...AÑO 444 - FORTANIA, PROVINCIA DEL ALBA, RIWA....
El sol se iba a dormir, dejando la oscuridad tomar su lugar. La reunión había terminado con la hora de la cena.
Shyna, o Nashia, entró en el despacho de Tyrol Lindfords con una bandeja de comida, ya que él había pedido que la trajeran.
Tyrol se encontraba viendo el paisaje por la ventana, si es que los oscuros muros de Fortania se les podía llamar paisaje. Shyna limpió la mesa donde su señor se sentaría y acomodar la comida.
—¿Quién te enseñó a leer? —Preguntó Tyrol, sin apartar la vista de la ventana.
—¿Eh? ¿Disculpe? —Dudó Shyna ante la pregunta repentina.
—Reconociste el libro que te pedí porque lo leíste... ¿Quién te enseñó a leer? —Preguntó nuevamente, pero esta vez mirando a la chica.
Aunque poseía un físico apuesto y juvenil para un hombre de treinta, su atención ante los pequeños detalles eran una de las cosas que destacaban de Tyrol Lindfords y lo hicieron digno de tal posición.
—Leer en estos tiempos es un lujo, ¿Fuiste a la escuela?
—Emm... S-Si mi lord, pero era muy mala. —Masculló Shyna, por inercia vió sus palmas al recordar la escuela.
—Lo dices por eso, ¿No? —Tyrol lo dijo al ver como Shyna miró sus manos y asintió sin mirarlo. A la pobre de seguro le reprendian en la escuela por sus faltas. —¿Quién te enseñó a leer al final?
Tyrol estaba decidido a saber. El qué indagaran en su vida le incomodó a la mercenaria.
—M-Mi padre me enseñó, mi lord... —Contestó Shyna lo primero que se le vino a la mente.
—Vaya, que coincidencia, mi padre también me enseñó a leer. Es gracioso, yo odiaba estudiar y por eso insultaba a los tutores, sólo quería practicar con la espada y montar caballos, pero un día mi padre se sentó conmigo y antes de hacer todo lo que quería debía aprender aunque sea una letra del abecedario, jeje... —Tyrol rió junto a Shyna. —Lo odié por eso... Ahora extraño esos momentos. —Suspiró con melancolía, sentándose en su silla. —La guerra nunca es fácil... ¿Dónde está tu padre? ¿Está vivo?
—Para mí no. —Habló Shyna cortante.
Tyrol la vió intrigado.
—Auch, hay veneno en tus palabras. —Comentó Tyrol. —¿Puedo saber que lo "mató"?
—El pasado, las personas del pasado.
—Entiendo... —Shyna no apartó su vista del suelo, hasta que Tyrol exclamó divertido: —¡Cuanta comida! ¿Acaso desean que engorde? Jeje...
Shyna rió bajo por el comentario del superior, levantó la mirada viendo que él también tenía una sonrisa.
—¿Tienes hambre? —Cuestionó Tyrol. Shyna negó con la cabeza de inmediato. —Claro que sí, ven, siéntate y ayúdame a comer este enorme plato.
—Gracias mi lord, pero puedo comer en la cocina...
—Es de mala educación rechazar la oferta de un superior. —Insistió Tyrol, utilizando su último recurso.
Shyna no dijo nada, obedeció sentándose en la mesa justo al lado de Tyrol, consiguiendo que su sonrisa se ensanchara.
—¿Te gusta? —Shyna asintió ante la pregunta del gobernador. La verdad tenía hambre, quizá eso hacía que la comida estuviese más apetitosa. —Eso es bueno... porque yo podría darte todo lo que tu quisieras, si me lo pidieras.
...
¿Qué?
¿Escuchó bien? ¿Qué había dicho?
Shyna soltó el tenedor y miró al gobernador, desencajada.
—Jeje... tranquila, no le hagas caso a las cosas que dice este hombre solitario. —Sonrió Tyrol comiendo del caldo, pero esto no tranquilizó a Shyna. —La guerra que viene será grande, no importa quien gane o pierda, pelearemos contra una Phoenix, la única familia que pudo conseguir que todas las criaturas de Riwa se inclinaran ante ellos.
Shyna no supo que decir, el apetito se le quitó de repente. Aunque sintió el impulso de preguntarle algo y saber la opinión de un hombre astuto.
—Mi Lord ¿Le puedo hacer una pregunta? —Tyrol asintió, bebiendo de su taza de té. —¿Qué piensa usted sobre la Reina Phoenix? Sobre la forma en que piensa liberarnos...
Tyril dejó la taza a un lado, y después de un suspiro miró a la muchacha.
