15to Capítulo - Valkirias.

Al salir del templo encontró varios soldados en armadura del Rey Cuervo peleando contra las Valkirias que la única protección en su piel era la ropa de cuero. Los soldados luchaban estrategicamente con sus espadas, mientras que las Valkirias se defendían con hachas, lanzas y escudos.

Shyna no pudo evitar lucir sonrisa al desenvainar sus dagas y unirse a la batalla, en las que le fascinaba esquivar a los enemigos y verlos confundidos antes de cortarles el cuello. Su ventaja y especialidad siempre fue ser muy escurridiza y silenciosa, que nadie podía analizar su muerte cuando Shyna ya lo había hecho ñicos.

Durante la batalla mientras disfrutaba de cortar pescuezos con sus dagas plateadas, la sorprendió un escudo volador que pudo esquivar de pura suerte, vió hacia el frente notando a Cotha huyendo del soldado que había mandado a volar su escudo, ahora solo se defendía con un palo que antes fue lanza.

Shyna intentó apartar a los soldados de su camino para tratar de ayudar a Cotha. El soldado de un golpe logró romper la vara con la que Cotha se defendía quedando sin protección, podía decir que ese era su fin hasta que vió a Shyna dar un gran salto hacia el soldado y cayó encima de él clavándole sus dagas en cada ojo.

Cotha quedó estática ante la mirada de su salvadora, quien arrancó sus dagas del cráneo enemigo y la ayudó a levantarse.

—¿Estás herida? —Cotha negó con la cabeza. —Busca un arma, agarra sus espadas si es necesario. Si resistimos un poco más acabaremos con ellos.

Cotha asintió, vió a la mercenaria retirarse para seguir luchando en el enfrentamiento.

Mientras tanto en el templo, Kara caminaba preocupada de un lado a otro. Se preguntaba una y otra vez cómo era que el Rey Cuervo sabía de su ubicación... ¿Pudo haber mandado a alguien a seguirla? ¿O acaso alguien la había traicionado?

Pero más le preocupaba el hecho de que habían almas inocentes que daban la vida por ella en ese enfrentamiento y que quizá no volvería a ver... siendo Shyna una de esas personas.

No dudaba de sus habilidades en la lucha, pero no podía evitar preocuparse por ella. Ahora estaba un poco más clara en lo que sentía, aunque todavía tenía dudas y pensaba en más obstáculos y defectos que nunca.

Marella se encontraba sentada en un rincón, los gritos ahogados que se escuchaban desde afuera la hicieron llenarse de terror. De imprevisto llamó la atención de la reina y de Noami cuando comenzó a respirar con dificultad y a golpearse la cabeza en medio de un ataque de pánico. Sus ojos veían cosas que no eran, y sus oídos fusionaron los gritos con el respingar de un látigo junto al choque de las cadenas...

—¡¡NOO!! —Gritaba y sollozaba la pobre Marella siendo torturada por su propia mente. Karaline corrió a consolarla. —¡No más! ¡No más! ¡No quiero volver! ¡¡NO QUIERO!!

—Tranquila pequeña, todo estará bien... —Susurró la pelirroja al ver el miedo en los ojos de la menor. —Conmigo estarás bien, te lo prometo.

Marella al fin pudo tranquilizar su respiración. La reina la recostó en su regazo y siguió acariciando sus hebras rubias. Marella la vió con sus ojos lagrimosos y no pudo evitar pensar que Karaline la trataba tan bien, en ella habitaba una mujer amable y bondadosa.... tal y como esa señora con la que compartió celda por muchos años, incluso ambas tenían ojos verdes.

...Flashback...

—¡NO! ¡Por favor padre, no!

Su padre le comenzó a pegar con el látigo en sus piernas. Ella no quería salir de la celda, y su padre llevaba toda la tarde exigiéndole que saliera, su paciencia era nula y sus pocas ganas de estar en ese oscuro y sucio lugar lo hicieron tomar esas medidas.

