...AÑO 444 - RIWA, PROVINCIA CAPITAL, RIWA....
..."Yo, Karaline Phoenix, la primera del nombre, hija primogénita del difunto Rey Miorino Phoenix y de la Reina Jolene Lomond, proclamo como míos los títulos de Señora Suprema de Riwa y Monarca de Riwa, títulos que por legado y derecho le pertenecen a mi familia. Declaro como traidor a el antiguo Gran Ministro Real de mi padre Cedric Ravenly alias "El Rey Cuervo" de usurpar el trono ajeno organizando una rebelión que va en contra de las leyes y de la moral establecida en la nación. Por eso le pido cordialmente a las casas más poderosas de Riwa que se unan a su legitima Reina....
...Todo por un mejor futuro para nuestro Reino."...
La carta fue leída por los gobernantes de las provincias de Riwa:
A los Ralak, gobernadores de la ciudad de Volamena y de toda la Provincia Veraniega.
Los Azdoja, gobernantes de la ciudadela de Farah y de toda la Provincia del Otoño.
Los Veshna, gobernantes de el poblado de Pranvere y la Provincia de la Primavera.
Los Lindfords, gobernantes de la villa de Andaluz y la Provincia del Alba.
Los Wolfheard, quienes serían gobernadores de la ciudad de Meirya y a su vez de la ciudad de Klacaster, pertenecientes a la Provincia del Invierno y la Provincia del Crepúsculo.
Los Mithernatch, gobernantes de los suburbios de Khita en la Provincia Nocturna.
Y por último los Yunshark, gobernantes del poblado que recibía el nombre de Manantial Dorado ubicado en la Provincia Diurna.
Lastimosamente, la carta que era exclusiva para estos gobernadores también llegó a oídos del Rey Cuervo, quien como en cualquier otro día se la pasaba sentado en su trono escuchando los asuntos del estado sin tomarle interés. No obstante, el nombre Phoenix haciendo ruido después de casi 20 años cautivó su atención.
—Con que si está viva... —Murmuró Cédric Ravenly cuando el Secretario Real terminó de leer la carta. —Sabía que la perra de Jolene la había escondido en alguna parte.
—Igual las acciones de Jolene fueron en vano, la princesita viene directo a su tumba. —Comentó Silvestre Saravi con una sádica sonrisa.
Con esto dicho, Cédric comenzó a reír sin cesar y hablar incoherentemente entre carcajadas. Los cinco miembros del concejo no sabían porque reía, pero igual lo siguieron para no desentonar.
—La niña es una inconsciente... —Se pudo entender al final, cuando la risa de Cédric se relajó. —Una inconsciente que no conoce del extenso historial de rebeldes e infieles que se han revelado ante mí.
—Rebeldes que hemos logrado destruir exitosamente, Majestad. —Añadió con altanería su mano derecha, el Gran Ministro Real: Rawan Ousman.
—En las costas de la Provincia Veraniega se ha difundido el rumor de que su primera parada será Deiber. Además de que ha comprando más de 5 mil soldados en YenLin y que planea reunirse con James Ranzoni para que le preste ayuda con los barcos que puedan transportar al ejército. —Informó el Ministro Naval y de Relaciones Extranjeras: Besor Ralak, hijo del gobernador de la Provincia del Verano.
—Es un orgullo que tus padres te mantengan bien informado, Ralak. —Vociferó Cleiro Polley, el Tesorero Real.
—Bueno, James Ranzoni sabe cual es el camino que le conviene si no quiere morir. —Cédric tomó su copa de vino. —Esa Phoenix sin los aliados suficientes no es más que un miserable insecto que no tendré problema en aplastar.
El consejo estuvo de acuerdo con su decisión, hasta ahora iban a mantenerse tranquilos. Era una provocación y un acto de rebeldía, más no era tan alarmante considerando que las fuerzas de la chica Phoenix aún no se comparaban con las que poseían.
