Reina De Las Sombras

Reina De Las Sombras

PARTE 1. Ritual. (Editado)

A veces me pongo a pensar… ¿Qué cosas malas hizo mi yo del pasado para tenerlo que estar pagando en esta vida?

Luego recuerdo que el maldito traicionó a los ángeles para venderle su alma al Diablo, y consigo asimilarlo. Maldita sea.

Mi nombre es Lena, o al menos así me llaman todos. Pero en circunstancias formales me pueden llamar Elena, y soy un ángel. Nací en un mundo con humanos como el tuyo, aunque mi origen es de otro lugar, vengl de una ciudad mágica oculta entre los cielos llamada Megapolis.

A pesar de que en la Megapolis es normal la presencia de la magia y seres místicos, es una tierra como cualquier otra. Los responsables de prevalecer el orden en la Megapolis son los Ángeles Guerreros de la Paz, un grupo conformado por 9 guardianes.

Hace 200 años se formó el grupo de los Ángeles Guerreros, y aunque los originales murieron hace años trataron de permanecer su legado con sus reencarnaciones. Sin embargo, uno de ellos no terminó en buenos términos con los ángeles, y ese fue Elyurias.

Él fue un ángel tímido, miedoso y manipulable que perteneció al grupo, gracias a su débil personalidad la Muerte, como la llamamos aquí, se le hizo sencillo corromperlo y así traicionar a los Ángeles Guerreros para su propio beneficio. Los Ángeles Guerreros ejecutaron a Elyurias.

Justo en el momento que los Ángeles Guerreros iban a reencarnar, una mujer llamada Florence fue la encargada de deshacerse de mi alma y así el rastro corrompible de Elyurias desaparecería para siempre.

Esa señora es mi abuela, la mujer que tuvo piedad de mí y me crió hasta que dio su último aliento. Por varios sucesos de la vida me encontré con el resto de los Guerreros reencarnados, y yo pensé que era importante al igual que ellos… ¿Saben?

Luego descubrimos la verdad, el alma de Elyurias que ahora se manifestaba en mi fue vendida a la Muerte con su traición. Y yo no podía hacer nada.

—Elena. —Mi mejor amiga Bea, que era la líder de los ángeles guerreros, me ayudaba a prepararme para el ritual. —Si te sirve de consuelo, estás muy hermosa.

Ella trataba de animarme, yo le sonreí tratando de convencerla, pero seguramente mi rostro decaído no ayudaba mucho.

Mis compañeros me querían mucho, eso no lo podía negar, incluso se sorprendieron al saber que yo era "mala" en parte. Pero no había opción, la condición que le propusieron a la Muerte a cambio de mi era que yo tuviese un cargo en el Inframundo como Guardiana, y que pudiese volver a pelear con los Ángeles Guerreros en caso de graves problemas, los cuales se esperaba que no ocurrieran.

—Estás flores representan tu pureza angelical. —Dijo Bea mientras me colocaba una corona de flores blancas sobre mi cabeza.

Con esa frase si me sentí como un verdadero cordero de sacrificio.

Desde la mañana me bañaron en aceites y perfumes de flores, arreglaron mi cabello rubio en un peinado elaborado y me vistieron con un vestido blanco con algunas piedras preciosas. Por último, me cubrieron con un velo del mismo color haciéndome parecer una novia, una triste novia.

Ya estaba lista para ser sacrificada a la Muerte.

—Te queda bien el blanco, deberías usarlo continuamente. —Opinó Bea al admirarme por completo.

—¿A pesar de que no va acorde a mi poder? —Añadí.

Una de las cosas que me causaban bastante curiosidad era el hecho de que mis amigos tuviesen poderes y yo no. Bea podía controlar el fuego a su antojo, mientras que mis otros amigos controlaban el agua, el viento, el hielo, los animales, la sanidad, la luz…

Todos eran dones interesantes, en cambio yo no tenía alguno… oh bueno, si los tenía, pero no eran los poderes más éticos. Yo tenía poderes relacionados con la Sombras, además de que tenía la habilidad de hablar con los muertos. Que decepción.

—¿Sabes que te queremos, verdad Lena? —Me dijo uno de mis amigos más queridos, Alec. —No pienses que te librarás de nosotros y nuestras locuras.

Eso sí me hizo reír, pues sería lo que más extrañaría de ellos.

—Lo sé, Alec. Me gustaría decir que nos veremos pronto, pero solo sería en caso de problemas, y eso no lo queremos. —Le respondí.

—Es la hora señorita Elena. —Informó un clérigo.

Yo bajé mi mirada y me retiré, no quise despedirme de los demás porque sabía que sería difícil marcharme, más de lo que ya lo era. Con cada paso que daba hacia la Puerta del Inframundo dejaba de escuchar a mi alrededor.

Sin duda extrañaría a mis amigos, a la Megapolis y a su cielo deslumbrante que te alegraba cada mañana. Las personas amables y divertidas que siempre estarían a tu humilde orden. Lamentablemente, todas esas cosas que conocía no eran para mi.

Cuando llegué a las puertas del Inframundo me dejaron ahí sola, sin nada más que mi corazón roto. Cerré mis ojos tratando de no llorar. Esto no podía ser cierto… todo sería diferente si mi abuela me hubiera asesinado de pequeña.

De repente sentí como una erizante ráfaga de aire frío recorrió mi piel, no me atreví a abrir mis ojos hasta que percibí como una mano helada se posaba sobre mis hombros.

Tomé valentía y abrí los ojos divisando a la Muerte, la cual ya la había visto antes, pero no con esta perspectiva de ser su presa. Era un hombre alto, de piel pálida y ojos oscuros como las sombras que no desprendía ni un rastro de vida.

—¿Lista para ir a tu nuevo hogar, reina mía?

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Comments

🌺Lele-chan🌺

🌺Lele-chan🌺

Comencé a leerlo en estos instantes su historia y me dejó hipnotizada me gusta mucho!!

2024-02-17

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