10mo Capítulo - La Reina Niña.

...AÑO 444 - PROVINCIA DEL OTOÑO, RIWA. ...

La visita de Karaline en Fortania fue lo más horrible que vivió en su vida. Tanta era la suciedad del lugar que podía pasar todo el día limpiando una sola pared, sin dejar atrás los constantes maltratos y burlas que recibían de los guardias que las capturaron. Aún no superaba que la ataron del cuello como una vaca.

Le agradecía a los Dioses haber podido escapar de ahí, de una forma rara, pero escapó. A pesar de estar al ojo visible de los guardias, nadie impidió que se fueran y esa era una duda que no dejaba a Karaline dormir en paz.

Lo primero que haría al gobernar, seria cambiar todo Fortania, quizá quemarlo. El simple hecho de vivir como esa gente le afectó emocionalmente.

Lo único bueno durante su estadía allí fue conocer a Cotha, era la única chica que permanecía con una pizca de alma libre. Cotha venía de la costa, al igual que Kara, tal vez por eso congeniaron bien.

—Aquí nos separamos. —Avisó Shyna, deteniendo su caballo. Kara y Cotha la imitaron.

Habían llegado al Valle de la Gloria, un bosque donde las hojas verdes de los árboles se tornaban marrones, marcando la separación froteriza entre la Provincia del Alba y la Provincia del Otoño. Cotha iría a la costa y las dos chicas seguirían su rumbo hacía Farah, la capital.

—Sé que estarán cansadas de escucharlo, pero lo diré otra vez: Muchas gracias, por darme la oportunidad de escapar con ustedes. Estoy en deuda, no sé cómo pagarles su bondad... —Agradecía Cotha, sentimental.

—Con tu felicidad es más que suficiente para nosotras. Fue un placer conocerte Cotha. —Afirmó Kara con una sonrisa.

—Últimamente no hay gente bondadosa, creo que esa palabra casi nadie la conoce estos días. —Se despidió Cotha, empezando a cabalgar por otro camino. —¡Que la Diosa de los Vientos las bendiga en su viaje!

—¡Igual! —Exclamó Kara despidiéndose de la mujer con la mano. —Espera... ¿Diosa?

—Su religión, su vida. —Comentó Shyna alzándose de hombros indiferente. Avanzó el caballo a otra dirección.

—¿A dónde iremos? —Cuestionó Kara, cabalgando detrás de ella.

—Estamos en la Provincia del Otoño, iremos directo a Farah. En el consejo de Tyrol Lindfords escuché que la Casa Azdoja te brindará apoyo. —Informó.

—¿La casa Azdoja? ¿En serio? —Interrogó Kara con ilusión. Shyna asintió. —No te creo, allí gobierna la Reina Niña. Escuché que tiene 12 años, tomó el cargo a los diez debido a que sus padres murieron y su hermana mayor falleció por una enfermedad.

—Sí, también lo escuché. —Añadió Shyna para después insinuar;—Crecer rápido ocurre cuando sé es la única miembro de tu familia con vida... ¿No?

—Supongo... —Suspiró Kara, esa insinuación la hizo sentir insegura. —Pero ella... también escuché que es muy cabeza dura, difícil de convencer... ¿Estás segura de que me apoyará?

Al escuchar la pregunta, Shyna rió a carcajadas, pues según ella la cuestión era más que absurda.

—¿Ahora te echarás atrás? —Dijo entre risas. Kara agachó la cabeza avergonzada pensando que se burlaba de ella. Shyna al notarlo dejó de reír e intentó amortiguar el golpe. —Oye, tienes un medio por el cual aliarse, y es la empatia, y si recibió el apodo de Reina debe ser alguien justa e inteligente ¡No te preocupes, yo misma vi el rostro frustrado de Tyrol Lindfords diciendo que la Azdoja está de tu lado!

Kara levantó la vista, sintiéndose un poco mejor. De repente, la pelirroja sonrió de lado, ahora que tocaban el tema.

—Hablando de eso... ¿Cómo te sentiste recibiendo ordenes de alguien más? —Sugirió Kara sin evitar reír. En cambio Shyna, frunció el ceño.

—Cállate... —Demandó comenzando a molestarse.

Pero a Kara no le importó, hizo caso omiso y siguió riendo más fuerte. Sin duda, siempre recordaría a su compañera anti-reglas corriendo de allá para acá cumpliendo correctamente las órdenes de Tyrol Lindfords.

Unos segundos después la risa se le contagió a Shyna, haciendo que sus risas opacaran el silencio del bosque otoñal.

—¡JAJA! ¡Ya, ya, que no es gracioso! —Expresó Shyna, contradiciendose al seguir riendo. —Uf... Basta de actuar y volvamos a la realidad, por mucho que nos duela.

—¡Ahg! Si la verdadera tú siempre es amargada, entonces prefiero volver a actuar... —La pelirroja le dedicó una sonrisa a su compañera. Sonrisa que la peli-azul le devolvió.