—Pero si no piensa declararle la guerra... ¿Qué haremos con la chica? No podemos permitir que siga hablando indecencias de usted sin recibir su castigo. —Dijo Rawan, el Gran Ministro.
Cédric se quedó pensando unos minutos. Los Phoenix siempre habían sido su maldición, y su intención nunca fue extinguirlos sino dominarlos. Cédric juró que algún día dominaría a cada ser de Riwa, desde el señor más grande hasta la hormiga más diminuta; quienes en su momento no dudaron en burlarse de él debido a su posición como hijo ilegítimo...
Y lo logró.
—Silvestre. —Habló Cédric rompiendo el silencio. —Ordena que una tropa armada vaya a Deiber y capturen a la Phoenix.
—Si Majestad.
—La quiero con vida, de cualquier manera y a toda costa. —Demandó en voz alta, dando a resaltar que aquel pedido era importante. —El que se atreva a matarla tendrá que soportar mi ira.
Los miembros del consejo se miraron extrañados, pero no rebuscaron respuestas. No les convenia. Sabían que si se revelaban les iba a ir mal. Tal y como les iba a todos los traidores que se ponían en su contra.
...☀️...
...AÑO 444 - DEIBER, PROVINCIA VERANIEGA, RIWA....
Luego de un largo viaje Karaline veía la costa de Deiber desde 'La Noche Oscura'. Llegaron a Riwa a las horas del anochecer, cuando el sol daba su última luz. La chica todavía no podía asimilar que era la primera vez que veía su "Hogar" tan cerca. Solo era consciente de la existencia de Riwa a través de los libros y anécdotas contadas por externos.
Estaban a punto de desembarcar, simplemente faltaba que la tripulación se organizara. Sir Strauker estaba armado y prevenido como siempre. Karaline admiraba el temperamento del caballero, pues no recordaba que hubiese pegado un ojo en todo el viaje.
Al llegar al puerto de Deiber los recibieron tres caballeros con el símbolo de los Ranzoni marcado en sus escudos. Karaline bajó del barco, en su mente todo paso en cámara lenta. Por primera vez pasó por la tabla y no tuvo miedo de caerse al mar, al estar distraída admirando el pueblo costero que se preparaba para recibir la noche.
Cuando sintió la tierra firme bajo sus pies una extraña sensación no tardó en apoderarse de su cuerpo, como un escalofrió, pero a la vez una emoción combinada con adrenalina.
—Mi Lady. —Habló uno de los caballeros Ranzoni acercándose. —Somos guardias del señor James Ranzoni, se nos ha dado la misión de escoltarla a su castillo.
—De acuerdo, nos encomendamos a su protección. —Respondió Karaline sonriente, con su capucha puesta cubriendo su pelo.
Los tres guardias y la pareja caminaron fuera del muelle. Karaline se deleitaba con la ciudad de Deiber mientras Strauker miraba a sus alrededores desconfiado.
Llegaron a un carruaje, invitaron a que Karaline se subiera y esta aceptó sin quejarse. Strauker subió con ella, pero antes el joven caballero miró de forma amenazante a los caballeros Ranzoni, para después subir y cerrar la puerta.
En todo el camino Karaline miraba fascinada por la pequeña abertura que tenía el carruaje. Quizá no se haya criado en Riwa, pero al verlo supo que pertenecía a ese lugar.
—No se aleje, Majestad. Es nuestra primera vez aquí, no sabemos lo que podría pasar. —Avisó Strauker, alerta.
—Lo sé, lo sé, Sir Strauker... Las montañas son tan bellas, ¿Viste lo cristalinas que eran las aguas? —Karaline hablaba risueña. Estar ahí era increíble, tan sólo el pueblo de Deiber ya había superado sus expectativas.
—Lo son, Majestad. —Karaline no se daba cuenta, pero Strauker tenía su mirada puesta en ella de una forma poco convencional.