—¡Levántate ya! ¡Tengo un trabajo para ti! —Exclamó molesto aquel hombre en armadura.

—Eres un animal, Saravi...

Su vecina de celda habló con voz quebrada y triste, ella cubría su rostro con un viejo trapo desgastado que usaba como capa, pero su piel pálida y sus ojos verdes eran rasgos que resaltaban entre tanta mugre.

El padre de Marella, Silvestre Saravi, dejó de golpearla y enfrentó de mala manera a su compañera de celda.

—Ahora hablas, ¿Eh? ¿Hicieron falta más golpes para pisotear tu orgullo?

—Nunca me tomaré en serio los golpes de hombres que golpean a sus hijas como mariquitas.

El caballero le dió un golpe a la mujer en la cara con su látigo, del respingo se echó para atrás tocando la parte afectada de su rostro.

—No vuelvas a meterte en nuestros asuntos de padre e hija. —Amenazó, dando un último latigazo al suelo.

Marella aún recordaba la buena vida que vivió en el palacio real como hija de uno de los hombres más poderosos de Riwa. Hasta que su madre murió de una enfermedad y antes reveló algo que condenaría a su hija de por vida...

Su verdadero padre, no era él.

El palacio de Riwa, antes de ser el palacio y hogar que adoptaron los primeros Phoenix fue construido con la intención de ser un calabozo.

Un lugar donde apresaban y torturaban a los presos, criminales y herejes, hasta morir. A pesar de ser hermoso por fuera, por dentro no era más que horror y oscuridad. Sensaciones con las que Marella creció.

—Mírame. —Demandó Silvestre.

Finalmente logró sacarla de la celda, sacandole moretones en el proceso. Ella lo vió aterrada con lágrimas en los ojos.

—Tus facciones de mosca muerta son ideales. Escucha, te tengo un trabajo de extrema importancia, si no lo cumples, te mataré, ¿De acuerdo?

Marella asintió, no sabía porque su "padre" siquiera se molestaba en pedir su opinión. Desde que se descubrió la verdad, Marella no era más que una intrusa a sus ojos.

—El Rey tiene un enemigo, o más bien una enemiga, y tú te vas a deshacer de ella...

...Fin del Flashback...

—Majestad... —La voz de Marella captó su atención. —Perdóneme, por favor. Usted siempre fue buena conmigo y yo...

—Shhh... Cálmate, Marella. —La silenció la reina. —Duerme, te servirá. Conmigo estarás a salvo.

—¿Usted promete protegerme? —Cuestionó la menor con ojos llorosos. —Si algún día las cosas no salen como las esperamos... quiero morir con usted, majestad.

No iba a matarla, no podía. Ya se sentía lo suficientemente culpable al revelarle a la guardia la ubicación de la Reina, pero ya no quería seguir en esto.  Escuchaba la voz de su padre diciendo que era una inútil, una Traidora. Pero prefería mil veces morir como una traidora, antes que lastimar a la persona que le daba el amor que tanto anheló.

—Marella...

—Por favor, ese es mi deseo. —Insistió la menor.

La reina solo negó rendida con la cabeza, y formalizó un abrazo que la rubia aceptó sin dejar de sentir remordimiento por sus acciones. Ella no merecía ese abrazo, pero lo necesitaba.

Después un rato los gritos cesaron, ya se sabría si había un ganador y un perdedor. Noami se puso alerta cuando la puerta de madera del templo se abrió, mostrando a su madre junto a las Valquirias. Kara se alegró de verlas, pero extendió su vista hasta el fondo tratando de ver a una persona en particular.

Por fortuna la pudo ver al fondo, limpiando su rostro con algunas manchas de sangre. Kara sintió un gran alivio al verla.

—¿Quiénes atacaron? ¿Alguien del consejo? —Preguntó Karaline, acercándose al grupo.

—No, solo soldados comandados por un coronel. —Respondió Asoia, adentrándose en el templo con la reina Phoenix. —Seguramente sabe que usted está aquí, debemos irnos de Puerto Manzanares cuanto antes...

