Capítulo diecinueve- Fiesta de bienvenida

Matthew creía que fuera lo que fuera el regalo podía esperar. Así que imitó los ademanes del otro y llevó una mano a la polera de Sam para deshacerse de ella. Después bajó la cremallera del pantalón contrario y se acercó más. Estimulado por ese movimiento Sam agarró los muslos de Matthew con un gruñido y este último sintió que se erizaban sus piernas.

-ah...- Matthew jadeó y se separó unos centímetros del regazo de Sam. Incentivado por un hondo anhelo tomó la virilidad de su amante y la guio hacia su interior.

Matthew cerró los ojos con fuerza al revivir aquella consistente sensación entre sus glúteos. Su carne se apretaba y aflojaba ante la intensa actividad a la que era sometida. Aunque solo sintió dolor inicialmente.

El suplicio que le causaba aquella cosa dura y erguida abriéndose paso en sus entrañas duró un rato e hizo que Matthew estuviera a punto de llorar. No obstante después de ascender y descender con suavidad siendo ayudado por Sam empezó a gemir de placer.

Varios minutos después de vaivén excitante Matthew levantó su cabeza y se encontró con los ojos claros de Sam que no lo habían perdido de vista en ningún momento. Se miraron con expectación por unos instantes antes de inclinar sus cabezas y volver a besuquearse enérgicamente. Presionando labios sobre labios como si quisieran fusionarse.

Luego Matthew se encorvó y Sam se recostó en la cama entrelazando sus dedos con los del primero. En medio del acto el ruido de la puerta abrirse atrajo la atención de Matthew que izó el mentón y miró en dirección a ella.

- ¿qué...? -habló Matthew con un hilo de voz. Pensaba que Sam se habría acordado de cerrar la puerta con seguro. Sin embargo\, el asombro inicial fue rápidamente reemplazado por el miedo y la turbación. Louis estaba de pie junto a la entrada. El gemelo miró hacia el frente un momento y luego cerró tras de sí. Esta vez la puerta sí fue asegurada por el mayor de los gemelos.

-mira que tenemos aquí -dijo Louis empleando su usual tono jocoso. El desconcierto que embarcaba a Matthew por la repentina aparición produjo que se olvidara por completo que todavía estaba arriba de Sam y aún seguían unidos en la zona inferior. Se enderezó en seguida y trató de levantarse, pero Sam lo agarró por las caderas provocando un gemido involuntario de su parte al ser impulsado de nuevo hacia abajo. Entonces Sam lo apresó con firmeza por la cintura y no dejó que se incorporara.

-espera Sam- pidió Matthew. Sintiendo calentarse sus mejillas. Le dio un rápido vistazo a Louis y luego a su hermano- no podemos hacer eso delante...de... ¿Qué está...? -la vergüenza le impedía pensar con claridad y le hacía olvidar las palabras que iba a decir.

-a él no le importa- lo interrumpió Sam esbozando una amplia sonrisa- ¿verdad? -la pregunta iba dirigida a Louis, quien le devolvió el gesto.

-No -negó su hermano. Su expresión contenta discernía de la de Matthew- Ya llegará mi turno.

"No puede ser..." pensó Matthew. Sudando frío. Había sido un tonto al descuidarse del otro gemelo en el momento que entró en el cuarto de Sam y posteriormente de echar por tierra el asunto del regalo que en este segundo seguía sin imaginar cuál podría ser este.

- ¿ves? -Sam colocó una mano en su mejilla y le hizo girar el rostro- enfócate en mí -Justo después de decir esto juntó sus bocas en un largo beso. Mientras era besado Matthew no sabía qué era más desconcertante: que Louis actuara como si no le afectara el panorama frente a él o que tuviera todavía a Sam dentro. De todos modos lo cierto era que la situación era extremadamente tensa y ridícula

Matthew deseó que se abriera el suelo y se lo tragara en ese preciso instante. En especial porque comenzaba a sentir una mezcla de vergüenza y morbo por lo que estaban haciendo. De ahora en adelante no se sentiría capaz de atreverse a mirar a ninguno de los gemelos a la cara.

Estaba tan embriagado por sus pensamientos y los besos suaves en su boca que no se esperó una súbita arremetida de Sam desde abajo. Matthew emitió un grito y apretó sus manos en los hombros de Sam. Después sucedieron unas rápidas e impetuosas embestidas del segundo y él se abrazó a Sam jadeando con la respiración entrecortada.

Luego Sam se detuvo. Matthew apoyó su peso en él sintiendo su interior quemar como si estuviera hecho de lava y a pesar de eso ansió ser irrumpido otra vez. El intervalo de reposo fue efímero, pues seguidamente Sam atendió la animada entrepierna de Matthew hasta entonces imperceptible con dulces y enloquecedores masajes. Sin embargo, un periodo incalculable de tiempo más tarde Matthew que gemía tiernamente no había saboreado la delicia de venirse cuando Louis se acercó de repente.

En un inicio Louis había querido esperar a que terminaran; pero los continuos e indecorosos gimoteos de Matthew y sus suspiros al ser besado hicieron que cambiara pronto de parecer.

-me he cansado de mirar- declaró Louis que de inmediato puso una mano detrás de Matthew y ejerció presión hacia abajo. Este último quedó más próximo al rostro del otro gemelo y vio que Sam tenía una bonita sonrisa en sus labios y sus mejillas se habían cubierto de rubor.

Matthew tuvo un momento de lucidez. ´´No pueden estar hablando en serio´´ pensó con alarma al darse cuenta de lo que sucedería a continuación.

-N-no…es imposible que entren ambos...-balbuceó nervioso. Sin embargo, también fue desatendido en aquella ocasión. Escuchó con temor el rumor de un cierre ser quitado a su espalda y algo que parecía estar contenido en un papel ser rasgado. Matthew alzó la mitad superior de su cuerpo, pero Sam previó sus intenciones mucho antes de que se le ocurrieran y asió las muñecas de Matthew a los lados de su propio torso evitando que se levantara.

Acto seguido Louis humedeció dos de sus dedos con su propia saliva y los internó en el agujero de Matthew haciendo que este hipara y se retorciera un poco. Sin embargo, no podía apartarse mientras Sam lo tenía sujeto y siendo honesto tampoco quería hacerlo. Después de que Louis jugara un rato a estimularlo lo que salieron de su boca fueron gemidos provocativos en lugar de súplicas.

Louis aún preparaba a Matthew cuando movió su mirada y decidió pellizcar una de las colinas de este. Dejando una marca de sus dedos en ella. Su piel era algo pálida en esta zona y al menor agarre dejaría marcas rojizas.

Después Louis suspendió sus movimientos y Matthew resolló creyendo por un corto segundo que al fin se acabaría su tormento. Pero comprendió que este apenas comenzaba cuando Louis anunció con una voz ronca que contenía un matiz de alborozo:

-esta es tu fiesta de bienvenida- enseguida Louis en un arranque de calentura entró en la estrecha e inexperta abertura ajena de un empujón.

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