Luego de recorrer un camino ni tan largo ni tan corto llegaron al castillo de los Ranzoni cuando la noche ya cubría todo el panorama. Los tres caballeros escoltaron a la joven Reina y a su caballero dentro del castillo, el cual estaba decorado con finas telas verdes con detalles color bronce; de vez en cuando veían un tejón, ya sea en bordados, pinturas o pequeñas esculturas.
Llegaron al final del salón, era como un comedor repleto de un festín con ricas comidas y manjares. El dúo no evitó impresionarse con aquella bienvenida. Había dos asientos destinados para ellos, mientras al otro lado de la mesa había cuatro asientos para los anfitriones. Karaline y Strauker se sentaron admirando los alimentos sobre la mesa.
—Todo se ve sabroso. —Comentó Karaline quitándose la capucha.
—Si así se llena la mesa de los Ranzoni, que es la segunda casa más rica de toda la Provincia del Verano, la de los Ralak debe ser inmensa. —Agregó Strauker.
—Cierto. Y también es cierto que mientras ellos comen estas delicias el pueblo muere de hambre...
—¡Bienvenidos sean! —Se escuchó.
Los jóvenes vieron a Lord James Ranzoni luciendo su cuerpo con sobrepeso uno de sus mejores atuendos. Se hacía presente junto a su esposa, su hijo Jacquen y su novia.
—Lady Koraline Phoenix, es un honor tenerla aquí.
—El placer es nuestro, Lord Ranzoni. Y no es "Koraline" es "Karaline". —Corrigió la joven.
—Da igual ¡Tan solo miren lo hermosa que es! El cabello en llamas de una verdadera Phoenix. —Alabó el Lord antes de hacer una reverencia. —Me presento soy James Ranzoni, la mujer de acá es mi esposa Merega. Le sigue ni primogénito Jacquen y a su lado Giulianne, su prometida.
Los mencionados hicieron una corta reverencia. Karaline asintió complacida.
—¿Mis sirvientes les han servido algo o...?
—No se preocupe Lord Ranzoni, me ha quedado en claro que usted es un anfitrión muy bondadoso. —Intervino Karaline. —Pero le informo que un simple sirviente no puede darme lo que quiero.
—¡Oh! Me gusta el suspenso... Siéntese y dígame qué es lo que desea, princesa mía. —Cuestionó extasiado Lord Ranzoni sentándose en la mesa con su familia.
—Quiero el trono y el mandato absoluto de Riwa. —Contestó Karaline en tono rígido, sentandose al igual que su caballero.
—¡Por los Dioses! —Exclamó James con impresión. —¿Qué le puedo decir mi Lady? ¡Estoy igual o peor que los sirvientes! No puedo darle lo que no tengo...
—No es eso lo que le pido, señor, le pido barcos. —Aclaró Karaline. —Necesito pasar mi ejército de hombres desde YenLin hasta aquí, además de su lealtad hacia mí en esta guerra, claro está.
—Pero yo también necesito mis barcos, ¿Cómo haríamos entonces? Si se los doy podría generar grandes pérdidas económicas para mi región. —Respondió Lord James.
—Cómo si eso nos fuese a afectar... —Susurró vanidosa Merega Ranzoni. El caballero notó como la señora autodelató la corrupción de ella y su marido.
—Lo que usted me dé ahora le será pagado el doble cuando recupere el trono. Puede confiar en mi palabra.
—¿Recuperar? ¿Cómo que recuperar? ¿Alguna vez se sentó en el trono? —Preguntó esta vez Jacquen Ranzoni, su hijo, con una sonrisa burlona. —Que yo sepa usted nunca se ha sentado en ese... ¿Qué nos asegura a nosotros que usted es mejor que el Rey Cuervo? Él al menos tenía experiencia política...
—Cállate, Jacquen. —Lo silenció su padre antes de que siguiera hablando demás.
—Yo cumplo mi palabra, además de que gobernaré en base a la libertad y no al llanto del pueblo. —Karaline se levantó. —Pero antes debo iniciar por algo, y ese algo son estos favores: los barcos y su lealtad...
