RENUNCIA AL AMOR

La majestuosa Casa Sagrada de Vuring, un templo situado en la imponente Montaña Sagrada de Zafiria, se erige como un rincón especial donde los peregrinos se sumergen en visiones de dicha celestial. Se cuenta que este templo es el punto de encuentro entre lo divino y lo terrenal, donde cada ser vivo que cruza su umbral experimenta la dicha y la verdad de lo sagrado, según la arraigada creencia popular. Este santuario, pieza fundamental en el Reino de Zafiro, se alza con imponentes muros adornados por altas columnas de mármol azul, meticulosamente talladas con grabados dorados que narran la epopeya de generaciones pasadas. Los elegantes murales, que retratan a personajes legendarios como las hermanas de la tierra, guardianes de los habitantes de Zafiro que lucharon en tiempos de necesidad, emanan una gloria que trasciende lo físico.

Cada rincón de la Casa de Vuring está concebido para fomentar la serenidad y la conexión espiritual. El suelo de mármol refleja la luz que penetra a través de las altas ventanas, bañando el lugar en una luz dorada y cálida. Las paredes, decoradas con frescos intrincados que relatan las hazañas de dioses y héroes míticos, invitan a sumergirse en el rico patrimonio de la nación. En el corazón del templo, un altar de piedra preciosa resplandece con la luz de las velas, listo para albergar los rituales sagrados.

Las solemnes ceremonias que tenían lugar en el venerado Vuring eran un despliegue de elegancia y solemnidad, sumergiendo a la realeza y a los nobles en una experiencia única. Ataviados con túnicas de seda, ricamente adornadas con resplandecientes joyas, los miembros de la realeza convergían en este sagrado enclave para participar en rituales ancestrales que estrechaban los lazos de la familia real con su herencia espiritual. La majestuosidad del lugar se veía resaltada por la reverencia con la que los sacerdotes llevaban a cabo estas ceremonias, creando un ambiente de devoción y respeto que envolvía a todos los presentes, como si el propio tiempo se detuviera para rendir homenaje a estas tradiciones centenarias.

Los rituales en el templo de Vuring eran una sinfonía de experiencias sensoriales. Los sonidos resonantes de antiguos instrumentos musicales llenaban el aire con melodías ancestrales como el tambor y la marimba, como si fueran cánticos que emergían desde lo más profundo del alma. Los bailarines, con movimientos gráciles y precisos, ejecutaban coreografías que transcendían la mera danza, transportando a todos los presentes a un estado de trance y conexión espiritual.

Los olores embriagadores del incienso y las flores exóticas saturaban cada rincón del templo, estimulando los sentidos y creando una experiencia única. La fragancia envolvente elevaba la mente y el espíritu, contribuyendo a la atmósfera sagrada que impregnaba el lugar.

En el majestuoso Vuring, la coronación de un nuevo rey no solo marcaba el inicio de su reinado, sino también el comienzo de un legado para las generaciones venideras. Este sagrado enclave no solo conmemoraba a los monarcas, sino también a las princesas y príncipes, otorgándoles coronas exclusivamente diseñadas para ellos. Cada ceremonia se convertía en un recordatorio vivo de la rica historia y las arraigadas tradiciones que sustentaban la identidad de Zafiro.

El Vuring no solo albergaba eventos regios; también se convertía en el epicentro de festividades como la celebración de los dioses. Durante tres noches y tres días, el reino se sumergía en una metamorfosis extraordinaria. Este periodo era más que una festividad; era un momento mágico donde la alegría impregnaba el aire, creando una atmósfera verdaderamente única. Desde el amanecer hasta el anochecer, cantos y melodías resonaban, formando una sinfonía celestial que hacía vibrar los corazones de todos los presentes.

La festividad de los dioses no solo era un evento festivo; era un acto de reverencia y devoción hacia el reino y su gente. Durante estos tres días, los dioses venerados eran tres, cada uno personificando aspectos vitales de la vida y la naturaleza. Aelius, el dios del sol y la luz, se alzaba como una figura majestuosa con una corona de fuego y un manto dorado que irradian energía y calor, simbolizando su poder para dar vida y calentar los corazones de todos los habitantes del reino. Aquaria, la diosa de los océanos y las aguas cristalinas, aparecía con su cabello fluyendo como las olas del mar y su vestido adornado con conchas marinas, honrada por su capacidad para traer fertilidad y abundancia a las tierras. Por último, Ventus, el dios del viento y la brisa, desplegaba sus alas de plumas y su capa que se mueve al compás del viento, personificando la libertad y la suavidad del aire, y se le rinde culto por su habilidad para traer renovación y cambios positivos a su amado reino. Cada uno de estos dioses despierta un sentido profundo de reverencia en los corazones de quienes participan en esta festividad, recordándoles la importancia de la conexión entre la humanidad y la naturaleza.

