...AÑO 444 - PUERTO MANZANARES, PROVINCIA DEL OTOÑO, RIWA....
—¿La Provincia del Crepúsculo? Mm... —Asoia se pusó a pensar, tratando de recordar alguna información sobre el tema. —Por lo que sé, quien gobierna ahí es la sobrina del Alfa, se llama... ¿Cómo era? ¿Rashy? ¡No, ya! Rysha, su nombre es Rysha Wolfheard.
—¿Y qué dicen de ella? —Cuestionó Karaline, terminando de tomar el té del desayuno.
—Lo mismo que dicen de todo Wolfheard, que es feroz. —Dijo Asoia tomando su té. —Mi comentario la puede ofender majestad, pero poco me importa; ¿Piensa que es mejor mandar a la flota a pelear por una provincia y ocasionar más guerra, que buscar al ejército que ya tiene asegurado en YenLin?
—Por eso sugiero que la mitad de la flota vaya a YenLin a buscar los soldados, mientras la otra mitad vendrá conmigo a la Provincia del Crepúsculo.
—Honestamente pienso que perdería tiempo, majestad. —Soltó Asoia sin pudor. —Si quiere ser la única reina a la que sigan, su principal objetivo debe ser sacar a ese pajarraco del trono.
—No seria capaz de llamarme reina si no abogó por mi pueblo. Los Wolfheard y los Mondragones cometieron actos que son ilegales bajo el reglamento de los Phoenix. —Argumentó Karaline. —Una vez que Jayden recupere su puesto tendremos su apoyo para vencer al Rey Cuervo... Y recémosle a los Dioses porque los Wolfheard lo dejen todo por la paz y se unan a nosotros también.
—¿Entonces qué haremos?
—Prepare la mitad de la flota que irá en mi nombre para buscar a mis soldados. A la vez, ordene que manden un mensaje informándole a la sobrina del Alfa que me reciba.
...🌙...
Shyna salía de la armería del campamento, desde la mañana andaba buscando a la reina pelirroja pero no la conseguía por ningún lado. No quería pensar que estaba con los Mondragones, desconfiaba de esos traidores. Desconfiaba más del chico, su aspecto de mosca muerta no la engañaba pero ni un poquito.
¿Cómo se atrevía a aparecer de la nada y pedirle a Kara que recuperara su cuchitril? ¡O peor! ¿Cómo se atrevía a pedirle matrimonio en su cara? ¡Ugh! Quería golpearlo en la cara para bajarlo a la tierra y dejarle en claro que él no era nadie para despojar a Karaline.
—¡Mira, Shyna! ¡Mira!
Los gritos de Marella la exaltaron al ver como la rubia venía hacia ella montando un caballo. Shyna se apartó antes de ser aplastada, y aunque se veía a leguas que el caballo no tenía control a Marella parecía importarle poco.
—¡Marella, detente! ¡Puedes lastimarte! —Gritó Shyna.
—¡Para nada! ¡Esto es diverti-AAH!
Frente al caballo apareció un grupo de perros encadenados que se pusieron a ladrar y a mostrar sus dientes afilados al caballo, que se terminó asustando frenando su carrera y levantándose en dos patas.
Marella se atemorizó, y sin esperar que el caballo se levantara de esa forma no se sostuvo bien de las cuerdas. Sintió como fue expulsada por los aires y estuvo a punto de caer al suelo, de no ser por unos brazos fornidos que lo evitaron.
Marella tenía los ojos cerrados esperando su muerte, pero al no sentir ningún golpe los abrió sorprendida, encontrándose con un hombre moreno que la sujetaba preocupado.
—¿Estás bien, niña? ¿Te lastimaste? —
Marella asintió, miraba al caballero con admiración. Admiración que desapareció... —¿Qué pasa por tu cabeza? Eres muy pequeña para montar un caballo tan grande tu sola.
