18vo Capítulo - Tierras de Lava.

...AÑO 444 - KLACASTER, PROVINCIA DEL CREPÚSCULO, RIWA....

—¿No hace mucho calor para que ande con eso puesto, señorita Shyna? —Dudó Marella confundida.

La mercenaria que acababa de salir a cubierta se cubría el cabello y gran parte de su rostro con un trozo de tela semejante a un velo.

—Es que... mi piel es muy sensible al sol. —Excusó la mayor, evadiendo a ka rubia.

Ya se podía distinguir la costa y la silueta de la ciudad de Klacaster siendo cada vez más cercana. Las edificaciones junto a las altas montañas de fondo llamaron su atención.

—Me sorprende el clima tan caluroso de Klacaster, y lo curioso es que ni ha salido el sol. —Comentó la rubia.

—Es por la lluvia. —Contestó mirando el cielo, donde nubes grises parecían no querer irse.

Shyna y Marella habían pasado juntas casi todo el viaje, y la mercenaria podría describirlo como la ocasión en que siempre quiso matar a alguien pero no podía. Gracias a la confesión de sus sentimientos hacia la reina, Marella siempre veía una oportunidad para burlarse de sus gustos. Y cuando se daba el momento, Cotha también lo hacía. Al parecer la situación era muy obvia, menos pata las dos protagonistas.

Debido a esto trató de evitar a la reina durante todo el viaje, evitando que alguna de las dos hiciera algo imperdonable. Igual no fue difícil, Karaline se la pasó todo el viaje con los Mondragones planeando el dialógo que tendrían con la sobrina del Alfa con la esperanza de que la líder aceptara una alianza.

—¿Ha estado en Klacaster antes, señorita Shyna? —Preguntó Marella curiosa.

—Una vez, aunque fue hace mucho. Lo único que recuerdo es que no lo disfrute.

—¿Usted ha viajado por todo Riwa?

—Se podría decir.

—¿Y cuál ha sido el sitio que más le ha gustado? —Cuestionó Marella con ingenuidad. 

—Pues... honestamente me gusta la actitud de las personas en la Provincia del Verano, o los paisajes del Reino del Alba. En ese sentido soy de gustos veraniegos. —Decía Shyna nostálgica. —Pero siendo sincera, ningún lugar se compara a mi hogar. Recuerdo lo mucho que me encantaba escaparme de casa e ir a bañarme en los helados ríos en invierno.

—¿Nadar en invierno? —Shyna asintió. A Marella la recorrió un escalofrió con solo imaginarlo. —Me congeló de escucharlo.

—Jeje sí... fueron buenos tiempos. Me alegra que eso fue lo último que hice antes de irme. —Pronunció Shyna en un hilo de voz, fijando su vista en el mar.

—Donde yo nací, recuerdo que mi habitación tenía una hermosa vista al mar, y con mi madre siempre íbamos a bañarnos los días libres. —Añadió Marella mirando el mar como la mayor. —Cada vez que veo el mar pienso en ella, y en lo que pasó después de su partida...

Shyna frunció el ceño al escucharla. Cuando estuvo a punto de interrogarla unos pasos detrás de ellas la hizo levantar la guardia.

—El mar también suele ser bueno para relajarse y buscar la paz, no sólo para recordar tragedias. —Habló la tercera voz detrás de ellas.

Jazmín Mondragón se acercó a las dos chicas, viendo a Marella y a la chica de la cara cubierta con una sonrisa simpática, sin embargo, al ver detalladamente quien era la del rostro cubierto borró su sonrisa.

—Oh, eres tú, la caballero de la reina. —Dijo Jazmín con desdén.

—Y tú la caballero del señor Mondragón. —Respondió Shyna con el mismo tono.

—Soy su hermana. —Recalcó.

—No te pregunte. —Soltó Shyna fríamente. —Supongo que debes sentirte en tu hogar después de mucho tiempo, que pena que ahora sea territorio enemigo.

