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A decir verdad, su antigua vida no era lo que se podría describir como memorable. Sus padres murieron temprano, y desde los seis hasta los dieciocho años vivió en un orfanato. Gracias a eso no pudo ir a la universidad, pero no se quejaba.
Había conseguido un buen trabajo en un restaurante, y aunque la paga no era alta, las propinas eran generosas, cosa que le permitía mantenerse y llevar una vida decente.
Así había sido, al menos hasta que volvía a casa…ya recordaba cómo el tren se había descarrilado…y luego…solo estaba en el salón de clases.
“Bueno… ¿supongo qué debería agradecerle a dios por esta nueva oportunidad? Ahora soy Matt Northman, el hijo menor de una buena familia”, se dijo con un toque de optimismo y una fuerte construcción psicológica. “Y volví a la adolescencia. Esta vez puedo hacer lo que antes no pude, ¿cierto? No hay nada perdido…”
—¿Mejor? —preguntó el chico que no se había ido. Matt se había olvidado de él, y se asustó un poco cuando lo escuchó. —¿Realmente olvidaste que estaba aquí?
Matt lo miró con una disculpa en los ojos. La respuesta era obvia.
El chico se llamaba Henry, y era el mejor amigo del dueño anterior. Al igual que su nueva identidad, era un omega; y tenían la misma edad, dieciséis años.
Por un momento, a Matt le dio un poco de miedo enfrentarse a una persona que convivía casi a diario con el dueño anterior apenas llegaba; pero al darse cuenta de que en realidad sus personalidades eran bastante similares, dejó escapar un suspiro de alivio por sí mismo.
Al menos no sería descubierto tan fácilmente por este amigo.
También sabía gracias a los recuerdos del original que este chico era bueno, por lo que no le molestó conservarlo como amigo propio.
—Si… —susurró. Aunque el dolor de cabeza había desaparecido, su cuerpo se sentía algo débil todavía. —Estoy mejor, gracias…
—Ni que lo digas, aún debemos ir a la enfermería. —Henry no estaba muy contento con él por haberlo olvidado en unos cuantos segundos, pero era un buen amigo y sabía que no le reclamaría nada debido a su apariencia débil. —Te espero afuera, estar aquí me pone nervioso. Por cierto, no olvides cubrirte el cuello rápido. Nunca sabes que clase de pervertidos puedes encontrar en este tipo de baños.
—Vale. Salgo en un segundo… —dijo Matt sin comprender a lo que se refería el chico, ¿qué había de especial en un baño? Y, ¿por qué debía cubrirse el cuello?
“¿De dónde viene ese olor?”, preguntó también mientras olfateaba el aire. Un olor dulce inundó su nariz. “¿Moras? ¿El anterior usaba perfume?”
Sin darle una segunda vuelta al tema, se inclinó sobre el lavamanos y lanzó agua en su rostro por tercera vez. La temperatura helada terminó por despejar su mente, aunque sus mejillas y nariz se tornaron rojas, haciendo un claro contraste con la piel blanca.
Estaba por secarse el rostro con una toalla de papel, cuando la puerta de la entrada se abrió.
—¿Volviste por mí, cariño? —preguntó conmoviéndose un poco. “Digno de ser un mejor amigo, se preocupa por la salud de Matt aunque se moleste con él.”
El omega volteó hacia la puerta, sonriendo por la nueva amistad de oro que había recogido en el camino.
Su rostro limpio y con varias gotas escurriendo por las mejillas le daban un aura hipnotizante y agradable a la vista. Cualquiera se podía enamorar de su cara bonita. Sin embargo, su sonrisa se congeló cuando se dio cuenta de que no se trataba de Henry, sino más bien de un adolescente alto y bastante guapo, aunque un poco golpeado.
Tampoco pudo pasar por alto los variados piercings que adornaban el rostro y orejas del chico. Matt los contó inconscientemente: tres argollas en la oreja izquierda, dos en la otra; dos más en la ceja izquierda; y una perforación en el labio.
Sin duda, era una imagen que gritaba “chico problema” a varios kilómetros.
