Alianza De Coronas

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El Nuevo Amanecer De Diamante

Cuando Saldur Leland ascendió al trono como rey, no era ajeno a la magnitud de la responsabilidad que llevaba sobre sus hombros. Consciente de que la corona no era solo un adorno, sino un símbolo de autoridad y carga, comprendió que su niñez había quedado atrás, cediendo paso a la madurez que exigía gobernar Zafiro con firmeza. Las complicaciones de la guerra que envolvían su reino requerían de su astucia y determinación. Cuatro décadas de reinado atestiguaron la férrea determinación de Saldur. Enfrentándose a conflictos continuos, nunca permitió que Zafiro se doblegara ante adversidades. Cada decisión, cada estrategia, estaba impregnada de la sabiduría adquirida a lo largo de los años. Para él, la corona no solo era un símbolo de poder, sino un recordatorio constante de la carga que llevaba y la necesidad de proteger a su pueblo.

Su mirada, endurecida por el tiempo y las batallas, reflejaba la resiliencia forjada en el crisol de la adversidad. La guerra no solo había sido un desafío militar, sino una prueba de carácter. Saldur Leland, ahora más que nunca, era el gobernante que Zafiro necesitaba: un líder incansable que, con el paso de los años, había transformado los desafíos en oportunidades para fortalecer su reino

En la oscura y taciturna noche del castillo de Zafiro, el rey Saldur se apresuraba hacia la habitación donde su única hija mujer, sumida en un letargo que se prolongaba más de lo previsto, reposaba. Al llegar a la puerta, procuró abrirla con sigilo, aunque un breve crujido del metal oxidado escapó, un sonido que, por lo general, le resultaba molesto, pero en ese instante solo deseaba ver a su hija. Lehia yacía con los ojos cerrados, su respiración apenas era perceptible. Saldur se acercó con pasos cautelosos, escrutando con detenimiento a su hija, preguntándose cómo había llegado a esa situación.

Lehia, una joven de belleza mágica con cabellos oscuros y ojos tan profundos como la noche, siempre había sido vivaz, aunque prefería la soledad al bullicio de constantes halagos y miradas de admiración que le dirigían hombres de todas las castas. Creció entre las palabras cariñosas de su madre, la reina Lehera, quien la instruyó en el valor y la audacia, instándola a no dejarse dominar por ninguna autoridad masculina.

— Ay, mi querida Lehia, permíteme implorar tu perdón por no haber logrado mantenerte despierta. Sé que, al enterarte de todo lo ocurrido en tu ausencia, podrías odiarme, pero fue inevitable, todo se descontroló —le susurró con pesar a su hija, quien escuchaba atentamente aunque no pudiera abrir los ojos ni responder. — Espero que, al despertar, te conviertas en una mujer tan excepcional como lo fue tu madre. Te amo, mi pequeño retoño.

Saldur se aproximó a la ventana del recinto, contemplando su reino a través de ella, un lugar genuinamente único y especial. Aunque no ostentaba la ostentación y el lujo de otros reinos, su grandeza residía en una fuerza y coraje incomparables. Los habitantes de Zafiro eran reconocidos por su honradez y lealtad inquebrantables, conectados de manera profunda con la naturaleza circundante. El Reino de Zafiro, resguardado por una fuerza mística y primordial, emanaba una energía palpable que impregnaba cada rincón y cada resplandeciente zafiro que decoraba el entorno.

Saldur dirigió la mirada hacia las montañas al norte, el hogar ancestral de su pueblo. Un lugar que siempre había estado estrechamente vinculado a su corazón y al de su familia. Allí, las estrellas brillaban con mayor intensidad, y la magia del reino se manifestaba más cercana

En las bulliciosas calles de Zafiria, la capital del reino de Zafiro, las murallas de la ciudad se erguían con imponencia, semejantes a guardianes silenciosos que vigilaban sin cesar. Sus torres alcanzaban alturas majestuosas, poderosas como gigantes joyas destinadas a resguardar la ciudad de toda amenaza imaginable. Los ciudadanos transitaban con serenidad por el animado comercio, entre ellos el príncipe Leandro, envuelto de pies a cabeza para evitar ser reconocido mientras se paseaba por la plaza principal, el mismo lugar donde las sentencias de traición se ejecutaban con decapitaciones públicas. A medida que avanzaba por la plaza, su mirada se detuvo en el ominoso cadalso que se alzaba en su centro. Aunque la gente evitaba su escrutinio, el príncipe no podía apartar la vista de aquel objeto siniestro. Una extraña energía parecía emerger de su interior, atrayendo su atención de forma irremediable.