—Los recuerdos de la tragedia que vivimos llegan a mí, pero sí, me enorgullece estar nuevamente en mi hogar. —Se sinceró Jazmín admirando su ciudad natal.

El grito de Cotha ordenando que soltaran anclas las hizo entender que era momento de desembarcar. Algunos marineros estaban preparando un bote pequeño en el que la reina y un pequeño grupo navegaría hasta la costa donde serian recibidos por los Wolfheard.

—Voy a preparar unas cosas, nos vemos luego. —Jazmín se despidió de Marella con una sonrisa, correspondida por la niña.

—Dirás olerle el culo a tu hermano. Claro, diviértete. —Respondió Shyna con sarcasmo.

Jazmín la miró con desprecio, decidió no decirle nada y después de chasquear la lengua con desprecio se retiró.

—¿Y usted no se preparará para desembarcar, señorita Shyna? —Preguntó Marella.

—Yo no iré. —Respondió Shyna cerrando los ojos para sentir la brisa fresca.

—Pero eres parte del séquito de la reina. —Le recordó la menor .

—Alguien debe cuidarte. —Excusó Shyna relajada, sin abrir los ojos.

—Otra persona puede hacerlo, Cotha por ejemplo.

—Pero ella no lo haría con el mismo afán que yo. —Dijo Shyna mirando a la niña con una sonrisa, y luego de regresar su vista al mar se alzó de hombros, luciendo indiferente. La verdad era, que trataba de escapar de la reina, o más bien de lo que sentía por ella. —Además, no creo que yo le haga falta, tiene a su caballerito y a los niños Mondragón acompañándola.

Las dos siguieron viendo el paisaje que les brindaba la costa de Klacaster. El agua no era tan cristalina como en otras regiones, pero lo que mantenía embobados a la mayoría eran las eminentes montañas y volcanes a su alrededor. La Provincia del Crespúsculo era una de las zonas más peligrosas de Riwa debido a su ambiente salvaje lleno de animales salvajes y lugares mortales para el ser humano; pero también era una de las zonas más ricas en cuanto a minerales y suministros. La Provincia Crepuscular era tan peligrosa y mística al mismo tiempo.

Tener el mando de una tierra tan rica en minerales y el dominio de otro terreno del cual salían grandes estrategas e ingenieros hacían de la familia Wolfheard una de las familias más poderosas del Reino. Tanto así, que se declararon neutrales en la guerra debido a que hasta ahora no necesitaban de ningún bando para salir beneficiados.

Mientras tanto por otro lado, Karaline al escuchar el grito de Cotha salió de su cabina para descansar un rato de sus deberes y ver la costa de la capital crepuscular.

«Increíble, es más impresionante que en los libros.»

A un lado de la cubierta distinguió a su doncella de compañía junto a alguien desconocido, por lo cual se acercó para hablar con ella ya que no lo había hecho en todo el viaje. Aunque, ahora que lo recordaba, no había hablado con cierta persona en especial  en todo el viaje. Pero a diferencia de Marella, no habían hablado porque no la había visto.

—Hola Marella, ¿Todo bien? —Saludó la reina.

—Sí, sí, todo bien. —Aseguró sonriente.

—Me alegra, ¿De casualidad sabes dónde está Shyna? —Preguntó Karaline.

Al escuchar su nombre, Shyna miró a la pelirroja dejando ver su rostro cubierto por el velo. Karaline la vió de reojo, y luego de un sobresaltó la reconoció. 

—¿Shyna? ¿Qué haces con eso?

—Hasta que te acuerdas de mí. ¿Qué ocurre? —Cuestionó Shyna con ironía.

—Ni siquiera te reconocía, ¿Por qué llevas eso cubriendo tu rostro? —Interrogó la pelirroja.

—Su piel es sensible al sol. —Contestó Marella.

—¿En serio? Pero si hemos estado bajo el sol antes y no le ha pasado nada a tu piel. —Dijo Karaline cruzándose de brazos, sospechando. ¿De quién se estaba escondiendo la mercenaria?