Aunque eso no era lo primero en lo que se fijaba alguien cuando veía al chico, pues en realidad este era albino. No era una apariencia que se encontrara todos los días; y esas gafas negras que ocultaban sus ojos, solo hacían más llamativa su presencia. Claro que pronto se aclararon los lentes al cerrarse la puerta, y él pudo ver los ojos del otro, eran azules.
Matt ni siquiera necesitó de la memoria del original para saber que ese chico era nada más y nada menos que el protagonista top de la novela, Kaleb, un joven alfa que buscaba problemas a cada paso del camino.
Por un segundo, los dos se quedaron en silencio mientras se miraban uno al otro. Kaleb estaba de pie frente en la puerta; y Matt solo miró su rostro un tanto aturdido. Por suerte reaccionó primero y desvió la mirada.
Gracias a la novela, sabía lo mucho que le irritaba al protagonista que lo vieran con tanta intensidad; al punto en que varias ocasiones buscó problemas con quién lo miraba más de la cuenta, sin importarle su género secundario.
Y así también lo demostraban las diversas huellas que tenía en los brazos, y el moretón que estaba al costado de su barbilla, evidentemente producto de una pelea reciente.
Desde luego, él no quería pelear con nadie en su primer día de llegada, o al menos no antes de acoplarse a su nueva identidad. Y lo más importante, aún no sabía que hacer respecto a la trama de la novela.
No había pensado en si involucrarse con los protagonistas y villanos, o alejarse. Después de todo, era un pequeño extra que moría por una bala perdida. Su segunda vida debía atesorarse.
—Disculpa. Te confundí con mi amigo. —Se excusó de la forma más educada que pudo.
En lugar de apreciar la bonita cara magullada de los demás, se concentró en secar su propio rostro, mientras trataba de ignorar el hecho de que sus orejas se habían tornado rojas.
“Digno de ser el protagonista, es tan guapo a pesar de los golpes”, se dijo. “Lástima que su personalidad es una mi3rda, al menos hasta que conoce a Oriel. ¿Debería hacer de cupido? Se supone que Matt mantiene una buena relación con el bottom de la historia, ¿no?”
El adolescente que seguía en la puerta no se adentró, pero siguió sus movimientos con cuidado. Lo que desde luego puso más nervioso a Matt.
“¿Acaso nunca ha visto a alguien secarse el rostro con una toalla de papel?”, se quejó por dentro. “Olvida esa idea de ser cupido. El destino encuentra a quién debe encontrar. Y tal vez no tarden mucho tiempo en conocerse de todos modos.”
Lo que él no sabía es que el baño en el que estaba era de alfas, y Kaleb no entraba por la sospecha de estar ante un acosador, puesto que no era la primera vez que se encontraba con un omega así.
—Me confundiste, ¿de verdad? —inquirió el alfa mientras Matt tiraba la toalla en el basurero.
—¿Ah? —El omega lo volteó a ver con la duda escrita en el rostro. —¿De otra manera?
—¿Por qué estás aquí? ¿Intentas seducirme? —Kaleb fue directo en sus palabras, tanto que el pelinegro se sintió aturdido.
“¿El protagonista era tan egocéntrico qué pensaba que todos debían verlo solo a él? No lo recuerdo así…”
—Disculpa, ¿seducirte?
—De otra manera, ¿por qué estás en esas condiciones? —cuestionó el alfa, señalándolo de pies a cabeza sin delicadeza alguna.
Matt se sorprendió e incluso se ofendió un poco por las acusaciones, pero aún así miró su reflejo en el espejo. Y comprendió…
No es que se viera como un pequeño acosador, sino que su apariencia actual…era un poco seductora.
—Supongo que no puedo ocultar mi encanto natural… —meditó con seriedad, y Kaleb no supo cómo reaccionar al escucharlo.