Marella frunció el ceño indignada por el regañó, empezó a golpear a Strauker para que la bajara, en vano.
—¡Suéltame! ¡No soy una niña! —Exclamó Marella, pataleando.
Strauker la soltó con cuidado, burlándose de ella con la mirada.
—¿No eres una niña? ¿Y cuántos años tienes, 10?
—Tengo 13, tonto.
Strauker la miró de pies a cabeza, dudando de su testimonio.
—Pues no parece, eres una niña. De cuerpo y mente... —Murmuró Strauker lo último.
—¡Ignorante! ¡No vuelvas a insultarme o ya verás, te arrepentirás!
Marella se fue furiosa de ahí, dejando a Strauker desconcertado. Le había salvado la vida y a cambio se ganaba un insulto.
—¡De nada, niña! —Exclamó Strauker de mal humor antes de irse a la armería.
Shyna observó toda la situación a lo lejos, pero su atención se fijó más en el caballero, Strauker era su nombre si mal no recordaba.
El hombre demostraba ser serio, recto y maduro en sus acciones, con un cuerpo bien trabajado que inflige temor hacia los débiles, incluso podría reconocer que era guapo. Además de que acababa de salvar a una niña, eso convertía a Strauker en el caballero perfecto...
Shyna odiaba eso.
Él tampoco era nadie para estar junto a Karaline, nadie.
Dejandose llevar por sus impulsos se adentró en la armería donde sólo estaba el caballero. Shyna tenía la intención de demostrarle quien mandaba.
—¿Así que tú eres el caballero que corrió como nenita en vez de luchar por su reina? —Habló Shyna, burlona.
Strauker miró a la chica con su típico rostro serio, el cual no cambió mucho después.
—¿Y tú quién eres?
—La persona que salvó a Karaline mientras tú corrías por tu miserable vida. —Soltó descarada Shyna. —¿Recuerdas? Aquella noche en Deiber.
A Strauker le pareció haber afectado mencionar esa noche, cosa que le causó satisfacción a Shyna.
—Esa noche se complicaron las cosas... Nunca dejaría a mi reina, estoy aquí para cumplir mi juramento el cual es protegerla y aconsejarla. —Dijo Strauker combatiendo el nudo en su garganta.
Los dos guerreros se miraban fijamente, no hacia falta acercarse para notar la diferencia de estatura entre Strauker y Shyna, siendo la fémina más baja. Incluso le hacía competencia el cuerpo fornido del caballero cubierto por una armadura oscura, frente a ella que se veía delgadamente delicada con su armadura de cuero. Pero aún así, estos aspectos no la intimidaban, y tampoco iban a evitar que ella terminará ganando.
—¿Quieres ayudar? Pues te diré como; el que poco estorba, mucho ayuda.
—Conseguiré que Karaline me nombre su caballero nuevamente, y ni tu ni nadie lo impedirán. —Enfrentó el caballero, dedicándole una mala mirada.
—Conseguir ser su caballero es fácil, conseguir su confianza es lo que te jode...
Unos soldados del campamento entraron a la armería, interrumpiendo la discusión entre ambos.
—¡El primer grupo prepárense para abordar a YenLin! ¡El segundo que se prepare para acompañar a la Reina a Klacaster!
Shyna quedó perpleja por lo que escuchó, ¿A Klacaster? ¿A la capital de la Provincia del Crepúsculo? ¡No podía ser, esa estúpida lagartija consiguió convencer a su Reina!
Como si su sangre comenzase a hervir, Shyna salió de la armería otra vez con la intención de buscar a Karaline. La furia que cargaba encima atemorizaba a la gente a su alrededor, y los que no se daban cuenta los terminaba apartando de su camino con un empujón.
Al fin la encontró, cerca de la costa hablando con uno de los capitanes de la flota. Posando su mirada fulminante sobre el capitán, este comenzó a sentirse tenso, por lo que le pidió permiso a la reina para retirarse. Apenas el capitán se retiró fue que Shyna se hizo notar.
