Te gusta esa mujer

—Yo no nací en una familia como los King —le comenta Mark a Isabela mientras prepara la cena para ambos—. Todo lo que tengo me lo he tenido que ganar trabajando muy duro. Por eso no hay un ejército de personas sirviéndome y trabajando en mi casa, aunque Sara, la señora que conociste en la casa de Christopher, viene dos días a la semana para ayudarme con la limpieza. Debido a que paso la mayor parte del tiempo afuera, no necesito a alguien que cocine, pero mientras estés aquí, voy a buscar quien lo haga.

—No es necesario. Yo puedo cocinar sola.

—No lo dudo, pero no me quiero arriesgar a que sufras un accidente mientras no estoy.

Isabela lo observa caminar y mover diferentes utensilios en la cocina. Mark es alto, rubio, de ojos claros. Un americano en toda su esencia. Su apariencia es elegante, pero no al punto de ser divina. Claramente, es un hombre por encima del promedio, pero no se siente inalcanzable.

En los días anteriores no detalló mucho en él, porque siempre estaba al lado de Chris y no podía evitar que su atención se enfocara completamente en él, pero ahora que el velo se le cayó de los ojos y reflexiona sobre lo que ha estado pasando desde que se despertó del coma, debe aceptar que el abogado es quien realmente se ha dedicado a velar por su bienestar.

“Nuca pensé que podría convertirme en ese tipo de persona que se deja enceguecer solo por la apariencia.” Piensa decepcionada sí misma.

—¿Por qué te preocupas tanto por mí? Ni siquiera me conoces. —le pregunta con auténtica curiosidad.

—Porque me caes bien. Y si te soy sincero, tu situación me da mucha lástima. —Mark teme haberla ofendido, pero se relaja al ver una sonrisa en su cara.

—Sí, mi vida parece un mal chiste. —concuerda ella— Solo a mí me puede pasar que, en el mismo momento en que pongo un pie en este país, tengo un accidente que casi me mata. Pero bueno, supongo que es el karma recordándome una vez más que siempre debo escuchar a mi mamá.

—¿A qué te refieres?

—¿Nunca te pasó que cuando eras niño e ibas a hacer algo como subirte a un árbol, comer demasiados dulces, o correr en un lugar inseguro, tu mamá te decía: “no lo hagas o te vas a lastimar”, pero tú de valiente la ignorabas y terminabas lastimado?

—Sí, creo que a todos nos ha pasado.

—Bueno, pues mi mamá no quería que yo viviera aquí. Tenía miedo de que me hicieran daño y mira lo que pasó en el minuto uno.

—¿Entonces vas a volver a Colombia? —pregunta Mark un poco decepcionado.

—No sé. A pesar de lo sucedido, necesito intentarlo. Vine hasta aquí con un objetivo, y conseguirlo es lo más importante para mí. —la mirada de Isabela se pierde por unos segundos y a su interlocutor lo invade la curiosidad. Porque mientras Christopher se pregunta cuáles son las intenciones tras las acciones torpes de la chica, Mark siente pena por ella y se imagina en qué situación desesperada está viviendo para que no le importe su salud y se aferre tanto a la idea de trabajar.

—¿Se puede saber de qué se trata? —decide preguntar por qué no quiere cometer los mismos errores de su amigo y malinterpretarla, pero antes de que ella responda, su celular comienza a sonar y por instinto, ambos voltean a ver la pantalla.

“Christopher King” es el nombre que se alcanza a leer.

—Contesta. Yo voy a ir a refrescarme antes de cenar. —dice Isabela sin disimular su molestia.

—Muy bien. Ten cuidado.

Ella le sonríe, se apoya en sus muletas y sale de la cocina con dirección a su cuarto.

—¿Qué quieres? —el tono de Mark le deja muy claro a su amigo lo enojado que aún se encuentra.

—¿Pudiste alcanzarla? —pregunta Chris intentando mantener la calma.

La noche anterior, a los pocos minutos de que Isabela y Mark salieran de su apartamento, Arnold llegó porque necesitaba hablar con su hijo y quería conocer a la chica, y a pesar de intuir cuál iba a ser la reacción de su padre, a Chris no le quedó más remedio que contarle todo lo sucedido.

