Incomodidad

—Aún no te has recuperado y sigue siendo responsabilidad de él —dice señalando a Chris—, velar por tu bienestar hasta que te puedas valer por ti misma.

Isabela mira a sus dos acompañantes y no sabe qué decir. Si bien es cierto que necesita toda la ayuda posible, siente como si estuviera abusando. Aunque Christopher es el culpable del accidente, él la internó en uno de los mejores hospitales del continente, le dieron trato VIP, y se ha asegurado de que su recuperación sea rápida y eficaz. Además, se dedicó personalmente a cuidarla y aunque los últimos días se haya comportado de forma extraña, ella se siente profundamente agradecida por qué no la abandono a su suerte, algo que hubiera hecho cualquier otra persona.  Otro en su lugar solo habría costeado la recuperación y se desentendería del asunto, pero él no, él se quedó con ella, la consoló cuando tenía miedo de quedar ciega y obligó a los doctores a hacer su mejor trabajo. Aparte de su familia, nadie la había cuidado tanto, por eso no quería seguir causando más molestias, presentía que el ceño fruncido de su benefactor se debía a que ya lo estaba comenzando a incomodar esa situación y ella lo entendía.

—No es necesario… —trata de decir, pero de inmediato Mark la interrumpe.

—Claro que sí. Es muy necesario. La situación es simple. Vas a quedarte en el apartamento de Christopher hasta que te mejores.

Isabela los sigue mirando, confundida y ahora incómoda. Christopher no dice nada, pero gracias a sus gestos, ella entiende perfectamente que la idea no le gusta.

—No. Lo siento, pero no me siento cómoda con eso. —dice cambiando su tono de voz— Sé que ustedes tienen toda la intención de ayudarme, pero eso es demasiado. No puedo vivir en la casa de un hombre que apenas conozco.

—Tampoco conocías a la señora que te iba a rentar una habitación de su casa y accediste a vivir con ella. Es lo mismo. —se justifica Mark.

—No se siente como si fuera lo mismo.

—Mira, si lo que te preocupa es vivir con un hombre extraño, aunque no es el caso porque ustedes ya se conocen, eso no es un problema. Vas a quedarte en un apartamento que mi amigo solo ocupa cuando sale tarde de la oficina. Él por lo general está muy ocupado y no se van a cruzar mucho. Vamos a contratar a una enfermera para que te cuide y un fisioterapeuta para que te recuperes lo más pronto posible. Tú solo debes preocuparte por mejorar.

—Igual, yo… Necesito comenzar a organizar mi vida aquí lo más pronto posible. Vine a este país por necesidad, no porque quisiera. Tengo que encontrar pronto un trabajo. No puedo quedarme en la cama por quién sabe cuánto tiempo, sin hacer nada más que respirar. Muchas gracias por todo, pero yo… —Mark vuelve a interrumpirla diciendo lo obvio.

—¿Si te das cuenta de que no puedes hacer nada en ese estado?

—Algo se me va a ocurrir. No tengo más opción.

—Yo entiendo, pero, ¿de qué te sirve conseguir un empleo si no vas a poder desarrollarlo como se debe?

La desesperación alcanza los ojos de la chica porque sabe que Mark tiene razón. Aunque se sienta mejor, no puede mover ni un músculo sin que todo su cuerpo lo resienta.

Christopher por fin interfiere cuando nota una pequeña lágrima caer por el rostro de Isabela y ella se limpia rápido como si sintiera vergüenza de que la vieran llorar.

—¿Qué sabes hacer? —pregunta sorprendiendo a sus dos interlocutores.

—Yo soy… escritora. Estudié lengua y literatura. Pero aprendo rápido y puedo adaptarme a cualquier cosa. —responde ella nerviosa.

—Tu inglés es muy bueno y tu español más que perfecto. ¿Puedes traducir documentos?

—Sí. Claro. Además, también hablo y escribo en francés e italiano.

—Muy bien. Entonces estás contratada. Ya no tienes que buscar empleo. Voy a hacerte llegar por correo tus tareas y podrás desarrollarlas desde la cama.

Mark sonríe aliviado de que por fin su amigo tome una decisión para ayudar a la chica sin que él lo tenga que presionar.

