11mo Capítulo - Fiesta Otoñal.

...AÑO 444 - FARAH, PROVINCIA DEL OTOÑO, RIWA....

Esa misma noche la celebración prometida por Lady Alyn se llevó a cabo. Pueblerinos comían, bebían, bailaban y sobre todo la pasaban bien. La música era muy animada, con decoraciones coloridas por doquier y la comida hacia que babearas de verla.

Karaline se presentó en la celebración con su cabello suelto, portando una diadema de oro con un diamante azul en el centro y un vestido azul turquesa con detalles dorados que le habían regalado.

A su lado, Marella vestía un lindo vestido rosa. Asumía que se reuniría con Shyna en la celebración, no obstante el tiempo pasaba y no la veía por ningún lado, solo a los Hijos del Otoño que la admiraban y la halagaban con cumplidos.

—¡Buagh! Está salada. —Exclamó Marella, bebiendo agua de una copa.

—¿Salada? A ver, déjame probar. —Kara le dio un mordisco a la comida, luego hizo una mueca haciendo que los que la veían rieran. —¡Ahg! ¿Acaso le echaron el molino entero?

—¡Jajá! Es una carne sobrecondimentada, es normal que este salado para que se conserve. —Rió Lady Alyn, haciendo presencia con su zorrito en brazos. —No es por avergonzarla, pero esta es una mesa de ofrendas, usualmente la comida no se agarra de aquí.

Kara se sonrojó de la vergüenza. ¿Cómo iba a saber eso? Había tantas mesas de comida, ¿Cómo iba a saber cual era la que se comía y la que no?

—Al menos no comiste fruta de vidrio, Pajarito...

Karaline volteó de inmediato al reconocer la voz. Lo que no esperaba era quedar muda al ver a... ¿Shyna con un vestido?

No parecía ella. Tenía un vestido gris elegante, pues le quedaba a la medida y resaltaba curvas que no sabía que tenía. Su cabello ondulado estaba suelto cubriendo su espalda y no en su típica cola de caballo.

Kara no pensó que una bella doncella se escondía debajo de esa anticuada armadura.

—Quita esa cara antes de que te la quite de un golpe. —Expresó Shyna molesta ante la mirada que la incomodaba.

Si, era Shyna, era el mismo vocabulario maleducado que la identificaba.

—Aunque la mona se vista de seda, mona se queda... —Rió Kara, recibiendo un pellizco de la mercenaria. —¡Hey! Te soy honesta... te ves preciosa Shyna, nadie sospecharía que eres una persona malvada.

—¡Uhg! Lo único que hay en este sitio son vestidos incómodos. El viento ha levantado mi falda tantas veces que recordé porque los dejé de usar. —Se quejó. —Lo más difícil fue encontrar un lugar donde llevar mis dagas.

—Estamos en una fiesta, no es necesario cargarlas todo el tiempo...

—¡Primero! No son unas simples dagas, son mis bebés. —Aclaró haciendo un puchero. —Segundo, en las fiestas se debe llevar más protección que nunca. Te acordarás de mi.

—Se ve hermosa, señorita Shyna. Atrapará muchas miradas esta noche. —Comentó Lady Alyn con cortesía.

—Gracias señorita Alyn. Me ofende, pero sé que no lo dijo con esa intención.

Esta vez fue Shyna la que recibió el pellizco por parte de Kara.

—¿Existe algo en este mundo que no la ofenda, señorita Shyna? —Preguntó Marella.

Kara comenzó a reír divertida. Shyna rodó los ojos de mal humor, hasta que vió una mesa con postres.

—¡No puede ser! ¿¡Son rolos de canela!? ¡Acompáñame Marella, probaras el paraíso! —Shyna emocionada tomó a Marella y la arrastró a la mesa de postres como niñas pequeñas. Karaline y Lady Alyn se quedaron solas riéndose.

—¿Ella es... su guardia? —Cuestionó Alyn, Kara sonrió.