—¿Iremos al Crepúsculo? —Exclamó Shyna. Karaline se sobresaltó por la repentina aparición de Shyna.
—Ah, te enteraste.
—¡¿Lo ayudarás, así sin más?! ¡Lo conociste hace un día, no sabes sus verdaderas intenciones! ¿En qué piensas? ¡Su guerra no es tu guerra! —Decía alterada la mercenaria.
—Ahora lo es. Ellos están en la misma situación que yo y una verdadera ley debe resolver el problema ¿Y qué ley más apta que la mía? —Expresó Kara, un tanto a la defensiva por el estado de su receptora. —Por gracia de los Dioses, Lady Alyn me informó que Lord Mithernatch se aliara a mí, pero si los Mondragones recuperan su territorio tendré más apoyo y podremos vencer al Rey Cuervo.
De todo lo que había dicho, Shyna sólo escuchó las palabras 'Mondragón' y 'Ayudar'.
—¿Y qué te dijo esa rata muerta de hambre para convencerte? ¿Qué extrañaba mucho su casita y tu caíste porque te dió lástima? ¡Kara, no podemos ir a Klacaste-
—A ver, ¿Y a ti qué te pasa? No quiero que me hables así. —Recalcó Kara con el ceño fruncido.
De repente una duda pasó por la mente de Shyna, lo que la hizo explotar.
—¿Aceptarás ser su esposa? —Cuestionó Shyna, como si estuviese hablando de algo horrible.
Karaline se impresionó por la pregunta, y más por el tono demandante que había usado la mercenaria, que sin darse cuenta se había encimado sobre la reina.
—N-No lo sé, en realidad... —Se sinceró la pelirroja.
—¡¿Cómo que no lo sabes?! —Se exaltó tomándola de los hombros.
—¡No lo sé, no me exijas una respuesta! —Exigió Karaline molesta, quitando sus brazos y manteniendo distancia. —¿Y se puede saber por qué reaccionas así ante algo que no debería importarte?
—¡Claro que me importa!
—¡Dime una razón!
—¡Yo...! —La lengua de Shyna trabo de forma repentina. Se quedó unos segundos pensando, pero su cabeza estaba en blanco. —Yo... ¡No lo sé!
—Cuando lo sepas, háblame. Porque para la próxima no permitiré que vuelvas a hablarme así. —Pronunció Karaline enojada, antes de retirarse.
Ahora las palabras de Kara resonaban en su cabeza, ella estaba arrepentida de todo lo que había hecho, de su actitud tan impulsiva a la que aún no le encontraba origen.
Aunque por dentro su consciencia le decía la razón; el chico Mondragón podía robarse a su reina. Lo mismo sentía por Strauker, por eso la necesidad de doblegarlo.
Pero ahora que se ponía a pensar... ¿Qué la hacía ella digna para estar con Karaline?
Ni siquiera tuvo que besarla anoche, porque si, ese fue otro impulso que no pudo controlar y ahora solo desencadenó el desprecio de Karaline hacia ella.
Shyna miró los barcos en el muelle que partían rumbo a YenLin, y por un momento dudó en sí subir a uno de esos barcos era la decisión correcta. Shyna odiaba tener que lidiar con esos sentimientos, y decepcionar a Karaline era algo que no estaba segura de soportar.
...🌙...
El viaje a Klacaster duraría poco, si los vientos eran buenos mañana por la mañana estarían viendo tierra. Además de la cercanía, la Flota de Aire contenía los barcos más rápidos de todo el océano, por lo que al tenerlo todo listo decidieron que era hora de partir de Puerto Manzanares.
Asoia y su hija junto otra tripulación salieron hace rato en un tramo que zarparía a YenLin, mientras en el otro tramo lo abordaría Karaline y su grupo con Cotha como capitana.