De repente un grito agudo interrumpió su comodidad. Sin inmutarse, Shyna aceleró el paso de su caballo en dirección a los gritos, Kara detrás de ella, llegaron a una parte del bosque donde encontraron a dos hombres armados intentando atrapar a una niña pequeña, que era quien gritaba sumida en el terror.

—¡Suéltenla! —Gritó Kara, sin pensar lo que acababa de provocar.

Los hombres fijaron su atención en las dos chicas, que al verlas sucias de barro cruzaron miradas confusas y luego empezaron a reír.

—¿Quién eres tú para darnos órdenes, zorrita? —La retó uno de ellos.

—Solo son dos pordioseras que se meten donde no deben. —Habló el otro extendiendo un machete. —Váyanse o las haré picadillo.

Shyna gruñó, estuvo a punto de desenvainar sus dagas cuando Kara habló de forma que la dejó perpleja.

—¡No puedes matarme, ni mucho menos faltarme el respeto! ¡Yo soy Karaline Phoenix, legítima Reina de Riwa, y les ordeno que dejen en paz a esta niña inocente inmediatamente! —Pronunció Karaline con autoridad.

Los hombres, incluso la niña, sintieron un leve cosquilleo que les erizó la piel. Los bandidos en cambio rieron con más fuerza para mostrarse invulnerables.

—¿Tú, una reina? Por favor primor, deja las bromas.

—¿Y si mejor bajan del caballo, y hacen lo único que las zorras saben hacer? —El hombre abrió las piernas e hizo una imitación exagerada.

—Háblenle con respeto a su reina imbéciles, no se vayan a arrepentir. —Gruñó Shyna, harta de la situación.

—Se les dió la advertencia, que cosechen lo que sembraron.

Karaline miró a Shyna, y con un asentamiento en la cabeza le sedió el permiso de bajar del caballo y desenvainar sus dagas de plata dispuesta a atacar. Los bandidos aceptaron el reto sin rechistar, y la niña quiso aprovechar para escapar.

Karaline se fijó en esa pequeña rubia de ojos miel con la ropa destrozada y sucia de tierra, con una mirada indefensa. Bajó del caballo y con delicadeza le extendió la mano.

—Ven conmigo pequeña, no te haré daño. —Afirmó brindándole una sonrisa capaz de transmitir confianza.

La niña no lo pensó, corrió hacia Karaline y tomó su mano como apoyo.

Kara abrazó a la niña tapando su rostro, luego miró a Shyna y le dio un leve asentimiento mientras ella también cerraba los ojos.

De los labios de Shyna se formó una sonrisa cínica, los bandidos esperaban confiados a que la chica atacara, pero de un salto rápido e inesperado la chica se colgó sobre ellos y les realizó un corte en sus cuellos como si de papel se tratase. Los cadáveres cayeron al suelo retorciéndose entre su sangre.

Shyna limpió la sangre en sus dagas plateadas y se acercó a las chicas informándoles que todo pasó. Kara subió a la niña en su caballo y así retomaron el camino principal.

—¿Cuál es tu nombre, corazón? —Le cuestionó Kara a la niña.

—Ma-Marella... —Murmuró la niña con timidez. —Gracias por salvarme.

—No tienes que agradecer, es nuestro deber. Ella es mi compañera Shyna. —Presentó Kara. Shyna asintió con la cabeza en modo de saludo y siguió mirando al frente. —Y yo soy Karaline Phoenix...

—¿Phoenix? —La niña la vió con sorpresa. —He oído hablar de usted, ¿E-Es la reina que se enfrentará al Rey Cuervo?

—Eso es correcto. Lamento mucho mi vestimenta, pero tuvimos algunos inconvenientes. Nos dirigimos a Farah para una reunión, ¿Nos acompañaras? —Ofreció Kara amable.

—Po-Por favor, majestad. Es mejor que andar sola en el bosque... —Accedió la niña.

Kara observó a Shyna con los ojos luminosos, la mercenaria le devolvió la mirada de forma cómplice. Karaline se ganó que al menos la llamaran "majestad", eso era un avance.

...🌙...

...AÑO 444 - FARAH, PROVINCIA DEL OTOÑO, RIWA....

Sin ningún otro percance las tres llegaron a Farah, la capital de la Provincia del Otoño.

El lugar era muy diferente a Fortania o a Deiber en muchos sentidos. Farah era una ciudad hermosa, limpia y elegante. No recibía el nombre de La Ciudad Luminosa por nada. Se podía decir que la Reina Niña hacía un buen trabajo.

Los Azdoja eran una familia muy antigua y prestigiosa, su símbolo era un zorro rojo jugando con una hoja seca. En tiempos pasados, consiguieron su prestigio por apoyar lealmente a los Phoenix.

Marella a pesar de parecer una niña pequeña, en realidad tenía 13. Su aspecto poco desarrollado era resultado de un descuido alimenticio. La niña relató que pasó la mitad de su vida encerrada,  que fue secuestrada hace tiempo y sin razón alguna la abandonaron en el bosque. Karaline decidió que podía acompañarla a la reunión mientras le conseguían un hogar.

Las tres se dirigieron al castillo de los Azdoja. Como estaba anocheciendo los hermosos rayos de sol del atardecer pintaban los muros del castillo, haciendo que se reflejara un hermoso castillo dorado.