—¿O si no qué? —Enfrentó James. —Me sale más beneficioso apresarla ahora mismo y llevársela al Rey Cuervo.
Con aquella amenaza Strauker colocó su mano en la empuñadura de su espada dispuesto a desenvainarla pero Karaline lo impidió.
—Perdóneme princesita, pero no puedo hacer un trato basado en deseos y caprichos de una niña extranjera. —Rechazó James levantándose de su silla. —Ni los rebeldes más poderosos que se han unido para destronar al Rey Cuervo han sido capaces de vencer a sus millones de soldados, y mucho menos creo que lo haga... Alguien como usted.
—¿Alguien como yo? —De repente Karaline divisó el rostro de Strauker, que de alguna forma le daba la razón al hombre. —¿Me está rechazando por ser una mujer?
—¿Quién, yo? ¡No! Yo no tengo nada en contra de las mujeres, al contrario, me atraen más que los hombres. —Los Ranzoni rieron levemente ante aquel comentario, salvo Giulianne. —Lo lamento princesita, pero me niego a ayudarla. Antes de eso prefiero mi seguridad y el de mi familia. Solo mirese, ¿Su caballerito será suficiente para protegernos del Rey Cuervo?
—Por favor, tenga algo de empatía por su pueblo, en la tierra que lo vio nacer y que el Rey Cuervo está destruyendo. Sé que usted es amigo de Lord Ralak, y si me apoya muchas casas van a querer aliarse conmigo y dejar el miedo atrás. No lo haga por mi, hágalo por su hermoso pueblo el cual no merece ser destruido. —Finalizó la pelirroja.
Lord James Ranzoni suspiró antes de hablar.
—Buen discurso, admiro su pasión. Pero en asuntos de negocios confió en la lógica, no en la pasión, y si yo pienso así Lord Ralak también. Lo siento princesita... ¡Guardias! Creo que nuestra invitada está un poco cansada, escóltenla a la salida.
—No soy una "Princesita", soy una Reina. ¡Soy Karaline Phoenix y tomare lo que es mío! ¡La sangre del Fénix corre por mis venas! ¡Lamentará mil veces no haberme apoyado! —Gritaba llena de ira.
Los caballeros iban a agarrar a Karaline pero Strauker lo impidió.
—Si, si, ya larguense. —Bostezó Jacquen indiferente.
—¡Todos lamentarán no haberme apoyado! ¡Lo juro! —Pronunció por última vez retirándose a la salida junto a Strauker.
Karaline estaba presa en sus propias llamas, llamas de furia. Strauker la seguía pero de un momento a otro Karaline aceleró el pasó de forma que el caballero tenía que correr para alcanzarla.
—¡Majestad, espere! ¿A dónde va?
Karaline ignoraba lo que decía su compañero. Ella no podía creer porqué la gente era tan... ¡Tan así! Arrogante, ignorante ¡Desconsiderada! ¿Acaso ellos no saben diferenciar entre lo que es bueno y es malo? Personas así solo podían compararse ser el villano de algún cuento...
—¡Majestad, no tenemos a dónde ir!
La joven pelirroja se detuvó frente la puerta del castillo Ranzoni. La noche cubría el cielo, no había ni luna ni estrellas que lo decoraran, lo cual hacia más siniestro al ambiente.
—Majestad, no tiene por qué alterarse. Un error lo comete cualquiera, pero de ellos aprendemos... —Dijo Sir Strauker en un intento de animarla. —Hay familias mucho más poderosas en Riwa, solo debemos mejorar nuestra presentación y modificar el lenguaje, quizá podamos llegar a la capital y nos vaya mejor con Los Ralak.
—Ya los escuchaste Sir Strauker, el Rey Cuervo tiene millones de soldados en su ejército. Los míos están varados en una isla... si es que los sigo teniendo al regresar.
Strauker tomo a Karaline de los hombros haciendo que la mire a los ojos.
—No es el fin del mundo. Usted es una chica extraordinaria que le hace honor a su apellido...
