Al volver a despertar, Isabela no sabe cuánto tiempo ha pasado, pero nota una gran diferencia en su dolor de cabeza. Sigue ahí, pero ya no siente que va a morir a causa de él.
—Ya despertó —dice alguien mientras sostiene su mano, pero no lo reconoce. No es Christopher, así que se siente incómoda y lo suelta.
—¿Cuánto tiempo dormí? —su voz sigue estando un poco ronca, pero también siente que su garganta se encuentra mejor.
—Toda la noche. El Doctor dice que entre más descanse, más rápido bajará la hinchazón en su cerebro.
—¿Cuántos días…? —No termina la pregunta porque de solo imaginar la respuesta le comienzan a sudar las manos. Hasta donde ella sabe, estuvo en coma, y como bien pudieron haber pasado solo unos días, también cabe la posibilidad de que pasaran años.
—Una semana… —responde el hombre desconocido, entendiendo a la perfección sus inquietudes.
"¿Una semana? ¿Cómo puede ser posible? ¡Dios! ¿Y mis padres? ¿Acaso ellos saben lo que está pasando? ¿Ahora qué voy a hacer? Si llevo una semana en el hospital, significa que me quedé sin casa porque la arrendataria de la habitación me advirtió que si no llegaba a tiempo iba a dársela a otra persona. Ahora no estoy en condiciones físicas o económicas para buscar un lugar nuevo." Isabela comienza a desesperarse al reflexionar sobre su actual situación. La realidad le da un fuerte golpe en la cara y reúne todas sus fuerzas para intentar levantarse.
—Necesito salir de aquí —cuando su cuerpo reciente sus movimientos, no puede mantener el equilibrio y cae al piso. Se arrepiente de inmediato y se regaña por ser tan estúpida. "¿A dónde se supone que voy a ir? Estoy ciega y no puedo caminar."
—¿Pero qué haces? —la voz de Chris llega a la habitación y en el momento que la puerta se abre, siente cómo sus brazos la rodean para ayudarla a volver a la cama.
Su olor, el sonido de su voz y sobre todo, su tacto, son suficientes para que ella se sienta mucho mejor. No entiende muy bien por qué, y tampoco piensa mucho en ello. Lo único que le importa es que cuando aquel hombre está cerca, su ansiedad desaparece.
—Lo siento —dice en un susurro mientras las lágrimas se acumulan en sus ojos— es solo que no puedo creer que lleve una semana inconsciente. —Aunque sabe que pudo haber sido peor, imaginar la preocupación de su familia la hace sentirse muy culpable— ¿Podrían darme mi teléfono?
—Quedó destruido en el accidente —responde el hombre que no es Chris.
“¿Por qué será que no me sorprende? En vez de un médico necesito una bruja que me haga una limpia. Esta mala suerte que tengo no puede ser normal.” Piensa muy seriamente y resignada, le pregunta a los chicos: —¿Otras noticias horribles que tengan para darme?
Ninguno de los dos responde por un rato y esto hace que se preocupe un poco.
—Tranquila. Todo va a estar bien —el desconocido vuelve a intentar acariciar su mano y ella lo permite porque presiente que en realidad quiere ayudarla, pero igual se siente incómoda.
La puerta de la habitación se abre nuevamente y la voz del médico la saluda con entusiasmo.
—¡Señorita Zuloaga! Buenos días. ¿Cómo se encuentra esta mañana? —el tono de voz del Doctor no concuerda para nada con el ambiente, pero este no se desanima.
—Confundida…
—Es normal. Ha sufrido mucho en poco tiempo y asimilar tanta información es abrumante. Ahora voy a revisarla para ver el progreso que ha tenido. Dígame, ¿qué es lo último que recuerda?
—Que salía del aeropuerto para ir al lugar donde me iba a quedar.
—Puede mover por favor los dedos de sus pies.
A pesar del dolor, hace lo que el médico le indica. Sigue un par de órdenes más, pero le cuesta tanto llevarlas a cabo que siente como si hubiera corrido un maratón.
—Muy bien. Ahora vamos a revisar sus ojos. Por favor, ábralos.
Desde que se dio cuenta de que no podía ver, se negó a volver a abrirlos porque la falta de luz la abruma demasiado. Pero hace el esfuerzo y para su consuelo, aunque es algo muy tenue, logra ver un pequeño resplandor.