—M-Mi piel es sensible al cambio climático. —Evadió Shyna lo primero que se le ocurrió. —Pasar de un clima cálido a húmedo es perjudicial para mí salud, ¿Contenta? Ahora dime qué ocurre.

—Ah sí. Prepárate, vamos a desembarcar. —Le informó Karaline.

—Me quedaré aquí, alguien tiene que cuidar a Marella. —Argumentó Shyna.

—Cotha puede hacerlo. —Opuso Karaline.

—Yo le dije lo mismo. —Apoyó Marella con su sonrisa.

—¿Y para qué necesitas que baje exactamente? Tienes a tu fiel caballerito que te protege y los Mondragones que te aconsejen, no es como si yo hiciera falta. —Le dijo Shyna apartando la mirada y haciendo un inconsciente puchero.

Karaline se puso a reír, en su actitud se notaban los celos, y Karaline debía demostrarle a Shyna que no tenía porque sentirse menos ante los demás.

—Eres mi consejera de confianza. No importa cuantas personas lleguen, tú tienes la palabra mayor. —Declaró Karaline con voz dulce. Hasta que de forma repentina cambió su semblante a uno serio. —Así que bajas porque bajas, no tienes excusa.

Shyna se cruzó de brazos inconforme, aumentando su puchero. Como respuesta la pelirroja le arrebató el velo a la mercenaria, dejando libre su cabello y alborotandolo sin piedad.

—¡Oye! ¡Tengo cabello rebelde! —Se quejó la mercenaria acomodando su cabello.

—Deja tus celos y prepárate. —Declaró Karaline retirándose del lado de la mayor, quien acomodaba su cabello a regañadientes.

Karaline caminó por la cubierta viendo a la tripulación trabajar. Fue hasta un extremo del barco, donde se dedicó a admirar nuevamente la costa de Klacaster con el viento pegándole en su rostro.

Se sentía nerviosa, pasó todo el viaje planeando la estrategia más convincente para resolver la enemistad entre los Wolfheard y los Mondragón. Aunque ya lo tenían planeado, no quitaba el hecho de que las cosas no siempre salen como uno piensa, y de inmediato recordó su experiencia en Deiber; los Wolfheard eran orgullosos, podrían tocar otros temas que tuviesen difícil solución o simplemente ser demasiado necios en ceder.

Su batalla principal era en contra el Rey Cuervo, pero resolver este conflicto la haría ganarse el respeto del reino y ganar más aliados que apoyen su reclamo.

—Alguien está nerviosa. —Pronunció una voz detrás de ella, una voz que reconocería estuviera donde estuviera.

Karaline sonrió mientras giraba para ver a su fiel compañera, nuevamente cubriendo su rostro con el velo.

—No es cierto.

—No era pregunta. —Shyna rió levemente, con un ligero nerviosismo. —Ya tú si lo niegas.

—Bien, bien... Lo estoy. —Confesó Karaline, liberando un profundo suspiro tratando de desahogarse. —Sé que no debería estarlo, sobre todo cuando hablaremos con un miembro de la casa Wolfheard y no con el mismo Alfa.

—Tu misma lo dices, que no sea el Alfa es una ventaja. Usualmente los hijos del invierno son complicados de convencer, en especial cuando su poder y posición están en juego. —Recitaba Shyna, invitando a la reina a mirar el horizonte marítimo junto a ella. —Se meteran contigo, con tu familia, tratarán de buscar una debilidad, pero tú no te muestres afectada, demuestrales tu fortaleza y eso hará que te tengan respeto.

—Son tan fríos como el sitio en el que nacieron.

—Lo son, son demasiado crudos y directos cuando se sienten amenazados. —Comentó antes de que se le hiciera un nudo en la garganta. —Por eso nunca les preguntes cómo  están.