Karaline intentaba que sus lágrimas de frustración no salieran. A ella a veces le agradaba el modo en que Sir Strauker la alentaba, pues eran las ocasiones en las que él dejaba de lado su típico semblante serio. Aunque a la vez se preguntaba porqué era así solo con ella.
—Sé que usted no dejara que la pisoteen o que la menosprecien, ya que es alguien fuerte, decidida, y que ellos son los que no aprecian a la mujer que tienen en frente. Y lo digo porque yo... Y-Yo...
《Okey, esto se volvió incómodo...》
Pensó Karaline al sentir una inesperada inquietud por las palabras y por la forma en que Sir Strauker comenzaba a sujetarla.
—Sir Strauker, no entiendo... —Dudó Karaline con una sonrisa nerviosa.
—Yo... no puedo ocultar este sentimiento más: Yo siento algo por usted, Majestad. —Soltó.
El asombro se reflejó en el rostro de la chica. No podía procesar lo que su compañero le acababa de decir.
—D-Desde el primer momento en que la vi, la amé. La he amado en silencio, y por ese amor juré que daría mi vida por usted. —Strauker se confesó.
Karaline no sabía que contestar. Ella sentía mucha estima por su compañero... pero no a ese nivel.
—G-Gracias por sus sinceras palabras, Sir Strauker. No obstante... no creo sentir lo mismo por usted. —Se sinceró la pelirroja, apenada.
Strauker suspiró con tristeza, no era la respuesta que esperaba. Karaline sentía mucha pena, Strauker siempre es frío con los demás y que le haya mostrado ese lado dulce de él de alguna forma la halagaba. Pero no podía corresponderle, no porque no pudiera, sino porque ella no sentía lo mismo que el. Aunque sin duda si pudiese elegir a quien amar, no veía razón por la que Strauker no fuese buena opción.
Ahora, temía que la relación con su caballero fuese incómoda debido a esta situación.
—¡¡AJUUUAAA!!
Un extraño grito alarmó a los dos jóvenes. Inesperadamente de los muros del castillo saltaron unas figuras cubiertas con capas moradas y filosas espadas. Strauker desenvainó su espada dispuesto a defender a su Reina.
—¡Ya se la saben amigos, dennos todo el dinero que tienen y conservaran sus vidas! —Pronunció una de las figuras quienes debido a la capa no podían ver sus rostros.
—¡Desgraciados criminales! ¡¿Quiénes son?! —Preguntó Strauker a la defensiva.
—¡No nos lastimen, no tenemos nada! —Exclamó Karaline asustada.
Los vándalos empezaron a reír, y cuanto más lo hacían, más aparecían al punto de parecer incontables .
—Preciosa esto es una emboscada. Si no salimos con una cosa, salimos con otra. —Los bandidos se fueron acercando a la pareja. —Tengo una mejor idea... Soldado, ¿Por qué no intercambias tu vida por la chica?
—¡¿Qué?! No traicionaría a mi Reina por nada. ¡Sobre mi cadáver le tocaran un pelo! —Strauker se colocó dispuesto a atacar. —Corra majestad... —Murmuró el caballero hacia Karaline, quien negó de inmediato. —No fue una pregunta ¡He dicho que corra!
Karaline intimidada salió corriendo al bosque sin rumbo alguno. Lo último que escuchó fueron los filos de las espadas chocando entre sí. Karaline siguió corriendo lo que sus piernas podían sin mirar atrás hasta no escuchar las espadas. Se adentró en el oscuro bosque, pero estaba tan cegada por el miedo que no se fijaba por dónde iba o alguna señal para regresar.
De tanto correr, Karaline frenó un poco el paso para recuperar el aliento y la cordura, su respiración agitada y su corazón parecía salirse del pecho. Se preocupaba por Strauker, eran demasiados hombres a los que se enfrentaba... ¿Logrará sobrevivir?
—Pelirrojita~ ¿Estás aquí?
El canturreó escalofriante de un hombre alarmó a la pelirroja sacándola de sus pensamientos. Unos pasos detrás de ella se escucharon y se iban acercando poco a poco.