—Pienso que son mentiras, ella sólo quiere el poder y endulza los oídos del pueblo con esos discursos, ¿O como crees que acabamos siendo gobernados por el Rey Cuervo? —Shyna se decepcionó de la respuesta, pero la última pregunta la dejó pensando. —Todos los políticos son iguales, los primeros días son de miel, y los que siguen, de mierda. Se venden como los mártires, las víctimas de todo lo malo, cuando en realidad la mayoría son proveedores de las aberraciones. Hace 400 años los Phoenix llegaron para acabar con esa injusticia, pero con el paso de los años el legado que dejaron ignoraron los principios de sus antepasados, y bueno, perdieron el trono.
—...¿Y si la llegada de la nueva Phoenix es una señal? Que los Phoenix aprendieron su lección, y han enviado a esta chica para redimirse y enaltecer los derechos y la justicia.
—A la mierda los Phoenix y el Rey Cuervo, jeje... —Intervino Tyrol. —Además, ¿Por qué a una jovencita como tú le interesaría la política? ¿No les interesa tener vestidos y peinados hermosos, los cuentos con finales felices o hacer coronas de flores? —Decía con una sonrisa burlona.
—Ese tipo de chicas son ilusas, en mi opinión. —Soltó Shyna.
Tyrol borró su risa por un rostro serio. Como si fuera un deja vu, un recuerdo pasó por su mente cuando alguien especial le había dicho algo similar.
«Esas doncellas son tontas. Lo único que piensan es en pajaritos volando hasta que les cortamos el vuelo, aterrizan en tierra y se ponen a lloriquear.... cuando la vida tiene mucho que dar. »
Tyrol no pudo evitar sentir nostalgia por ese recuerdo. Era una de las primeras conversaciones que tuvo con la madre de su hija...
—Me recuerdas a una persona, ella me dijo casi lo mismo... —Suspiró Lindfords.
De repente la mente de Shyna hizo click.
—¿La chica que le dijo eso también era hija del invierno?
—Si, de Meirya, pertenecía a la nobleza. —Tyrol asintió. —Algo que siempre me llamó la atención de ese sitio es que no existen clases o distinciones entre ellos, todos tienen la misma mentalidad salvaje. Actúan por instinto, y por desgracia eso hace que...
—No haya lugar para la razón en sus corazones... —Shyna siguió mirando a la nada. Tyrol sonrió con melancolía. —¿Y por eso usted ya no puede volver a pisar la Provincia del Invierno?
Tyrol la miró con sorpresa. El gobernador bebió de un sorbo todo lo que quedaba del té.
—Ellos me dijeron que no era digno de ella. —Tyrol se abrió, con la necesidad de desahogarse. —Decían que si me la llevaba conmigo moriría al poco tiempo, y que si no los obedecía perdería la libertad de pisar sus tierras, también la perdería a ella, y mi tiempo. Los ignoré, lo hice porque en verdad la amaba, era el tipo de mujer que quería gobernando a mi lado...
—Shiveka Lindfords, la loba que se doblegó ante los jaguares... —Recordó Shyna haber escuchado de ella.
—Así la llamaban cuando fuimos exiliados. —Continuó el gobernador. —Fui feliz el poco tiempo que estuvimos juntos, se ganó el respeto de todos en mi hogar en tan poco tiempo...
—¿Puedo saber que le pasó?
—La perdí, tal como dijeron los meiryanos. Perdí su apoyo, la perdí a ella y perdí mi tiempo... —Tyrol hizo el intento de no llorar. —Shiveka murió cuando dio a luz a mi única hija, Melania. Pero en Andaluz rige la norma de preferir el gobierno de un varón, y yo no he sido capaz de casarme de nuevo. He pasado 10 años de soledad y preocupación, pues soy lo único que tiene Melania en el mundo. Y cada vez que voy a una guerra aumenta la posibilidad de no volver a verla.
Shyna lo escuchaba con atención. Su mirada de improvisto le dió escalofríos.
—No quiero que mi Melania esté sola. —Se sinceró. —Y no conocí a ninguna mujer que cumpliera con mis requisitos, hasta hace poco...
Justo cuando Shyna iba a contestar el gobernador le robó un beso del cual la chica se quiso separar, aunque se lo pensó dos veces, no quería provocar su ira al rechazarlo.
Pero a la mierda, no pudo evitar apartarlo, nunca había sentido sus labios rozar con otros ajenos y que un hombre que le llevaba diez años fuese el primero hizo que se decepcionara de sí misma.
—¿Fui muy rápido? —Dijo Tyrol con una sonrisa, tratando de tranquilizarla. —Me disculpo, la manzanilla me hace actuar de forma cursi.
—Yo nunca seré como su esposa. —Susurró Shyna capturando su atención.—Yo no soy Shiveka Lindfords.
—Por supuesto que no lo eres. Tú eres Nashia, si es que ese es tu nombre verdadero, y tú puedes hacer más de lo que Shiveka pudo... ¿Lo sabes, no?
