Capítulo dieciséis- La consolación

Los días trascurrieron uno tras otro sin que aconteciera mayor cosa y a Matthew solo le quedaba un día más de estadía en aquella casa.

Había tenido tiempo de sobra para guardar sus cosas y ahora se encaminaba a ver a los gemelos. Pensaba que quizás pudieran hacer algo juntos antes de que se marchara. Se detuvo un segundo. Solo esperaba que no fuera nada lascivo. Siempre había sentido cierta ansiedad de que llegaran hasta el final. Sacudió la cabeza. Tratando de alejar esos pensamientos.

Matthew se asomó por una puerta entreabierta y vio que Sam se encontraba en su habitación poniéndose al día con sus deberes. Entonces Matthew se acordó de su propio montón de tareas pendientes.

- ¿dónde está Louis? -preguntó Matt.

-Salió a jugar con unos amigos -replicó Sam levantando la mirada un instante para verlo- Está demasiado relajado. Tal vez cree que le daré copia, lo cual no es así -lo último lo dijo en un murmullo.

-ah -dijo Matthew. No queriendo molestar a Sam mientras estuviera ocupado consideró qué hacer a continuación.

-¿por qué lo buscas? -inquirió Sam. Dejando su bolígrafo en la mesa y fijando toda su atención en él. Matthew miró hacia otro lado. De manera súbita empezó a sentirse muy nervioso.

Sam fingió que no le importaba demasiado que Matthew requiriera la presencia de su hermano. Pero lo cierto era que le daba un poco de curiosidad y celos.

-bueno... -prosiguió Matt en tono vacilante -como pronto me iré...pensé que podríamos hablar y ...no lo sé...hacer algo juntos como antes -se llevó la mano a la parte posterior del cuello luciendo inquieto. Sam bajó la mirada. Le sorprendieron sus palabras y al mismo tiempo había evitado pensar en ello. Quería olvidarse que Matt se marcharía en algún momento.

Sam permaneció unos segundos en silencio. Después decidió acercarse a Matthew. Mirándolo a los ojos. Pero Matthew no lo hacía. Él fruncía las cejas mientras sus ojos se ponían brillantes. Sam comprendió en ese instante por qué lloraba días antes.

-Matthew-susurró Sam. El aludido se movió a un lado evitando que le viera directamente. Sam se quedó quieto un segundo y luego caminó alrededor suyo para cerrar con cuidado la puerta mientras Matthew le daba la espalda y sin que este se diera cuenta presionó el botón del pomo de la puerta. Después volvió a su lado y tomó su mano. Matthew exteriorizaba tal desconsuelo que Sam no pudo refrenar el impulso de besarle la boca para animarle un poco o al menos intentar cambiar su expresión de tristeza. Sam sintió el temblor de la mano ajena cuando lo hizo, sin embargo, Matthew no se apartó.

Al retirarse vio la cara de sorpresa de Matthew y también vio un poco de embeleso. Sam se enterneció con su reacción ´´me pregunto si Louis ha visto esta expresión´´ pensó saboreando el sentimiento remanente que le dejaba la vista ante él. Enseguida jaló a Matthew hacia él y los dos retrocedieron. Cuando la parte posterior de sus pantorrillas tocaron el borde la cama lo tumbó sobre esta.

Sam se acomodó sobre Matthew en la cama, pero este lo detuvo de inmediato.

- ¿vamos a hacer eso? n-ni siquiera estamos saliendo -dijo azorado. Luego hizo un puchero y no lo miró.

- ¿y qué hemos estado haciendo todo este tiempo? -replicó Sam con una sonrisa. Matthew no parecía muy convencido y musitó un ´´nunca lo aclaraste´´ aún sin mirarle\, por lo que Sam añadió con una sonrisa:

-bueno, ¿quieres salir conmigo? -con su pregunta consiguió que Matt lo mirara y se sonrojara. La discusión fue zanjada y Sam siguió besándole. Introduciendo su lengua en la boca de Matthew que emitió un jadeo de sorpresa. Sam continuó y le lamió los labios, atrapó el inferior entre los suyos y volvió a besarlo. Luego deslizó la mano por el abdomen ajeno hasta su pantalón y metió la mano bajo la prenda íntima.