Cuando Kara tuvo que subir el barco a través de un tablón de madera muy angosto sintió nuevamente el vértigo que la dominaba y le impedía caminar. Alzó la cabeza al cielo y se dijo mentalmente.
«No me caeré, no me caeré.»
Y cuando estaba decidida a subir...
«¡Me caeré, me caeré!»
Estaba a punto de repetir el mismo proceso, hasta que dió un paso atrás y chocó con alguien, sobresaltadola.
—¿Todo bien? —Cuestionó la chica con la que Kara había chocado. La reina se calmó un poco al ver que era Shyna.
—Emm... sí, t-todo bien. —Gageó Kara, aún inmóvil en su sitio.
—¿Entonces por qué no subes? —Preguntó la mercenaria con el ceño fruncido. Kara sólo se quedó cabizbaja. —Te da miedo caerte al mar ¿No?
La pelirroja le dirigió una mirada de sufrimiento que le afirmaba su pregunta. Su rostro le causó gracia a Shyna, sobre todo por lo tierna que se veía con ese semblante de cachorro desamparado.
—Tranquila, yo tampoco sé nadar. —Comentó tratando de calmarla. —Pero no tengo porque pensar que me caeré...
—No te creo. —Expresó Kara incrédula.
—Bueno, nado solo un poquito, pero no en agua de mar. Los tiburones acechan, y no hablo de los Yunshark precisamente. —Shyna le brindó una sonrisa de confianza, y le extendió la mano. —Ven.
La reina hizo lo posible por ocultar su sonrojo y entrelazó su manos con la de la contraria que la invitaba a subir al barco. Permaneció atenta a sus ojos grisáceos y a su sonrisa, y cuando menos se dio cuenta sus pies tocaban madera del barco.
—Llegamos, sanas y salvas. ¿Ves? Duró más el drama que el tiempo en subir.
Kara rió por el comentario. Se dió cuenta de que ambas aún tenían sus manos entrelazadas, pero decidió hacerse la distraída.
—Pensaba que no vendrías. —Habló la reina.
—No te librarás de mí fácilmente...
—Majestad.
La inoportuna presencia Strauker hizo que las manos de las chicas se separaran de inmediato. Kara se tenso, pensando que Shyna se enfrentaría con Strauker y desencadenaran un conflicto.
—Sir Strauker... ¿Qué se te ofrece? —Cuestionó la reina.
—Me gustaría hablar con usted, a solas.
Ante la demanda del caballero, Kara esperó una oposición o una respuesta negativa por parte de Shyna.
—Iré a ver si todos los soldados subieron, con permiso. —Shyna se despidió de forma serena, no sin antes clavarle una mirada fulminante al caballero.
—Majestad, le pido una segunda oportunidad para servirle, le prometo que esta vez no fallaré. —Strauker desenvainó su espada arrodillándose en frente de ella.
Un recuerdo llegó a la mente de Kara, precisamente la última conversación que tuvo con el caballero antes de tomar caminos separados. Podía aceptarlo como su caballero, pero debía dejar en claro que las cosas no iban a ser como antes.
—No tengo duda de eso Sir Strauker, pero debo aclarar que estamos en guerra, esto es un asunto serio. No quiero juegos, tampoco distracciones. —Dijo la pelirroja, esperando a que el caballero entendiera la indirecta.
—No pasara, majestad. Mi espada es suya al igual que mi vida.
Karaline asintió, hizo un gesto para que Strauker se levantara y guardara su espada. Al hacerlo, Strauker no pudo aguantarlo y abrazó a la pelirroja, después de unos segundos inmóvil, la pelirroja no vió nada malo en corresponder su abrazo.
—Me culpe cada día pensando que la había perdido... —Murmuró el caballero.
—Estoy bien, soy una Phoenix, no es fácil vencerme. —Agregó Kara con una sonrisa.