Como era de esperarse, su progenitor, quien es el único en el mundo con la capacidad de llevarle la contraria y hacerlo entrar en razón, lo regañó hasta el punto de hacerlo sentir como un adolescente. Le hizo recordar que escuchar los consejos de su abogado siempre le había traído beneficios tanto empresariales como personales. También señaló lo preocupado que está por su forma de tratar a Isabela, porque si bien entiende que para él es muy difícil poder confiar en las personas, eso tampoco puede ser una excusa para tratar a todo el que se le acerca como si fuera un delincuente.

“Hijo, todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Y no te pido que seas descuidado y dejes entrar a cualquiera en tu vida, la gente como nosotros no se puede permitir algo así. Pero tampoco quiero que te conviertas en un hombre injusto. Tú nunca fuiste así, y no está bien que pierdas las virtudes que tienes como persona, por otra, que no tuvo escrúpulos a la hora de dañarte. No te conviertas en lo que odias, Christopher.” Fueron las palabras de su padre antes de dejarlo solo y exigirle que buscara a Isabela y le ofreciera nuevamente su ayuda.

—Dejaste muy claro que no te importa lo que le suceda a ella, así que no entiendo a qué viene esa pregunta. —Mark conoce muy bien a su amigo, sabe que no es un mal hombre y que seguramente ahora lamenta todo lo que dijo horas atrás. Pero no tiene pensado ceder ante sus cambios de humor esta vez. En el momento en que salió tras Isabela, decidió que la iba a cuidar de todas las formas en que él pudiera, y si eso significaba enfrentar a Christopher, así lo iba a hacer.

—¿Quieres que acepte que me comporté como un imbécil? Okey. Me comporté como un imbécil, ¿feliz? Pero tienes que entenderme…

—No. —dice interrumpiéndolo— No tengo ni quiero hacerlo. Nuestra relación funciona porque a pesar de conocer ese carácter endemoniado que tienes, soy muy directo contigo cuando debo serlo y en esta ocasión estás muy equivocado, porque esa mujer no ha hecho absolutamente nada para que la trates de la forma en que lo has hecho. Cosa que no podemos decir sobre ti, que no solo le causaste un grave daño físico, sino que ahora también emocional. —Mark suspira con fuerza y baja un poco el tono de voz para que solo quien está al otro lado de la línea lo escuche— ¡Por Dios! Si hubieras visto la forma en que lloraba cuando la alcancé en el ascensor… Sentí vergüenza ajena.

Christopher se queda en silencio tanto rato que Mark debe mirar la pantalla de su teléfono para verificar que la llamada sigue en curso, pero cuando piensa en colgar, este retoma la conversación haciendo lo que mejor sabe hacer… Dar órdenes.

—Dime dónde está. Voy ahora mismo por ella y la convenzo de que vuelva.

—No. Ella está bien en donde está, además estoy muy seguro de que no quiere verte.

—¿Dónde está, Mark? —pregunta Chris ignorándolo por completo.

—Aquí conmigo. —responde porque sabe que si no lo hace, él no va a dejar de insistir.

—¿La llevaste a tu casa?

—¿A dónde más la iba a llevar a esta hora?

—A un hotel, una clínica de reposo, incluso pudiste llevarla con tu madre, que es una enfermera retirada y podría cuidarla mucho mejor que cualquiera de nosotros dos.

—Prefiero asegurarme personalmente de que su salud mejore.

—Tráela de vuelta. —Chris sigue dando órdenes y Mark se comienza a cansar.

—Creo que ella preferiría romperse la otra pierna antes que volver contigo.

Una risa sarcástica se escucha al otro lado de la línea. —Parece que mis sospechas son verdad. Te gusta esa mujer y por eso haces todo esto, ¿verdad?

—No puedo negar que Isabela es una mujer hermosa. Pero no. Como ella dijo, no todos hacemos las cosas con intenciones ocultas. ¿En qué clase de persona me convertiría si la retuviera solo para mi placer o la abandonara a su suerte conociendo su situación? ¡Ah! Ya sé, me convertiría en ti.

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