—¿Por qué? —Dudó Kara confundida. Le resultaba extraño que no pudiese decirles el típico "¿Cómo está?" después de un saludo.

—No lo hagas, a menos que quieras escuchar la laaaarga historia de su vida. —Añadió Shyna, provocando las risas de diversión y un ambiente confortable entre ambas. Sin tensión ni presencias incómodas.

—Sabes mucho de los Wolfheard al parecer.

Detrás de ellas llegaron los Mondragones. Jazmín fue la que había hablado, mirando a la mercenaria de forma fulminante. Shyna maldijo en sus adentros la presencia de los mellizos, más trato de tener calma interior.

—Los Wolfheard son hijos del invierno, y la mayoría de ellos son iguales. —Respondió Shyna.

—Asumo que usted es hija del invierno también. —Agregó Jayden, sereno.

—Que comes que adivinas. —La mercenaria rodó los ojos. —Odio admitirlo, pero lo soy.

—Eso explica tu actitud tan desagradable. —Murmuró Jazmín.

—¿Odia admitirlo? ¿Por qué? —Interrogó el chico Mondragón lleno de intriga.

—Déjala, hermano. —Intervino Jazmín.—Lo que sea que haya hecho "esta" no nos incumbe.

—Al fin dice algo inteligente la señorita Mondragón. —Expresó Shyna con notable desagrado.

—Cierra la boca, mugrienta. —Gruñó Jazmín.

—¡Ya le salieron huevos a la lagartija! —Exclamó Shyna encarando a la chica.

—¡¡Shyna/Jazz!! —Exclamaron al unísono los nacidos del fuego frenando la discusión.

—¡Ella empezó! —La culpó Jazmín.

Shyna gruñó con rabia hacia la contraria, sin embargo cayó en cuenta de sus acciones. No valía la pena pelear con aquella lagartija frente a su reina. Ojo, frente a ella.

—Lo siento, será mejor que nos preparemos.

Karaline se sorprendió de que Shyna no siguiera con la pelea, pero igual no le iba a poner reparo. El barco que llevaría al sequito de la reina estaba listo para ser abordado y trasladado al puerto de Klacaster.

—Si quieren que les presten atención y que tomen en serio su palabra nunca bajen la mirada, y titubeen lo menos posible. —Recomendaba Shyna, mientras Karaline y Jayden escuchaban interesados. —Si por alguna razón les llegan a estrechar la manos quítense el guante antes, sino lo hacen lo verán como una... especie de falta de respeto, los Dioses sabrán porqué.

—Que patético, ¿Por qué debo hacer lo que a esos perros les parezca bien? —Habló Jazmín, su resentimiento era tan grande que no podría tratar formalmente a un Wolfheard.

—No es algo preferible, es algo necesario. —Aclaró Shyna.

—Cualquier cosa que sirva para lograr la simpatía de los Wolfheard es útil, hermana. —Apoyó Jayden.

—Es solo una de ellos, no creo que necesite de tanto protocolo. —Refunfuñó la chica Mondragón.

—Mm... ¿Una de ellos? ¿Saben con quién nos reuniremos? —Cuestionó Shyna, sintiendo un vacío de nervios en su estómago.

—Rysha Wolfheard, sobrina del Alfa... ¿La conoces? —Dijo Karaline.

Shyna al escuchar el nombre escalofríos recorrieron su cuerpo.

—¿Ry-Rysha? ¿Po-Por qué no me lo dijiste antes? —Cuestionó ocultando las ganas que tenía de saltar del barco e irse nadando de ahí.

—Claro que te lo dije. —Afirmó Kara. Shyna se quedó en silencio intentando recordar cuando se lo dijo. Al hacerlo trago saliva y cubrió un poco más su rostro con el velo.

—Oh... si ya recordé, lo siento. —Dijo Shyna cabizbaja.

Por fuera quería parecer tranquila, pero por dentro era un manojo de nervios preguntándose por qué había venido. Eran conejos yendo a la cueva del lobo.

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