-Sam... -gimió Matthew abriendo sus ojos de par en par. El gemelo agarró el objeto ajeno y empezó a acariciarlo de arriba abajo mientras escuchaba los gimoteos de Matt. Este último tuvo un repentino instante de lucidez y puso sus manos en los hombros contrarios- ...creo que deberíamos detenernos. Alguien podría venir y... - Sam lo calló con un beso haciendo que por un momento sus preocupaciones perdieran importancia.

-cerré la puerta con seguro- dijo Sam con seriedad al separarse. La cara de Matthew pareció como si dijera: ´´ ¿en qué momento fue eso? ´´. Solo recordaba haberlo perdido de vista un instante cuando había estado a punto de llorar. Tal vez fue allí -mejor dime dónde te sientes mejor- agregó Sam al tiempo que subía por su dura longitud y acariciaba la punta con uno de sus dedos. Justo después de decirlo, Matthew sofocó un ruido de placer, se estremeció sintiendo una corriente de excitación recorrer su miembro y contrajo los músculos de las piernas.

-parece que es aquí- manifestó Sam con diversión. Matthew frunció los labios. Sentía las mejillas ardiendo.

Sam siguió acariciando su lugar sensible mientras Matthew se aferraba a la camiseta del primero y cerraba los ojos intentando controlar los sonidos que salían de su boca.

-Matthew- llamó Sam un rato después- abre los ojos.

-No quiero que me mires- replicó Matthew avergonzado. Aunque sabía que eso era lo que probablemente hacía Sam. Matthew pensó que debió haber dicho que no quería mirarlo. Sam volvió a solicitar su petición y Matt obedeció abriendo lentamente sus párpados. Sam sonreía, pero Matthew no esperó que dijera lo siguiente:

-me encantan tus ojos -si no se había sonrojado antes seguramente ahora lo había hecho y se vería como una auténtica cereza. Enseguida desvió la mirada.

Sam continuó con los movimientos placenteros varios minutos más y de improviso Matthew se corrió en sus manos al llegar al clímax. Sintió tanto pudor que quería enterrarse vivo. Pudo haberle dicho que se venía, pero su mente no había sido tan rápida como sus necesidades.

Mientras resollaba Sam rozó una de sus carnes pálidas, firmes y suaves. Matthew percibió su mano húmeda y tibia junto con un cosquilleo.

-Matthew, sé que aún no te he preparado... -dijo Sam mirándolo a los ojos y deteniéndose. Matthew bajó la mirada hacia él. Entonces Sam observó hacia un lado y luego a él. Parecía como si quisiera pedirle algo -pero... ¿Puedo meterla ya? -Matthew se quedó pasmado. Sospechaba que iban a hacerlo desde que se tumbaron en la cama, pero no pensó que le fuera a pedir permiso.

Matthew imaginó una y mil maneras de como reaccionar que iban de responder con una negativa a salir corriendo, en tanto sentía la voraz y contenida mirada de Sam en su cuerpo y los latidos acelerados de su corazón.

-sí...-contestó al final con expresión distraída. Sam le sonrió y se inclinó sobre él. Matthew aún respiraba con esfuerzo debido a la actividad anterior cuando Sam se posicionó entre sus piernas y quitó su pantalón.

Pese a lo que dijo, el gemelo tocó su entrada con uno de sus dedos suavemente. Luego lo introdujo y lubricó sus paredes con su propio fluido. Matthew se retorció y giró la cabeza experimentando esa enloquecedora nueva sensación.

-espera... se siente extraño...ah...

-¿de verdad? Es la segunda vez que lo hago -repuso Sam. Su tono era bajo y magnético- ¿recuerdas esa vez en la fiesta? -Matthew se abstuvo de contestarle. Por supuesto que lo recordaba, pero no era como si pudiera ponerse a hablar de eso casualmente en ese momento y tampoco se veía haciéndolo en ningún otro.

Mucho más tarde, Sam se apartó para sacar de la cajonera al lado de la cama una lamina con colores vibrantes: un condón, y la rasgó por la mitad. Del envoltorio efectivamente cayó un anticonceptivo. Matthew se preguntó cuántos de esos habría utilizado y con qué frecuencia. La cuestión le hizo sentir mal, pero no tuvo tiempo de ponerse reflexivo, pues seguidamente Sam se acercó y lo invadió. Apenas había sido la cabeza, pero el interior de Matthew fue apretado hasta el límite. Este no se creería lo que estaban haciendo si no lo apreciara tan vívidamente.