Los tres dioses, Aelius, Aquaria y Ventus, ejercen un papel fundamental como los protectores supremos del reino de Zafiro, y su presencia es tanto amada como temida por todos sus habitantes. Sus imponentes estatuas, meticulosamente talladas en piedra azul, se erigen con orgullo en el interior del majestuoso templo del reino, donde permanecen de pie como guardianes silenciosos.

— Lehia, en este día tan especial, te deseo un cumpleaños lleno de alegría y bendiciones. — Nathalie sonrió cálidamente mientras abrazaba a la princesa, expresando su gratitud por otro año compartido.

— Gracias, Nat. Nunca imaginé llegar a los diecinueve. Siempre vi ese número tan distante, y ahora aquí estoy, asombrada de tenerlo frente a mí.

— La vida pasa velozmente, Lehia, pero nosotras estamos aquí, juntas, para aprovechar cada instante. — Natalie entregó a Lehia una caja decorada con esmero, un regalo que simbolizaba su aprecio. — Aquí tienes, un pequeño obsequio para este día. — Lehia, llena de expectación, abrió la caja para descubrir una exquisita joya: un anillo de oro con una esmerada espata de paloma tallada, y un topacio azul resplandeciente como piedra central.

— Es absolutamente precioso, Nat. ¿Dónde conseguiste algo tan maravilloso?

— Fue hallado en una tienda. ¿Te tomó por sorpresa, verdad? Solo quería que tu día fuera tan especial como tú lo eres. Feliz cumpleaños nuevamente.

La jornada continuó con la preparación de Lehia para su ritual y coronación como princesa de Zafiro, mientras Devvan, entre los asistentes, recibía instrucciones del rey Saldur sobre sus deberes como futuro esposo de la próxima princesa coronada. Cuando Devvan se acomodó a la derecha del rey, Leone se acercó discretamente para escuchar las palabras de su rey.

— Leone, sabes lo que debes hacer. Necesito que mantengas un ojo en Devvanni. Ha estado actuando de manera extraña últimamente. — Devvan pronunció estas palabras en un tono serio y preocupado, aunque en el rincón de su boca, se dibujaba una mueca irónica.

Leone asintió con determinación y se puso de pie con firmeza, su expresión una combinación de gravedad y una ligera ironía.

— No te preocupes, mi señor, vigilaré de cerca a Devvanni.

Mientras conversaban, la cálida luz del sol se filtraba a través de las altas ventanas, creando destellos dorados que danzaban en la pared detrás del majestuoso trono. Los guardias, con meticulosa precaución, comenzaron a mover el imponente cerrojo que mantenía las enormes puertas del salón ceremonial cerradas. La estructura de metal pesado de las puertas confería al proceso un ritmo pausado y misterioso, como si estuvieran revelando un mundo oculto detrás de ellas. Conforme las puertas se abrieron por completo, Lehia, cerró los ojos brevemente y se preparó para lo que vendría a continuación. Cuando los volvió a abrir, notó la presencia de Devvan en la sala. Un torrente de emociones, una mezcla de profunda tristeza y enojo, recorrió su interior, aunque se esforzó por ocultarlos bajo una sonrisa hipócrita.

¿Qué hace él aquí? Se preguntó Lehia mentalmente mientras iniciaba su avance. Los pasos resonaban en el majestuoso salón, una procesión solemne hacia el trono, acompañada por los sacerdotes. El polvo suspendido en el aire, al abrirse las puertas masivas, creó una nube mágica que llenó el espacio con suave y dorada luminosidad, otorgando a la escena un aura de asombro y misterio. Las figuras talladas en las paredes parecían cobrar vida, como si observaran con admiración el camino de Lehia y los sacerdotes hacia el trono, listas para rendir homenaje tanto al rey de Zafiro como al futuro esposo, el rey de Diamante. Sin embargo, para Lehia, el compromiso con esta alianza no era motivo de felicidad, sino de amargura y resentimiento.

Todos los presentes mantenían sus ojos fijos en la joven, cuyos movimientos emanaban gracia y seguridad, eclipsando a los demás miembros de la corte. Cada paso resonaba con un propósito majestuoso que marcaba la solemnidad de la ocasión.