Los guardias con toda la amabilidad a la que no estaban acostumbradas, escoltaron a las chicas sin problema cuando estas dijeron sus identidades. Sin duda quedaron impresionadas.

Si el castillo era hermoso por fuera, por dentro era aún mejor. Llegaron hasta el gran salón, decorado de banderas con el símbolo de la casa Azdoja, guiadas por una alfombra roja y al final de ésta se encontró un trono dorado con almohadillas rojas, y en ella, sentada una niña de largo cabello naranja y ojos marrones que traía un vestido azul marino con encajes dorados. Lo que más resaltaba de ella, era un pequeño zorro que la niña acariciaba sobre su regazo.

—Lady Azdoja.

Karaline se arrodilló al estar frente a ella. Aunque Karaline fuera mayor autoridad, en teoría, estar frente a esa niña la hacía sentir como si fuera un deber arrodillarse ante sus pies.

—Los rumores eran ciertos, el Fénix murió y renació de sus propias cenizas. —Habló la Reina Niña con su voz infantil, haciendo referencia al vestido lleno de barro y a su cabello que contenía manchas de ceniza, pero aun así siendo visible. —Es un placer conocerla, majestad.

—El placer es mío por recibirnos. Lamento mucho mi aspecto, es que tuvimos algunos inconvenientes en el camino. Cuando se atraviesa territorio enemigo hay que tomar medidas drásticas. —Agregó Kara tragando saliva. —Supongo que sabe porque estoy aquí...

—Espera que corresponda a su llamado, ¿Verdad? —La niña sonrió. Kara asintió. —Me disculpa el vocabulario majestad, pero la verdad ese estúpido pajarraco negro me tiene harta con la corrupción que ejerce sobre el reino, y rechazar a un Phoenix es algo que mis antepasados nunca me perdonarían. Lamento mucho que tuviera que pasar así por territorio Lindfords, pero no se preocupe, usted cuenta conmigo y con mi ejército.

A Kara se le iluminaron los ojos de felicidad, se aguantó las ganas de saltar.

—Muchísimas gracias, mi lady. —Agradeció de corazón. Sin esperarlo, Shyna tocó su hombro llamando su atención y luego le susurró algo. —Disculpe... ¿Podría saber cuántos soldados nos brindará, mi lady?

—Toda mi provincia cuenta con alrededor de 9 mil soldados, ni más ni menos. ¿Por qué?

Kara miró a Shyna esperando la respuesta. La mercenaria inhaló profundo antes de hablar.

—El Rey Cuervo cuenta con los soldados del Verano y el Alba, y mostraron preocupación al ser presuntamente una cifra baja. —Informó Shyna.

—Vale... Puedo hacer un trato con el gobernador de la Provincia Nocturna, el señor Mithernatch, un aliado de la familia. —Aconsejó la Reina Niña. —También les recomendaría hacer una alianza con los Wolfheard, ellos no se han declarado fieles a nadie, y los rumores dicen que son buenos en batalla.

—Con ellos nunca.

Todos los presentes fijaron su atención en Shyna, hasta el zorrito que tenía la Reina Niña en su regazo, pues la forma en que se opuso fue instantánea y mal disimulada.

—Mi-Mis disculpas, pero los hijos del Invierno no son de fiar en esta guerra. —Masculló Shyna con un nudo en la garganta.

—¿Por qué? —Dudó Kara.

—La respuesta es no. —Insistió Shyna, sin querer tocar el tema.

Kara no quería armar una discusión en ese momento así que lo dejó pasar. La niña Azdoja sospechó de ese comportamiento, pero también lo dejó pasar y se relajó acariciando al zorrito.

—Está bien. Otra persona que les recomiendo hacer alianza es con los Yunshark de la Provincia Diurna, gobiernan la isla al oeste de aquí. Don difíciles de convencer, pero no imposibles, podrían darle barcos para traer a sus soldados de YenLin. Eso sí, no vaya con el señor Veshna de la Provincia de la Primavera, es un hombre muy arrogante y maleducado, además de que se ha declarado Neutral en la guerra. —Recomendó la Reina Niña. —¿Tiene donde pasar la noche, majestad?

—Ahora que lo dice, no.

—No se preocupe, pueden pasar la noche aquí. Está noche haremos una celebración en su honor, habrá comida, música... todo tipo de entretenimiento. —Ofreció la niña Azdoja de buen humor, levantándose del trono y cargando el zorrito en sus brazos.

—Está bien, aceptamos su oferta. Gracias, mi lady. —Accedió Kara aliviada.

—Por favor, llámeme Alyn. Lady Alyn Azdoja.

Lady Alyn realizó una reverencia cortés antes de llamar a sus doncellas para que escoltaran a sus invitadas y les dieran habitaciones, e higiene.

Las tres se separaron bajo la mirada de Lady Alyn, quien hizo un gesto con su dedo llamando a un guardia. El hombre se acercó y Lady Alyn le susurró al oído:

—Vigile a la chica que la acompaña, no confío en ella.

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