Matthew soltó un gemido. Le dolía y gustaba a partes iguales. Era una indescriptible combinación.

-es mi primera vez, hazlo lento- suplicó Matthew dando un golpecito en el brazo ajeno. El gemelo se rio entre dientes.

-no he empezado a moverme- repuso Sam. Luego procesó lo que dijo Matthew y su sonrisa se amplió mientras se inclinaba hacia adelante acercando más su rostro al de Matthew- estoy muy feliz de ser el primero.

Matthew miró la cara sonriente de Sam y se sintió conmovido ante el brillo cálido de sus ojos antes de que este empujara y el dolor que experimentó inicialmente fuese volviéndose cada vez más dulce entre estocadas y gemidos.

Cuando lo tuvo por completo dentro suyo Matthew no fue capaz de contenerse y de gemir ahogándose en placer. Por su parte, Sam emitió una risita y enunció:

-si gimes así cuando apenas hemos comenzado nos descubrirán antes de que terminemos -Sin embargo, al final no fue así.

...

Ambos estaban recostados en la misma cama con sus figuras desnudas bajo las sábanas y la luz del ocaso entrando por la ventana. Después de haber hecho el amor Matthew meditaba sobre cierto asunto. A su lado Sam dormitaba boca arriba con expresión sosegada.

Le inquietaba que Sam no fuese en serio, sobre todo porque dijo a Louis que se acostaría con él cuando quisiera. Tal vez porque pensaba que no le costaría conseguirlo.

-Sam- llamó Matthew. El aludido giró la cabeza en su dirección mirándolo con ojos soñolientos, pero atentos -cuando dijiste que ´´esto no era un juego´´ ¿qué significaba eso? -Sam se sorprendió por su pregunta, pero enseguida respondió con calma:

-ah...lo que quise decir es que lo que siento por ti es más grande que eso y por eso no había manera de que perdiera- hizo un gesto de enfado- Es cierto que quería molestar a Louis al decirle que me acostaría contigo, pero lo haría con tu consentimiento.

Matthew agradecía la penumbra en que se encontraba la habitación a esa hora de la tarde porque de lo contrario Sam vería su cara sonrojada. Lo embarcaba tal sentimiento de cariño que Matthew podría haberle dicho que su corazón le pertenecía o le habría dado las gracias por exponer el afecto que sentía, incluso que esperara que él definiera los suyos... sin embargo, no fue capaz de hacerlo.

En lugar de eso se acurrucó a su lado y pasó el resto del tiempo con él hasta ponerse el sol.

...

Matthew miró la carretera por vigésima vez. En esa ocasión atisbó el carro de sus padres. Se volvió hacia la familia Copper, que lo había acompañado al jardín después de que Matthew avisara que pronto llegarían sus progenitores. Después de las respectivas muestras de agradecimiento por la hospitalidad a los señores Cooper le rompía el corazón tener que despedirse de los hermanos, que en poco tiempo se habían vuelto tan importantes para él. Matthew no pudo intentar darles un abrazo, estrechar sus manos o decir unas cuantas palabras. El contacto físico parecía hallarse detrás de una barrera insondable.

Sintió que le ardían los ojos y se llevó el revés de la mano al rostro. Se suponía que no iba a llorar y que sería una despedida feliz, se dirían que se podían verse en navidad o el próximo año, incluso escribirse y llamarse por teléfono. Pero ninguna palabra pudo salir de su boca.

En ese momento Sam se adelantó. Tomo su mentón entre sus dedos y le besó los labios delante de sus parientes. Cuando sus miradas se encontraron después de separarse Matthew vio su sonrisa y se sintió más tranquilo.

Al mirar detrás de él vio el estupor en los rostros de los demás miembros de la familia Cooper. El desconcierto era mayor en la señora Copper y su esposo. No obstante, Louis fue el primero en salir de este y dio un paso al frente. Se habría acercado a Matthew de no ser porque Sam lo agarró por un brazo.

- ¡suéltame\, Sam! ¡No puedes hacer eso y yo no! -los gemelos forcejaron durante un largo rato. Sam parecía contento\, se reía al contrario de su hermano. Matthew sonrió. Sintiéndose calmado. Pensó que\, mientras él no estuviera\, no les quedaría más remedio que reconciliarse.

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