—Puedo… ver algo de luz —dice emocionada.
—Excelente. Eso es un buen indicio. La hinchazón está disminuyendo y confío en que cuando eso suceda, pueda recuperar su vista por completo.
—¿Eso es todo? —pregunta Chris enojado— ¿va a pasarle una linterna sobre los ojos y ya está?
—Chris… —la voz del otro hombre suena agotada.
—¡No Mark! Ya deja de defenderlo. Llevamos aquí una semana entera y cada vez que este tipo dice que se va a mejorar algo sucede y empeora. Debí llevármela de aquí hace días.
"¿De qué está hablando?" Se pregunta Isabela, confundida por la falta de información, “Hay muchas cosas que necesito saber.”
—Señor King. Le aseguro que estoy haciendo mi trabajo. La señorita Isabela está respondiendo bien al tratamiento. Los incidentes de los días anteriores fueron superados. Le voy a pedir que controle su carácter o me voy a ver en la obligación de negarle el acceso a esta habitación. Después de todo, usted no es su familiar.
—¿Me está amenazando? Porque le recuerdo que sin importar que yo sea su familiar, soy quien está costando todos los gastos, incluido su salario.
—Solo le estoy advirtiendo. Por qué sin importar lo que usted diga o haga. La prioridad en este hospital es el bienestar del paciente y su actitud no ayuda en nada. – El ambiente se pone muy tenso e Isabela no entiende nada de lo que los hombres hablan— En un rato vuelvo a pasar señorita Zuloaga. Intente descansar.
El médico sale de la habitación dejándolos a los tres solos nuevamente.
—¿Pueden prestarme un celular? Necesito llamar a mi casa.
Uno de ellos, Isabela, no logra distinguir muy bien cuál, accede de inmediato y la ayuda a marcar el número de su hermana, ya que es el único que se sabe de memoria.
—¡Por Dios Isa! ¿Dónde estás? Mamá y papá están al borde de la locura. Quieren irse ahora mismo a buscarte.
—Dani perdón. Tuve un accidente.
—¿Qué te pasó?
Isabela lo medita un momento antes de responder porque no quiere preocupar a su familia.
—Yo y mi maldita suerte —intenta sonar relajada—. En medio del caos en inmigración, mi celular se rompió y ya sabes, no conozco a nadie aquí. Hasta ahora logré conseguir un teléfono.
—Por Dios, hermana, eso no es una excusa. Pudiste escribir un correo electrónico.
—No me regañes Daniela. Las cosas no han salido bien. Apenas me estoy instalando porque tuve un inconveniente con la casera. Pero no les digas a papá y mamá. Ya lo estoy solucionando.
—Muy bien. Pero no vuelvas a desaparecer.
—Lo prometo. Apenas tenga un nuevo número te lo envío para que ustedes también me puedan llamar.
Después de unos minutos de conversación, mientras intenta convencer a su hermana mayor que todo está bien, cuelga la llamada y, aunque sabe que su familia va a estar más tranquila, no puede evitar sentirse completamente sola y abandonada.
"Si tan solo estuvieran aquí, esto no sería tan duro."
Algunas lágrimas se le escapan y las limpia con delicadeza para no lastimarse la mano donde tiene el catéter.
—Tranquila —dice el hombre que no es Chris y que ahora ella reconoce como Mark.
Él se sienta en la cama muy cerca de ella y toma nuevamente sus manos.
—No me pida que me tranquilice cuando estoy sola y a la deriva en un país extraño. —dice algo enojada porque las palabras de consuelo vacías no son algo que tome muy bien.
—No estás sola. Nosotros estamos contigo. —responde Mark con amabilidad tratando de demostrarle que de verdad quiere apoyarla, pero ahora que la conmoción ha pasado, Isabela comienza a hacerse las preguntas correctas y su duda principal es, ¿por qué esos dos hombres la están cuidando con tanto esmero, hasta el punto de pelearse con los doctores y cubrir los gastos médicos?
—¿Y ustedes quiénes son? —se atreve por fin a preguntar.
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Updated 52 Episodes
Comments
Veronica Barreras
pobre Isabella
2023-12-01
1
Maria Solorzano
😃 pobrecita
2023-11-18
0
Maria Solorzano
Que hombre más impaciente
2023-11-18
0