Los dos tardaron en separar su abrazo, en el que desahogaban sin palabras lo mucho que se extrañaron. La única que no estaba feliz era Shyna, que miraba la escena con furia desde una distancia.
Cotha era la capitana, y fue la que anunció el inicio del viaje, en menos de unos minutos todos los barcos estaban a flote navegando a su próximo destino: Klacaster.
Después de eso, el joven Mondragón llegó a hacerle compañía a la reina y al caballero. Los tres hablaban y reían, todo bajo la mirada inexpresiva de Shyna. Ver a la pelirroja tan feliz sin ser ella la causa de su alegría la carcomia de cierta manera.
—Lady Shyna.
Su amargura aumentó al escuchar ese sobrenombre.
—¿De dónde sacaste tanta formalidad ahora, Marella?
—Pues pensé que ahora somos el séquito de la reina deberíamos hablar más formal.
—Solo Shyna, y punto. —Corrigió la mercenaria de mala gana, afincándose en el borde del barco mirando el mar. —Es un bello día para disfrutar del océano.
—Sí, muy bello, pero al parecer usted no lo disfruta. —Dijo Marella, con la misma amargura que le contagió la mayor.
—¿Por qué lo dices?
—No lo sé... tal vez porque no le agrada cierta escena.
La rubia señaló con la cabeza al trío que miraba Shyna con desdén.
—Ah eso, es que no confió en él. —Contestó indiferente.
Marella comenzó a reírse, extrañando a Shyna.
—Dígaselo a alguien que no la conozca, pero a mí no me engaña. —Shyna la miró con el ceño fruncido, ya que su tono era incriminador. —Sé que se siente atraída hacia ella, debería confesarse o si no... Alguien más podría.
Shyna abrió los ojos completamente de la impresión. Suponía que Marella la acusaría de interesada o de cazafortunas, no de estar enamorada de la reina. Mientras pensaba su respuesta, divisó otra vez al trío que hablaba desde hace rato, y luego de un suspiro rendido su mirada volvió nuevamente al mar.
—Lo lamento Marella, pero no sé de qué hablas. Yo nunca podría estar con ella como tú lo dices, además de ser mujeres, somos totalmente diferentes. —Habló Shyna, tratando de convencerse más a sí misma que a Marella. —Ella es una chica de lujos, yo soy una chica de la calle. A ella le gusta oír canciones, a mí me gusta beber cerveza hasta perder la consciencia. Somos dos cosas que no se mezclan, opuestas, fuego y hielo...
—Y aún así, por tan diferentes que sean necesitan la una de la otra para poder existir.
Shyna no respondió, solo apretó sus puños sobre la madera. No tenía palabras para expresar el vuelco de emociones que sentía, y lo mucho que odiaba sentir eso.
Marella era una niña inocente, más no sabía las consecuencias que tendría el decir algo así.
Shyna terminó admitiendo que la primera vez que la vió le pareció hermosa para sus ojos, pero con el tiempo su determinación y su carácter la fueron atrayendo aún más, hasta que su propio cuerpo exigía contacto con el de ella.
Y sabía que no debía sentirse así.
Karaline fue la primera persona en la que pudo confiar después de años de dolor y una racha de traiciones. Lo hizo, lo sintió aquella noche en Farah donde pudo desahogarse y buscar refugio en los brazos de su reina. Pero por miedo al rechazo, decidió hacer como que lo olvidó.
Porque ella sabía que no debía sentirse así.
Después de unos segundos, Shyna cerró los ojos sintiendo el viento en su rostro y su cabeza se empezó a mover de arriba hacia abajo, asintiendo.
—Odio admitirlo, pero tienes razón. Sin ella no soy nada...
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Comments
Mariu 323
una reina, muchos/as interesados por ella y aún no se deciden que hacer da la impresión que Rysha también entrara en la batalla por el amor de la reina que pasará quien se confesara antes no se sabe, igual es muy buena la novela me gusta..
2024-01-25
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