Mientras Asoia hablaba Kara desvió su mirada hacia atrás, y pudo ver como Shyna hablaba con Cotha de forma cautelosa, como si no quisiesen que nadie escuchara su conversación.

—Te digo gracias, salvaste mi vida, otra vez. —Agradeció Cotha, desviando la mirada. Odiaba que eso se les hiciera costumbre. Shyna le sonrió.

—No podía ver como morías. —Contestó Shyna. —No fue nada.

—Me agradas... Serias buena Valquiria Shyna, eres veloz y ágil peleando, inteligente y justa. Y si mal no adivino no tienes un lugar a donde ir... ¿O sí? —Le propuso Cotha.

Shyna se sorprendió por la oferta. Usualmente a ella la querían lejos de las familias y organizaciones, no al contrario.

—Es una linda propuesta, Cotha... pero trabajo mejor sola. —Respondió Shyna seria.

Cotha asintió, y antes de comentarle una cosa más sintió una presencia detrás de ella que la miraba con tensión. Al girar se sorprendió al encontrarse con la reina.

—Majestad. —Saludó Cotha en reverencia.

—Cotha. —Habló Kara dedicándole una sonrisa forzada. —Espero que estes bien después de la batalla.

—Sí, gracias a Shyna todo salió bien... Con permiso, me retiro. —Cotha sentía que no debía estar ahí, una energía rara que preferia evitar. Pero no sin antes darle un pequeño aliento a la reina, susurrandole... —Si no te la quedas tú, me la quedo yo.

Cotha salió casi corriendo, bajo la mirada interrogante de Shyna, y el sonrojo de Karaline.

—¿Gra-Gracias a ti? ¿A qué se refiere? —Dijo Kara al instante.

—No es nada relevante. —Contestó Shyna sin importancia, dándole la espalda a la reina.

—¿Por qué no quieres decirme?

—Simplemente se quedó sin armas y la ayude, eso es todo.

Shyna empezó a caminar a las afueras del templo, Karaline la siguió al presentir que la chica la estaba evitando. No obstante, quedó estática al salir y ver la cantidad de cadáveres, tanto de soldados enemigos como de Valkirias ser arrastrados por la arena hasta un montón con demás cuerpos, destinados a ser quemados.

—Como ves fueron pocos hombres, tampoco fue la gran cosa. —El comentario la hizo volver a la realidad. Kara no pudo verlo más, eran muchos cuerpos para su aguante.

Vió a su compañera buscando confort, y su mente solo la orilla a pensar que no sabia que haría si Shyna fuese uno de esos cuerpos arrastrados a la hoguera...

—Me alegra que no te haya sucedido nada.

Shyna se asombró por el comentario, no supo qué responder. Nadie se había alegrado de que haya salido ilesa de una batalla antes, era nuevo para ella.

—Y-Yo amm... ¿Gracias? —Respondió Shyna, haciendo que Kara riera. Era la primera vez que veía a la mercenaria sonrojada. —¿De qué te ríes?

—No de nada, salgamos de aquí por favor... —Contestó la pelirroja, incómoda de estar en aquel ambiente. 

Kara se la llevó lejos de ahí con toda intención hasta llegar a las cercanías del bosque. Finalmente, apartadas de todos, pensó que era el mejor momento para hablar...

—Oye Shyna, quisiera hablar sobre lo que pasó...

Shyna quien estaba tan tranquila cambió por completo su expresión a una de incomodidad. Karaline lo notó y no pudo evitar pensar que tocar el tema no era de su agrado, lo que la llenó de más dudas e incertidumbre.

De repente unos ruidos provenientes del bosque interrumpieron la valentía de Kara, quien se congeló al momento y Shyna reaccionó colocando a Kara detrás de ella, desenvainando sus dos dagas plateadas.

Una figura oscura salió de entre los arbustos, no obstante no era una figura cualquiera. Sino una familiar que terminó impresionando a las chicas.

—¿Si-Sir Strauker? —Se sorprendió la pelirroja, al reconocerlo.

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