Finalmente, Lehia se encontró frente al rey Saldur, su padre, y ante el hombre con el que estaba destinada a casarse, Devvan. Su cabeza se inclinó en un gesto de profundo respeto, manteniendo esta reverencia durante unos preciosos segundos, simbolizando su reconocimiento de la importancia de este evento tanto para ella como para el reino de Zafiro.

Al levantar la cabeza, sus ojos se encontraron con la mirada llena de orgullo de su padre, quien la veía con amor y satisfacción por el paso que estaba dando. Por otro lado, Devvan la observaba con una mirada llena de admiración y respeto, a pesar de los complicados sentimientos que atormentaban su interior.

— Mi niña, estoy tan orgulloso de ti, y estoy seguro de que tú... madre también.

La corona de la princesa de Zafiro era una obra maestra de artesanía que reflejaba la riqueza cultural y la majestuosidad del reino. Con meticuloso detalle, cada elemento de la corona estaba diseñado para destacar la nobleza y la singularidad de la heredera al trono. En la parte superior, se alzaba una estructura elegante y ornamental, compuesta por delicadas filigranas de oro que se entrelazaban en patrones intrincados. Estas filigranas formaban una suerte de encaje regio, creando una apariencia etérea y eternamente noble. En el centro de la corona, una gema central, resplandeciente como un zafiro auténtico, irradiaba una tonalidad azul profundo, simbolizando la conexión espiritual y la pureza de la princesa.

Las piedras preciosas incrustadas a lo largo de la corona, dispuestas con simetría, añadían destellos de luz y color. Piedras raras centelleaban como estrellas en la oscuridad, mientras zafiros de tonalidades diversas conferían a la corona un resplandor sutil y elegante. Cada gema contaba una historia, representando momentos significativos en la historia del reino y el linaje de la familia real.

La base de la corona estaba forjada con un metal precioso, trabajado con patrones que evocaban la arquitectura distintiva del reino.

La corona, más allá de su función ceremonial, era un testimonio tangible de la herencia y la responsabilidad que llevaba consigo la princesa.

Mientras tanto, en el reino de Diamante, Celestin se encontraba frente a su esposa, con un semblante ensombrecido por la ira que ella había logrado provocar en él. La tensión en la sala era palpable, y la atmósfera estaba cargada de un peligro inminente. En un gesto de ira incontenible, la mano de Celestin impactó con fuerza en el rostro de la mujer, haciendo que esta se volviera con sorpresa y dolor. Celestin había sido siempre implacable en cuanto a su autoridad, sin permitir que nadie, ni siquiera sus propios hijos o su esposa, cuestionara sus decisiones y mandato. Cada uno de sus movimientos estaba meticulosamente planeado, y no tenía intención de permitir que las protestas de su reina cambiaran sus planes. Su hija, que estaba al lado de su madre, quedó perpleja al presenciar la brutalidad con la que su padre había golpeado a su madre. Si bien sabía que su padre tenía un temperamento fuerte, nunca había imaginado que llegaría a tal nivel de violencia.

— ¡No permitiré que ninguna de ustedes dos se atreva a cuestionar mis planes! — exclamó Celestin, su voz resonando con autoridad. — Devvanni contraerá matrimonio con el rey de Esmeralda, sin importar si está de acuerdo o no.

La sorpresa y el miedo se reflejaron en los ojos de Devvanni, quien estaba temblando de emoción y angustia.

— ¡Padre! — exclamó Devvanni con voz temblorosa, tratando de encontrar el coraje para enfrentar a su padre.

— ¡Ya está decidido! — replicó él, sin titubear. — No eres nadie para oponerte a mi mandato. Eres mi hija y, como tal, tengo el derecho de elegir a quién te casarás.

Devvanni se quedó en un abrumador silencio, sintiendo cómo una ola de indignación se apoderaba de su ser. No podía comprender cómo su propio padre la trataba como un mero objeto, como si fuera una ficha en un juego que pudiera ser cambiada o intercambiada sin su consentimiento. Sus manos se aferraron con una fuerza inusual a los bordes de su vestido, mientras las lágrimas de dolor caían sin cesar por sus mejillas. En su interior, un torbellino de emociones se libraba en una batalla interna. No quería verse forzada a casarse con alguien a quien no amaba ni conocía. Sentía que su voz y su voluntad habían sido aplastadas bajo el peso de la autoridad paterna.

Celestin, por su parte, se mantuvo impasible, aparentemente indiferente a la emoción y el sufrimiento de su hija. Para él, esta decisión era simplemente una transacción política, una alianza que serviría a los intereses estratégicos de su reino. Sin embargo, para Seraphina, era una sentencia que pronosticaba un destino desgraciado, uno que la separaría de todo lo que conocía y amaba.

