el hombre acercaba la nariz a su tobillo.

El shock inicial dio paso al asco y al rechazo. Y un segundo después, el omega sintió un escalofrío desagradable recorrer su columna vertebral, así como una ola de calor atacar su cuerpo.

¡El idiota estaba liberando feromonas alfa a diestra y siniestra!

Al darse cuenta de esto, cubrió su nariz lo más rápido que pudo. Sin embargo, la repugnante feromona aún penetraba en sus fosas nasales.

Matt se sintió perplejo debido al olor de la gasolina que parecía aferrarse a él, igual que esa mano. Y entonces reaccionó.

—¿Qué mi3rda haces? —gritó mientras pateaba con fuerza. No le importó que para eso tuviera que soltar el borde de las escaleras.

El golpe acertó en el pecho del desconocido, haciendo que su agarre se deshiciera. Para su infortunio, sus piernas no eran tan estables como hace tres segundos, además de que su peso no quedó bien distribuido en el escalón; para cuando se dio cuenta, la gravedad estaba haciendo su trabajo, y él estaba cayendo.

“Mi3rda”, fue lo primero que pensó. *“*Esto dolerá bastante”, fue lo segundo.

Por instinto, cerró los ojos, y dejó todo al destino. Solo pudo alegrarse de que únicamente restaran cinco escalones, así que la caída no sería grave, aunque sí dolorosa. Su suerte no parecía haberlo abandonado del todo.

No obstante, segundos después dicho dolor nunca llegó. Por el contrario, sintió que alguien lo abrazaba en el momento crítico. E incluso, escuchó un ligero gemido de dolor arriba de su cabeza.

Hubo una extraña certeza en su interior, como si de pronto, ya nada fuera a salir mal.

“¿Podría ser…?”

Una sonrisa se dibujó inconscientemente en sus labios, y su ritmo cardiaco aceleró.

Aún antes de poder verlo con sus propios ojos, el sándalo envolvió su nariz, deshaciéndose sin piedad del olor de la gasolina. Esta nueva feromona era suave, pero irónicamente más abrumadora.

Matt se relajó sin darse cuenta, y abrió los ojos. Lo primero que pudo ver fue un par de fuertes brazos sosteniéndolo desde la cintura. Levantó un poco el rostro, y pensó: “Esta chaqueta de mezclilla es demasiado familiar”.

Siguió mirando hacia arriba. Ese mentón invitaba a sus manos a tocarlo…

Había que decir que sus mejillas se sonrojaron ante sus pensamientos audaces. O tal vez era que el calor en su glándula había aumentando un poco. O quizás, era una combinación de ambas razones.

“Es mi debilidad a los rostros bonitos…”, intentó convencerse.

Para cuando cruzó miradas con esos deslumbrantes ojos azules, se quedó sin habla.

En efecto, era Kaleb quien lo sostenía.

“Como se esperaba del protagonista…”, se dijo en pleno aturdimiento. “De una u otra manera, siempre salva el día.”

Sus mejillas se sonrojaron, mientras que Kaleb fruncía el ceño.

El albino le ayudó a ponerse de pie correctamente, y quedaron uno frente al otro. Un sentimiento indescriptible colmó al pelinegro, y de pronto tenía mil preguntas.

¿Has conocido ya a Oriel? ¿Sentiste amor a primera vista? ¿Por qué estás solo ahora? ¿Por qué tenías que ser el protagonista de esa novela?

Sin embargo, antes de que Matt tuviera tiempo de agradecer o preguntar algo, Kaleb tomó su mano y lo llevó entre las personas.

El menor no comprendía a dónde iban, pero cuando tuvo la oportunidad de negarse, se encontró incapaz de decir una palabra de protesta…tal vez no quería hacerlo porque se sorprendió de lo cálida que era la mano que sostenía la suya. Nada similar con la mano anterior que se había aferrado a su tobillo.

En consecuencia, se dejó guiar. Y en cinco segundos, ya estaban fuera de la enorme casa. Y cayó en cuenta, iban directo al estacionamiento improvisado que era la calle.

—¿Con quién viniste? —preguntó Kaleb desde enfrente. No detuvo sus pasos.

—Oh, con mi hermano —respondió. También recordó que no habían hablado de casi nada hace rato.

—¿Dónde está él?

—Con Henry.

—Lo has encontrado. —Su voz sonaba más profunda de lo normal, y las mejillas de Matt se sonrojaron aún más.

—Si…pero le dieron un Inductor…mi hermano es alfa y lo está ayudando ahora mismo.

—¿Denunciarán eso?

—Todo depende de Henry.

Luego de alejarse varios metros, el ruido de la música aminoró, y mantener una conversación fue mucho más cómodo. Aunque, curiosamente, ninguno habló.

Kaleb se detuvo al fin; y debido a su distracción, Matt casi choca contra su espalda.

“¿Aquí?”

El menor miró a su alrededor. Salvo los coches, no había nada ni nadie. Al tener la certeza de que estaban relativamente solos, empezó a sentirse nervioso.

Vio al alfa, pareciendo preguntar qué hacían ahí.

—Lo lamento —dijo, mientras soltaba su mano. —Olvidé que te había tomado de la mano. El ruido era demasiado alto, y no creí que me entendieras.

—Está bien. Por cierto, ¿qué hacemos aquí? —Apenas pudo contener la decepción que venía de la nada.

El mayor consideró sus palabras por unos cuantos segundos, pero cuando estaba a punto de responder, detuvo sus movimientos con brusquedad. Sin previo aviso, ladeó su cuerpo. De no haber sido por el auto a su lado, habría caído al suelo.

—¿Estás bien? —preguntó Matt asustado, al ver que el alfa lucía algo enfermo de un instante a otro. Incluso se acercó a él, intentando comprobar su estado. Pero Kaleb no quería ser mirado, por lo que al mismo tiempo desvió el rostro y se alejó.

—¿Tu hermano…tiene auto?

—Está por allá —asintió, señalando el lugar. Era obvio que el albino no quería decir que sucedía, lo que le hizo sentir incómodo, y un poco estúpido por la previa emoción.

—Deberías ir ahora… —dijo Kaleb, pareciendo contener algo. La relativa oscuridad de la noche no dejaba que Matt pudiera ver correctamente el rostro del mayor. Claro que eso no impidió que se molestara.

—¿Me trajiste hasta aquí, solo para decirme que fuera al auto de mi hermano? Yo… —Matt no supo como proseguir. A decir verdad, tampoco entendía por qué se sentía tan molesto.

Suspiró profundamente, y se dijo: “Esto es lo más que puede avanzar un pequeño extra cerca del protagonista.”

Con esta nueva certeza, asintió en dirección al alfa. —Bien. Me voy.

“No tomaré este trago amargo”, concluyó.

Dio media vuelta y comenzó a caminar, pero recordó algo. Sin voltear a ver al chico, dijo: —Gracias por ayudarme antes. De no ser por ti, esa caída habría dolido.

Siguió su camino, sin detenerse hasta llegar al Beetle. Ignoró con fiereza el hecho de que el calor de su cuerpo estaba aumentando significativamente, y esto era desde que había estado expuesto a las feromonas del protagonista.

*“Maldición…espero que mi hermano termine pronto con Henry\~\~\~\~…o si no\, estará en plena calle con dos omega en celo…”\,* pensó con angustia.

...

La inspiración vino...y ya...

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