Shyna comenzó a temblar, pues sabía perfectamente de lo que hablaba; Quería que ella le diese el heredero varón.
—Dejaré que lo pienses, no hay apuro. Aunque sé que elegirás la decisión correcta, eres demasiado lista para tu propio bien ¿Te lo han dicho? —Preguntó Tyrol sonriente mientras acariciaba el cabello de Shyna. —Voy a trabajar unos minutos más, llévate eso y come lo que quieras.
Shyna rápidamente tomó la bandeja de comida dispuesta a irse corriendo de ahí.
—Ah, Nashia. —Shyna miró al hombre al escuchar el llamado. —Cuando termines tu jornada quiero que hagas presencia en mi habitación.
—E-Está bien... ¿Quiere que le lleve algo?
—Tu presencia bastará.
Shyna frunció el ceño, Tyrol sonrió por su expresión. Esa sonrisa la estaba empezando a enloquecer, de mala manera.
Hizo una reverencia y se marchó sin dar respuesta. Al cerrar la puerta Shyna comenzó a correr por los pasillos como una niña que acababa de pasar por un evento traumatico.
Debía irse de ahí, cuanto antes, ¡Ahora! ¡No podía esperar! Ese beso, más lo último que se le ordenó, despertó todas sus alertas.
Tyrol Lindfords la estaba empezando a mirar con otros ojos. No quería ni imaginar lo que pasaría si iba a su habitación.
Shyna debía desaparecer.
—¡Kate! —Shyna llegó al almacén, donde estaba Kara reunida con Cotha guardando comida en sus mochilas.
—¡Ay! Que susto, pensaba que nos habían capturado... —Se alivió Kara.
—Debemos irnos, ahora. —Exigió Shyna.
—¿Por qué? ¿No nos iríamos a la medianoche? Apenas anocheció...
—Oye chica, ¿Estás bien? Te veo pálida. —Comentó Cotha, preocupada.
Shyna no respondió, pues se quedó viendo fijamente un cuchillo en la alacena, y después de que una idea se le viniera a la mente las miró a ambas.
—¿Sucedió algo malo? —Dudó Kara asustada.
—Re-Regreso en un momento, tomen las provisiones y luego nos vemos en los establos.
Shyna corrió desapareciendo de su vista sin dar explicación. Cotha y Kara recogieron lo que pudieron y regresaron a la cocina en dirección a los establos, donde se encontraron a la jefa de cocina en un estado de alteración.
—¡Ustedes! ¿Han visto a Nashia? —Interrogó la jefa de cocina.
Las chicas negaron, confundidas y extrañadas a la vez. ¿Ahora que había hecho Shyna?
—¡Dioses! ¿Dónde se metió? ¡El gobernador me mandó a buscarla hace media hora!
La jefa corrió buscando a la chica, mientras Kara se preguntaba que había pasado para que a Shyna la estuviesen buscando y ella saliera casi espantada de ahí.
...🌙...
Las chicas se reencontraron en los establos. Shyna había aparecido con sus dagas plateadas e ignoró cualquier pregunta que Kara y Cotha le hacian sobre la razón por que la buscaban.
Habían equipado tres caballos listos para partir, pero las tres miraban a los soldados que hacían guardia cerca de la puerta.
—¿Qué se supone que hagamos con esos guardias? —Preguntó Cotha en susurro.
—No lo sé, solo me dijeron que saliéramos por la puerta a la medianoche. —Contestó Shyna.
—¿Quién te lo dijo? —Dudó Kara frunciendo el ceño.
—Alguien que me debía un favor. —Respondió Shyna sin apartar la vista de los guardias.
—Emm... Yo creo que la presencia de los guardias es importante. —Comentó Cotha.
Además que de fondo se escuchaban las voces de los soldados y los sirvientes que buscaban a "Nashia". Shyna suspiró cansada.
—Ni modo, debemos arriesgarnos. —Las dos chicas quedaron atónitas por la decisión de Shyna. —Si tienen miedo entonces quédense, yo debo salir de este lugar.
Shyna montó uno de los caballos y se dirigió a la gran puerta que daba a la salida. Kara y Cotha se miraron entre ellas, decidieron imitarla subiéndose a los caballos y siguiendo a la mayor.
Al pasar por la puerta ninguno de los guardias se movió ni dijo nada para evitar que las chicas se fueran. Ni siquiera les prestaban atención, era como si fueran invisibles.
Shyna vió a la distancia al brujo Aris con una sonrisa ladina, le asintió con la cabeza y después desapareció. Shyna entendió lo que había hecho y siguió cabalgando junto a las chicas hasta salir de Fortania.
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Comments
Asle Chiquinquirá Urdaneta Morillo
Que buena es esta historia!!!
Gracias KL
2024-01-11
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