Abatida, Devvanni se dejó caer en su mullida cama al llegar a su acogedora alcoba, cerrando los ojos mientras sus pensamientos se debatían en un mar de incertidumbre. Después de un momento de reflexión, se levantó y se acercó a la ventana. Allí, su mirada se posó en el hombre que amaba, quien conversaba animadamente con otros soldados en el patio del castillo. Su corazón anhelaba fervientemente casarse con él, solo con él, sin nadie más en el horizonte. Se sentía profundamente enamorada de aquel valiente soldado que la había rescatado de una muerte segura a manos del enemigo.

Pero en medio de su dicha, una pregunta tormentosa resonaba en su mente: "¿Qué puedo hacer?". Suspiró en voz baja, consciente de que su padre había tomado una decisión que parecía inquebrantable. Se sentía atrapada, como si estuviera encerrada en una jaula de la cual no había escape. Sin embargo, en ese momento, una idea audaz comenzó a tomar forma en su mente. Una idea que la hizo parpadear y volver a mirar a su amado a través de la ventana. "Si no puedo cambiar el destino que me han impuesto, tal vez pueda cambiar mi propio corazón y renunciar a mi amor", pensó, mientras se aferraba a la chispa de esperanza que esta idea insinuaba.

Ella se alejó lentamente de la ventana y se sumió en sus pensamientos mientras el sol se ocultaba en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados que contrastaba con su agitada mente. En su interior, un sentimiento de determinación crecía lentamente, como una semilla que brota en la oscuridad de la incertidumbre. Se dirigió al armario, donde sus dedos recorrieron entre las prendas en busca de un vestido negro que solía usar como pijama.

A medida que la medianoche se acercaba, ella salió sigilosamente de su habitación, asegurándose de no ser vista por nadie en el castillo que, en su mayoría, yacía sumido en el sueño. Con paso rápido y decidido, se dirigió hacia el jardín, donde sabía que su amado soldado estaba de guardia. Allí, en la penumbra del jardín, encontró a Eduar, quien la esperaba con una expresión de inquietud y preocupación. Sin decir palabra, ella tomó su brazo y juntos comenzaron a correr hacia un escondite, un lugar que habían compartido en secreto, lejos de las miradas y las restricciones del mundo exterior. Una vez allí, se detuvieron y se miraron intensamente, dejando que sus ojos expresaran todo el dolor y la tristeza que sentían en ese momento.

— Tenemos que renunciar a esto, Eduar. — susurró Devanni con voz entrecortada, luchando por contener las lágrimas que amenazaban con brotar. — Por mucho que nos amemos, no podemos estar juntos. El destino nos está separando y debemos aceptarlo.

Eduar la miró fijamente, sus ojos reflejaban una mezcla de dolor, tristeza y furia. El tormento de sus sentimientos se reflejaba en su rostro, como si el universo mismo conspirara contra su amor. La idea de renunciar a la persona que amaban más que a la vida misma era un peso insoportable que los oprimía en ese instante de desgarradora separación.

— No es justo, Dev. — dijo él, su voz cargada de emoción. — Estamos perdiendo algo maravilloso, algo que jamás podremos recuperar. No podemos permitir que nos separen.

— No es justo, Eduar, lo sé perfectamente — respondió Devvanni con tristeza en su voz—. Pero mi padre... él nunca permitirá que estemos juntos. Su deseo es que me case con alguien más, y debo obedecerlo en todo.

— Podemos seguir manteniendo nuestro amor en secreto, como hemos hecho durante tanto tiempo. Por favor, no dejemos que lo nuestro termine. Te amo con todo mi corazón, y sé que tú también me amas. No podemos permitir que ese amor muera. Sigamos luchando por nuestro amor, juntos. Por favor...

Más populares

Comments

Majo Alvarez

Majo Alvarez

La historia, la narrativa, la forma de escritura son excelentes. Pero se pierde demasiado en descripciones. En cada capítulo hay 3/4 de descripciones y 1/4 de acción. Estaría bueno dosificar un poco más ésta cuestión. Se nota de lejos que te dedicas de manera profesional a la escritura. Repito, muy buena narrativa, construcción de las oraciones, sin faltas ortográficas, pero, ojo, para mi gusto, te detienes demasiado en en la parte descriptiva. Seguramente a otras lectoras les encantan esos detalles para mi gusto sos "meticulosamente" descriptiva, usando esa palabra que usas muy asiduamente. Fuera de eso sos genial, muy buena historia

2024-03-12

1

Yelsin Yels

Yelsin Yels

me gusta el rumbo que está tomando

2023-12-28

0

Total
Capítulos

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play