Actuación.

Entonces Amelia tomó de las manos a Eloy, poniendo muy nervioso al hombre y comenzó a hablar.

—Su majestad, prometo siempre serle fiel a usted y a nuestra gente, protegeré a los míos hasta mi último aliento. Agradezco por aceptarme como su esposa, yo lo acepto como mi esposo con humildad y con el corazón abierto. Prometo que siempre estaré para usted y podrá contar conmigo para lo que necesite. Es difícil encontrarse con alguien que cuenta con grandes virtudes como las suyas, es por eso que me sentí orgullosa desde que me nombró su prometida.— Le habían salido las palabras desde muy en el fondo, para no quedar en ridículo frente a la que parecía ser la mujer del novio.

Eloy, estaba en shock por lo que había escuchado de Amelia. Él creía que su querida prometida no lo quería ni un poco. La verdad era que no se equivocaba en sus suposiciones, solo que Amelia no podía permitir que nadie se burlara de ella y menos en su boda, así que improvisó algunas palabras para no terminar siendo humillada, mostró reacciones y gestos de felicidad ante todos los presentes y cada uno de ellos creyó absolutamente todo.

Sus hermanos por su parte, solo aguantaron las ganas de reír por el discurso que dio su hermana, no creyeron jamás que tendría un don para disimular tanto una escena.

—Me alegra que por fin Amelia pueda ser feliz, ella se ve tan contenta— dijo Aine, que acompañaba a Liam en ese momento.

Al escuchar lo que la chica dijo, al menos Félix, no pudo aguantar más la risa y terminó siendo escuchado por los presentes, sintió tanta vergüenza que solo pudo agachar la cabeza.

Más adelante, cuando Amelia terminó de decir sus votos, la anciana los declaró como esposos oficialmente, y parecía que se retirarían al banquete, aunque no había ninguno como tal.

—Su majestad, disculpe, pero como usted dijo que solo quería casarse y ya. No se preparó ninguna fiesta aparte de la ceremonia.— Dijo aquella mujer, que se estaba burlando de Amelia en plena boda.

Amelia entonces, se acercó al oído de Eloy y le dijo. —Estoy bien su majestad, al fin y al cabo, solo es nuestra boda y la celebración por nombrarme oficialmente su esposa y reina— dijo esto y al retirarse del oído de Eloy, mostró algunas lágrimas en su rostro, mostrando tristeza en él.

Eloy se puso furioso con los que habían organizado aquella boda y por hacerle caso a una mujer que solo era su pareja, ni siquiera tenía un rango alto. —De ahora en adelante, harán caso solo a su reina Amelia y a mí, nadie más tiene permitido tomar decisiones que no le corresponde. Sabían que era la boda de su rey y aún así no prepararon las cosas como se debía.— Pasó empujando a algunas personas y se retiró del lugar echo una furia.

Cuando Eloy ya se había ido, Amelia también estaba por retirarse, pero fue detenida por aquella mujer. —¿Quién te crees que eres para intentar poner en mi contra a Eloy?— gritó furiosa.

Félix estaba por intervenir, pero Amelia le hizo una señal para que no lo hiciera, a lo lejos veía que Eloy estaba regresando.

—Señorita, en realidad no se quién sea, aún así creo que es de mala educación referirse a su majestad por su nombre, ni yo que soy la reina, lo hago— muy serena habló.

—Maldita, yo sé que lo único que intentas es separarme de él, te vas a arrepentir— la mujer seguía gritando y de un momento a otro quiso golpear a Amelia, pero su mano fue detenida por Eloy, que ya había llegado hasta donde estaban.

—No te atrevas a ponerle una mano encima a tu reina, serás decapitada por faltarle el respeto a Amelia— gritó todavía más furioso Eloy.

La chica sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, porque nunca había visto a Eloy tan enojado como en ese momento.

—Eloy por favor, tú dijiste que nadie nos separaría, sin importar que fuera la dichosa espada de fuego, dijiste que la mantendrías olvidada y abandonada, que no le harías ningún caso. Tú me lo prometiste apenas anoche en la cama, cuando me hacías tuya.— la mujer estaba furiosa y lloraba al decirle todo eso a Eloy.

Amelia miró a Eloy y mostró una mirada de desilusión, se dio la vuelta y se fue. Dejando a Eloy y su mujer discutiendo. Sus hermanos solo la siguieron hasta la habitación de Arlo, tenían que hacer una reunión de urgencia.

—¿Vieron la cara de esos dos?— preguntó Amelia, mientras reía a carcajadas. —Al parecer mi actuación fue convincente, ahora solo espero que sea una gran excusa para mantener lejos a mi querido esposo— continúo.

—¿Por qué querrías mantener alejado al rey?— se escuchó preguntar a alguien. Era Aine, que entre tanto, nadie se dio cuenta de su presencia. Todos se asombraron al ver qué ella también estaba ahí.

—Arlo, ya sabes que hacer— dijo Amelia y el pequeño entendió de inmediato. Con un encantamiento hizo dormir a Aine, pues ella no debería de estar ahí.

—Liam, por favor hazte cargo. Ella no debe saber nada de nuestra verdad. Tal vez tú la quieras, sin embargo eso no significa que confíe en esta chica, también se que tus instintos no te han decepcionado, a pesar de eso no puedo confiar en nadie más que en ustedes. ¿Está claro?— Amelia replicó y su hermano asintió.

—Entonces sigue contándonos sobre tu maravillosa actuación, además nos sorprendió tu discurso a la hora de decir tus votos.— Burlón habló Félix, rompiendo el hielo.

— Tanto, que te reíste tan fuerte, quedando en ridículo frente a todos— se defendió Amelia, haciendo que todos los demás rieran también.

—La verdad, es que tenía que decir algo y fue lo único que se me ocurrió, no es que sea verdad, pero no podía quedarme callada frente a toda esa gente— volvió a hablar.

—Amelia, con respecto al rey, ¿sigue en pie lo que me pediste hacer?— dudoso cuestionó Arlo.

—Todo sigue igual, nada ha cambiado. Yo no voy a querer al rey por palabras simples que fácilmente se pueden decir sin sentirlas.— Aclaró la nueva Reina.

Continuaban platicando tan amenamente, hasta que fueron interrumpidos por fuertes golpes en la puerta.

—Su majestad, su majestad— se escuchaba, alguien desde afuera de la habitación pedía ver a Amelia.

Félix abrió la puerta y una mujer se hincó para suplicar. —Su majestad, se lo suplico, detenga al rey, él no puede hacerle eso a mi hija— pidió y seguía llorando.

Amelia no entendía a lo que esa mujer se refería, pero iba a averiguarlo.

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