—Algo así. Ella me ha ayudado mucho, no estaría aquí sin ella.

—¿Sabe de dónde viene? —Interrogó lady Alyn

—Pues no, no le gusta hablar de sí misma.

—Es hija del invierno sin duda alguna, sus rasgos físicos la delatan, y a veces su comportamiento. Lo que no entiendo es de dónde viene ese odio tan profundo hacia su gente, suelen ser muy leales entre ellos. —Argumentó Lady Alyn.

—Shyna no es una chica muy "santa", no me sorprendería que haya hecho algo indebido. —Comentó Kara.

—¿Y aún así, sin saber nada de ella, de dónde es, o sus límites... confía en ella?

Kara lo pensó por unos segundos. Sonaba una locura total, pero al final terminó asintiendo con la cabeza.

—Lo hago, confió en ella. No me pregunte por qué, pero... algo me dice que puedo hacerlo, que ella es de fiar. —Afirmó.

El zorrito de Lady Alyn bostezó, la niña lo arrulló en sus brazos. Era tarde para ella y su peludo amigo.

—Disfrute de la fiesta majestad, es bueno olvidar la guerra de vez en cuando. Mañana hablaremos sobre el inicio de la campaña, que tenga buena noche. —Se despidió Lady Alyn con una reverencia.

Kara vió como Alyn se retiraba del festejo arrullando a su mascota, y apenas desapareció del ojo público la fiesta comenzó a salirse de control. A según, cuando Lady Alyn estaba presente no era permitido sacar bebidas alcohólicas, así que la gente comenzó a embriagarse.

Kara decidió que Marella se fuese a dormir para evitar problemas. Le habían ofrecido beber, pero desconfiaba de las bebidas así que decidió mantenerse sobria. Lo que no esperaba era que Shyna se uniera a los borrachos comenzando a beber y a bailar alocadamente.

—¡Pajarito, prueba el vino que está di-vino! —Exclamó Shyna, acercándose a la pelirroja.

—Deja de tomar, Shyna. Siento que vas a hacer algo de lo que te arrepentirás después...

—¿De qué hablas? Estoy bien, esos efectos no me han hecho la bebida... —Palabras inentendibles salieron de su boca. —¡Quise decir! Esas bebidas no me han hecho efecto.

—¡Jaja! ¡No puedo contigo! —Reía la pelirroja. Shyna chasqueó la lengua fastidiada.

—¡Está bien, no bebas! ¡Al menos levántate, baila!

—¿Sola?

Kara tenía ansias de bailar hace rato, pero la mayoría lo hacían en pareja y ella no quería desencajar. Muchos le tenían tanto respeto que no se animaban a invitarla.

—¿Yo estoy pintada en la pared? ¡Párate, abuela!

Shyna jaló a la pelirroja a la pista de baile y comenzaron a dar vueltas al ritmo de la alegre música otoñal, sin importarles si lo hacían bien o mal. Algunos las miraban raro (los que tenían pareja), y los que no, siguieron su ejemplo de bailar con sus amigos a falta de pareja.

Karaline bailaba feliz, si es que dar vueltas por toda la pista era bailar. Por accidente chocó con alguien, y casi se cae de no ser porque ese alguien la atrapó, Karaline se asombró al estar entre los brazos de Shyna, la posición hizo que por inercia mirará el pecho de la mercenaria que resaltaban gracias al escote del vestido. La pelirroja no pudo evitar sonrojarse, su corazón retumbaba en sus oídos.

Shyna sonrió y levantó a la pelirroja, de vez en cuando soltando un comentario burlón hacia ella, pero esta no la escuchaba. Seguro lo que decía no tenía sentido porque estaba ebria, y también era que tenía un revoltijo de sentimientos.

En medio de su discusión mental, pasó una pregunta... ¿Será que siente algo por Shyna?

Rápidamente Kara se quiso librar de ese pensamiento. No podía, estaba prohibido, mal visto, y a ella le gustaban los hombres...