En ese preciso instante, Raees, una de las talentosas bailarinas que Leandro había conocido meses atrás, le tocó suavemente el hombro. El contacto fue ligero pero suficiente para distraer al príncipe de sus sombríos pensamientos. Al girar la cabeza, se encontró con la mirada penetrante de Raees, sus ojos castaños transmitiendo una mezcla intrigante de curiosidad y complicidad.

— Raees — susurró su nombre con un tono nervioso, y ella respondió con una sonrisa cómplice. — Pensé que no volvería a verte hasta que se llevará a cabo alguna celebración en el castillo, pero me alegra verte aquí, a mi lado. — Raees esbozó una sonrisa y se inclinó hacia él, dejando que sus oscuros rizos cayeran sobre su rostro. — ¿Qué se supone que estás haciendo?

— Su majestad es difícil de olvidar... Dentro de pocos minutos empezará el festival del color. ¿No creo que su majestad desee llenarse de polvos coloridos y llegar al castillo pareciendo un arcoíris?

El Festival del Color, una celebración anual que tiene lugar cada 21 de junio, coincidiendo con el solsticio de verano, se extiende a lo largo de tres días. La gente viste ropas tradicionales y los edificios se adornan con coloridas banderas. Durante estos días, las calles se transforman en lugares de risas, cantos y bailes. La música resuena por todas partes, mientras la multitud se divierte lanzando polvos de colores. Niños y adultos corren entre las calles, compartiendo risas y colores. Una variedad de alimentos, específicos de cada región, se sirven durante la festividad, pero siempre destacan por ser dulces y refrescantes.

Uno de los días se celebra un concurso de bellos colores, donde las personas pintan sus rostros de tonalidades vibrantes y desfilan con trajes y maquillajes exquisitos. Al finalizar el festival, una gran fiesta con comida y música une a todos en una celebración culminante. Esta festividad, considerada muy especial, reúne a amigos y conocidos, manteniendo fuertes lazos entre generaciones. Es una tradición esencial para los habitantes de Zafiria, ya que fortalece los vínculos familiares y amistosos, creando un momento de unión, comunión y regocijo. Aunque no sean la nación más extensa, la unidad y los valores sólidos de Zafiria los definen como una nación única y fuerte.

— Nunca he participado en esta tradición. Me gustaría, por primera vez en mi vida, sentirme parte de la ciudad.

— ¿Está seguro, príncipe? Participar puede resultar tedioso para alguien no acostumbrado a este estilo de vida — dijo con precaución Raees.

— Quizá sea un tanto tedioso al principio, pero quiero experimentar algo nuevo, aventurarme a conocer más sobre mi propia gente. No podemos vivir toda nuestra vida de la misma forma y con los mismos rituales. Es hora de sumergirme en la aventura.

Raees tomó el brazo de Leandro, y juntos comenzaron a caminar rápidamente por el lugar donde los zafirianos se congregaban, llenos de emoción. Tras unos minutos de constante caminata, llegaron a una tienda rebosante de bolsas de polvos de colores. Raees seleccionó varias bolsas y las adquirió. La festividad dio inicio, y las calles se inundaron de un despliegue vibrante de colores.

— Sabía que existe una leyenda que dice que cuando el cielo brilla tan dorado es porque los dioses rezan al cielo. Afirman que cuando las estrellas se alinean de manera especial, se crea un puente entre la tierra y el cielo — compartió Raees con una voz profunda y melódica —. Es en ese momento cuando los dioses pueden entrar en nuestro mundo y caminar entre nosotros.

— Nunca había escuchado sobre esa leyenda. Creo que es increíble — respondió Leandro, fascinado por la narración. — Raees, ¿puedo hacerte una pregunta? — Ella desde su lugar lo miró con curiosidad y asintió en respuesta. — ¿Desde cuándo eres Amara?

