...
—Funcionó… —susurró Matt, viendo la esquina donde los tres habían desaparecido. —¡Oh, por dios! ¡Eso fue tan peligroso! ¿Quién trae una navaja a una escuela?
Kaleb vio el desarrollo de toda la escena desde el suelo, un tanto confundido. Parecía no comprender el hecho de que un segundo alguien estaba maniobrando un cuchillo en su dirección; y al siguiente, este había desaparecido solo por una frase que a kilómetros se podía deducir que era mentira.
No obstante, se había librado de esa amenaza.
Miró al omega, quien había colapsado en el suelo debido al miedo, y no fue capaz de entender el motivo qué lo había llevado a intervenir. Él lo había visto esconderse en cuanto se encontró con ellos, y parecía no tener muchas ganas de salir de su escondite. ¿Por qué lo había hecho al final?
Sin más motivo para seguir en el suelo, Kaleb tomó sus lentes —que habían caído antes—, y luego se puso de pie, aún en contra de las protestas de su cuerpo. Los idiotas si que habían tenido una buena puntería al golpearlo esta vez.
—Eres tú… —dijo cuando se acercó y vio al pequeño omega. Lo recordaba del baño y la enfermería. —¿Mar…tín?
—¡Matt! —corrigió el chico. —Pero sí…soy yo.
El menor realmente no se molestó porque el alfa no recordara su nombre. Como un simple extra, era casi antinatural que fuera visto más de un segundo por el protagonista. Haber conseguido su número debió ser la mayor concesión…si es que no lo había bloqueado todavía. Nunca tuvo la iniciativa de contactarlo, por lo que desconocía ese dato, aunque probablemente la respuesta fuera sí.
—¿Estás bien? —preguntó el alfa cuando vio que el chico no hacía nada por ponerse de pie.
—Solo necesito procesar lo que acaba de pasar, ¿sabes? —dijo Matt, aún con su corazón latiendo a mil por hora. —No puedo creer que tuviera una navaja en las manos.
—No deberías intervenir en situaciones así. Mira como has terminado, te tiemblan las piernas. —La voz del alfa no era como debería sonar alguien agradecido por haber sido salvado. Y fue esa actitud altanera lo que hizo que el orgullo del pequeño omega se inflara hasta el cielo.
A pesar de sus piernas tambaleantes, se puso de pie y lo miró con presunción.
—¿Qué? ¿No deberías estar llorando y agradeciéndome ahora mismo? —preguntó. Y el alfa lo vio como si estuviera frente a un desquiciado. —¡Deberías agradecerme!
—¿Llorando? ¿Agradeciendo? ¿Por qué debería ser así? —En su propia percepción, nunca había pasado algo de lo que no fuera capaz de defenderse por completo. Creía que aunque Perry tenía una navaja en las manos, tan pronto como se acercara, podría lidiar con él. Sin embargo, el omega había intervenido solo para temblar de principio a fin.
—¿De otra manera? ¡Acabo de salvar a tu estómago de recibir una horrible puñalada! Si no deberías agradecer por eso, no sé que califique como deberle algo a alguien. —Debido a la diferencia de altura, Matt debía alzar su lindo rostro hacia arriba, lo que a decir verdad le restaba bastante solemnidad a su regaño. Era como una pequeña ardilla, sacando las garras e inflando las mejillas.
Kaleb, al darse cuenta de esto tuvo que reprimir la sonrisa que casi se escapa de sus labios, y se sorprendió a sí mismo. Realmente, este chico le causaba gracia; e incluso, aún con su lengua un poco venenosa, le caía bien.
Para disimular su perplejidad, limpió sin delicadeza la sangre que escurría de su ceja izquierda.
—Además, ¿quién, en su sano juicio, provoca a la persona que sostiene una navaja en contra tuya? —recriminó el omega. —¡Diablos! ¿No tienes un sentido de supervivencia?
—No estaba en peligro. —Se defendió el alfa. —Y si te digo que no debiste intervenir fue porque esos tres pudieron no haberte creído. ¿Qué habrías hecho entonces? Sin temor a equivocarme puedo afirmar que no corres más rápido que ninguno de ellos.
—Pero lo hicieron. Lo creyeron —replicó el menor con orgullo.
—Tal vez al principio, sin tiempo para pensar. Sin embargo, en cuanto dejen de correr se darán cuenta de que todo era mentira, y te buscarán por la tarde para saldar cuentas —explicó Kaleb, luego de lograr reprimir esa sonrisa.
—Bueno…tal vez es cierto… —dijo Matt, dejando que su ímpetu disminuyera un poco. —Aún así, debía hacer algo e intervenir.
—¿Por qué? No te afecta en nada que me golpeen.
—Entonces, ¿debí de haber permitido qué te apuñalaran? —chilló, un poco indignado. —¿Pasar de largo sin mirar de nuevo?
—¿Qué tendría de malo? No era tu problema. Además, te… —“…escondiste antes.”
—¡Por supuesto que eso no es posible! ¡No puedo permitir que te lastimen! —“Al menos no en esta ocasión. ¡Decidí ser proactivo y destruir la trama!”