Luego el interrogatorio que le hizo Lady Alyn llegó. No sabía de dónde venía, ni porque la ayudaba. No sabía nada de ella...

¿Por qué se sentía tan cómoda junto a Shyna a pesar de eso?

De repente Karaline sintió como Shyna comenzó a tambalearse y a perder el equilibrio en medio del baile.

—¿Shyna? ¿Qué sucede?

—N-Nada, estoy bien... —Intentó recomponerse, pero un pitido en sus oídos y una fuerte migraña lo impidió.

—No estás bien... —Se preocupó Kara.

Decidió sacarla de la fiesta, esperando que el aire fresco la ayudará. Vió una pequeña plazoleta solitaria y fue hasta ella.

—Suéltame, estoy bien... —Refunfuñó Shyna zafandose de la pelirroja. —Solo necesito acostarme.

Shyna se tiró en el césped de la plazoleta respirando ajetreadamente, Karaline se sentó a su lado

—Si sigues bebiendo así tendrás una horrible resaca en la mañana...

—No exageres, no bebí tan-

Shyna no pudo terminar de hablar, interrumpida por el vómito que expulsó a un lado de la grama. Karaline reaccionó preocupada tomando el cabello de su compañera para que no se ensuciara.

Cuando Shyna terminó de vomitar se agarró la cabeza adolorida, maldiciendo una y otra vez. Kara se la llevó a otro sitio lejos del vómito donde se acostaron a descansar bajo el cielo estrellado.

Karaline pensó que lo malo pasó, hasta que vió que Shyna se estaba acabando otra botella escondida.

—¿Sigues bebiendo? ¿¡De dónde sacaste esa botella!? —Kara se alteró y le arrebató la botella vacía.

—No grites, debo devolver todo el alcohol que mi cuerpo expulsó...

Shyna quiso tomar la botella pero Kara lo evitó, y la flojera impedía sus ganas de pelear.

—No te la daré, está vacía.

—Tiene una gota aunque sea, ¡Dámelo ya! —Gritó agresiva.

Karaline pensó en regresarsela por un momento ante aquel grito. Usualmente los ebrios no se controlaban, y tenía miedo de que Shyna se pusiera agresiva.

No obstante, lo que pasó después la impactó aún más. Shyna al ver que Karaline no le daría la botella, no se molestó o la golpeó, sino que se tiró al suelo a... llorar.

—¿Qué mier...?

—¡Dame mi botella! —Shyna derramaba un llanto que hasta a Kara le dió cierta lástima. —¡Quiero olvidar mi jodida existencia, olvidar que estoy sola en este patético mundo de mierda!

Shyna cubrió su rostro con sus manos y siguió llorando. Karaline impresionada, se agachó a su lado y la consoló acariciando su hombro. Los efectos del alcohol sin duda eran extraños.

Pero con ese último comentario un plan pasó por la cabeza de Karaline. Quizá estaba mal aprovecharse de su amiga en ese estado, sin embargo, era la oportunidad de descubrir quién era.

—Shyna... nunca me has contado de ti, ni de dónde eres, o sobre tu familia... —Pronunció con delicadeza. —¿No te gustaría contarme?

Shyna se tensó al escucharla. No sabía que responder; decirle la verdad, u ocultarla como ha hecho durante años.

—Tú eres mi familia... —Contestó Shyna, mirandola con ojos tiernos. Kara se sonrojó. —Ellos también eran un dolor de cabeza.

Shyna quiso quitarle la botella aprovechando su distracción, aunque Kara extendió su brazo evitándolo.

—¿Por qué no me dices?

—¡No te importa! —Exclamó Shyna con voz quebrada. —Prefiero no contarlo...

Apartó su rostro volviendo a llorar. Karaline lanzó la estorbosa botella lejos y le acarició el cabello tratando de calmarla.

—Tú... ¿Te escapaste?

Kara comenzó a cuestionar. Si no se lo iba a decir, intentaría adivinarlo. Shyna asintió con la cabeza, sin mirarla a los ojos.