Matt se vio con cuidado. Su rostro estaba húmedo y sonrojado en las partes correctas. La corbata estaba suelta en sus hombros. Varios botones se habían abierto en un desorden. Y lo más “indecente” de su apariencia, su cuello blanco estaba a la vista, lo que en este mundo podía considerarse similar a una persona semi desnuda en pleno baño escolar…
Por eso Henry le había recordado que se cubriera el cuello. Y tal parecía que el olor a Moras que percibía era su propia feromona, no un perfume.
Ya comprendía la confusión, pero no dejó de pensar que el protagonista era demasiado egocéntrico al asumir que estaba en esas condiciones solo para seducirlo. Apretó los puños y se negó a reconocer el crimen.
—¿Quién dijo que quería seducirte a ti? —replicó con orgullo. —No eres el único que viene a este baño, ¿sabes? Tsk, tan narcisista.
—¿Qué? ¡No soy narcisista! —El joven alfa no esperaba recibir esa clase de respuesta. —¿No estás aquí para seducirme? ¿Quién lo creería?
Kaleb no se sintió contento al ser burlado así, pero apenas iba a comenzar su discusión, cuándo una tercera persona entró al baño.
—Matt, ¿por qué tardas tanto? ¡Ni creas que te librarás de ir a la enfermería! Por cierto, olvidé preguntarte si traes una banda extra… —regañó Henry, quién cerró la boca al ver al alfa más popular de la escuela. —¡Oh! Disculpa. Mi amigo no se sentía bien, y necesitaba usar el baño con urgencia. ¡Nos vamos ahora mismo!
—¿Está enfermo?
—Si, ¡pero ya nos vamos!
Henry tomó la iniciativa de acercarse a Matt, y colocó sin delicadeza la banda que llevaba en la mano en su cuello descubierto, para luego arrastrarlo hacia la puerta. No dejó que dijera una palabra en protesta y así lo sacó del baño. Claro que el pelinegro no se olvidó de confrontar con la mirada al albino mientras se iban.
“¿Y qué si es el protagonista? No es como si fuera intocable”, con una rara sensación de confianza, Matt se permitió ser un poco problemático y enfrentarse al hijo dorado del cielo. Era como si un sentimiento rebelde estuviera impregnado en su alma, y le instara a confrontar al chico.
En ese momento olvidó que su edad mental era de veinte años, aún cuando su cuerpo rondaba los dieciséis.
Kaleb los vio irse, y se sintió algo incrédulo cuando la puerta se cerró y nadie se lanzó encima de él.
—¿Ese omega estaba enfermo? —preguntó con duda. —¿Lo malinterpreté?
Afuera, Matt apenas pudo acomodar su uniforme, antes de que Henry lo llevara a la enfermería. Claro que el chico no dejó de parlotear todo el camino.
—¿Lo viste? —preguntó emocionado.
—Si…
—¡Ese era Kaleb!
—Lo era…
—Nunca lo había visto a una distancia tan corta. Es realmente guapo, aún con todos esos golpes en el rostro.
—Pero su personalidad es una…
—¿Qué dijiste?
—Que es guapo.
—¡Lo sé!
Ante un fanático sin cerebro, Matt decidió ser prudente y ahorrarse los comentarios ácidos.
Y en menos de cinco minutos llegaron a la enfermería, donde estaba de servicio una joven doctora. Luego de una rápida revisión, ella no encontró ningún problema más allá de una leve descompensación, por lo que le permitió descansar un rato antes de volver a clases.
Henry, mientras tanto, fue mandado al salón de inmediato. El chico, aunque reacio, se fue. Y la doctora, al haber hecho su trabajo desapareció de la enfermería, dejándolo solo. Pero él prefirió eso.
...
Damas y caballeros, les presento la versión de Kaleb que yo me imagino :3
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Updated 106 Episodes
Comments
Alejandra Paganini
autora en pinterest hay peliblancos q son el sueño mojado de cualquiera 🤪❤️😍
2024-12-21
1
Mara
Que horrible, mejor ni lo hubieras puesto, estaba imaginando a otros peliblancos que estan mil veces mejor.
2025-03-29
0
Ana María Pinto
Un poquito feo Kaleb...
2024-12-08
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