Las bailarinas del reino de Zafiro se llaman las "Amara". Son conocidas por su belleza y sus danzas mágicas. Se dice que tienen la capacidad de transformar el ánimo de cualquier persona. Los ciudadanos del reino dicen que estas bailarinas son una fuente de esperanza y alegría para todo el pueblo, y que pueden curar el corazón de cualquier persona con un simple baile.

Las actuaciones de las bailarinas Amara eran un espectáculo asombroso. La sincronización perfecta de sus movimientos transmitía una armonía que dejaba a la audiencia sin aliento. Acompañadas por melodías suaves y acuáticas, las bailarinas contaban historias mágicas del Reino de Zafiro. Desde la creación de los lagos de aguas cristalinas hasta las leyendas de los tesoros escondidos en las profundidades, cada baile era una ventana hacia la rica historia y mitología del reino.

Raees sonrió, recordando los días en los que se convirtió en Amara. Fue hace seis años, cuando aún era una joven bailarina en entrenamiento. Su talento y pasión por la danza captaron la atención de los maestros del reino, quienes la seleccionaron para unirse al selecto grupo de bailarinas de élite. Desde entonces, Raees se había dedicado por completo a perfeccionar su técnica y expresión emocional en cada actuación.

— Desde hace seis años, mi trayectoria en el mundo del baile comenzó a los doce, pero a los quince decidí convertirlo en mi carrera dedicada. El profesor Shalva confió en mis habilidades y me brindó la oportunidad de unirme a Amara.

— ¿Puedo hacerte otra pregunta? ¿Fue complicado el cambio de ser una bailarina ordinaria a formar parte de Amara?

— Un poco, pero cada lágrima derramada valió la pena.

Mientras tanto, en el imponente castillo de Diamante, Devvan, conocido en el reino por su avaricia y ocasional maldad, se encontraba en la sala de espadas junto a Leone, su leal compañero de confianza. Ambos disfrutaban de un emocionante duelo amistoso, sus espadas brillando con destreza y habilidad. En un momento descuidado, Devvan lanzó un golpe potente que parecía dirigirse hacia la pared, pero Leone demostró su maestría al detener el ataque con una hábil maniobra. Leone, reconocido como uno de los mejores luchadores del reino, había sido elegido personalmente por Devvan como su guardia personal, siendo su valentía y habilidades en la lucha una constante fuente de admiración y protección para el futuro rey.

— ¡De nuevo con el tema de la ira, Señor! — exclamó Leone, hábilmente esquivando un golpe de espada con destreza. Devvan, visiblemente enfadado, se detuvo y apoyó la punta de su espada en el suelo. Su rostro estaba enrojecido y su respiración agitada. De repente, sus ojos se abrieron de par en par, llenos de furia, mientras miraba intensamente a Leone.

— ¿Qué opinas tú, Leone, de si soy tan malo? — dijo en un tono inquietante. Leone se quedó en silencio, reflexionando sobre cómo responder a esa pregunta tan desafiante. — ¿Consideras que soy una persona despreciable así como todos los demás dicen de mí a mis espaldas?

— Señor, no creo que usted sea malo. Puede que a veces sea impaciente y difícil de tratar, pero eso no lo convierte en una persona mala en sí misma. De hecho, creo que su capacidad para experimentar emociones tan intensamente es una de sus mayores virtudes. — Leone esperó ansioso una respuesta, pero Devvan guardó silencio. Parecía como si hubiera escuchado algo que nunca antes había considerado. — Considero que gracias a su carácter, será un gran gobernante para Diamante.

El príncipe bajó la mirada, cerró los ojos y respiró profundamente. Cuando los abrió de nuevo, parecía un poco más tranquilo. Se volvió hacia Leone y le ofreció una leve sonrisa.

— Eso es lo que me apetecía escuchar. Te debo disculpas, Leone. Estaba siendo... temerario. — dijo el príncipe. — No quiero parecer alguien tan... malo, diría.

— Lo entiendo, Señor. Los sentimientos son algo complejo y difícil de manejar. Pero por eso mismo, es importante no dejar que nos domine nuestra ira.