—¡Perfecto! Ahora que todo está solucionado, podemos irnos —dice sin darle tiempo a Isabela de refutarlo.

*****

En el camino, la interroga, pero Isabela responde sus preguntas con evasivas. Está nerviosa por el rumbo que ha tomado su vida. Nada sale como ella lo planea y eso la frustra cada vez más. Christopher no volvió a hablar desde que le ofreció empleo y aunque ella le agradece el gesto, se sigue sintiendo incómoda porque sabe que él está incómodo.

Su cabeza comienza a divagar tratando de adivinar qué fue lo que sucedió, ¿Por qué pasó de consolarla y tratarla bien, a ser frío y poner distancia entre ambos? “¿Será que me sobrepasé en algo? Sé que a veces trato a los extraños con mucha confianza y no todo el mundo se siente cómodo con eso. Pero… ¿Qué se supone que haga si no me dice nada? Yo solo quise ser amable con la persona que me estaba ayudando. ¿Y si me disculpo?... No, eso es ridículo, ni siquiera sabría por qué hacerlo.” Sacude esos pensamientos que solamente la hacen sentirse peor y se concentra en el paisaje que la rodea.

Isabela contempla por la ventana la gran ciudad y reza en silencio para que haya un lugar para ella en algún rincón. “Dios, sé que antes fui ambiciosa por creerme especial, pero ahora lo único que quiero es sobrevivir y que mi familia esté a salvo.”

En menos de una hora, llegan al apartamento de Chris y la joven no puede ocultar la sorpresa, ya que nunca en su vida ha visto tanto lujo.

Una señora mayor, bajita y regordeta, los recibe. A los dos hombres los saluda con una sonrisa y un abrazo. A ella le estrecha la mano y le pregunta cómo está.

—Ella es Sara. Técnicamente, es con quien vas a vivir. Te va a acompañar todo el tiempo que sea necesario. —dice Mark presentándolas— ¿Por qué no vas y te pones cómoda? Mañana hablaremos con más calma sobre el empleo.

Isabela hace caso sin decir nada, porque se siente exhausta, una prueba más de que su cuerpo aún no está preparado para retomar su vida laboral.

La linda señora la acompaña a una habitación en la primera planta. Esta es grande, monocromática, con una cama donde fácilmente dormirían cómodas tres personas y con su propio baño. Pero lo que más le sorprende es que todas sus cosas están allí.

—Me deshice de la maleta porque no había caso —dice Sara al ver donde está fija su atención— Quedó completamente destruida. También lavé toda tu ropa porque algunas cosas estaban manchadas de sangre.

—Muchas gracias.

—¿Quieres darte un baño? ¿Necesitas que te ayude?

—Por el momento no. Necesito descansar antes de hacer cualquier otra cosa.

—Muy bien. Entonces te dejo para que te pongas cómoda. Aún falta un par de horas para qué la cena este lista, pero no dudes en llamarme si me necesitas.

—Gracias señora Sara.

Al quedar nuevamente sola, Isabela camina hacia la cama y se recuesta sintiéndose sobre una nube. Cierra los ojos con la intención de descansar un poco, pero sin darse cuenta cae profundamente dormida.

Cuando vuelve a abrir los ojos, se siente algo desorientada, pero de inmediato esa sensación es reemplazada por un hambre atroz y como no quiere incomodar a nadie, decide ir a buscar comida ella misma, pero sus planes se ven interrumpidos cuando al pasar por una puerta semiabierta, escucha claramente como los dos hombres que la han acompañado en los últimos días, discuten fuertemente y ella parece ser la causa.

—No debiste hacerlo sin hablar conmigo antes ¡¿Cómo se te ocurre traer a una mujer extraña precisamente aquí?! —pregunta Chris enojado— ¡Con todos los problemas que tengo encima, tú, mi supuesto amigo y abogado, viene e instala el mayor de ellos en mi propia casa!

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Comments

Calo

Calo

Christopher eres, duro, cruel e idiota

2023-11-15

0

Elide Rubio

Elide Rubio

ay no Christopher estas bien tonto

2023-10-03

3

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