Matt no midió el impacto de sus palabras, ni cómo podían ser interpretadas. Solo estaba concentrado en el hecho de que había impedido EL punto argumental de la novela “Dulce, dulce omega”. Y desde luego, el éxito lo embriagaba.
Sin embargo, el alfa, con un lío de pensamientos, vio con verdadera atención al chico de pie frente a él por primera vez. Matt tenía un lindo rostro, y sus labios estaban fruncidos, demostrando su molestia; pero lo que llamó su atención y lo dejó intrigado fueron esos enormes ojos bicolor, pues estaban llenos de determinación y sinceridad.
Por lo que podía apreciar, el omega hablaba con la verdad. No quería que él fuera lastimado.
“¿Eso significa que está enamorado de mí?”, se preguntó el alfa. Pero se confundió aún más con el actuar del menor.
Si su teoría sobre este joven enamorado de él era correcta, ¿por qué no había actuado con la intención de ganarse su afecto antes?
Ya sabía que lo había malinterpretado en el baño, al pensar que estaba ahí solo para acosarlo, cuándo en realidad estaba enfermo. E incluso, a pesar de ese malentendido, lo había ayudado a curar sus heridas en la enfermería.
En esa ocasión, creyó que compartir su viejo número sería suficiente agradecimiento, pero ahora que lo pensaba, no había recibido ningún mensaje del chico, por lo que si su objetivo había sido obtener su número, entonces no lo había aprovechado.
Y ahora, él vio como el chico se había escondido tras la pared apenas los vio. Por unos minutos pensó que solo había saltado para ganarse su agradecimiento, y que le debiera un favor. Sin embargo, el chico no pedía nada.
Bueno, eso tampoco era completamente cierto, pues Matt sí que pedía algo.
—Gracias —dijo con voz ronca. Y el omega alzó la mirada sorprendiéndose. Un segundo después soltó una enorme y linda sonrisa que mostraba todos sus dientes.
—No hay de qué. Somos compañeros de escuela, debería ayudar cuando tenga la oportunidad.
La previa actitud espinosa del omega desapareció solo por esa corta palabra. Y ante este descubrimiento, Kaleb se vio obligado a reconsiderar la imagen que tenía del pelinegro.
“Tal vez no esté enamorado de mí…”, reconoció.
A pesar de eso, la curiosidad ya no podía eliminarse de su mente cuando veía a Matt. Inevitablemente, sus ojos azules se tornaron más profundos. Y el cambio en su actitud fue algo que ni él mismo notó.
—Es así…
—Hmm.
—En ese caso, déjame devolverte el favor. Cuando terminen las clases puedo acompañarte, para no permitir que esos chicos busquen problemas contigo.
—Yo…no es necesario. —Se negó Matt con cortesía, aunque sintiéndose halagado. Después de todo, era el protagonista que buscaba problemas a cada paso del camino ¡quién le había ofrecido escoltarlo!
—Vamos. Me ayudaste ahora. Déjame devolverte el favor.
Matt estaba por negarse nuevamente, temiendo tomar la amabilidad del protagonista, pero cuando se percató de que Kaleb estaba sonriendo, se quedó atónito.
“Demonios. ¡Es tan guapo!”, se dijo.
El albino ya era un chico atractivo, pero al sonreír —aún si fuera una ligera curva en sus labios—, Matt estaba seguro de que no había visto a nadie más guapo en sus dos vidas. Ni siquiera la sangre y los golpes empañaban su buena apariencia.
“Realmente es injusto…”
En ese momento, un agradable olor viajó hasta su nariz, y se sintió atraído. De pronto, fue incapaz de resistirse a la belleza, por lo que el omega asintió.
—Te lo agradeceré… —dijo atontado. —Por cierto, toma esto.
El pelinegro volvió en sí, y sacó algo de su mochila, era un pañuelo. —Te lo regalo.
—¿Por qué?
—Para que puedas limpiar la sangre que escurre de tu labio —exclamó, señalando ese lugar en sí mismo.
Luego de eso, ambos fueron a clases en sus respectivos edificios. Nadie se enteró de que el chico más popular de la escuela, casi había sido apuñalado por tres acosadores en un diminuto callejón.
Matt no dijo una palabra, y tuvo que dejar el tema de lado para concentrarse en los exámenes que ponían en su pupitre cada dos horas.
Cambiar de atmósfera y ánimo de un segundo a otro no fue fácil. Por suerte, y a pesar de los inconvenientes, pudo responder casi todas las preguntas del examen. Claro que hubo algunas que tuvo que dejar en blanco, puesto que su plan de repaso se había visto severamente afectado luego de prevenir que cierto protagonista fuera apuñalado.
Sin duda no obtendría un diez, pero un ocho estaba más que asegurado. Tal vez…
Como resultara ser al final —y sobre todo, si sacaba una mala calificación—, se diría a sí mismo que era su sacrificio al convertirse en el salvador del protagonista.
“Los sacrificios de un héroe”, se dijo con presunción, sin olvidar suspirar por sus futuras calificaciones.
...
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Comments
Carolina Jiménez
mi Amiga la que se enamora de un vistaso jajaja
2024-12-05
7
۫ 𝅄 ᵐⁱ◗
le hubieras echo de tin Marín
2024-09-28
4
mandarina
tantita madre
2024-07-22
19