Después de unos minutos, Devvan salió del cuarto, agotado y sudado. Sabía que necesitaba una ducha revitalizante para relajar sus músculos. Caminó por el pasillo hacia su habitación, donde se encontraba Ysera Devora, su amante y la mujer que satisfacía sus deseos de una manera exclusivamente sexual. Aunque esta mujer no era especialmente única, sí tenía una belleza llamativa con sus grandes ojos ámbar y su cabello rubio cuidado. Sin embargo, Devvan, a sus casi treinta años, sentía cierta indiferencia hacia ella. No era alguien especial, pero era conveniente. Devvan nunca había experimentado el verdadero amor. No sabía cómo se sentía amar o ser amado. Su vida había estado tan enfocada en la muerte, la batalla y el poder que había olvidado la compasión. Había dejado atrás el amor, el cariño, la ternura y la delicadeza. Parecía que la capacidad de amar se le escapaba. Solo sentía apego hacia su madre y su hermana.

A pesar de todo eso, Devvan no era una persona cruel. Sí, podía ser autoritario y controlador, pero no era malo. Siempre había cuidado de su familia, especialmente de su madre, a la que amaba profundamente. Su padre, que era un hombre poderoso y temido, había tratado a Devvan con cierta distancia, ya que no lo consideraba igual. Pero la mujer que le dio a luz a Devvan, una mujer hermosa y fuerte, lo había amado profundamente, y él le correspondía. Le había prometido protegerla y a su familia con su vida. Y eso es exactamente lo que estaba haciendo.

— Príncipe, ¿puedo saber para que me necesita? — le pregunto la mujer que yacía sentada en el filo de la gran cama.

— Solo necesito desestresarme. Me daré un baño. Cuando regrese, quiero que estés desnudo. ¿Lo entiendes?

— Lo entiendo, señor.

Después de su conversación, el príncipe se dirigió hacia la bañera, dejando a la mujer sentada en la cama, sin saber qué pensar muy bien. Se sentía emocionada. El príncipe era el hombre de sus sueños, le había gustado durante mucho tiempo. Pero sabía que era imposible que una simple bailarina como ella pudiera ser la esposa del próximo soberano de su nación. Mientras se quitaba la última prenda, el príncipe volvió a entrar en la habitación, contemplando su cuerpo desnudo.

— Ven aquí — ella se acercó hasta quedar frente a frente con el príncipe. — Eres tan bonita, es una lástima que no seas digna de ser mi esposa.

Sus palabras dolieron en el corazón de Ysera. Lo que había ocurrido entre ambos fue una simple pasión de carne. ¿No era más que eso? ¿A los ojos de él, no era más que una bailarina, sin valor, solo aprovechable como objeto de su deseo? Eso no era lo que ella quería.

— Usted siempre ha sido cruel, príncipe – dijo Ysera, aburrida.

— No soy cruel, soy realista.

Días después, el Gran Salón del imponente Castillo de Diamante estaba lleno de gente distinguida, nobles y ciudadanos, todos vestidos elegantemente. Las paredes estaban decoradas con hermosas telas de seda en tonos plateados y grises, que reflejaban la cálida luz de las velas. El suelo de mármol pulido brillaba como un río de estrellas bajo el cielo estrellado. En el centro del salón, se encontraba un majestuoso trono de ébano, adornado con deslumbrantes gemas preciosas. Y en ese momento tan esperado, Devvan, esperaba con orgullo, luciendo una túnica blanca bordada con hilos de plata, su rostro radiante de serenidad y determinación.

— ¿Estás preparado para asumir el poder, hijo? Ser rey implica una enorme responsabilidad, especialmente en estos tiempos oscuros. — Su madre sostuvo ambas manos de Devvan. — ¿Estás completamente seguro de que deseas ser el rey de Diamante?

Devvan no respondió de inmediato. Era una pregunta crucial que requería una cuidadosa reflexión. Después de unos segundos de silencio, respondió con determinación.

— Soy el legítimo heredero, madre. He sido preparado para esto toda mi vida. No le temo al liderazgo, y mucho menos a defender mi reino contra cualquier amenaza.

Su madre asintió lentamente, con una sonrisa de orgullo en su rostro.

— Estoy orgullosa de ti, hijo. Pero no olvides que con el poder viene la responsabilidad. Recuerda que debes servir a la gente de Diamante, ellos son lo más importante. Nunca los olvides y tomarás las mejores decisiones para el futuro de tu reino.