Karaline agarró la carrera nuevamente, estaba cansada pero la adrenalina que corría por su cuerpo le permitía seguir corriendo. Las risas de muchos hombres siguiendola y llamándola se hacían cada vez más audibles, más cercanas.
Pero todo se derrumbó de repente, hoy no era el día de Karaline.
Se encontró con una gran pared de piedra impidiéndole el paso. Podía ver a lo lejos las luces de las antorchas de los hombres que querían hacerle daño. Karaline no podía pensar bien,intentó escalar la gran montaña de piedra pero era imposible, estaba demasiado resbalosa y empinada.
Cuando intentó correr hacia otro lado la asustó uno de los hombres que salió de los arbustos, pronto se encontró con varios más a sí alrededor. La habían rodeado.
Karaline le dió una bofetada al que estaba más cerca, pero el hombre le devolvió la bofetada a la chica con tal tal fuerza que esta terminó en el suelo. Karaline se arrastraba para escapar, más otro de ellos la tomó de los pies impidiendo la acción de la chica.
—Pelirrojita, no tengas miedo. Te haremos ver las nubes... —Susurró un hombre en tono malicioso.
Karaline empezó a gritar aterrada y a implorar auxilio cuando lágrimas se escapaban de sus ojos, eran en total unos cinco hombres quienes la tenían sometida.
No quería terminar así, prefería mil veces morir. Los hombres hicieron que abriera las piernas, Karaline forcejeaba pero era imposible, ella no poseía la fuerza de esos hombres.
—Tranquila muñeca, no dolerá.... Bueno, solo un poco. —Dijo uno de los hombres posicionándose entre sus piernas. Karaline cerró los ojos esperando lo peor.
Listo, este era el fin, solo quería que después de que la tomaran la mataran en ese mismo instante y que el dolor en el alma no fuese tan grande.
De repente, Karaline sintió un líquido en su rostro, pero aun así no abrió los ojos. Luego empezó a escuchar gritos ahogados y de un segundo a otro empezaron a soltarla, extrañada al sentir esto Karaline abrió los ojos.
Divisó en frente de ella a los hombres que querían deshonrarla manchados de sangre. Algunos con el cuello abierto, otros apuñalados por los ojos.
Al ver tal escena la pelirroja quería vomitar. No obstante, pudo distinguir la imagen de alguien montando en un corcel asesinando al último de ellos cortando su cuello.
Karaline estaba inmóvil, vió que el jinete se fue acercando a ella. La noche era muy oscura, no podía ver bien como era.
—Súbete, si te quedas aquí vendrán más. —Escucló la voz desconocida, al acercarse pudo ver con claridad que la persona se trataba de una chica vestida de doncella con un cinturón lleno de armas filosas.
Karaline dudó en obedecerle.
—N-No, ¿P-Por qué debería? Eres malvada al igual que ellos. —Contestó Karaline con temor, para después escuchar una risilla de la jinete.
—¿Crees que soy malvada? Pues tienes razón, lo soy. La diferencia es que yo soy una sola... y ellos son miles. —Una sonrisa cínica se pudo visualizar en su rostro.
Karaline lo pensó un momento y tenía razón, era más fácil lidiar con ella que con miles de esos hombres perversos.
La jinete extendió su mano hacia la pelirroja, está la aceptó y se montó detrás de ella. El caballo relinchó y ambas se fueron cabalgando rápidamente de allí.
A distancia, Karaline pudo distinguir a más hombres acercarse al lugar, donde de no ser por esta persona misteriosa, hubiera sido violada y asesinada.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 48 Episodes
Comments
Sandra Ocampo
la webona quiere recuperar su reino y ni pelear sabe.
2024-08-13
3
Julia Monta88lvan
OH por Dios "defender a su REINA"
ajjaja esto se esta poniendo cada vez mas buenos
2024-04-03
1
Julia Monta88lvan
ajajajjaja no falto mas
2024-04-03
0