—¿Por qué?

—Ellos... querían que fuera alguien que no soy. —Reveló Shyna. —N-No se trata de mi situación como asesina, en realidad lo aprendí de ellos. Yo... simplemente querían que fuera alguien que ya no está.

—Querían que fueras como alguien a quien amaban. ¿No es así? —Shyna asintió. Karaline la tomó del mentón para poder mirarla a los ojos. —¿Por qué tú?

Los ojos cristalizados de Shyna y su nariz roja provocaron un inexplicable cosquilleo en el vientre de Kara. La mercenaria desvió la mirada, observando a la nada.

—Yo... nací en medio de una guerra. Antes de nacer mi madre había tenido un aborto, por lo que mi nacimiento fue una especie de milagro. Debido a la guerra me quedé con mi madre en casa mientras mi padre luchaba. No tuve nombre por cuatro años, ya que no querían escogerlo sin el consentimiento de mi padre, es la costumbre. Cuando lo vi por primera vez estaba emocionada por conocerlo, al hombre que además de ser mi padre, hablaban tan bien de él... —Relataba Shyna con ilusión, hasta que su voz se apagó. —Al verme me miró como si fuese un fantasma, no sabía el porqué, hasta que me dijo: "Shyra, ¿eres tú?". Yo lo negué, no sabía de qué me hablaba. Más tarde ese día me bautizaron "Shyna" en honor a mi tía fallecida.

Karaline escuchaba atentamente las palabras de Shyna, sin dejar de acariciar su cabello.

—No solo querían que tuvieras su nombre, querían que fueras como ella. —Supuso Kara. Shyna asintió.

—Los pueblerinos siempre me decían que era igual a ella, su reencarnación, bla, bla... mi madre era la única que me veía como Shyna, no como Shyra. Pero después mis hermanos nacieron, y mi madre no tuvo tiempo de estar conmigo. Mi tía Shyra había sido muy inteligente, amante de los libros y las artesanías ¡Yo era un asco en eso! Y por ello siempre me reprendían, sobre todo mi padre ¡A él...! ¡No había nada en el mundo que le hiciera entender que yo no era Shyra, sino Shyna! ¡Hasta que yo...!

El llanto de Shyna aumentó, Karaline la consoló de nuevo. Saber la respuesta le daba mala espina a Karaline.

—¿Qué hiciste?

—É-Él me golpeó. ¡Y-Yo nunca lo veía, y ese día me golpeó! Yo... —Los sollozos impedían que hablara. —¡No quise hacerlo! ¡Solo me defendí! Robé las dagas y escapé, antes de que me castigaran...

Kara no supo como reaccionar.

—¿Y-Y tu madre, tus hermanos...? —Dudó Kara a duras penas. Ella era algo sensible con el tema de la familia, ya que no tuvo la oportunidad de conocerla. —¿Amigos?

—Sé que están mejor sin mí... —Murmuró Shyna cerrando los ojos, el viento chocaba en su rostro. —Un día volví y los vi tan felices sin mi que... supe que lo mejor era irme a enfrentar el mundo sola.

Con las caricias de Kara y el desahogarse finalmente con alguien hizo que Shyna pudiese calmar su dolor.

Una pregunta llegó a la mente de Kara, y de forma nerviosa no la pudo callar:

—Shyna, tu... ¿Te has enamorado alguna vez? ¿O has tenido algún pretendiente?

Shyna abrió los ojos sorprendida por la pregunta, luego desvió la mirada.

—Yo amm.... ¿Si? ¿No? No lo sé, yo... ¿Puedo ser sincera contigo? —Karaline asintió con la cabeza. —Imaginarme en esa situación, me da miedo.

¿Miedo? ¿Shyna con miedos?Definitivamente estaba hablando con otra Shyna.

—¿Mi-Miedo de que?

—De perder mi libertad, quizá... o tal vez porque no quiero tener a otro hombre como mi padre, pero que esta vez no pueda escapar de él. —Se sinceró, cabizbaja.