El momento solemne de la coronación llegó cuando un anciano noble, venerado como el guardián de las tradiciones y con casi 120 años de edad, se presentó en el umbral de las majestuosas puertas. Estas se abrieron ceremoniosamente ante la presencia del anciano, quien sostenía con reverencia una almohada de un dorado resplandeciente. Descansaba sobre ella la corona de diamantes, una obra maestra deslumbrante confeccionada con diamantes perfectamente engarzados.

La corona irradiaba un resplandor que iluminó la vasta estancia, dejando a todos los presentes asombrados. En un susurro que resonó en la solemnidad del momento, el anciano declaró:

— Esta es la corona del poder. Es la corona de nuestra familia, de nuestra dinastía, y ahora se convertirá en la corona de nuestro nuevo rey. ¿Devvan, estás preparado para recibirla? — El joven príncipe respondió con firmeza y convicción:

— Sí, estoy preparado. Estoy listo para asumir este honor, este legado, y esta corona. — Una corriente de aire glacial envolvía la sala, una señal del anciano guardián. Con voz firme y grave, proclamó:

— ¡Para el príncipe Devvan, cuya sangre ha sido pura, cuya línea se ha mantenido por generaciones, cuya fe en el país es inquebrantable, te corono como el rey de Diamante, amo de la tierra y de sus pueblos, del norte al sur!

Las palabras reverberaron en cada rincón de la estancia. El joven príncipe se volvió hacia el anciano, quien avanzó con solemnidad, los años pesando sobre su cuerpo. Con cuidado, colocó la corona sobre la cabeza del príncipe, en un rito ancestral cuyos orígenes se perdían en el tiempo. La corona brilló en la cabeza de Devvan, ajustándose con gracia como si hubiera sido forjada específicamente para él, el nuevo rey de Diamante. En ese instante, el príncipe, ahora monarca, esbozó una sonrisa. No era la típica sonrisa cínica, sino la expresión de una felicidad genuina, pues finalmente se había convertido en rey.

El espléndido salón resonaba con la armonía de la música, mientras los ciudadanos se sumaban a la efervescencia de la celebración. La comida y las bebidas fluían generosamente, impregnando el aire con el delicioso aroma de manjares exquisitos. La coronación del rey de Diamante no solo representaba un evento majestuoso y hermoso, sino que también simbolizaba la continuidad de las veneradas tradiciones y la unidad del reino. Con orgullo, la historia y la herencia de Diamante se celebraban en esta ceremonia, mientras el nuevo rey se preparaba para guiar a su pueblo hacia un futuro brillante bajo su liderazgo.

El padre del nuevo soberano lo condujo a un rincón apartado del salón, donde podrían dialogar sin interrupciones ni indiscretas escuchas. Mientras tanto, Karena, la madre del nuevo rey, buscaba ansiosamente a su hija, quien se había escabullido del salón.

— Hijo mío — pronunció, posando su mano sobre el hombro del joven—, estoy seguro de que serás un soberano magnífico para nuestro reino. Confío en que la preparación que has recibido desde la infancia dará frutos a partir de este momento.

— Todo lo que he aprendido hasta hoy será de gran utilidad para el futuro, padre.

— Eso espero, Devvan... Sabes, — susurró — necesito que me hagas una promesa.

— ¿De qué se trata, padre? —preguntó Devvan, confundido.

— Ahora que eres el nuevo rey de Diamante, no quiero que te tiñas el corazón. Debes poner fin a la enemistad con Zafiro, ¿lo entiendes? Nuestros reinos han estado inmersos en una guerra interminable. Antes de que nos destruyan, debes destruirlos tú.

— Lo entiendo, padre. Puedes estar seguro de que acabaré con Zafiro. Haré que el nombre de Diamante resplandezca en lo más alto. Haré que el resto del mundo conozca que Diamante no es sólo bello, sino también muy poderoso.

— Eso espero, Devvan. No quiero que sientas compasión por ningún habitantes de ese asqueroso y repulsivo reino. 

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Comments

anjen

anjen

que la historia siga asi

2024-01-04

0

anjen

anjen

tiene buen inicio

2024-01-04

0

anjen

anjen

me gusta mucho es unica nunca avia leído algo asi

2024-01-04

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