—Oh, Shyna. Créeme, si algún día llegas a amar a... alguien, estoy segura de que no te pondría un dedo encima...

—Tyrol Lindfords me pidió ser su esposa. —Soltó.

Karaline quedó atónita, ahora si sus palabras se habían agotado.

—Incluso me robó un beso... —Shyna abrazó sus piernas, como si estuviese recordando un evento traumatico. —M-Me dijo que después de cenar fuese a su habitación y yo... Me asusté, me asusté mucho ¡Solo quise salir de ahí!

—Por eso huimos antes de la hora acordada... —Concordó. —¿Y él te gustaba?

—Yo... no lo sé. Reconozco que era guapo e inteligente pero... igual me daba mala espina.

Las chicas quedaron en silencio, el viento las refrescaba y Shyna se dejó tranquilizar por la sensación del viento secando su rostro empapado.

—...¿Y tú, te has enamorado alguna vez? —Preguntó Shyna curiosa.

Kara bajó la mirada.

—Pues... Sí, pero no funcionó. —Dijo Kara melancólica, recordando su historia con Calux Ryswell...

...Año 443 — PUERTO DE KANDA, FENTEN....

—¿Quieres estudiar? Dime, ¿Qué quieres estudiar? ¡Te ayudaré, podrás estudiar y trabajar si lo deseas! —Exclamó el caballero en medio de la discusión. —Formaremos una familia, y tendrás la oportunidad de vivir como una persona libre.

Karaline se negaba a aceptar la propuesta de su novio. Él tenía una actitud encantadora, incluso cuando se molestaban de niños... pero cuando el tema de Riwa salía a la luz, Calux siempre mostraba su disgusto.

—No puedo. Mi familia, mi nombre, todo un pueblo depende de mi...

—¡No es un juego, Kara! ¡Te pueden matar! —Estalló Calux. —Si es por poder o dinero, conquistar un reino no te hará feliz. ¡Deja a ese rey en paz!

—¡Ese rey asesinó a mis padres! —Gritó Kara ofendida. —Si un asesino llegara a destruir tu casa a quedarse con todo que lo que le costó a tus antepasados conseguir ¡¿Te quedarías de brazos cruzados?! ¡Tienes razón, nunca los conocí, y tampoco tengo el derecho de decir que los amé porque nunca sentí su afecto! Eso me duele, y ese dolor tiene un responsable que va a pagar cueste, lo que me cueste.

—Si es así, entonces hasta aquí dejamos lo nuestro.

Calux había dicho eso con una frialdad tan irreal que Kara sintió como su corazón se hizo pedazos. Más no quiso demostrar como le afectó.

—Conozco los riesgos, y los acepto sin ningún miedo.

—Lo peor no fue eso. —Su mente volvió al presente. —Sino que al poco tiempo comenzó a salir con otra chica, como si nuestra ruptura no le hubiese afectado en lo absoluto...

Shyna la escuchó, y al notar a su reina tan decaída quiso subirle el ánimo, tomándola del rostro haciendo que se miraran fijo a los ojos.

—Hey, no te pongas mal.... Honestamente pienso que ese chico no estaba a tu altura, en realidad ¿Quién estaría a la altura de una Reina? —Shyna sonrió, contagiando a Kara. —Hiciste bien en luchar por lo que en verdad querías. Concéntrate en recuperar el trono y vengar a tus padres, luego verás como juegas con el corazón de todos esos bastardos.

Kara rió leve escuchando como Shyna la motivaba.

—Es la primera vez que un consejo tuyo no suena como una orden. —Ambas chicas rieron, finalmente cómodas. —Gracias Shyna, por todo...

—Jeje... ¿Ves? Por eso nunca me deben separar de mi botella.

Kara rió sarcásticamente y convidó a Shyna a regresar al castillo.

Karaline apenas estaba aprendiendo a ser una Reina, y lo primero de lo que debía ser consciente, era que si ella quería algo, lo tendría.

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